Encarni Arcoya Alvarez's Blog, page 2

October 29, 2018

Relato: La felicidad en la puerta de al lado

LA FELICIDAD EN LA PUERTA DE AL LADO Lentamente, como si temiera un rechazo por su parte, llevó su mano


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Published on October 29, 2018 05:08

April 12, 2018

Primer relato de Historias reales para princesas principesas

La princesa que no necesitaba ser bella para ser amada Candela miró a su amiga, esta frente al espejo haciendo movimientos raros con sus labios. En una mano tenía una barra de labios que se había comprado con la paga semanal y, en la otra, una toallita húmeda. —¿Seguro que tú no quieres? —preguntó a […]


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Published on April 12, 2018 09:19

April 11, 2018

Primer relato de Historias reales para pr��ncipes princesapes

El pr��ncipe que no era valiente


Mateo mir�� por la ventana de su habitaci��n. Empezaba un nuevo d��a y eso quer��a decir tener que salir de casa otra vez. ��Con la de cosas que le daban miedo ah�� fuera! Pero ya no pod��a decirle a su madre que le dol��a la cabeza, o la barriga; tampoco a su padre que se sent��a mal. Y todo porque hab��a abusado demasiado y ya no le cre��an. O lo llevaban al m��dico y entonces este les dec��a que era mentira.


Lo que s�� sab��a Mateo es que no era valiente. Y por ese miedo a todo, le costaba salir de casa e ir a clase. Y eso que el colegio lo conoc��a ya, igual que a sus compa��eros. Pero aun as��, se sent��a mal cada vez que ten��a que salir de su zona de confort.


Mateo se fij�� en los ni��os que iban ya hacia el colegio. Re��an y jugaban con sus padres o con otros ni��os mientras acortaban la distancia para llegar. Sab��a que otros iban en coche, como ��l, pero ni siquiera pensar en hacer el camino con alguien le atra��a. ��As�� hab��a m��s miedos! Por ejemplo, le daba p��nico cuando un coche pitaba, porque se pon��a muy nervioso y pensaba que pasaba algo grave. Le daba pavor si escuchaba un grito, y teniendo en cuenta que hab��a una obra cerca del colegio, los alba��iles sol��an hablarse a gritos haciendo que Mateo se pusiera a llorar y no diera un paso m��s.


���Mateo, ��qu�� te queda?


��l mir�� a la puerta donde estaba su madre esperando la respuesta.


�����Tengo que ir? ���pregunt�� ��l intentando dar toda la pena posible.


���Mateo��� no puedes seguir teni��ndole miedo a todo. Los ni��os como t�� deben ser valientes y hacer cosas��� de ni��os: jugar, caerse, hacerse da��o, vivir aventuras��� ���La madre se acerc�� a ��l y lo abraz�����. Tienes que ser fuerte.


���Pero es que yo no tengo ese valor o fuerza, mam��. Algo se debi�� perder por el camino porque no soy normal���


�����C��mo que no eres normal? ���pregunt�� la madre intentando sonre��r.


���Pues eso. Los dem��s ni��os del colegio salen al patio y se ponen a correr por todos lados, o a jugar al bal��n. Y les da igual si hay gritos, si hay un bicho o si se caen y se hacen sangre. Pero yo no puedo hacerlo porque me da miedo. ���Mateo agach�� la cabeza���. Se burlan de m�� y me dicen que soy una nenaza.


���Yo pienso que tienes mucho valor, pero est�� escondido y a��n no lo has sacado. Pero cuando salga, ser��s el chico m��s valiente de todo el colegio ���le asegur�� su madre.


Mateo se qued�� mir��ndola. Lo que dec��a su madre siempre se hac��a realidad. Por ejemplo, cuando le dijo a su hermana Rosa que, si no dejaba el m��vil y pon��a la mesa, lo encontrar��a en la basura. Y como no le hizo caso, cuando Rosa dej�� el m��vil en la mesa del sal��n y fue a comer, despu��s de que su madre tuviera que colocar la mesa, al volver este no estaba. Despu��s de buscarlo por todos lados se le ocurri�� echar un vistazo a la basura y ah�� estaba.


O la vez en que le hab��a dicho a ��l que, si no dejaba de beber tanto, por la noche tendr��a que levantarse al ba��o y se asustar��a porque estaba oscuro.


S��, cuando su madre dec��a algo, era casi seguro que se iba a cumplir. Pero lo que a ��l le interesaba era saber cu��ndo.


���Anda, vamos a desayunar y al cole. Que ya dentro de poco tienes que cambiar de lugar y seguro que lo echas de menos despu��s.


Esa era otra. El a��o siguiente, si lo aprobaba todo, ir��a al instituto y eso le agobiaba mucho m��s. ��Y si era peligroso? ��Y si el camino estaba lleno de muchas cosas que le daban miedo? ��Y si���? Todas las preguntas empezaban as�� y solo consegu��an ponerle m��s nervioso. Por eso hab��a tomado la decisi��n de no pensar m��s en lo que pasar��a, sino en lo que pasaba en ese momento.


La madre de Mateo le pas�� el brazo por los hombros y los dos fueron juntos a la cocina donde su padre estaba terminando el caf��.


Le dio un beso a Mateo y otro a su mujer y se despidi�� r��pido pues ten��a una reuni��n a primera hora y ten��a que llegar a tiempo.


�����Hoy quieres ir andando o en coche? ���pregunt�� la madre.


���En coche��� ���contest�� Mateo cogiendo el vaso con la leche y bebiendo un poco.


���Entonces ya sabes que, a la salida, tienes que venir andando. ��De acuerdo?


Ese mismo a��o hab��an impuesto una regla para intentar que no tuviera tanto miedo. Sus padres lo llevaban al colegio, ya fuera andando o en coche, pero la vuelta, ten��a que hacerla solo. As�� que, si por la ma��ana lo llevaban en coche, a la salida ten��a que volverse ��l solo andando; y si dec��a que quer��a ir andando, ten��a que irse solo porque, cuando acababan las clases, lo recog��an en el coche.


Desde que lo hab��an hablado, Mateo no hab��a dicho nunca que quer��a ir al colegio andando porque sab��a que, si lo hac��a, tendr��a que irse solo. Y ya era bastante dif��cil salir de casa. La vuelta al menos la hac��a mejor porque una vez sonaba el timbre avisando ��l recog��a las cosas en un periquete y sal��a corriendo como un cohete. De hecho, parec��a que volaba porque apenas tardaba unos minutos en llegar a casa para recuperar el aliento.


Cuando termin�� de desayunar, Mateo cogi�� su mochila y fue con su madre hasta la puerta para irse al colegio. Mir�� hacia atr��s pensando en lo bien que estaba en casa y el miedo que ten��a ahora que sal��an.


�����Mira, Mateo! ���exclam�� un ni��o ense����ndole un gusano que hab��a cogido en el recreo.


�����Ahhhh! ���grit�� Mateo asust��ndose.


Escuch�� las risas de todos los ni��os y agach�� la cabeza para que no vieran que ten��a ganas de llorar.


���Mateo, eres un cobardica.


�����Seguro que no es un ni��o! ���chill�� otro���. ��Tienes pilila? ��O te la han cortado?


���Mateo es una nenaza, Mateo es una nenaza���


La frase se repet��a una y otra vez y Mateo no pod��a hacer nada. Estaban en clase y no pod��a salir porque los profesores le pod��an rega��ar. Y a eso tambi��n le ten��a miedo.


�����No pasa nada por tener miedo! ���dijo a cambio.


���Un poquito de miedo no. Pero los ni��os de verdad no tienen miedo. T�� eres un ni��o raro, un retrasado o un incompleto ���respondi�� uno de sus compa��eros de clase���. A lo mejor tu madre no te hizo bien cuando estabas dentro de ella.


�����Retira eso! ���Mateo se levant�� porque se hab��an metido con su madre.


�����Que retire el qu��? ���provoc�� el otro ni��o dando un paso hacia Mateo. Este tembl�� y las piernas no sostuvieron su cuerpo haciendo que se sentara de golpe.


Y se rieron de nuevo todos.


No estaba siendo un buen d��a. Despu��s de que su madre lo dejara en la puerta hab��a tenido que llegar a su clase y los gritos le hab��an puesto nervioso. Tambi��n las hojas que se mov��an en el suelo y que pod��an ser peligrosas.


Pero sus compa��eros eran a��n m��s tenebrosos que lo que hab��a fuera. Porque le hac��an mucho da��o. Por eso prefer��a enfermarse y no tener que ir a clase.


Mir�� el reloj y se anim�� a s�� mismo diciendo que solo quedaba una hora. Hab��a sacado ya la libreta y el libro pero solo ten��a eso, y un bol��grafo, en la mesa. Todo lo dem��s lo ten��a guardado en la mochila porque quer��a salir corriendo nada m��s tocara el timbre.


Cuando el timbre son��, Mateo ya ten��a todo en la mochila y estaba cerr��ndola. Sab��a que, a su profesor, no le gustaba, y alguna que otra vez le hab��a hecho abrirla de nuevo, colocar las cosas y entonces guardarlas. Pero ese d��a estaba ocupado explic��ndole a otro ni��o y ��l hab��a aprovechado.


Se levant�� y corri�� hacia la puerta. La abri�� y sali�� escopetado pasillo adelante hasta la salida. Hab��a ya algunos padres y madres esperando pero los esquiv�� con algo de miedo por si lo cog��an o algo y fue a la calle.


All��, empez�� a correr hacia su casa. Era en l��nea recta y solo ten��a que cruzar cuatro calles y una sin salida. Pero eso le obligaba a detenerse, mirar a ambos lados varias veces, y de nuevo correr.


Hizo la primera y pas�� r��pido. La segunda igual. Pero cuando iba a pasar por la calle sin salida, se fij�� por si alg��n coche entraba en la calle para aparcar, porque viviera all��. Fue cuando vio a un perro marr��n sentado al lado de una caja de cart��n.


Mateo no sab��a por qu�� pero le parec��a que ese perro estaba triste. Y aunque a ��l le daban mucho miedo los perros, se qued�� mir��ndolo un rato hasta que el animal levant�� la vista y lo mir�� a ��l. Entonces se asust��. ��Y si por mirarlo se acercaba? ��Y si lo atacaba? ��Y si���?


Mateo abri�� corriendo la mochila y sac�� el bocadillo que no se hab��a comido entero. Lo desenvolvi�� y se lo tir�� al perro al mismo tiempo que ��l se escabull��a hacia su casa. Solo esperaba que no lo siguiera.


Cuando lleg�� a casa, Mateo recobr�� el aliento de haber corrido desde el colegio. Fue a su habitaci��n a dejar la mochila y a cambiarse de ropa. Se asom�� a la ventana y busc�� con la mirada al perro. ��No lo hab��a seguido? ��Y qu�� hac��a un perro all�� solo? ��Lo hab��an abandonado? ��Y por qu��?


Los d��as fueron sucedi��ndose y Mateo siempre iba en coche. A la vuelta, coincid��a siempre con el perro marr��n. Y todos los d��as le tiraba algo de comida. Se hab��a vuelto una rutina. No se hab��a acercado a ��l en ning��n momento, y tampoco el perro lo hac��a, como si ambos se tuvieran miedo mutuamente.


Lo que s�� hab��a conseguido Mateo era hablar. Despu��s de tres d��as, le hab��a dicho ���hola��� al perro y este saludado moviendo un poquito el rabo. Claro que despu��s le hab��a tirado su bocadillo y salido huyendo de all��.


Mateo mir�� a trav��s de la ventana de la cocina y apret�� los labios. Estaba lloviendo mucho. ��C��mo estar��a el perro? ��Su caja de cart��n se habr��a roto? Desde el momento en que se hab��a despertado y visto c��mo llov��a, Mateo se hab��a puesto muy nervioso, no porque tuviera que salir lloviendo, cosa que lo asustaba mucho porque pod��a haber truenos y rel��mpagos, sino porque quer��a saber si el perro estaba bien.


���Hoy iremos en coche, Mateo ���le dijo su madre terminando de meter los platos y vasos en el lavavajillas.


�����En coche? ���pregunt�� ��l de golpe.


Su madre se volvi�� enseguida.


�����No quieres?


���Es que��� �����Qu�� hac��a? Por un lado s�� que quer��a ir en coche porque llov��a. Pero, por otro, ten��a la oportunidad de ver c��mo estaba el perro antes de ir al colegio. ��Y si se enfermaba por lloverle? ��Y si se mor��a?


���Cari��o, ��quieres ir andando? ���insisti�� su madre. Ella ten��a en los ojos un brillo especial, como si se sintiera orgullosa de ��l.


���Es que��� tengo miedo��� ���confes�� ��l.


���Todo el mundo tiene miedo de algo. Pero aprendemos a ser fuertes por nosotros mismos, porque no se puede vivir siempre con miedo.


���S��, pero pap�� y t�� sois valientes. Y yo no.


���T�� tambi��n lo eres. Pero te falta cre��rtelo. Ya te lo he dicho muchas veces, Mateo: tienes mucho valor, pero est�� escondido y a��n no lo has sacado.


Mateo intent�� sonre��rle a su madre.


���Me gustar��a ir en coche, mam����� ���dijo al final���. Pero, ��podr��as parar un momento en un sitio antes? ���a��adi�� dejando a su madre extra��ada.


�����En d��nde?


���En la calle sin salida. Solo un momento. ���Mateo uni�� su dedo pulgar e ��ndice para dejarle claro a su madre que no iban a tardar demasiado.


���Est�� bien ���accedi�� su madre.


Ahora Mateo se sent��a un poco mejor. Iba a estar a salvo en el coche y, al mismo tiempo, echar��a un vistazo al perro para saber si estaba bien.


Corri�� a por su mochila y se prepar�� en menos tiempo del que tardaba en hacerlo otros d��as, cosa que sorprendi�� a su madre. Sin embargo, no dijo nada.


Se marcharon como todos los d��as pero Mateo estaba ansioso. Otras veces, odiaba que su madre fuera demasiado r��pido porque se asustaba de ello. Pero ese d��a no le dijo nada.


�����Aqu��, aqu��! ���exclam�� Mateo cuando vio la calle sin salida.


���Ya, cari��o, ya s�� cu��l es ���contest�� la madre echando el intermitente para meterse en ella. Sin embargo, cuando iba a hacerlo, se fij�� en que sal��an varios coches con los que tuvo que frenar y aparcarse a un lado.


���No creo que podamos entrar, Mateo. Es la hora en que salen las personas para ir a trabajar y va a ser muy dif��cil. ��Qu�� tienes que mirar ah��? ���pregunt��.


Mateo ya estaba buscando con la mirada pero no consegu��a ver bien.


�����Ahora vengo! ���Y abri�� la puerta del coche para salir.


Su madre no reconoc��a a su hijo.


Mateo corri�� hacia la calle. Vio la caja de cart��n rota y empapada y se pregunt�� d��nde estaba el perro. ��Estar��a mojado? ��Se habr��a ido a otro sitio? Empez�� a buscarlo pero no parec��a estar all��. Sin embargo, s�� que hab��a un grupo de ni��os armando mucho jaleo.


�����C��gele por ese lado! ���grit�� uno.


�����Cuidado! ���exclam�� otro saltando hacia atr��s.


�����Que no se escape! ���chill�� otro.


Mateo se acerc�� a ellos y, entre sus cuerpos, vio al perro marr��n. Ten��a el rabo entre las piernas y miraba muy asustado a los ni��os que lo hab��an rodeado. Uno de ellos lo hab��a agarrado del rabo mientras que otro le hab��a cogido una oreja y tiraba de ��l. El animal solo aullaba muerto de miedo.


�����Dejadlo en paz!


Todos se volvieron al escuchar el grito y miraron a Mateo. ��l los conoc��a. Eran ni��os de su colegio, de su mismo curso, algunos compa��eros suyos, otros de la clase de enfrente.


�����Y t�� a qu�� vienes ahora? ��Largate, nenaza! ���le dijo uno de sus compa��eros.


�����Que lo dej��is en paz! ���repiti�� Mateo.


Uno de los ni��os se separ�� del grupo y le dio un empuj��n a Mateo. ��l cay�� al suelo pero se levant�� de nuevo.


�����Que lo dej��is! ���Estaba muy asustado, le temblaba todo el cuerpo. Ten��a las manos cerradas en pu��os porque as�� se infund��a fuerza.


���Te la est��s buscando, nenaza ���le avis�� otro de los ni��os���. Mira que te hacemos lo mismo que vamos a hacerle al chucho���


���No. Dejad al perro tranquilo ���reiter�� otra vez.


Tres de los ni��os se separaron del grupo y se fueron hacia ��l pero, en lugar de salir corriendo, como habr��a hecho antes, se qued�� quieto. No sab��a qu�� hacer, pero quer��a ayudar a ese animal de alguna forma.


Escuch�� el gru��ido del perro y c��mo se revolvi�� contra los otros ni��os que lo sujetaban. Todos se giraron a observar c��mo el animal empezaba a ladrar y se pon��a delante de un Mateo tembloroso y con l��grimas en los ojos.


�����Qu�� est��is haciendo? ���pregunt�� una voz���. ��Vosotros!


�����Corred! ���gritaron los ni��os y todos ellos pusieron pies en polvorosa al ver que un adulto se acercaba.


�����Mateo? ��Est��s bien? ���Su madre se acerc�� a ��l r��pidamente y se agach�� para observarle.


�����Mam��! ���chill�� abraz��ndose a ella���. Iban a hacerle da��o al perro y yo no quer��a que lo hicieran. Pero ten��a mucho miedo ���llor�� dici��ndole lo que hab��a pasado.


Su madre se fij�� en el perro marr��n que estaba al lado de Mateo. Le estaba lamiendo la mano y sin embargo su hijo no se hab��a asustado por ello. Esboz�� una sonrisa porque parec��a que ese animal hab��a hecho que su hijo, que no era valiente, entendiera que no importaba ser valiente para luchar por algo que quer��a.


���Venga. Hoy nos vamos los tres a casa.


�����Los tres? ���pregunt�� Mateo.


���T��, yo, y esta cosita que tenemos aqu�� ���contest�� acariciando al perro.


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Published on April 11, 2018 11:18

Primer relato de Historias reales para príncipes princesapes

El príncipe que no era valiente Mateo miró por la ventana de su habitación. Empezaba un nuevo día y eso quería decir tener que salir de casa otra vez. ¡Con la de cosas que le daban miedo ahí fuera! Pero ya no podía decirle a su madre que le dolía la cabeza, o la barriga; […]


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Published on April 11, 2018 11:18

April 2, 2018

��Y ahora qu��?

��Y ahora qu��?



���Te has lucido��� ���le dijo su hermano.


Y no pod��a replicarle. Tampoco justificarse. Esa vez la hab��a hecho buena. M��s que buena. ��Y ahora qu�� hac��a? ��C��mo arreglaba lo que hab��a provocado?


���Tampoco es para tanto��� ���intent�� quitarle hierro al asunto.


La mirada de su hermano le dec��a que eso no se lo cre��a ni ��l. Y la cosa es que intentaba cre��rselo. Era mucho mejor eso que otra cosa. Y si era por tener fe en ello, ��l ten��a m��s que suficiente por los dos, incluso por m��s si hac��a falta.


���Rep��teme lo que has hecho���


�����Otra vez? ���pregunt�� con cierto rintint��n. Fue incapaz de decir m��s, ya la cara de su hermano le dec��a que estaba estirando demasiado el hilo de su paciencia. Y en la situaci��n en que se encontraban, no era cuesti��n de que lo rompiera.


Empez�� a hablar���


Mam�� y pap�� hab��an salido y dejado la puerta abierta. T��cnicamente no hab��a sido culpa suya, sino de sus padres, aunque eso no serv��a demasiado para encontrar una soluci��n. Ya se lo hab��a dejado claro su hermano.


Hab��a bajado las escaleras, curioso por lo que encontraba en ese lugar. Nunca lo hab��an dejado bajar all�� y tener la oportunidad de hacerlo hab��a hecho que cosquilleara todo su cuerpo. Y ten��a que calmarlo. Por eso estaba pisando cada escal��n de esa escalera. Su mente le dec��a que no bajara, que estaba prohibido. Y ��l intentaba hacerle caso. Pero es que su cuerpo hab��a cobrado vida y, como si lo dominara, no pod��a hacer otra cosa que seguirlo. No iba a quedarse sin cerebro.


Una vez abajo, dio al interruptor y respir�� hondo. Ten��a miedo que sus padres tuvieran all�� alguna especie de laboratorio con c��maras llenas de conejillos de indias con los que probar��an sus inventos. Pero no, ah�� no hab��a nada que pudiera abrirle la boca y los ojos hasta el punto de que no pudiera cerrarla por la sorpresa.


Se hab��a sentido decepcionado��� Sus padres se pasaban d��as enteros en ese lugar haciendo experimentos, ��acaso es que no ten��an ni un Igor ni algo parecido creado por ellos mismos? Pues menudos cient��ficos estaban hechos���


Empez�� a pasearse por el lugar pero, igual que ocurr��a arriba donde su madre se daba cuenta de si un objeto no estaba en su sitio, pues parec��a que analizaba la posici��n de cada uno y, aunque se hubiera movido un mil��metro lo detectaba, all�� todo estaba bien colocado y no hab��a nada con lo que pudiera jugar a ser como sus padres: ni probetas, ni l��quidos, ni nada��� Un laboratorio limpio y ordenado.


Hinch�� sus mofletes cabreado porque su sue��o de encontrar lo que hab��a visto en las pel��culas de ciencia ficci��n se hab��a esfumado.


Se fij�� entonces en un armario. ��Y si ten��an ah�� todo lo que uno so��ar��a con tocar? Ten��a que abrirlo y probar. Ten��a que hacerlo.


Corri�� hacia ��l y abri�� la puerta pero la ilusi��n pronto se esfum�� al ver que estaba vac��o. Era un asco. No pod��a ser que no tuvieran nada��� Se meti�� dentro pensando que quiz�� ten��a un panel secreto pero en el momento en que se introdujo, la puerta se cerr�� y empez�� a escuchar un ruido.


Asustado, intent�� dar empujar la puerta para abrirla mas, cuando lo hizo, cayendo al suelo por la fuerza que hab��a ejercido. Solo que, en lugar de un suelo de cer��mica, ese que su madre se hab��a empe��ado en poner en ese lugar porque, seg��n ella, era m��s f��cil eliminar las manchas, no estaba. A cambio, ten��a un manto verdoso, ��qu�� cuernos era eso?


Se levant�� de golpe empezando a rascarse los brazos y viendo c��mo se le enrojec��a la piel y le sal��an ampollas. ��Jol��n, que picaba mucho! Observ�� el lugar, lleno de ��rboles y plantas que jam��s hab��a conocido m��s que en los propios libros.


Ech�� mano a su bolsillo y sac�� un peque��o cubo que, al darle a un bot��n, comenz�� a hacerse m��s grande.


�����Qu�� pasa? ��En qu�� tengo que ayudarte? ���pregunt�� la voz mec��nica del robot.


�����D��nde estoy?


El robot dio una vuelta sobre s�� mismo. Sac�� una antena y la elev�� por encima misma de los ��rboles.


���Est��s en las coordenadas de tu hogar. Solo que a miles de a��os de distancia.


�����En el futuro? ���Abri�� los ojos como platos.


���En el pasado ���rectific�� la m��quina.


Un ruido hizo que se girara y viera varios monos que se acercaban a ��l. Llevaban en las manos algunos palos y piedras y lo miraban asustados pero, tambi��n, amenazantes.


�����En qu�� puedo ayudar m��s? ���pregunt�� la m��quina.


Pero ya no lo escuchaba, pues se hab��a metido de nuevo en el armario y, en el momento en que cerr�� la puerta, volvi�� a notar un vaiv��n. Cuando este ces��, abri�� con cuidado esperando no encontrar lo que antes le hab��a hecho huir despavorido.


El laboratorio de sus padres lo recibi�� haciendo que sonriera y respirara aliviado. Hab��a regresado.


Sali�� del armario y corri�� escaleras arriba. Seguro que sus padres estaban a punto de volver.


Abri�� la puerta de la habitaci��n de su hermano. Ten��a que contarle todo. Y se qued�� helado. Igual que estaba su hermano, mir��ndose al espejo asustado por el aspecto que ten��a.


Su hermano lo mir�� con odio. ��De verdad hab��a sido tan tonto como para hacer lo que hab��a hecho? Encima, se hab��a dejado all�� a HAL, el robot m��s futurista que hab��a, capaz de darte soluci��n a cualquier problema para que no tuvieras que preocuparte o te pudieras escabullir del trabajo.


���No es para tan���


�����Que soy un mono! ���grit�� se��al��ndose���. ��Todos somos monos menos t��!


Torci�� el gesto��� Tampoco estaba tan mal. Ahora podr��an utilizar las manos y los pies, subirse a los ��rboles,��� Estaba seguro que la gente lo ver��a m��s como un beneficio que como una desventaja��� Solo hab��a que lidiar con el problema del pelo y eso se arreglaba con una cuchilla o media docena de crema depilatoria.


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Published on April 02, 2018 14:35

¿Y ahora qué?

¿Y ahora qué? –Te has lucido… –le dijo su hermano. Y no podía replicarle. Tampoco justificarse. Esa vez la había hecho buena. Más que buena. ¿Y ahora qué hacía? ¿Cómo arreglaba lo que había provocado? –Tampoco es para tanto… –intentó quitarle hierro al asunto. La mirada de su hermano le decía que eso no se […]


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Published on April 02, 2018 14:35

March 31, 2018

La fuente de los sentimientos

La fuente de los sentimientos Joseph se levantó el cuello de la gabardina color marrón oscura que llevaba. Fuera hacía un frío del carajo y era evidente que el estar lloviendo como si echaran desde los cielos calderos de agua no ayudaba a que la temperatura subiera. Tampoco la humedad, que hacía mella en su […]


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Published on March 31, 2018 14:34

February 21, 2018

��Lee el primer cap��tulo de Ama!

Ama
Cap��tulo 1

Los gemidos de los altavoces del ordenador parec��an envolverla en la habitaci��n donde estaba. Orgullosa de esos sonidos, su sonrisa se encontraba oculta para la otra persona, que s��lo ve��a su cuerpo a trav��s de la c��mara encendida. En ese momento, mostraba un cors�� negro de piel y unas manos enguantadas, tal y como le gustaba a ese hombre que ten��a como mascota obedeciendo la orden que le hab��a dado minutos antes.


�����Qui��n te ha dicho que pares? ���le pregunt�� ella cuando vio que dejaba de acariciarse su pene, los test��culos atados con una cuerda, en un color rosado. Estaba segura que, si ahora le ordenaba que se tocara en esa zona, ser��a m��s un tormento que un placer.


���Lo siento, Se��ora, por favor, d��jeme ya… ���suplic�� ��l.


A trav��s de la pantalla del ordenador contemplaba la figura de un var��n completamente desnudo en su habitaci��n, o en cualquier lugar, eso a ella no le importaba. Ten��a algunos kilos de m��s, pero una buena herramienta si lo comparaba con algunos otros con los que hab��a jugado en ese tiempo.


Llevaba tiempo en ese club privado online y se hab��a hecho un nombre en el lugar: Lady Blue. ��se era el apodo por el cual la reconoc��an y veneraban cada vez que entraba o, sin hacerlo, le llegaban mensajes de gente que preguntaba o ped��a hablar y muchas m��s cosas. Ella era una Ama, una dominante que no permit��a libertades de nadie. Ni se daba a nadie. Cada vez que alguno trataba de llevar las cosas m��s all�� del juego, la diversi��n que sent��a al dominarlo, aunque fuera a trav��s de internet, se acababa y cortaba toda relaci��n. Para todos era una Se��ora… Para nadie ser��a una Ama. No quer��a relaciones serias, le iba bien como estaba.


Se ech�� hacia delante dejando caer su cabello largo y negro liso sobre sus pechos, ocult��ndolos de la vista.


�����Te he pedido que me hables, esclavo? ���inquiri�� con el tono de voz m��s afilado que pudo.


���No ���respondi�� con rapidez ��l���. Por favor, perd��neme, Se��ora. Por favor… ���Sus palabras parec��an que casi iban a hacerle llorar. Su propio rostro enrojeci�� un poco, y empez�� a notar que se aguaban sus ojos.


���Eso est�� mucho mejor ���lo adul�� acercando la mano a la c��mara para, ficticiamente, acariciarle la mejilla.


Los ojos del hombre se ensancharon al ver a trav��s de su c��mara lo que ella hac��a, el gesto con el cual lo premiaba que, si bien no era real, le hizo tener la sensaci��n de que lo tocaba de verdad. ��ste jade�� y gimi�� al mismo tiempo mientras sus test��culos y pene se contra��an, igual que su vientre, echando la cabeza hacia atr��s y, aun sin tocarse, una descarga de semen sali�� de ��l mientras gritaba.


�����Qu��tate la cuerda! ���le orden�� ella con autoridad.


Cumpli�� las ��rdenes con rapidez haciendo que esa sencilla demostraci��n se convirtiera, en segundos, en todo un estallido de simiente que manch�� lo que ten��a delante.


Pod��a notar los espasmos que ten��a su pene, c��mo ��ste se hinchaba antes de que su leche saliera abriendo su conducto para vaciarse por completo. Contempl�� la mano de ��l cogi��ndose su herramienta, gritando por el dolor que deb��a tener en ese momento en que no pod��a controlarse y, a pesar de sus intentos, apret��ndose, volviendo a explotar.


Ella se mordi�� los labios y trat�� de no pensar en el latido de su cuerpo, no el de su coraz��n, sino uno m��s abajo, entre sus piernas, consciente tambi��n de la humedad que hab��a ah��. Pero no era hora, adem��s, ��l hab��a sido demasiado r��pido y no se merec��a ver c��mo ella disfrutaba de sus manos en su cuerpo. Eso le pasaba por no cumplir con las ��rdenes que le hab��a impuesto antes de iniciar el juego.


Esper�� paciente a que ��l recobrara fuerzas, y a su propio cuerpo, laxo en ese momento, s��lo pendiente de la respiraci��n.


�����Est��s bien? ���le pregunt�� al ver que intentaba moverse.


���Si, Se��ora. Lo siento mucho; hac��a tiempo que usted y yo…


���Lo s��. Pero me has decepcionado; pens�� que me dar��as un poco m��s de placer.


El hombre pareci�� sorprendido y asustado al mismo tiempo. Ella era directa en lo que dec��a, no se callaba nada, ya fuera algo bueno, o algo malo.


���No te preocupes, tonto ���le dijo suavizando el tono al ver la reacci��n dolida del otro���. Es normal que haya pasado eso. ��Qu�� tal te fue en el viaje? ��Vendiste mucho? ���Cambi�� de tema dando por terminadas la sesi��n y el juego.


���A��n no lo sabemos. Por ahora tenemos unos veinte contactos nuevos y estamos enviando la informaci��n detallada para ver si finalmente aceptan y se abren m��s sucursales en otras ciudades. ��Qu�� tal le fue a usted, Se��ora?


���Bastante bien, no me quejo. No hubo mucho trabajo, pero s�� nos entraron un par de vol��menes curiosos que hay que investigarlos.


�����Usted se ocupar�� de ello? ���le pregunt�� cogiendo un pa��uelo para limpiarse.


Ella arque�� una ceja y sonri�� ladina. ��Acaso le hab��a dado permiso para preguntarle sobre su trabajo? No le permit��a a nadie hacerlo y, aun as��, hasta ese ���supuesto trabajo��� no era m��s que una tapadera que se hab��a creado por lo que no quer��a que nadie m��s se interesara por ello, no fuera a meter la pata.


���Levanta tu pene ���orden�� cambiando el tono de voz a uno m��s dominante.


El titubeo de ��l hizo que las u��as de sus manos empezaran a moverse en la mesa produciendo un sonido r��tmico.


Esper�� a que ��l hiciera lo que le ped��a y se acerc�� un poco m��s a la pantalla con cuidado de no descubrir su cara. No ve��a que tuviera nada grave con lo que pod��a jugar al menos un poco m��s.


���Por haberte corrido cuando estaba jugando contigo vas a darte cinco azotes con la palma. Y da gracias que no te digo de coger una cuchara de palo.


�����Se��ora! ���protest�� ��l���. ��Est�� muy sensible ahora! ��Por favor, perd��neme! ��La resarcir��!


���Claro que lo har��s. Comenzando por la orden que te acabo de dar. Y ser�� mejor que empieces, o al final te negar�� el placer de hablar y jugar conmigo.


���No, eso no ���susurr�� ��l, no lo suficientemente bajito.


Respir�� hondo antes de abrir las piernas un poco m��s en la postura que ella le hab��a ense��ado hac��a unos meses y ech�� hacia atr��s la mano para, segundos despu��s, golpearse en los test��culos. Abri�� la boca aspirando todo el aire que pod��a mientras se contra��a y una sacudida le recorr��a el cuerpo.


���Imagina que soy yo quien est�� delante tuyo, cogi��ndote tu pene, masturb��ndolo para mi deleite y, con mi otra mano, azot��ndote cinco veces. Cuatro… tres… dos… ���Conforme pronunciaba un n��mero, ��l actuaba y se golpeaba, cada vez con m��s fuerza, los ojos cerrados dejando que la fantas��a fuera guiada por ella���, una…


�����Se��ora, d��jeme que me corra! ���le grit�� apretando su pene.


���No ���le neg�����. Es tu castigo por haberlo hecho antes de tiempo. Ma��ana ya me lo pensar�� si coincidimos por el club, ahora tengo que dejarte.


�����No me deja correrme? ���pregunt��, entre asustado e ilusionado.


���As�� es. Y mucho ojo con lo que haces, sabes que en el club llevamos una cuenta y queda apuntado en el libro con las personas que jugamos y si hemos dado alguna orden. Acabo de apuntar que t�� no puedes llegar al cl��max as�� que, si otra juega contigo y t�� no lo cumples, o ella te hace incumplirlo, hay castigo.


���Yo no juego con otras Amas… ���mascull��, malhumorado.


���Lo s��. Pero ellas s�� que pueden hacerlo. Recuerda que no eres de mi propiedad.


��l mir�� hacia la c��mara como si fuera a decirle algo, pero finalmente se call��. Era inteligente; si hubiera dicho cualquier cosa, ella habr��a acabado por lo sano y no se hubieran visto otra vez.


���En cuanto a los libros… ���dijo retomando la anterior conversaci��n para apagar un poco sus ganas��� no me ocupo. No llevo tanto tiempo en el trabajo y a��n me falta experiencia y formaci��n para hacerme cargo de algo as��. Pero a trav��s de amigos s�� que estoy informada de los avances.


���Me alegra que al menos pueda ser de las primeras en saber novedades.


���S��. Ahora he de dejarte, voy a salir un rato ���se despidi�� ella dejando un mensaje de despedida en la sala donde m��s Amos, Amas, sumisos y sumisas estaban conversando. Todos ellos le escribieron mensajes con algo de tristeza por no haber estado mucho tiempo con ellos y les prometi�� volver a entrar pronto.


���Ya sabe que si necesita cualquier cosa… ���intent�� ��l.


���Ahora mismo necesito que cumplas lo que te he dicho. O no ser�� tan benevolente la pr��xima. ��De acuerdo, natamiel? ���Le record�� usando el apodo por el que estaba registrado.


���S��, Se��ora.


���Quiz��, si te portas muy, muy bien, ma��ana podr��a tener aqu�� un bote de nata y echarlo sobre mis pechos…


La mera menci��n de esa imagen hizo que ��l empezara a jadear y su cuerpo se tensara. Ella ri�� a sabiendas que lo iba a poner a mil, pero sin poder resistirse a ello.


���Hasta ma��ana… esclavo.


���Hasta ma��ana, Lady Blue. Se��ora.


Ella desconect�� la c��mara y le escribi�� unas palabras en el chat que ten��an abierto para despedirse de nuevo de ��l y de la sala del club. Se apart�� el pelo negro de su cuerpo sac��ndose la peluca que usaba para esas sesiones a fin de que no la reconocieran y se quit�� la coleta dejando que su pelo pelirrojo cayera sobre el cuerpo hasta los hombros.


Cuando por fin pudo salirse de la web, se estir�� desoyendo las necesidades de su propio cuerpo. Estaba muy caliente, ten��a ganas de tocarse pero se hab��a pasado la hora y ten��a el tiempo justo para ducharse y salir de casa hacia el restaurante donde hab��a quedado con sus amigas esa tarde. Apag�� el ordenador dejando que el monitor mostrara la imagen en tonos negros y grises de su rostro; uno femenino y hermoso seg��n dec��an algunos, que ocultaba en todo momento en esas sesiones.


Se quit�� el cors�� negro y el liguero con las medias y fue, desnuda, hacia el ba��o. Estaba orgullosa de su cuerpo, aun con sus defectos, y lo defend��a a capa y espada ante cualquiera. No era el de una modelo pero no le importaba demasiado, sab��a bien que, si quer��a, pod��a hacer que fuera un manjar para cualquier hombre. Y era buena en eso. Nadie con los que hab��a estado se quej�� una sola vez y, si lo hac��an, ella se encargaba de que no la olvidaran.


Dej�� que el agua le recorriera todo el cuerpo y el cabello aument�� su longitud, hasta cubrirle por completo los hombros, cayendo por la espalda. Cogi�� la esponja y se enjabon�� r��pidamente. Despu��s, por la noche, se ocupar��a de darse placer.


Sali�� de la ducha y se envolvi�� en una toalla corriendo hacia la habitaci��n donde se puso unos vaqueros y una camiseta azul entallada de tirantes. Sec�� su pelo friccionando con la toalla y se lo cepill�� con rapidez mirando el reloj para no llegar tarde.


El m��vil son�� en el instante en que estaba aplicando la barra de labios color melocot��n en sus labios y lo descolg�� sin mirar.


�����Fire? ���Son�� una voz al otro lado, confusa porque nadie hubiera respondido pero s�� dejado de sonar el tono de llamada.


���Ya casi estoy ���respondi�� ella observando c��mo quedaba el maquillaje.


���Como llegues tarde, s�� de una que se pondr�� echa una furia. Est�� as�� desde que se prometi�� y te lo juro, la boda tarda un d��a m��s y el novio se queda sin novia.


Fire ri��. Era verdad que su amiga, Michelle, estaba atacada desde el compromiso y, ahora que se acercaba la fecha de la boda, era m��s evidente. Esa tarde iban a tener una reuni��n para hablar de vestidos y ayudarla a organizar, como ya ocurriera en otra ocasi��n, donde hab��an tenido que salir por patas debido al humor de la novia. Finalmente, y despu��s de haberles pedido perd��n, sus amigas volv��an a la carga para quitarle algo de agobio a la pobre.


���No creo que pase lo de la otra vez. Adem��s, ya voy saliendo de casa. Llegar�� en unos minutos.


���M��s te vale. Eres la ��nica capaz de controlarla, Fire. Y de controlarnos a todas. Qui��n lo dir��a. ���Ella sonri�� para s��. Si supieran de lo que era capaz…


���Yo tampoco lo s�� ���contest�� pensando en su hobbie, esa pasi��n con la que llevaba un par de a��os.


Hab��a sido una casualidad que diera con ese tipo de relaci��n sexual. Pero desde ese primer encuentro en que su cuerpo se estremeci�� al presenciar una sesi��n de dominaci��n, se hab��a interesado m��s.


Tras un inicio de estudio, de investigaci��n, incluso conociendo todos los aspectos de BDSM, de la dominaci��n masculina y femenina, de las normas, las claves y los beneficios que ten��a en una pareja, hab��a llegado a la parte pr��ctica, a participar en sesiones en vivo, conocer a otros y otras que, como ella, buscaban ese peque��o aliciente en sus vidas.


Ten��a una gran amistad con muchos y sol��a acudir a menudo a un local selecto donde dar rienda suelta a sus ��ntimos deseos. Pero, cuando no pod��a, el club por internet era una buena oportunidad para divertirse.


A simple vista era normal y corriente, un lugar donde Amos y Amas, esclavos y esclavas, pod��an ponerse en contacto y entablar amistad o sesiones. Pero, a la vez, todo era tan serio y en la l��nea del verdadero BDSM que se hizo asidua a ��l. Llevaba un a��o entrando casi a diario en la sala, conociendo a todas y cada una de las personas que all�� hab��a, con quienes incluso hab��a compartido alguna que otra taza de t�� y charla amena; reinaba la verdadera dominaci��n y los administradores de la p��gina velaban porque todo estuviera atado y bien atado, tanto a nivel de privacidad para los usuarios, como a nivel organizativo. Era un club selecto, para unos pocos, que a��n no se hab��a desvirtuado de la esencia de la dominaci��n.


All�� la consideraban una de las mejores Amas a pesar de que sus reglas eran claras: no mostraba su rostro, no daba nombres reales y no quedaba con nadie del club con el que sesionara. Eso exclu��a a los Amos o administradores que llevaban la p��gina, con quienes se reun��a de vez en cuando. Otra cosa eran los hombres que ped��an ser dominados por ella.


�����Fire? ���La voz de su amiga la sac�� de sus pensamientos.


���Dime.


���Parec��a que te hab��as quedado pensativa. A ver si vienes ya, anda.


���S��, s��, ya salgo.


Colg�� el tel��fono y se mir�� al espejo por ��ltima vez. Iba bien, su maquillaje hab��a quedado perfecto a pesar de estar haci��ndolo mientras hablaba al mismo tiempo, y combinaba con la ropa. Camin�� por el pasillo abriendo una puerta de la que sac�� un bolso de verano y recogi�� las llaves de la casa. Ahora le tocaba lidiar con sus amigas que eran mucho m��s condescendientes que algunos sumisos que ten��a.


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Published on February 21, 2018 02:03

¡Lee el primer capítulo de Ama!

Ama Capítulo 1 Los gemidos de los altavoces del ordenador parecían envolverla en la habitación donde estaba. Orgullosa de esos sonidos, su sonrisa se encontraba oculta para la otra persona, que sólo veía su cuerpo a través de la cámara encendida. En ese momento, mostraba un corsé negro de piel y unas manos enguantadas, tal […]


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Published on February 21, 2018 02:03

February 17, 2018

Os presento a Casey, el protagonista de Ama

Un poco más tarde de lo normal, porque suelo escribir estas entradas entre semana, no quería que pasara la semana sin presentar a otro de los personajes de la novela Ama que, como sabes, llegará el 1 de marzo (si no me pasa nada). Casey, un policía muy sexy Casey es el nombre que escogí […]


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Published on February 17, 2018 02:54