Errikos Kalyvas

“había olvidado de su encuentro con aquella hermosa mariposa azul. No se creyó ni una palabra de lo que le dijo. Sin embargo, un día, al despertarse se sentía diferente. Se sentía débil, como adormecida. Sentía su estómago revuelto, creía que estaba enfermándose. Finalmente, empezó a enrollarse a sí misma en un capullo de seda. Al principio lo tejía lentamente, y poco a poco fue yendo más y mas rápido, y cuando terminó, estaba tan cansada que cayó en un profundo sueño. Unos pocos días después se despertó. Se sentía renovada, descansada, como si hubiera vuelto a nacer. De hecho, cuando consiguió salir del capullo, se dio cuenta de que ya no era una oruga. Tuvo que extender sus alas para asegurarse; se había convertido en una hermosa mariposa azul como la que había conocido. Poco después, voló hasta el estanque para poder admirarse. Allí, se encontró de nuevo con la otra mariposa. –¿Qué te había dicho? –dijo sonriendo– La belleza existe en todos nosotros, solo tenemos que ser pacientes y un día, finalmente, saldrá a la superficie.   Y vivieron felices para siempre.     [Volver alíndice]”
― Errikos Kalyvas, 22 Cuentos Infantiles