Pedro Cayuqueo's Blog, page 80
September 22, 2017
Bolsas plásticas
En las series de televisión, la historia o el guion, se va ajustando a la popularidad de los personajes o eventos. Por ello, sucede a veces que un acontecimiento o personaje que en la mente del autor eran menores, adquieren un significado tan profundo en la audiencia que obliga a hacerlos protagónicos. Así, una anécdota pasa a ser central. Todo por el maldito rating.
En la política, sucede con frecuencia lo mismo. Hay temas que estaban fuera de la agenda, que se vuelven protagónicos. A veces, por necesidad, otras por conveniencia, esto es, por la urgencia de salvar el rating. Algo de esto parece estar ocurriendo ahora con Bachelet, cuando ad portas de terminar su gobierno, intenta un cambio de guion hacia la ecología.
Se trata de un hecho curioso, no solo porque no estaba en su agenda, sino también porque nadie se lo pidió. Más parece ser un escape, una consecuencia o aprovechamiento del polémico rechazo al proyecto minero-portuario Dominga, que significó la mayor crisis de gabinete, con la renuncia de todo el equipo económico.
Pese a ello, y como si gobernar fuera una teleserie, el guion y los personajes cambiaron. Ahora, el ministro de Hacienda ya no es un actor clave, como es en todos los gobiernos, sino el titular de Medio Ambiente. Y ahora la historia no se centra en temas anecdóticos como el crecimiento, el empleo, la educación o la salud. No pues, lo único que importa es la sustentabilidad, vaya a saber lo que ello signifique en la mente de la Presidenta.
Claro, su nuevo discurso es el crecimiento sustentable, pero todos saben que ese no es más que un eslogan, toda vez que este gobierno tiene a su haber el peor desempeño económico de la historia reciente. O sea, sin crecimiento, solo queda lo sustentable.
Pero en esto también hay dudas, toda vez que aquello nunca ha sido su prioridad. Baste decir que su primer gobierno tiene el récord de centrales a carbón. Tampoco fue su sello ahora. Pese a ello, se pasea por el mundo como una suerte de Capitana Planeta, dando cátedra sobre el tema. Y su anuncio estrella en la ONU fue que enviará un proyecto que prohíbe el uso de bolsas plásticas en las 102 comunas que limitan con el mar. Algo que suena bien, pero que tiene poca novedad, ya que hoy hay al menos 60 comunas que regulan el uso de las mencionadas bolsas.
Si el mayor legado de Bachelet es ese, ésta seguirá siendo una teleserie de bajo rating local. Porque el guion es malo: un país sin bolsas plásticas, pero más pobre, es una mala historia. Intentar esconder su mal desempeño con la excusa de salvar el planeta, no convence a nadie en Chile. Salvo que la Presidenta busque captar nueva audiencia, la burocracia extranjera, para proyectar no solo su actuar, sino también su futuro. Eso haría sentido, pero solo recuerda la tragedia de Shakespeare, cuando Ricardo III, desolado en el campo de batalla, implora: “Mi reino por un caballo”.
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De algunas miserias
La política, como la vida, se construye de acciones, por cierto las hay generosas, vivificantes y también de las otras, pequeñas, que reflejan algo o mucho de miseria. En los días pasados, por desgracia nos ha correspondido conocer algunas acciones que hablan más de pequeñeces humanas, que de grandezas, que sin duda, hubiera sido mejor evitarlas, pero consumadas resulta más sano criticarlas, bajo el riesgo que su inadvertencia pueda colaborar a considerar que todo da lo mismo. Vamos viendo.
Lo acontecido en el Te Deum evangélico -es prudente siempre traer a la memoria su origen, 1975, albores de la dictadura; a petición del autócrata surgió como una suerte de respuesta al ecuménico, que le parecía hostil a sus designios- tuvo momentos muy miserables, recibir a la primera autoridad con expresiones calumniosas.
A partir de una legislación reprochada por los visitantes, no tiene justificación alguna ocupar el púlpito para lanzar una candidatura a parlamentaria, tampoco decir que no se oyen los insultos, o no tener una palabra de repudio para lo ocurrido, termina siendo una especie de aval muy pequeño.
Nadie puede pretender que los pastores eviten referirse a cuestiones que les merezcan reproche desde su fe, pero aquello se puede hacer con más inteligencia, rigor y respeto, como días después lo demostrara el Cardenal Ezzati durante la genuina tradición republicana, el Te Deum ecuménico del 18 de septiembre.
En los mismos días, no mucho más vivificante, fue la performance que recetaran los principales de los partidos de “Chile Vamos”, en las ya habituales conferencias de prensa, en que muchos políticos creen captar la atención ciudadana. No encontraron nada mejor que emprenderlas contra el nombramiento de la Presidenta de la República, como futura integrante de una alta comisión de la ONU.
Y por último, y no por ser menos, los días de pequeñas miserias se cerraron con la declaración del diputado Hugo Gutiérrez (PC), convertido a estas alturas en un denunciante serial, en que el fundamento de lo denunciado parece ser un hecho secundario. Su tesis: la Comisión Valech I creada bajo el mandato del expresidente Lagos contribuyó o formó parte de un “pacto de silencio”, obviamente, en su lógica, en beneficio de los torturadores. Para lanzar esta peregrina interpretación de un hecho histórico, aprovechó la decisión del gobierno en cuanto a remitir al trámite legislativo un proyecto que alce el secreto, antes del tiempo fijado, secreto por cierto establecido en beneficio de las víctimas, no de los victimarios.
Aunque el gobierno es ajeno a la lógica de Gutiérrez -así lo sostuvo la vocera, con alguna demora-, debió haber puesto más rigor en la propuesta. Mal debut legislativo para la subsecretaria de Derechos Humanos.
Aylwin, Frei, Lagos, Bachelet, encabezaron gobiernos que han contribuido a la justicia por la violación sistemática de los Derechos Humanos acaecida en Chile durante la dictadura. No se conoce ningún régimen post dictadura comunista que haya hecho algo parecido. Esta visión tan pequeña de un sector de la Nueva Mayoría, pone una vez más en entredicho su consistencia. Aunque se molestan porque se diga, es la pura verdad.
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Rol del mercado es insustituible
La historia de Chile revela con elocuencia que los períodos de mayor intervención del Estado en la economía, ya sea como empresario directo o a través de políticas proteccionistas a favor de determinados sectores, no fueron positivos para el país. Por el contrario, la evidencia muestra que los períodos de mayor prosperidad han sido aquellos en los cuales han prevalecido condiciones para que el emprendimiento pueda desplegarse con todo su potencial, en un marco de competencia en los mercados y de apertura e integración a la economía mundial.
Pero sin perjuicio del insustituible rol que juega el mercado como instrumento eficiente para asignar los recursos en la economía, ello no obsta a que haya espacio para que a través de la intervención del Estado se pueda corregir el efecto causado por elementos de fricción o imperfecciones que impiden que las fuerzas del mercado conduzcan en forma natural a una situación de óptimo. Caso típico es la presencia de externalidades en la producción de ciertos bienes o servicios, la existencia de asimetrías de información o problemas de coordinación entre distintos agentes, y la necesidad de proveer ciertos bienes públicos que el mercado por sí solo no va a producir.
Desde esta perspectiva, el ancla de las políticas de desarrollo productivo debe ser la creación de condiciones para que los mercados puedan operar en un marco de efectiva competencia. Y esto se refiere no solo a la forma como se comportan entre sí los actores ya instalados en las distintas industrias, sino que muy especialmente a la posibilidad de que los mercados puedan ser “desafiados” por nuevos entrantes que desean ocupar alguna parte del espacio que ostentan los operadores tradicionales. En esta línea se ubican políticas que van desde la facilidad para iniciar nuevos negocios y para poder finiquitarlos si los resultados no fueron los esperados -elemento clave para elevar la productividad de un país-, hasta la eliminación de barreras legales y burocráticas que dificultan el desarrollo de la actividad emprendedora. La misma orientación deben seguir políticas regulatorias -entre ellas la tributaria y la laboral-, de manera de no cargar sobre las espaldas de los emprendedores una mochila excesivamente pesada que les impida desenvolverse y competir con éxito en un mercado globalizado. Las intervenciones específicas que apuntan a corregir fricciones también tienen un espacio, pero como complemento de lo anterior.
No cabe duda de que, en pleno desarrollo de una nueva revolución industrial, Chile deberá mutar hacia una nueva matriz productiva y de exportaciones, partiendo por agregar mayor valor en los sectores en los que el país ya posee ventajas, como lo son las áreas de recursos naturales. Pero para que este cambio sea sostenible en el tiempo, ello debe darse como consecuencia natural de las fuerzas del mercado viéndose incentivadas a evolucionar en esa dirección ante el conjunto de señales recibidas, realizando el Estado labores de “tender puentes” donde haya “caminos cortados” en materia de carencias, brechas y fricciones. Lo que se debe evitar son los diseños constructivistas planificados a nivel central, por bien intencionados que sean, ya que ellos nunca van a lograr emular lo que el mercado puede lograr. Más que elegir sectores ganadores, lo que el Estado debe hacer es ayudar a conectar a los sectores con potencial para que puedan desenvolverse exitosamente, a través de instrumentos abiertos a todos, de carácter temporal, de manera de evitar riesgos de captura y la generación de actividades que nunca van a lograr ser autosustentables.
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Estado y la transformación productiva
El crecimiento de la Productividad Total de los Factores (PTF) se redujo desde 2,3% anual en los ´90, a 0,3% en los ´00 y a -02% en los ´10. La razón de estos malos resultados que cruzan a varios gobiernos es que los recursos naturales que fueron claves en los ´90 (minería, pesca, acuicultura y forestal) redujeron su productividad por factores exógenos (reducción de ley del cobre, cambio climático) o endógenos (sobre explotación de recursos renovables). Es decir, Chile se quedó pegado con una estructura productiva primaria exportadora, con escasa innovación y restricciones evidentes a su crecimiento, sin lograr pasar a una fase de crecimiento sustentable más dependiente del capital humano, el conocimiento y con mayores niveles de inclusión social. Hay que generar dinámicas de innovación en torno a los recursos naturales, que permitan aumentar su productividad y sustentabilidad, y diversificar la estructura productiva con bienes y servicios sofisticados vinculados a éstos.
La emergencia de tecnologías disruptivas amenaza con dejar obsoletas las formas de trabajo y producción que conocemos. ¿Cómo enfrentamos la revolución digital y su impacto en la producción y los servicios? ¿Cómo nos subimos a las nuevas tendencias tecnológicas asociadas al desafío de la sustentabilidad y el cambio climático, y permitimos a su vez generar nuevas actividades económicas con un mayor componente de servicios sofisticados?
El enfoque de política de desarrollo productivo debe considerar iniciativas de carácter horizontal o neutras ex ante, orientadas a corregir externalidades e incertidumbres tecnológicas, tales como crédito tributario al I&D y a la inversión en capital humano. También debe abordar fallas de coordinación y desarrollo de bienes públicos que tienen un alto nivel de especificidad sectorial. Un ejemplo: en la era de la Internet de las cosas, el desarrollo y adaptación de estándares de interoperabilidad digital es clave. Sin embargo, estos estándares son sector específico, ¿por dónde partimos? Hay que ser selectivos ex ante. Partimos por minería, construcción y salud. Estos dos últimos muestran problemas de productividad y como el Estado tiene un rol clave como comprador de servicios, se impulsó la transformación digital desde el Estado generando estándares específicos para interoperabilidad, plataformas tecnológicas compartidas y capital humano especializado con resultados notables en breve plazo. Y en la minería se pueden obtener los mayores beneficios de desarrollar un sistema de estándares de interoperabilidad para promover servicios tecnológicos con plataformas de innovación abierta para la Minería Inteligente. Estas plataformas son bienes públicos sectoriales que son co-financiados por la industria.
En otro ámbito, Chile tiene las mejores ventajas del mundo para producir metales bajos en emisiones de CO2 para los autos eléctricos, hidrógeno solar, pudiendo convertirnos en gran exportador de energía limpia. En el caso de las baterías eléctricas, tenemos los principales insumos: Litio, Cobalto, Fierro y energía solar barata (no transable internacionalmente). ¿Podemos pensar en integrarnos en la cadena de valor y producir cátodos para baterías? Obvio que sí, más aún si no hay subsidios a la producción ni protección y el Estado cumple básicamente un rol de promotor, ¿por qué no?
Todos los países OCDE diseñan estrategias para superar sus brechas. Por lo mismo, debemos promover espacios de cooperación: público, empresa, academia y sociedad civil, generando hojas de ruta de innovación con un esfuerzo de co-financiamiento público privado de las iniciativas específicas. En esta línea, los programas Estratégicos de Especialización Inteligente de Economía y Corfo están generando en un ambiente de confianza, un conjunto de iniciativas concretas de elevado impacto en productividad en sectores claves de la economía chilena.
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Invertir es simple
Ese es el “novedoso” slogan de una campaña publicitaria de un tradicional y conocido banco de inversión y corredora de bolsa chilena. En realidad, tiene toda la razón pero, para que esto sea así, para el inversionista, las personas o sociedades que tienen recursos ahorrados deben tener un modelo que les ayude a lograr esa “simpleza”. Trataré entonces de darles algunos consejos o “tips ” que son los más utilizados y que nos ayudan en esa dirección.
En primer lugar, es fundamental dividir las inversiones en cuatro grandes canastos: renta variable, renta fija, inmobiliario y “otros”; así como en dos monedas: dólar y pesos equivalentes en UF. En lo posible 50% cada uno , o tender a eso. Así cuando se mueva bruscamente uno con respecto al otro, estaremos tranquilos.
En cuanto a los tipos de instrumentos, es importante saber que en renta variable están las acciones, Índices ETF, cuotas de fondos accionarios conocidos, de prestigio o notas estructuradas simples, entendibles por todos; y en renta fija; depósitos a plazo, bonos o fondos mutuos de renta fija. La recomendación acá es leer bien qué llevan dentro e invertir en empresas que confiemos.
En Inmobiliario, se pueden tener departamentos, locales comerciales de renta o terrenos, predios, campos de plusvalía, como también cuotas de fondos inmobiliarios conocidos, de prestigio con mercado secundario de compra venta.
Otras inversiones pueden ser negocios reales, pero que entendamos bien o controlemos, y esos nos darán los recursos para invertir en todo lo anterior. Esta es la porción empresaria de mis inversiones “simples”. En ese caso, es donde más le dedico mi tiempo y pasión. También en otras inversiones están los fondos de “prívate equity, venture capital”. Esto es más sofisticado, por lo que la recomendación es solo hacerlo en el caso que todos los involucrados entiendan bien dónde y en qué se está “enterrando ” la plata. Aquí no hay mercado secundario, no hay liquidez. Si no nos sentimos cómodos, hay que abstenerse. Esa es la consigna. Por otra parte, tener en cuenta que cada persona es diferente en sus perfiles de riesgo y preferencias.
Pero para mantener “lo simple”, debemos sujetarnos en invertir en cualquier cosa, concentrarnos en nuestro modelo , tener un asesor profesional, un banco de inversión o una firma especializada en la que confiemos su parecer o “expertise”, que nos ayude a definir lo anterior y, lo más difícil para el común de los mortales, mantenerse fiel al mismo.
Es fundamental tratar de entender los riesgos de cada instrumento, y si no es así, no se meta en eso. Por ningún motivo. Desconfíe de las historias bonitas con bajo riesgo y alta rentabilidad ya que, en general, no es verdad. No trate de ganar mucho más que lo adecuado o razonable.
Antiguamente, era esperable obtener un 10% real o en UF o dólar; hoy, creo que está cerca del 5%. Hay que ir a lo simple, lo sencillo. No nos compliquemos la vida: hay demasiadas diferencias entre ser inversionista o empresario, el cual está feliz con su empresa, conoce el riesgo, pero sin embargo, a la hora de diversificar en otros “canastos”, generalmente, es conservador. Dado que no entiende o no controla esos riesgos, prefiere ir a lo simple y conocido. Detesta perder en algo que no se sienta cómodo. Imitemos eso. Invertir es simple.
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La percepción sobre los inmigrantes
Una encuesta importante sobre la inmigración realizada por Ipsos Mori en 25 países trae noticias interesantes sobre Estados Unidos, donde Donald Trump ha provocado una tempestad con la decisión de eliminar el permiso para que los indocumentados que ingresaron siendo niños permanezcan en el país. Aunque la decisión se ha presentado como una medida táctica de presión para forzar al Congreso a aprobar una ley migratoria, Trump no habría tomado esa decisión si no pensara que su postura calza con la opinión negativa sobre los extranjeros en muchos estados clave.
Pero, ¿va la percepción que la mayoría de los estadounidenses en la misma dirección que el discurso ideológico de la Casa Blanca y los legisladores que hasta ahora se han negado a aprobar una ley para sacar de la oscuridad a millones de personas y ofrecer un marco jurídico razonable para los futuros inmigrantes? La encuesta demuestra que no: en Estados Unidos, a diferencia de Europa, las percepciones están cambiando a favor de los inmigrantes. La tendencia es inequívoca.
En 2011, el 59% de los estadounidenses pensaba que había demasiados extranjeros; hoy, el 48% piensa lo mismo. El porcentaje de quienes consideran que la inmigración beneficia a la economía se ha duplicado (del 23% al 42%) y el de quienes sostienen que los trabajadores nacidos en el extranjero tienen un impacto negativo en el empleo ha bajado del 60% al 45%. El número de personas para las cuales la inmigración tiene un impacto cultural positivo (“hace que el país sea más interesante”) ha aumentado 11%.
Esta tendencia contrasta nítidamente con Europa. Sólo el 14% de los franceses y el 18% de los alemanes opina que los extranjeros han tenido efectos positivos. La ola de ataques terroristas en los últimos años y la llegada de cientos de miles de personas huyendo de las guerras y la devastación de Medio Oriente y el Norte de África han endurecido la actitud de los europeos. En Francia, el 53% cree que los refugiados no son legítimos y un 64% está convencido de que los terroristas fingen ser refugiados. Curiosamente, una de las pocas excepciones europeas es la de Reino Unido, donde la tendencia va en la misma dirección que Estados Unidos
Es pronto para sacar conclusiones definitivas, pero lo que está ocurriendo en Estados Unidos coincide con otros países donde una parte significativa de la población es nacida en el extranjero (unos 43 millones de personas que viven en Estados Unidos nacieron en otros países). Es también el caso de Arabia Saudita, Australia y Canadá, países con el mayor número de inmigrantes como proporción de la población total entre aquellos donde se realizó la encuesta. Casi el 78% de los estadounidenses dicen vivir en comunidades con inmigrantes.
Otro factor que pudiera estar reduciendo la desconfianza es que durante la Gran Recesión el número de inmigrantes indocumentados cayó en un millón de personas y desde entonces se ha nivelado. Dicho esto, es poco probable que esta estadística sea ampliamente conocida por la población o que esta realidad haya tenido ya un impacto directo en la mayoría de los estadounidenses.
Sea cual sea el caso, es evidente que la tendencia actual favorece una solución inteligente a la cuestión migratoria.
El Congreso no debe ignorar esta realidad, que supera la política partidista y los cálculos reeleccionistas de Donald Trump. Los números sugieren que no ha habido, en los últimos cinco años, un clima de opinión más positivo para abordar la inmigración con mente abierta.
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Esa inquietante oscuridad sureña
Carson McCullers fue una de las escritoras sureñas más importantes de Estados Unidos, si bien compuso todos sus libros alejada del ambiente rural, anticuado y segregacionista en que creció. A los 17 años Carson dejó atrás el Sur y se estableció en Nueva York, pero el Sur nunca la abandonó a ella, tal como queda demostrado en buena parte de su literatura. Remecida a lo largo de su existencia por demonios y dolencias (la depresión, el alcoholismo, una búsqueda sexual infructuosa, la fiebre reumática, la parálisis del lado izquierdo del cuerpo), McCullers murió a los 50 años de edad dejando tras de sí una obra admirable, oscura y bastante original.
La balada del café triste reúne la nouvelle así llamada y seis cuentos cortos. La primera pieza, la más extensa, es un clásico de la literatura estadounidense del siglo XX. Y en ella se distinguen varias de las cualidades que hacen de McCullers una autora insoslayable: la maestría en el manejo de los tiempos del relato (es tal el control que la autora ejerce sobre los personajes y sus destinos, que incluso toma el riesgo de adelantar hechos cruciales que desarrollará más adelante), un marcado escepticismo hacia la condición humana, cierta predilección por la deformidad física y esa capacidad asombrosa de crear atmósferas sutiles, hipnóticas y en apariencia irreales, pero sólo en apariencia, puesto que el lector familiarizado con aquel universo peculiar y en muchos sentidos insospechado que es el Sur de Estados Unidos, concederá de inmediato que allá el realismo mágico se desenvolvió de un modo más realista que mágico.
La protagonista de “La balada del café triste” es una mujer autosuficiente y de armas tomar que, por estampa, por costumbres y por disposición, viene a ser una rareza dentro de la escasa población de un melancólico pueblo sureño. “Para lo único que no tenía buena mano era para la gente. A la gente, cuando no es completamente tonta o está muy enferma, no se la puede coger y convertir de la noche a la mañana en algo más provechoso. Así que la única utilidad que miss Amelia veía en la gente era poder sacarle dinero”. Miss Amelia era la persona más rica “de aquellos contornos”, estuvo casada por diez días que produjeron sumo escándalo en sus vecinos y luego retomó su rutina: “todas sus jornadas eran iguales”.
Eso hasta que un jorobado medio enano llegó hasta su puerta asegurando ser un primo lejano. Y ante la sorpresa de todos, Miss Amelia le invitó un trago del magnífico whisky que ella misma destilaba, que “sabe limpio y seco en la lengua, pero una vez dentro empieza a arder y ese fuego dura mucho tiempo”, y luego le ofreció comida. “Miss Amelia nunca invitaba a nadie a comer, a no ser que estuviera planeando engañar a alguna persona, o intentando sacar dinero a alguien”. La misteriosa convivencia entre ambos dará pie a la apertura de un café en casa de miss Amelia y definirá, de manera dramática, el feroz desenlace de la nouvelle tras el regreso al pueblo del ex marido de la dama.
Los cuentos que siguen retratan momentos determinados, sublimes e inquietantes en la vida de igual número de personajes: una niña prodigio para el piano (McCullers tocaba desde los diez años), un jinete hípico alterado y justiciero, un profesor universitario de música que cede ante una realidad tramposa con sabiduría, un tipo que decide visitar a su ex esposa y a la familia que ella formó, un marido que se aterra del alcoholismo de su mujer (“acostumbrada al calor perezoso de una pequeña ciudad del Sur, a la vida familiar, los parientes y amigos de la infancia, ella no había logrado encajar en las costumbres más estrictas y aisladas del Norte”) y un hombre que diserta sobre amor frente a un niño en una cantina regentada por cierto miserable que tiene “una nariz de pellizco salpicada de suaves sombras azules”.
Para terminar, un aplauso a María Campuzano, la traductora de este libro, pues, además de haber hecho un gran trabajo, mantuvo la neutralidad idiomática y nos liberó de aquellos irritantes españolismos que, bien lo sé, son capaces de corromper la prosa de hasta el más distinguido de los narradores extranjeros.
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Escúchalos, señor, te rogamos
¿A quiénes? A los jugadores. Si ya no escucharon las alarmas venidas de otros lados, al menos oigan las que hoy suenan desde adentro, desde el camarín, desde la cancha. Atiendan las voces de quienes tratan de hacer de padres, cuando no es el rol que les corresponde, para enrielar a los más priscos, a los más flojos, a los más lesos. A esos jugadores que, una vez más, han salido a demostrar por qué tienen el rol que tienen, por qué se han ganado el cartel de ser los más sabios o, al menos, los más autocríticos de la manada. A ver: es obvio. Están preocupados. Y están hablando.
Préstenle oídos, porque todos sus análisis conducen al mismo resultado: hay que renovar al máximo las cuotas de humildad, de esfuerzo, de trabajo, de estudio. Si no, no hay cómo.
Digo: como hace dos años, del mismo modo que en los altos y bajos iniciales de la Copa Centenario, el plantel se ha dado cuenta, tarde esta vez, que la tibieza y la arrogancia están a punto de matarnos. Las señales son claras: pese al enorme caudal de talento y esfuerzo desplegado por una generación mitad bendita y mitad suertuda (al tener la opción de haber sido guiados, corregidos y mejorados por dos de los mejores técnicos que hayan pasado por esta comarca en toda su historia), pese a la fantástica y noble empresa llevaba a cabo por las canchas del mundo en los últimos diez años, la selección chilena de futbol, la alabada, la encaramada, la encumbrada Roja de todos, la bicampeona de América, la reciente finalista de la Copa Confederaciones, está a punto de quedarse afuera del próximo mundial.
Y eso sería una farra brutal. Porque pese a que varios de sus jugadores siguen rindiendo a gran nivel en los mejores clubes del mundo, están a punto de terminar de la peor manera su, hasta ahora, brillante camino. ¿Por cabrones? Probablemente ¿Por pocos humildes? Seguro. ¿Por falta de trabajo? De todas maneras. ¿Por falta de guía? Desde luego.
Estamos en la cornisa. Tambaleantes. Heridos. Con una selección enredada y confusa. Presa de sus errores, que no han sido pocos los últimos meses. Y, para peor, como en los viejos tiempos -esos ajenos tiempos de cobardías y calculadoras- dependiendo de muchos factores. No todos controlables.
Por eso hoy más que nunca se necesitan señales. Claras, concretas, inmediatas. La buena noticia es que han estado llegando, por ejemplo de la mano del capitán Claudio Bravo, con declaraciones claritas y sanas que debieran ayudar a abrir los ojos, a enmendar rumbos más que a sacar ronchas. ¿Qué nos puso donde estamos?
“La falta de humildad, el trabajo mal hecho”. Eso dijo Bravo y es, le duela a quien le duela, la verdad. Una verdad que alcanza al plantel entero y, obviamente, al cuerpo técnico. Marcelo Díaz y Aránguiz también hablaron en estos últimos días. Educadamente, pero con claridad, mencionando errores en la planificación. Confusión. Y en pasillos, varios miembros del plantel han deslizado, una y otra vez, que los partidos ante Paraguay y Bolivia se trabajaron poco y mal.
Ergo, las principales razones del tropiezo están claras. No le demos más vueltas, partamos por aceptarlas. ¿Callar bocas? Obvio. Pero no bocas chilenas. Bocas argentinas, uruguayas, brasileñas, peruanas, ecuatorianas, bolivianas. ¿Cómo? Jugando bien, corriendo más que el esto. Y, ante todo, preparando mejor los partidos. Trabajando más que los otros, que para Chile es el único camino viable. Llegó el momento, como dijo alguien alguna vez, de los excesos. De la actitud total, del sueño de trascendencia. Si no están todos dispuestos a eso, no hay cómo revertir el infierno. Mea culpa se llama el juego ahora, porque capacidad hay. Los jugadores más serios han vuelto a mostrar el camino. Ojalá les hagan caso. Y todavía alcance con eso.
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Espero despierto
Convengamos que el hombre está encantado de conocerse y que tiene poco interés en pasar inadvertido. Pero hay que reconocer que Luis Alberto Jara Cantillana (51), más allá de la continua anécdota, es un músico que propone como pocos en el privilegiado puesto que ocupa. Porque sería mucho más fácil descansar en lo que tiene y echarse para atrás. Y seguir en el matinal o donde sea que le toque estar en la pantalla chica, con esa disponibilidad única para hacer lo que le pidan y reírse de sí mismo.
Convengamos también que podría hacer un poco más por cuidar precisamente lo que más quiere, que es la música y el canto, según ha declarado muchas veces con su clásica efusividad. Pero Luis Jara, el autodenominado “artista nacional”, es de los pocos que ha sido particularmente consistente en tratar de darle una vuelta de tuerca a su carrera iniciada ya hace 35 años en espacios como el Clan Infantil y el Ranking Juvenil, de Sábados Gigantes.
La última frase que lo ubicó en el centro de la discusión virtual, esa de que estaba cantando como Freddie Mercury y que desplegó en estas mismas páginas, fue el complemento de un anuncio mayor: su debut en el género del reggaetón. Una incursión de resultado incierto, pero que confirma lo que ha sido un espíritu marcado durante su carrera. Algunos podrán ver ahí franca indecisión, otros en cambio advierten un espíritu inquieto que busca reinventarse a cualquier costo y sin pudor alguno.
Lo del género urbano vendría a ser entonces la última estación musical de un intérprete que partió en la balada romántica y que a lo largo de tres décadas de vida artística ha pasado por el pop latino, el cancionero chileno, el jazz de salón y los villancicos. Y todo sin desperfilarse del todo. Porque el tema de fondo con Luis Jara es que independiente del resultado de sus experimentos musicales, que en todo caso son siempre sobre la media del estándar local, es que está siempre buscando. Olfateando lo que pasa allá afuera, intentando sonar moderno, haciendo el esfuerzo de seguir vigente. Y eso es algo poco usual entre los artistas chilenos de su perfil, que han pasado años estacionados en lo que en algún momento de sus carreras pudo haber sido rentable. Es cierto, él sabe que no canta como el fallecido líder de Queen. Pero lo que vale es que no tiene miedo de bromear con aquello e intentar de paso seguir adelante. Como sea, donde sea.
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Certificación de Competencias: respondiendo a los desafíos del sector retail
El sector retail ha debido adaptarse en los últimos años a profundos cambios marcados por la tecnología, el acceso de los consumidores a mercados globales y hasta la incorporación de la sostenibilidad en la estrategia de negocio. Estos desafíos han conducido a adaptar la planificación de recursos humanos de las empresas del sector y han impulsado a quienes lo conforman -trabajadores, empleadores y organismos estatales- a incorporar una visión innovadora en favor del desarrollo del retail.
Si bien la disminución de puestos de trabajo en el sector ha sido una realidad en los últimos años, según cifras de la Subsecretaría de Trabajo sobre el Empleo Nacional durante el último trimestre móvil, mayo, junio, julio del 2017, el Sector Comercio continúa siendo el que genera mayor porcentaje de ocupaciones con un 19.2%, por lo sigue demandando una fuerza laboral altamente capacitada y con determinadas habilidades para responder a los cambios. En este sentido, representantes del sector se han reunido en el Organismo Sectorial tripartito convocado por la Comisión del Sistema Nacional de Certificación de Competencias Laborales, ChileValora, para trabajar en un nuevo proyecto de competencias laborales para el retail, impulsado por la Cámara de Comercio de Santiago.
Esta mesa sectorial, conformada por representantes de empleadores, a través de, la Cámara de Comercio de Santiago, la Cámara Chilena de Centro Comerciales, Hites, Falabella, Ripley y ABCDIN – Dijon; representantes de trabajadores, a través de la Consfecove, y del Estado, con la participación de la Dirección de Trabajo, busca dar respuesta a las tendencias que marcan el mercado laboral, definiendo cuáles deben ser las competencias laborales que los trabajadores y trabajadoras del sector deben tener para que sean pertinentes a las necesidades de la industria.
En el caso del sector retail, más allá de la automatización y de los avances tecnológicos, se requiere una fuerza de trabajo con habilidades de venta para brindar un servicio de calidad, sumado a actitudes y destrezas, tales como la capacidad de resolución de problemas, la comunicación, el trabajo en equipo, la efectividad personal, el aprendizaje permanente y el autocuidado, todas ellas, Competencias Conductuales que son parte del Catálogo de Competencias Transversales para la Empleabilidad, impulsado por ChileValora, Sence y Eurosocial.
No sólo los trabajadores y las empresas deben considerar el desarrollo de este tipo de destrezas, también los modelos de enseñanza y formación para el trabajo deben anticipar la demanda de competencias para el futuro. Sobre todo, si consideramos que en el sector retail, el 49% de los trabajadores tiene menos de 30 años y el 59% sólo cursó hasta la educación media.
Ya son cerca de 2.000 los trabajadores y trabajadoras de retail que se han certificado al alero de ChileValora. De hecho, la semana pasada concluyó un nuevo proyecto de competencias laborales impulsado por el sector, enfocado en el levantamiento de perfiles que apuntan al desarrollo de funciones y la certificación de trabajadores que se desempeñan en tiendas de menor tamaño que se encuentran al interior de los centros comerciales.
Así, los perfiles de Jefe de Local, Cajero de retail y Ejecutivo de Servicios Financiaros, se ponen a disposición de la industria y el sistema educativo, fijando estándares de competencias
laborales acordes al adecuado ejercicio de estas ocupaciones, para avanzar hacia un mecanismo de reconocimiento de aprendizajes previos, que dignifiquen al trabajador, promuevan la movilidad laboral, colaboren en la productividad y competitividad de las empresas y sirvan como insumos para hacer más fluido el vínculo entre certificación, capacitación y educación.
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