Pedro Cayuqueo's Blog, page 218
March 19, 2017
Relatando la carrera
Esta semana han pasado varias cosas relevantes en la carrera presidencial. Lo primero, es que se despejó la incertidumbre sobre Piñera: será candidato. Lo segundo, es que se empoderó a Goic en la DC. Lo tercero, es que por dos semanas Guillier se ha estancado y sus dichos han generado muchas pugnas dentro de la Nueva Mayoría. Lo cuarto, es la pugna Ossandón-Kast. Finalmente, el Frente Amplio decidió tener candidato propio, y Mayol saltó a la cancha, que salió realmente muy trasquilado en el primer foro realizado con F. Kast.
Piñera se presenta oficialmente el martes como candidato. Ya ha anunciado un equipo económico de lujo para enfrentar el eje central del futuro, y es probable que muestre más cartas relevantes de personas e ideas en su lanzamiento. Sus contendores para las primarias son básicamente F. Kast y Ossandón. Este último ya ha alcanzado en las encuestas a Ossandón, que no ha logrado avanzar. Esta primaria no debiera tener demasiadas sorpresas. La única incertidumbre es la magnitud que tendrá el ataque del gobierno contra el candidato, como lo ocurrido en Dominga o la inédita y miserable filtración de los invitados a La Moneda en su período. En pocas palabras, todo indica que Piñera estará en la balota final.
A estas alturas la fallida campaña de Lagos había favorecido a Guillier. Veremos ahora qué pasa con Goic que debiera empezar a marcar en las encuestas claramente en detrimento de Guillier. Esto es especialmente relevante porque la DC ha dejado abierta la posibilidad de ir a la primera vuelta. La mayoría cree que es solo una estrategia de negociación, pero la opción está abierta y eso afecta la carrera. De hecho ya generó fuertes roces en la Nueva Mayoría, al punto que Guillier tiró el mantel. El gran riesgo de Goic es transformarse en un nuevo Orrego (traicionado por su propio partido), y si se equivoca en el camino terminar de hundir a la DC transformándola finalmente en un nuevo partido radical marginal o, peor aún, enfrentar una escisión.
Guillier creció como espuma mientras estuvo callado. Empezó a opinar y su ascenso se estancó. Eso es sintomático. Al parecer sigue opinando como periodista y no entiende que es candidato. Las contradicciones de sus opiniones son elocuentes, y lo peor es que la población se da cuenta. Especialmente grave han sido sus críticas al gobierno, lo que en su momento lo hizo criticar fuertemente a Lagos, por el mismo pecado cuando dijo que el país había descarrilado. Llegó a decirle que se creía un nuevo Bernardo O’Higgins, salvador de la patria, exactamente como se ha planteado él. A Fernández lo acusó de tener Alzheimer. En algún momento dijo que era necesario llegar a algunos acuerdos con la derecha, esta semana dijo que había que incorporar al Frente Amplio, pero recibió un severo portazo de ese sector. Al mismo tiempo que criticó fuertemente al gobierno, se proclamó su continuador y apoyó todas sus malas reformas. En concreto, Guillier no muestra ni coherencia, ni ideas, ni equipo, lo que empieza a notarse en sus intervenciones. Ha llegado a decir que el programa vendrá del pueblo, lo que lo pone directamente en la demagogia y populismo.
En otro plano, cuando el coordinador de la campaña de F. Kast dijo que Ossandón era populista, éste calificó a su compañero de coalición como “penca”. Evópoli es por ahora el único partido que ha presentado documentos con propuestas concretas. Ossandón va a la descalificación personal, lo que hace presumir que no tiene ideas muy claras y se quiere posicionar bajo el tejado de alguna superioridad moral. Espero que no siga perdiendo el norte.
La izquierda dura ya ha empezado a acumular slogans populistas. Vallejo propone reducir las horas laborales, es decir, subir el costo del trabajo en un 12%, así como así. Tal como Arenas, ella sostiene que no tiene impacto alguno en la economía, lo que ni vale la pena comentar. El gobierno propone el impuestazo al trabajo con la cotización. El PPD propone impuesto al patrimonio. Otros eliminar IVA de alimentos y libros. Estamos apenas empezando.
Un factor de enorme incertidumbre será la reinscripción de los partidos, que podría cambiar abruptamente el escenario. No creo que finalmente sea un problema, y desde luego siempre tienen el recurso de legislar para sí mismos, lo que no sería novedad.
En suma, esta semana ganan puntos Piñera, Goic y F. Kast. Pierden puntos Guillier y Ossandón. El resto queda igual. La gran incertidumbre está ahora en la Nueva Mayoría, que está en desarme. Da la impresión que la campaña no permitirá el debate de ideas sino que será atropellada por populismos y descalificaciones. Espero que no sea así.
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Oportuna levedad
Alejandro Guillier hace una severa crítica al gobierno y éste, a través de sus principales representantes, reacciona con molestia, incluso acusando deslealtad. Pero lo que hizo ahora el senador no fue muy distinto al registro de campaña que nos ha esbozado a la fecha, y en el que probablemente persistirá los próximos meses. De hecho, y como buen conocedor de los medios de comunicación y los códigos del debate público, sus palabras son el fiel reflejo del sentido común ciudadano: a saber que, por distintas razones, y algunas de ellas bien contradictorias entre sí, este gobierno no logró satisfacer las expectativas de ese importante porcentaje de personas que lo votó favorablemente hace algunos años.
Pero al mismo tiempo sus declaraciones son lo suficientemente generales, o ambiguas dirían sus más críticos, como para coincidir con su audiencia sin que eso signifique dar un paso más adelante, interrogándose por las causas de lo que él describe y, menos aún, por las correcciones que deben hacerse para alterar el actual estado de las cosas. Desde esa perspectiva entonces, la mayoría de los ciudadanos entienden lo que ellos mismos quieren escuchar, generándose una empatía inicial con el candidato, la que solo es posible prolongar en la medida que éste no baje a las especificaciones del caso.
A nadie debería sorprender esta estrategia, porque resulta similar a la utilizada por la actual Presidenta en la última campaña; un período con más énfasis en los silencios que en las palabras, que derrochó muchos titulares pero escasos detalles, los que ordenados en torno a un diagnóstico y relato que cuajaba bien con el momento que vivía el país, le permitió ganar con mucha holgura, aunque las consecuencias vendrían después. De hecho, de manera temprana y antes de los casos de corrupción que afectaron transversalmente a la clase política, el gobierno de la Presidenta Bachelet había experimentado una importante baja en su popularidad justamente a raíz del contenido de los proyectos de ley que materializaron las principales reformas; amén de un diseño político torpe, soberbio y que menospreció la opinión de esos mismos ciudadanos que con entusiasmo la llevaron al poder.
Ahora bien, el que esa estrategia no sea sustentable en el tiempo, no necesariamente significa que sea equivocada, al menos no por ahora. De hecho, y en el marco de un creciente y agudo desprestigio de la clase política y sus principales instituciones, parece obvio que los discursos y sus códigos deben estar enfocados al mandante principal, o sea los ciudadanos, presionando a través de éstos para viabilizar su candidatura al interior de las estructuras y procedimientos que deberá darse la Nueva Mayoría. En efecto, los partidos políticos parecen ser una condición “sin la cual” no es posible ganar una elección, pero definitivamente no son la razón “por la cual” los candidatos resultan finalmente vencedores.
Veremos qué hacen al respecto Goic y Lagos, sus más próximos y directos contendores.
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Sillas infantiles
Los chilenos que poseen un auto han tenido que salir a adquirir sillas para niños, pues tenemos una nueva ley al respecto, que fue iniciativa de diversos parlamentarios. Y por cierto, toda ley requiere de un reglamento, que es el que entra al detalle del asunto.
¿Qué dice la ley? Que ahora en los automóviles no podrá llevarse en el asiento delantero a niños menores de 12 años (excluye camionetas de cabina simple). Pero además, los que sean menores de 8 años, tendrán que ser trasladados en el asiento trasero en un “sistema de retención infantil” (la silla); aunque no solo ellos, sino que también los niños de estatura de hasta 135 centímetros o 33 kilogramos de peso, a pesar que sean mayores.
Un primer problema, es que el chofer deberá obtener cédula de identidad para todos los menores que traslade, pues solo así podrá acreditar la edad. El segundo, que los carabineros tendrán que circular con huinchas y balanzas, para además medir estatura y peso. No es exagerado, porque en un Estado de Derecho las infracciones a la ley deben acreditarse fehacientemente: ¿O acaso esa garantía solo rige para los delincuentes y no para el ciudadano común que saca a pasear a sus niños?
El reglamento detalla, como buen reglamento. Habrá dos categorías de sillas: “Mirando hacia atrás” y “mirando hacia adelante”. En cada categoría hay tipos, a saber: “nido”, “tipo mirando hacia atrás con arnés”, “tipo combinado”, “butaca” y un largo etcétera, incluyendo en ambas un tipo que es general, denominado “otro sistema o asiento de seguridad para niños para esta categoría”. Y definiciones para todo. La importancia de precisar es que cada de tipo silla se puede usar según la edad, estatura y peso que determine el fabricante. En consecuencia, los carabineros deberán revisar las especificaciones del fabricante de la silla, y verificar la edad, peso y estatura del menor que las esté utilizando y si corresponde el tipo usado; todo, con las pertinentes cédulas, huinchas y balanzas.
Aparte de los detalles, la nueva ley está costando bastante dinero a los chilenos, porque las sillitas no son baratas. Y si cree que es una inversión por una sola vez, se equivoca: los niños no paran de crecer, en estatura y edad, y engordar, de suerte que, conforme con la reglamentación, habrá que cambiar el dispositivo periódicamente. No solo eso, las sillas traen ¡fecha de vencimiento!, una especificación del fabricante -“era que no”, dijo el huaso- que suponemos también será fiscalizada. Más aún, en la mayoría de los autos, en el asiento trasero caben solo dos sillas, de modo que si usted tiene tres niños chicos o más, tendrá que cambiar su vehículo.
Si usted creyó que ésta sería una columna liberal argumentando en contra de que el Estado le diga cómo y cuándo proteger a sus hijos, se equivocó, pues tiene un objetivo más modesto: que sepa cuánto le cuestan las leyes socialistas que impulsan y aprueban los parlamentarios. Y recordarle que a partir del próximo año aumentará el número de diputados y senadores, y por ende, el riesgo para su bolsillo.
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March 18, 2017
¡Ay, la Historia!
SE ME comprenderá -espero- que me preocupe la Historia. A ello me dedico, aunque jamás imaginé que me tocaría verla tan desprestigiada como disciplina intelectual. Que sus alumnos sean los más radicalizados en sus instituciones universitarias; que algunos de sus profesores hagan noticia no precisamente por motivos nobles sino, al contrario, por bulladas acusaciones de abuso sexual; que a un historiador del peso de Gabriel Salazar se le basuree por redes sociales, incluso por “colegas”, porque no siempre comulga con el guión políticamente establecido (no siendo infrecuentes los vetos y las campañas de desprestigio en el mundillo académico); que a otros se les “jubile” por estar “viejos”; que cueste encontrar un profesor de historia de la secundaria que no sea izquierdista o que no tenga que aparentar ser progresista; que libros de historia que atraen a un público lector y se leen no los escriban historiadores profesionales… En fin, ustedes me comprenderán, motivos sobran como para preocuparse.
En planos incluso menos patéticos, el desprecio por la Historia puede ser agudo. El libro del filósofo español Manuel Cruz, Adiós, Historia, adiós. El abandono del pasado en el mundo actual (2012), lo deja en claro. Se detiene en una serie de rechazos: el pasado no ilustraría nuestra época (ya no tendríamos qué aprender de él no habiendo nada en común); habríamos llegado al “fin de la historia” debiendo contentarnos con lo que ofrecerían medios técnicos a tono con un futuro que estaría ya “aquí”; tendrían razón los circuitos de comunicación que nos alimentan a diario con proclamadas “nuevas eras, nuevas etapas y nuevos tiempos por completo irreductibles a cualquier cosa conocida”; si al pasado, a lo sumo, bastaría “visitarlo” o “consumirlo”, al igual que cuando uno “turistea”… Como decía Henry Ford: “History is bunk” (una patraña).
Y, de hecho, lo es si los mismos historiadores lo confirman. Durante la semana pasada fue noticia el vergonzoso caso de un libro encargado por el Senado con perfiles de 100 destacados senadores que hubo que retirarlo porque estaba lleno de errores. Lo peor fue la explicación del “historiador” a cargo –“a veces se cometen pequeños errores (…). Se hará una fe de erratas, esto puede pasar, no es nada grave (…)”-secundado por Ricardo Lagos Weber quien, en su calidad de presidente de la institución, sostuvo que lo que importaba era el “esfuerzo”. Me ha tocado presentar libros plagados de errores y sesgos; tener que revelarlos frente al autor y sus editores es una tarea sumamente incómoda, créanmelo. No es descartable que la “postverdad”, de que tanto se habla, la inventara un asesor comunicacional con estudios en historia.
Y, ya que nos estamos lamentando, cómo no mencionar la última del Mineduc también la semana pasada. Repusieron Filosofía en el curriculum nacional pero ubicaron a Historia (equiparándola con las Ciencias Sociales) en la misma “área de aprendizaje” que Matemática, Química y Computación, ya no entre las Humanidades. ¡Ay, señor!
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!Ay, la Historia!
SE ME comprenderá -espero- que me preocupe la Historia. A ello me dedico, aunque jamás imaginé que me tocaría verla tan desprestigiada como disciplina intelectual. Que sus alumnos sean los más radicalizados en sus instituciones universitarias; que algunos de sus profesores hagan noticia no precisamente por motivos nobles sino, al contrario, por bulladas acusaciones de abuso sexual; que a un historiador del peso de Gabriel Salazar se le basuree por redes sociales, incluso por “colegas”, porque no siempre comulga con el guión políticamente establecido (no siendo infrecuentes los vetos y las campañas de desprestigio en el mundillo académico); que a otros se les “jubile” por estar “viejos”; que cueste encontrar un profesor de historia de la secundaria que no sea izquierdista o que no tenga que aparentar ser progresista; que libros de historia que atraen a un público lector y se leen no los escriban historiadores profesionales… En fin, ustedes me comprenderán, motivos sobran como para preocuparse.
En planos incluso menos patéticos, el desprecio por la Historia puede ser agudo. El libro del filósofo español Manuel Cruz, Adiós, Historia, adiós. El abandono del pasado en el mundo actual (2012), lo deja en claro. Se detiene en una serie de rechazos: el pasado no ilustraría nuestra época (ya no tendríamos qué aprender de él no habiendo nada en común); habríamos llegado al “fin de la historia” debiendo contentarnos con lo que ofrecerían medios técnicos a tono con un futuro que estaría ya “aquí”; tendrían razón los circuitos de comunicación que nos alimentan a diario con proclamadas “nuevas eras, nuevas etapas y nuevos tiempos por completo irreductibles a cualquier cosa conocida”; si al pasado, a lo sumo, bastaría “visitarlo” o “consumirlo”, al igual que cuando uno “turistea”… Como decía Henry Ford: “History is bunk” (una patraña).
Y, de hecho, lo es si los mismos historiadores lo confirman. Durante la semana pasada fue noticia el vergonzoso caso de un libro encargado por el Senado con perfiles de 100 destacados senadores que hubo que retirarlo porque estaba lleno de errores. Lo peor fue la explicación del “historiador” a cargo –“a veces se cometen pequeños errores (…). Se hará una fe de erratas, esto puede pasar, no es nada grave (…)”-secundado por Ricardo Lagos Weber quien, en su calidad de presidente de la institución, sostuvo que lo que importaba era el “esfuerzo”. Me ha tocado presentar libros plagados de errores y sesgos; tener que revelarlos frente al autor y sus editores es una tarea sumamente incómoda, créanmelo. No es descartable que la “postverdad”, de que tanto se habla, la inventara un asesor comunicacional con estudios en historia.
Y, ya que nos estamos lamentando, cómo no mencionar la última del Mineduc también la semana pasada. Repusieron Filosofía en el curriculum nacional pero ubicaron a Historia (equiparándola con las Ciencias Sociales) en la misma “área de aprendizaje” que Matemática, Química y Computación, ya no entre las Humanidades. ¡Ay, señor!
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Guillier hace agua
LUEGO DE un comienzo de película, el candidato parece estar haciendo agua. La estrategia de andar por la vida con cara de buen hombre se agotó antes de lo pensado, algo que se nota no solo en las encuestas, donde ha perdido terreno, sino también en sus reacciones, las cuales son motivo de fuertes críticas. Se instala la duda, entonces, si Guillier, pese a su popularidad, tiene el peso suficiente para ser presidente o es más bien el peso pluma que todos advirtieron.
Sus últimas declaraciones parecen probar esto último. A su débil actuación en el verano, en los últimos días ha tratado de recuperar el control de la agenda de una manera desesperada. La última fue tirarse con todo contra el gobierno en un intento de desmarcase de sus errores. Para eso cruzó una vereda peligrosa y se instaló incluso más allá de la derecha. “Cómo está este país, se está quedando atrás. Le están sacando ventaja Bolivia, ¡Bolivia!, Perú, Ecuador… Chile se quedó a atrás. Esta paralizado. La Pesidenta hizo un esfuerzo por cumplir su programa, pero miró a Chile desde arriba”.
Bueno a paliza, paliza y media de su propio bando. El ministro del Interior lo trató de superficial. Osvaldo Andrade, de desleal. Insulza le pidió que aclare si es de izquierda o derecha. Goic, de oportunista. Lagos, desde su púlpito, le recordó que para impulsar un proyecto país, hay que tener una mirada desde lo alto, “así se piensa un país”, sentenció. Pero eso no es todo, porque en las redes sociales, que nunca perdonan, le recordaron a Guillier, con videos y todo, sus dichos en diciembre pasado, cuando advirtió que “el próximo programa de gobierno debe ser una continuidad del actual”.
O sea, mal por donde se lo mire. Pero lo que más exaspera a todos, es su falta de ideas, de equipo, de propuestas. Claro, él se defiende diciendo que está escuchando, que está trabajando en ello, que necesita tiempo. Pero, la sensación de que no hay nada de nada en su cabeza, está instalándose con fuerza. Es cierto, el candidato no tiene por qué tener ahora un programa, pero lo menos que se le puede pedir es que tenga alguna idea que haga sentido.
Revertir todo esto no será fácil. Primero porque uno no saca un conjunto de ideas fuerza de la nada. Segundo, porque los tiempos se agotan. Piñera, que lanzará su candidatura en estos días, ya anunció un potente equipo de coordinadores económicos y con una agenda muy clara: recuperar el crecimiento, el empleo y abordar en tema de las pensiones y los impuestos. Esto marcará el comienzo de una campaña dura, donde entrarán a pelear proyectos y visiones país. Pero si el candidato radical no tiene nada que ofrecer, entonces su posición seguirá debilitándose.
Por el lado de sus contendores de la Nueva Mayoría sucede lo mismo. Carolina Goic y Lagos hablan de que hay que tener un marco de ideas y acuerdos mínimos para un programa conjunto. Pero, nuevamente, si Guillier no tiene ideas, ni equipos, no tiene como aportar en la discusión. La verdad es una: el candidato es, hasta ahora, la mejor definición de un conjunto vacío. Ese que carece de elementos. Ese que no existe.
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Un pacto republicano
CHILE NO va bien. Ya no lo decimos solamente los que desde hace años venimos alertando sobre el deterioro de la política, la entronización de la desconfianza, la baja en la calidad de la gestión pública o la pérdida de dinamismo de la economía.
Existe hoy día consenso al respecto. Y cuestión clave, éste incluye a todos los candidatos presidenciales. Simplemente para ilustrar, Ricardo Lagos afirmó que Chile enfrenta “una crisis institucional profunda”; Sebastián Piñera sostiene que “el país está en decadencia” y Alejandro Guillier, que “Chile…está paralizado”.
Surge la pregunta clásica: ¿Qué hacer? Es evidente que las respuestas difieren según la posición política de cada cual. Unos sostienen que es el exceso de reformas el causante de todos nuestros males. Otros piensan, por el contrario, que es la falta de reformas profundas la que nos ha llevado a esta situación. Hay también muchos que están convencidos que las reformas eran necesarias pero que han sido mal concebidas y peor implementadas. En esto no existe acuerdo posible. Habrán siempre fuerzas conservadoras que, con que diversos argumentos, buscarán frenar los impulsos reformadores.
Necesitamos, sin embargo, un acuerdo que genere el espacio y provea las herramientas para dirimir de manera constructiva nuestras discrepancias. La campaña presidencial podría ser una gran ocasión para confrontar propuestas en este plano.
Desgraciadamente no lo está siendo. Lo que más se escucha son descalificaciones y ataques al voleo. Por este camino de mediocridad es seguro que volveremos a protagonizar un nuevo “caso de desarrollo frustrado”, según la célebre expresión de Aníbal Pinto.
El pacto impuesto que hizo posible la transición se agotó. Se requiere de un nuevo acuerdo que le inyecte energía a la democracia. Para alcanzar el desarrollo necesitamos una democracia dinámica con instituciones robustas y prestigiadas. Para lograrlo requerimos, como lo propusimos recientemente con M.A.Garretón, de un gran Pacto Republicano.
Es normal que existan diferencias importantes en materia, por ejemplo, de régimen político, amplitud de los derechos sociales, profundidad de la regionalización o autonomía de los servicios. El debate permitirá precisar posiciones, generar consensos y delimitar las diferencias. Éstas deberán ser resueltas mediante la expresión de la soberanía popular.
Se plantea así la necesidad de definir la naturaleza del proceso a través del cual generar un conjunto de reglas e instituciones que sean asumidas como propias por la ciudadanía. Éstas deben cumplir con varias condiciones, pero hay una que es decisiva: la legitimidad.
Y ésta solo podrá otorgarla un proceso constituyente que abra espacios amplios de participación a todas las fuerzas políticas y sociales. No existe otra forma de recomponer un sistema político tan gravemente dañado como el nuestro. Ningún arreglo que no resulte de una deliberación ampliamente participativa será considerado como legítimo y capaz de reconstruir el lazo entre la sociedad y la política. A pesar de las múltiples reformas que se le introdujeron a la Constitución de 1980, ésta no logró legitimarse. La idea de una nueva Constitución goza de un respaldo muy mayoritario. Chile está maduro para un ejercicio de este tipo. Hay que escuchar a la ciudadanía e incorporarla creativamente al debate de manera que se sienta parte responsable, con todos los derechos que le corresponden pero también con los deberes que la vida en comunidad impone.
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Pésima señal
EL RECHAZO del proyecto Dominga por parte de la Comisión de Evaluación Ambiental (CEA) de Coquimbo constituye una muy mala noticia para la región y para el país.
En el contexto de una economía empantanada, no solo se está renunciando a una inversión por un monto estimado de US$2.500 millones, a 9.800 puestos de trabajo durante la construcción del proyecto, a 1.450 empleos directos en forma permanente y a labores para más de 3.000 contratistas. El daño va mucho más allá de esto: habiendo amplio consenso en cuanto al efecto negativo que está teniendo para la inversión la existencia de diversos focos de incertidumbre, la decisión de la Comisión de Evaluación Ambiental de Coquimbo ha sido un mazazo que echa por tierra los esfuerzos del gobierno, y especialmente del ministro de Hacienda, por cambiar el ambiente para hacer negocios y para emprender.
Este episodio ha dejado de manifiesto que la institucionalidad vigente en materia de aprobación de proyectos de inversión es deficiente. ¿Cómo es posible que contando con las aprobaciones técnicas, después de varios años de trabajo en que se fueron subsanando las observaciones presentadas, una instancia política regional rechace la iniciativa?
Hay denuncias de que habría habido presiones desde otros niveles políticos, lo cual de ser efectivo ciertamente sería un hecho grave. Pero el problema de fondo va mucho más allá de eso, y radica en que la institucionalidad vigente permite que estas cosas sucedan. Ello no debería ser así, por cuanto las decisiones en estas materias deberían ser estrictamente técnicas, sin interferencia de autoridades del gobierno de turno, ya que su sola participación convierte el tema en una materia política.
En el caso del proyecto de la minera Dominga queda ahora la opción de que la empresa apele al Comité de Ministros, con lo cual la decisión final pasa a ser cien por ciento política, siendo el gobierno el que tendrá la última palabra, haciéndose cargo de las pugnas que surjan a partir de las distintas visiones existentes.
Pero satisfaciéndose los requerimientos básicos exigidos, y contando con las autorizaciones respectivas, no habría razón para no aprobar el proyecto.
Las posiciones extremas en la otra dirección van a profundizar el estancamiento económico, con gran frustración para la población.
Para el ministro Valdés, quien está enfrentando este último año de gestión con un discurso que resalta la importancia de retomar la ruta del crecimiento, especialmente a través de un aumento en las exportaciones, y buscando fórmulas para atenuar focos de incertidumbre, el resultado de esta instancia será clave, ya que un resultado adverso le hará perder credibilidad.
Desde la perspectiva del mundo de los emprendedores e inversionistas, lo que está faltando es claridad en las reglas del juego y un ambiente más propicio para poder desarrollar proyectos de inversión.
Esto es mucho más importante que cualquier programa específico que desarrolle el Estado para apoyar a sectores en particular.
Es por esto que las agendas más exitosas para promover el crecimiento y la inversión son aquellas que se focalizan en disminuir trabas, trámites y “lomos de toro”, para que la actividad emprendedora pueda desplegarse con todo su potencial, introduciendo mayor competencia en los mercados y aliviando la carga regulatoria que aplasta el emprendimiento. Esta debe ser una tarea permanente de los gobiernos, pero para “contagiar” positivamente al mundo emprendedor hay que transmitir genuina convicción y mostrar consistencia con las iniciativas que se impulsan en otros ámbitos. No bastan las palabras.
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Dominga: un proyecto ilegal
EL ACTUAL estado de nuestro planeta exige modificar de manera urgente los modelos productivos. Los indicadores que dan cuenta de las alteraciones producidas sobre la Tierra amenazan la persistencia de la vida como la conocemos.
En este contexto se requiere de una gobernanza y gestión ambiental seria que, con altura de miras, permita prever que los intereses y actividades humanas -además de viabilizar el desarrollo socioeconómico- no transgredan los límites de resiliencia y capacidad que brinda el territorio.
En este sentido, las irregularidades observadas en la tramitación del proyecto minero portuario Dominga -que considera construir dos minas a rajo abierto, para extraer hierro y cobre por 22 años de vida útil, una planta desalinizadora y un puerto en Totoralillo Norte- lo convierten no solo en ilegal, sino que también en ilegítimo, pues manosea mañosamente garantías fundamentales del estado de derecho.
No comentaré el complejo escenario que se abre de probarse que el exsubsecretario de Minería (Pablo Wagner) recibió dinero de un controlador del grupo Penta que a su vez es el dueño mayoritario de Dominga a través de Andes Iron. Me centraré en la dramática evidencia de una institucionalidad ambiental paupérrima e irresponsable frente a la riqueza de nuestro territorio.
Las irregularidades se inician con la presentación del Estudio de Impacto ambiental (EIA) pues la línea de base, donde se describe detalladamente el área de influencia del proyecto para evaluar su posterior impacto, indica que no existen zonas bajo protección oficial o sitios prioritarios en el área afectada.
El EIA omitió que a solo siete kilómetros de donde se emplazarían las instalaciones portuarias se encuentra el sitio prioritario para la conservación de la biodiversidad Punta Teatinos que incluye a Isla Pájaros. Y, a menos de 23 kilómetros están los sitios prioritarios Área Marina Punta de Choros, Reserva Nacional Pingüino de Humboldt, Reserva Marina Islas Choros Damas e Isla Gaviota.
Tal falencia fue detectada por la Corporación Nacional Forestal (Conaf), organismo con competencial ambiental para revisar el EIA, que en su primer pronunciamiento señala que la línea de base presentada no considera estas áreas para efecto de evaluar sus impactos ambientales; enumera las obligaciones nacionales e internacionales que Chile ha contraído en la protección del medio ambiente; destaca la relevancia eco sistémica del área marina protegida; detalla la vulnerabilidad de las especies que la habitan, y resalta su aporte educativo y cultural al registrar más de 60.000 visitas anuales.
No obstante, el Servicio de Evaluación Ambiental (SEA), sin fundamento alguno, hizo caso omiso a lo sostenido por Conaf -órgano sectorial a cargo de administrar el área- y permitió que Andes Iron continuara la tramitación del proyecto y no se hiciera cargo de evaluar los impactos que su ejecución pudiese tener en las áreas protegidas. Una información relevante cuya ausencia Conaf denunció cada vez que debió pronunciarse.
La decisión del SEA de aprobar Dominga, pese a no cumplir con la legalidad vigente, se suma a resoluciones similares del mismo organismo que dieron luz verde a proyectos como Castilla, Pascua Lama, Hidroaysén, Agrosuper, más tarde detenidos por los tribunales por ilegales o rechazados por la comunidad por dañinos.
Argumentar que la decisión de la Comisión de Evaluación Ambiental (CEA) de Coquimbo de rechazar Dominga pasa a llevar observaciones técnicas de organismos especializados, es perder de vista la realidad de nuestra frágil institucionalidad ambiental que permite al titular fraccionar el proyecto, y emplazarlo sin considerar los efectos en áreas de alto valor ecológico lo que es inadmisible en cualquier país desarrollado.
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Recesión versus desaceleración prolongada
Se ha abierto un muy interesante debate acerca del bajo crecimiento prolongado de Chile y los efectos que tiene en comparación a una recesión con recuperación rápida. La pregunta es: ¿Es una desaceleración prolongada, como la que experimenta la economía chilena mejor o peor que una recesión seguida de una recuperación rápida que sea equivalente en impacto?. Para hacer el argumento sencillo y comparable y cercana a la situación chilena, ¿Qué es preferible, que una economía tenga una recesión de 2% seguida de 3 años de recuperación más rápida, o más bien es preferible que la economía se desacelere por 4 años al 2% y luego el quinto alcance nuevamente su potencial original? Para hacer aún más cercado y comparable con el caso chileno es necesario un poquito de aritmética. Digamos que la economía chilena hasta el año 2013 venía creciendo al 4% (el crecimiento potencial estaba cerca de 5 antes de 2013 y bajó a 3% el año 2017). En el caso de desaceleración prolongada (Caso A) la economía se desacelera al 2% por 4 años (2014-2017) y recupera el 4% el año quinto. El caso se parece mucho a la economía chilena los últimos 3 años y la proyección para este año. Ahora bien, hagamos un ejercicio contra factual que llamaremos Caso B. Supongamos que el año 2014 la economía hubiese tenido una recesión de 2%, similar a la crisis asiática del 1999 o la crisis de súper hipotecas de 2009, y se hubiese recuperado en 1,6% el año 2015, 4,4% el año 2016 y 4,2% el año 2017, y desde el 2018 vuelve a crecer al 4% igual que en el Caso A. Los número han sido elegidos en estos años intermedios de modo que el PIB agregado tenga el mismo nivel el año 2018 en ambos casos para hacerlos comparables.
Muchos saltarían muy rápido a preferir el Caso A (desaceleración prolongada) por sobre el Caso B (recesión) aunque el 2018 estaríamos igual en términos de PIB y presumiblemente en términos de empleo e inversión. Nada de obvia la respuesta. Para hacer el argumento, utilizaré una brillante analogía que escuché al Presidente del Banco Central, Mario Marcel, en sus intervenciones públicas las últimas dos semanas. Supongamos que en una autopista van los automóviles a 100 km por hora. De pronto hay un taco fenomenal producto de un accidente que detiene todos los automóviles. Un choque por alcance deja dos autos cruzados en la autopista, aunque como es un caso leve, y después de llegar los carabineros, en una hora (un año) se despeja la vía y todos los automóviles inician la marcha. Al descongestionarse la vía y tomar distancia, los automóviles aceleran un rato a 120 km por hora y luego todo se normaliza a 100 km por hora (año 2018). Este caso se parece mucho al Caso B, es decir a una recesión con recuperación rápida. En el Caso A hay también un taco fenomenal en que los vehículos se detienen unos 4 o 5 kilómetros atrás del accidente, pero en este caso el accidente es grave y ocurre en la pista contraria de nuestro sentido. Descubrimos después de muchas horas (4 años) que nunca se detuvo nuestra dirección de autopista, pero todos los automovilistas bajan considerablemente la velocidad para poder mirar el accidente en la pista contrariaría. Se demora mucho el despeje pues hay heridos y debe llegar la ambulancia. Aunque nunca se detiene nuestro sentido de dirección, por efecto expansivo hacia atrás (freno, duración del evento y reaceleración), se produce una detención de varios kilómetros hacia atrás, todo ello sin que la pista se detenga frente al accidente. Este es el Caso A, es decir, desaceleración prolongada, que igual produce taco y detención de la fila por muchos kilómetros.
En el Caso B se produce una crisis de crédito y desempleo, el gobierno sale a poner líneas CORFO y compensa a los desempleados. En dos años la economía está creciendo de nuevo, creando empleo y la crisis queda atrás el año 3. En el Caso B las cosas son más complicadas. No se ve la crisis, ni mayor desempleo, pero las cifras dicen que se congeló el empleo asalariado, salta un subempleo oculto en los trabajadores por cuenta propia, las pymes se detienen e igual tienen crisis de crédito pero no hay líneas CORFO, y las grandes empresas no se detienen y acumulan caja en sus balances. Todo parecido con la realidad es mera coincidencia.
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