Pedro Cayuqueo's Blog, page 216

March 22, 2017

Lo pequeño es hermoso

Así tituló E.F. Schumacher a comienzos de los 70 su libro más conocido. En él aboga por una sociedad y una tecnología “con rostro humano”, llamando la atención sobre los evidentes peligros de la macroeconomía, cual “idolatría del gigantismo”. La razón esgrimida es que el desarrollo “no comienza con las mercancías, sino con la gente y su educación, organización y disciplina”. En otras palabras, profetizó muy bien que el legítimo aumento de la riqueza, sin la virtud de lo pequeño, podría subvertir de tal modo el orden, que el inicial interés por el hombre quedara finalmente subordinado al solo crecimiento de la riqueza. Dicha subversión, advertía, tiende, en última instancia, a “eliminar el factor humano”, no solo porque la efectividad de tecnología avanzada es más productiva, sino por la convicción de que “el número de gente que se puede poner a trabajar depende de la cantidad de capital que se tenga”. No se puede perder plata.


Detrás de este capitalismo, decía, hay un individualismo despreciador de las virtudes comunes, que siempre tienen algo de heroico al intentar poner la atención en el/la otro/a, especialmente en el pobre, el disminuido. Su gran critica se dirigía a su profesor J.M. Keynes, quien durante la depresión de los años 30 afirmaba (citado por Schumacher): “la avaricia, la usura y la precaución deben ser nuestros dioses por un poco más de tiempo todavía. Porque solo ellos pueden guiarnos fuera del túnel de la necesidad económica a la claridad del día”. Según esta convicción, la paz y la estabilidad de una sociedad solo se procura con una riqueza macroeconómica, aunque sea solo de algunos ricos. Su discípulo, en cambio, expresa que un “hombre dirigido por la ambición y la envidia pierde el poder de ver las cosas tal como son en su totalidad y sus mismos éxitos se transforman en fracasos”. A ello agregaba las palabras de Gandhi: “la tierra proporciona lo suficiente para satisfacer las necesidades de cada hombre, pero no la codicia de cada hombre”.


Pero junto con esa crítica al culto del crecimiento económico, Schumacher propone una mirada que él llama “metafísica”, o sea, una visión que va más allá de la simplista lógica de las leyes físicas, tal como presume para sí la economía moderna. Él invita a mirar lo pequeño y con la sabiduría clásica de la cultura agraria y la enseñanza de las religiones tradicionales. Inspirándose en fuentes tan diversas como la economía budista, el magisterio social de la Iglesia católica, los evangelios, e incluso un escrito de Mao Tsé-Tung, presenta su visión del papel del genuino servicio de la economía al hombre, el uso adecuado de los recursos naturales, la problemática del desarrollo y las formas de organización y propiedad empresarial. A eso añade el papel trascendental de la educación, el dilema de la energía nuclear, la utilidad de la descentralización, la autonomía regional, la necesidad de una tecnología intermedia y la urgencia de las pequeñas virtudes tradicionales junto con la correcta consideración del tamaño del hombre (y la mujer). Dice: “El hombre es pequeño y, por lo tanto, lo pequeño es hermoso”. En definitiva, el mero recurso técnico no es lo esencial para “resolver el tema de la producción”. Una “adecuada organización a gran escala” tiene que considerar seriamente la naturaleza de lo pequeño, como creación íntimamente enlazada.


Si bien Schumacher no menciona explícitamente el tema del cuidado del pequeño por nacer, podríamos evocar ese interés por lo pequeño en otro interesado por una “ecología humana”, el papa Francisco: “cuando no se reconoce en la realidad misma el valor de un pobre, de un embrión humano, de una persona con discapacidad –por poner sólo algunos ejem­plos–, difícilmente se escucharán los gritos de la misma naturaleza. Todo está conectado” (Laudato Si, n° 117). La naturaleza no es una realidad que avala un “neutral” impulso de la codicia, la ira o cualquier sentimiento de liberación, no cobija ninguna mano invisible que automáticamente traerá justicia. Eso sería desconocer la genuina libertad del hombre y la mujer: aquella que se ejerce con responsabilidad y virtud, en el decir de Schumacher.


Es muy claro que el liberalismo económico y moral son hermanos de sangre, aun cuando sean reivindicados por la derecha y hoy, por la izquierda, respectivamente. Ambos son reflejos de una especial “subcultura capitalista” (ver Taylor). Pero aunque suene paradójico, es precisamente una moral social la que exige mirar con profundidad al y lo pequeño. El hombre y la mujer, desde la pequeñez y aunque anónimos en una sociedad esclavizada por su pasión de grandeza y por su caprichoso concepto de libertad, siempre pueden ser “señores” para construir una sociedad con rostro humano. Ello si buscan virtuosamente –y no solo como excepción heroica, sino como un hábito bueno– rescatar al más pequeño, es decir, al pobre y al niño por nacer.


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Published on March 22, 2017 02:10

La derecha y lo “nacionalpopular”: mito y realidad

Hugo Herrera viene, desde hace algunos años, sosteniendo la tesis según la cual la derecha poseería cuatro tradiciones intelectuales: liberal, conservadora, socialcristiana y nacionalista, que denomina “nacionalpopular”. Me detendré en la última por dos motivos: a) es la más discutible en términos históricos, y b) es la más llamativa para la derecha actual.


El segundo motivo no resulta difícil de captar: no existe en el presente ningún partido de la derecha que pueda calificarse como nacionalista. ¿Quiénes, aparte del mismo Herrera, lo son? Pero tanto el documento fundacional de Chile Vamos —Convocatoria Política—  cuanto el reciente (y ya polémico) Manifiesto por la República, dan cuenta de manera explícita de dicha tradición. Y es evidente que su introducción se debe a la mano del mismo Herrera, quien participó como redactor principal de ambos textos.


Sin embargo, la gran pregunta es si puede seriamente afirmarse que el nacionalismo ha sido una vertiente ideológica importante en la historia de la derecha. Herrera responde que sí, apoyándose en algunos intelectuales aislados, como Alberto Edwards, Francisco Antonio Encina y Mario Góngora. Intelectuales muy influyentes como historiadores, pero no en términos políticos.


Para responder a la pregunta anterior, cabe distinguir tres niveles: a) el nacionalismo partidista de la primera mitad del siglo XX; b) el Partido Agrario Laborista (PAL), surgido en 1945; y c) el Partido Nacional, fundado en 1966, y a través del cual se fusionaron los partidos de la derecha histórica, el Liberal y el Conservador.


En torno al primer nivel, Herrera subraya el papel jugado por Partido Nacionalista (fundado, al parecer, en 1914) en cuanto habría encarnado la tradición “nacionalpopular”, de la cual Encina daba cuenta. Sin embargo, este partido fue un total fracaso en términos electorales: no obtuvo ningún parlamentario. Además, es un partido que, con dificultad, puede calificarse de derecha, tanto por sus ideas excesivamente estatistas cuanto por el hecho que la díada derecha-izquierda aún no adquiría carta de ciudadanía en la política chilena. Tampoco el nacismo chileno, surgido en 1932, puede calificarse de derecha, ya que siempre se definió como socialista.


Por su parte, el Partido Agrario-Laborista (PAL), surgido en 1945 de la fusión del Partido Agrario con ex nazistas e ibañistas-nacionalistas, como el representado por el Movimiento Nacionalista de Chile (M.N.Ch.), sólo por un corto período trabajó junto a la derecha. Concretamente, participó con su candidato Jaime Larraín García-Moreno en la Convención presidencial de 1946. Y pese a que, finalmente, apoyó la candidatura liberal de Fernando Alessandri, el PAL se terminó definitivamente alejando de la derecha, al sumarse a la candidatura de Carlos Ibáñez en 1951.


Y, finalmente, tenemos el caso del Partido Nacional, fundado en 1966, a partir de la catástrofe electoral sufrida por la derecha en la contienda parlamentaria de 1965, en la cual liberales y conservadores sumaron un 12,4 % de los votos, cifra muy inferior al 30,3 % de 1963. Aquí la situación es al revés: si bien resulta indiscutible calificar a este nuevo partido como de derecha, dado que nació precisamente de sus vertientes históricas —liberales y conservadores—, sí surge la duda en torno a su carácter nacionalista, en el sentido de antiliberal y corporativista (estas fueron las características principales de los dos niveles anteriores).


Al leer su documento fundacional, si bien saltan a la vista ciertos elementos en apariencia nacionalistas, tiende a primar, en lo sustantivo, la adhesión a la libertad empresarial frente a la inevitable avanzada de las ideas socialistas en el país. Por ejemplo, señala: “El Partido Nacional considera que el Estado […] no puede asumir poderes que contraríen los derechos y deberes fundamentales de los ciudadanos, ni coartar las libertades esenciales que posibilitan una vida creadora y responsable”. Y agrega: “No hay libertad política cuando la libertad económica es suprimida o coartada por el Estado”.


En otro documento, publicado en 1969, critica la “destrucción de la empresa privada” por parte del Estado, refutando que la estructura económica del Chile de ese entonces fuese realmente “capitalista”. En este sentido, y a través de diversos ejemplos (como inversión, crédito y empresas de distintos rubros), da cuenta que el Estado controla el 70 % de la actividad económica del país. Y añade que el reemplazo de la empresa privada por la estatal, “es no sólo un despojo criminal y totalitario, sino que, además, el mayor atentado contra la economía del país y la libertad de los chilenos”.


Considerando que aquí se ha hecho una muy apretada síntesis del nacionalismo partidista del siglo XX, de la que Herrera extrae una tradición política al mismo nivel que la liberal, conservadora y socialcristiana, ¿dónde, en términos partidistas, puede encontrarse un nacionalismo de derecha? Lo cierto es que prácticamente no existió.


Y, para los efectos del relato ideológico de la derecha de hoy, resulta, por lo mismo, llamativo (para no decir, desconcertante) que el elemento nacionalista constituya un eje principal de los documentos recientes del sector. El comunitarismo que caracteriza el Manifiesto por la República, suscrito por los senadores Andrés Allamand y Hernán Larraín, junto a los académicos Ramiro Mendoza, Joaquín García-Huidobro y el propio Herrera, se dota de contenido, precisamente, gracias al componente nacionalista.


Así, como la república, de un lado, evitaría la fragmentación, la nación, del otro, apuntaría a centralización de un sentido colectivo. “Sólo una nación con una fuerte identidad propia está en condiciones de abrirse al mundo y de entrar en dialogo fructífero con otros pueblos”, señala el manifiesto.


Si el nacionalismo en la derecha es mucho más mito que realidad en el siglo XX, ¿por qué acudir a él para la configuración del relato actual? ¿Corresponde, por lo demás, hacerlo en el Chile de hoy, crecientemente multinacional y multiétnico? ¿Puede el “proyecto común”, invocado como superación del individualismo liberal, basarse en la idea de nación, por mucho que se intente limpiar de xenofobia y racismo? ¿Puede calificarse como a la altura de los tiempos que corren una derecha que combina comunitarismo y nacionalismo, doctrinas típicamente contrarias a la tolerancia y la diversidad?


Las respuestas a dichas preguntas, de parte de quienes vienen proponiendo una derecha tipo tercera vía (ni liberal ni socialista), enriquecería mucho más la “invitación a pensar” que el manifiesta realiza. No basta con invocar a la nación de manera romántica. Hay que ser mucho más precisos en la practicidad de este concepto y, sobre todo, dar cuenta de por qué lo “nacionalpopular” constituiría una tradición política acorde con la identidad histórica de la derecha en Chile.


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Published on March 22, 2017 02:05

March 21, 2017

Ciber seguridad: Un desafío pendiente (I)

El retail es el sector de la economía mejor provisto para repeler agresiones digitales. Sin embargo, la cadena de supermercados Target, el gigante mundial del retail que atiende a uno de cada tres estadounidenses, fue víctima en 2013 de un ataque cibernético devastador que sirve para corroborar la relevancia estratégica de un tema que los directorios suelen evadir. Esta defección no responde a un menosprecio corporativo del peligro que revisten estas agresiones, sino a la ignorancia en cómo abordarlos. Veamos.


Al momento del ataque, el equipo de seguridad informática de Target tenía un contingente de 300 profesionales, número tres veces superior al de 2006. Este equipo pudo detectar el ataque y prevenir sus efectos -el elemento de infiltración que usaron los hackers era tecnológicamente básico y fácil de neutralizar (malware, malicious software)-, pero su pasividad hizo posible el éxito de los cibercriminales.


¿Qué ocurrió? En los días previos a la fiesta de Thanksgiving (noviembre 2013), alguien instaló el malware en el sistema de seguridad y pagos de Target con el propósito de plagiar tarjetas de crédito usadas por sus clientes en sus 1.797 locales a lo largo de Estados Unidos. Cuando el usuario deslizaba su tarjeta para pagar en la caja, el malware se activaba de inmediato, capturando el número de la tarjeta y almacenándolo en un servidor de Target que era controlado por los hackers.


Seis meses antes, Target ya disponía de una tecnología de punta para detectar intrusos, la misma que usaba el Pentágono, el FBI y la CIA para prevenir ataques a la seguridad interna y externa del país. El sistema alertó oportuna y adecuadamente el problema, pero los técnicos de Target no activaron el protocolo o, simplemente, lo ignoraron.


La embestida criminal permitió a los hackers clonar 40 millones de tarjetas y sustraer 70 millones de direcciones, claves secretas, números de teléfono y otros datos personales. A los pocos días, Target enfrentaba una centena de demandas judiciales interpuestas por clientes, bancos e instituciones financieras que reclamaban compensaciones millonarias por daños y perjuicios originados en la negligencia culpable de la compañía. A fines de 2013, las utilidades de Target cayeron casi a la mitad (46%) con respecto a igual trimestre del año anterior.


El caso Target reúne todos los condimentos de un cyber thriller que, en manos de un buen escritor, tendría gran éxito editorial y cinematográfico: conspiración, intriga, espionaje, contrainteligencia y suspenso, todo envuelto en una trama narrativa que va hilando un cúmulo de argumentos, errores, simulaciones y complicidades de sus protagonistas. Alguien estará profundizando los detalles para plasmarlos en un bestseller basado en hechos reales.


El episodio también demuestra que la seguridad cibernética no puede ser un reducto privativo de técnicos especialistas en la materia, sino una responsabilidad que el directorio debe asumir como prioridad estratégica, con urgencia y sin dilaciones. El cometido implica asimilar una serie de factores tecnológicos y humanos sobre los cuales indagaré en mi próxima columna.


Como muchas crisis, la de Target ofrece una oportunidad y alienta un desafío: corregir insuficiencias y malas prácticas, técnicas y corporativas, que pueden destruir en un segundo la reputación y solvencia de una gran empresa con medio siglo de trayectoria. 


 


 


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Published on March 21, 2017 06:38

Bombo Fica y el PC

La inscripción del humorista “Bombo” Fica como militante del Partido Comunista se suma a una serie de otros hechos que involucran a personas ligadas a las comunicaciones.


Al respecto considero que el humor suele ser mal entendido, pues se suele confundir su causa con su efecto: por un lado, se dice que el descontento causa que los humoristas usen a los políticos como diana de sus chistes agresivos; por otro lado, se dice que los chistes agresivos causan mayor descontento entre aquellos que los escuchan.


Existe investigación al respecto. Incluso hoy trabajo en una serie de experimentos para evaluar esto, gracias a un FONDECYT en el cual estudio la relación entre el humor y la confianza en la política.


Si bien hay múltiples factores que afectan la confianza en la política, hay uno que creo que se liga con este fenómeno del humor y que Jon Stewart llama “info-enter-propa-gainment”, o una “suavización” de la forma en que se obtiene información y se consumen noticias. Las “hard news” que otrora se leyeran en periódicos y noticiarios han dado paso a las “soft news”. ¿Qué quiere decir esto? En simple, que las personas nos estamos informando a través de otros medios que farandulizan y convierten en entretención la información y las noticias. Por ejemplo, enterarse de casos judiciales por programas como matinales, o casos de corrupción a través de “Yerko Puchento” en un estelar.


Este no es un tema menor. El humor político, como mezcla de agresión, juicio y entretención, facilita el acceso a información de manera rápida, pues el placer (la entretención) actúa como bálsamo para que la información (juicio agresivo) “entre” en nuestras cabezas por caminos periféricos. El humor puede no sólo comunicar, sino que informar, persuadir y convencer. Para las elecciones de 2004 en Estados Unidos, por ejemplo, una encuesta logró observar que un 26% de las personas conocieron mejor a los candidatos gracias a programas como Saturday Night Live o The Tonight Show. En menores de 30 años y menos la cifra llegó al 50%.


Este fenómeno se da usualmente en personas que tienen menor conocimiento sobre política en general y eso levanta una responsabilidad para aquellos que son figuras reconocibles. Así, los artistas como “Bombo Fica” pueden no sólo convencer a las personas de que la política es un objeto de burlas, sino que pueden también ayudar a entregar herramientas para que, con más y mejor información, puedan participar en actividades políticas que a la larga signifiquen cambios beneficiosos.


 


 


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Published on March 21, 2017 06:02

Carabineros

REVELA MUCHO de la idiosincrasia chilena la relación que tenemos con Carabineros. Persistentemente manifestamos que la delincuencia es uno de los temas que más nos preocupan y, paradojalmente, siendo que por tamaño y facultades Carabineros debiera ser la principal institución responsable, no solo no le pasamos la cuenta por esos malos resultados, sino que la premiamos con elevados niveles de confianza. Levantamos los abusos policiales como uno de los principales problemas de derechos humanos que nos aquejan, pero rogamos al mismo tiempo por mayor presencia de carabineros y le decimos a nuestros niños que, ante cualquier problema, acudan al primer uniformado que encuentren. En fin, estamos orgullosos de que nuestros policías no acepten sobornos en las calles, pero no parece importarnos mucho saber y poder influir en cómo gastan el presupuesto público que se les asigna para su funcionamiento.


No es sino otra manifestación de estas incongruencias la fuerte reacción de estos últimos días ante los fraudes detectados en la institución. Nos sorprende mucho que estos hechos hayan podido ocurrir -durante un prolongado espacio de tiempo e involucrando cifras millonarias- pero al mismo tiempo nunca hemos sido capaces como país de lograr que Carabineros opere con los estándares de transparencia y control público propios de un Estado democrático.


Y pareciera que desde hace un tiempo simplemente nos dimos por vencidos. De hecho, la pura existencia en el país de dos policías obedece a un tácito reconocimiento de que como no podemos controlar su funcionamiento con los mecanismos democráticos, es preferible echar a correr en paralelo dos cuerpos para que mutuamente se vigilen. Más recientemente, la creación de las pseudo “policías municipales” surge también como respuesta a las enormes dificultades para que Carabineros se vincule efectivamente con las comunidades y pueda responder a sus demandas.


No sostengo que las policías municipales sean de suyo negativas o que sea imprescindible monopolizar la actividad policial en una sola institución. Hay experiencias comparadas buenas y malas con pluralidad de cuerpos policiales. Sin ir más lejos, varias de las funciones que históricamente asumía la policía en el país desde ya hace tiempo vienen siendo delegadas a cuerpos de seguridad privados (que en muchos casos portan armamento) lo que no parece una mala solución, sobre todo para evitar subsidios con recursos públicos de actividades eminentemente privadas.


El punto es que adolecemos de una crónica falta de política policial en el país, lo que da pie a reacciones espasmódicas, voluntaristas y a veces con sesgos populistas, que distan de ser una solución pensada a los problemas que se busca enfrentar. Desarrollar cuerpos policiales locales perfectamente pudiese ser una alternativa -hay quienes parecieran olvidar que las municipalidades son también parte del Estado- pero ello debiera ser parte de una estrategia global, generalizable y con claras delimitaciones de ámbitos y competencias. Ojalá los recientes acontecimientos se transformen en una oportunidad para al menos iniciar la discusión de estos temas.


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Published on March 21, 2017 02:30

La pregunta más estúpida

EL DIPUTADO Hugo Gutiérrez suma a su haber casi dos docenas de querellas dirigidas contra personas de notoriedad pública, en su mayoría, al final del día, desestimadas. Su última acción penal, contra el expresidente Piñera, no reúne, a juicio de este columnista, fundamentos jurídicos sólidos para obtener una sentencia de condena, sino que su objetivo, evidente por lo demás, es político. Éste consiste en dañar la candidatura de Piñera por la vía de prolongar la vida útil de la querella, obtener diligencias y concitar la atención de los medios de comunicación.


Hasta ahora, la estrategia ha cosechado gran éxito. La acción penal avanza con un solemne y severo ritual y, como es natural, los medios de comunicación desentrañan lo que hoy se denominan “aristas” del proceso, convirtiéndolas en verdaderos fenómenos astronómico-periodísticos siempre en desarrollo, mezclando unos temas con otros, al punto que un lector común -como es el caso de quien escribe- termina por no saber si la noticia o el personaje se refieren al “bullado” caso tal o al “escandaloso” caso cual.

Entonces, uno siente que el diputado Gutiérrez no es un hombre canalla sino astuto. La historia de Piñera y el dinero es antiquísima. ¿A quién iba a importarle ahora la misma cantinela?


Sin embargo, y con mayor fuerza que en el pasado, a Piñera se le ha enrostrado nuevamente su condición de empresario y la incompatibilidad entre los negocios y la política. Izquierda y derecha coinciden en el diagnóstico. Todos estamos de acuerdo en que no son compatibles y las razones para ello.

Por otro lado, nadie se pregunta en Chile si está prohibido tener fortuna y ser presidente. Y ello porque la pregunta es estúpida, la más estúpida de las preguntas.


Lo prohibido es la negociación incompatible, el aprovechamiento de un cargo político para sacar ventaja económica, la información privilegiada que entrega un determinado puesto para obtener privilegios, el empleo de una posición para hacerse de beneficios o beneficiar a otros, el nombramiento de personas que influencien a otras en negocios en los que obtengan ganancias ilegítimas, la torcida administración del cargo, la desviación del poder, y otras figuras.


Cada una de estas materias- según el desarrollo que vaya teniendo la cuestión- puede extenderse en profundidades razonables o desproporcionadas e indeseables para el país, dependiendo del rigor, independencia y criterio con que se examine la pregunta de negocios y política: la conformación de sociedades en Chile y el extranjero, la participación de familiares, el origen de los fondos, la tributación, las asesorías contables, la relación societaria con los parientes, la participación de la señora en sociedades de beneficencia, boletas de los hijos, sus señoras o pololas, los parientes de las señoras, los primos, los empleados y secretarias, los juniors… ¿Cuántas sociedades me dijo que tenía el hermano de su primo, con quién almorzó en Palacio el día de año nuevo…? Y así.


Esto es lo grave del problema. La querella del diputado Gutiérrez puede no tener fundamento, pero según como se trate el tema, tal vez obligue a dar respuesta a la más estúpida de las preguntas.


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Published on March 21, 2017 02:25

Sesgos del currículum

EL CURRICULUM para tercero y cuarto medio que el gobierno ha puesto en discusión contiene cambios radicales que no debieran pasar desapercibidos, especialmente en las áreas de aprendizaje y en la asignatura de educación ciudadana.


La definición de las “áreas de aprendizaje” no es nada inocente. Tres son las áreas: “Lengua y humanidades” (con artes y filosofía); “ciencias: naturaleza y sociedad” (ciencias naturales y matemáticas junto a historia, geografía, ciencias sociales, y educación ciudadana); y “desarrollo personal” (educación física, salud, orientación). Cada área contendría una experiencia formativa común y una visión integrada de sus disciplinas. ¿Por qué entonces historia comparte una misma área junto a química, física y biología? Más de alguien podrá pensar que se deslizó un error. Pero no es así. La construcción de esta área de aprendizaje devela la visión del ser humano que recorre la propuesta, y hay que detenerse en ella.


En efecto, la asignatura de ciencias naturales, con sus tres disciplinas, domina el área e impone una visión determinista de lo humano. Entre sus propósitos formativos propone abordar “la relación persona-sociedad-medio ambiente” como “sistemas socioecológicos” cuyo “comportamiento colectivo” está determinado. Específicamente, se propone un cambio de paradigma para abordar “la complejidad de los problemas de la sociedad”, que consiste en que cualquier problema social puede representarse como un “modelo de sistema”, así con el uso de modelos es posible comprender el mundo y solucionar los problemas contemporáneos. Podríamos continuar. El punto es que en esta propuesta curricular la persona, inteligente y libre, heredera de una tradición cultural y constructora de su presente y futuro, es fagocitada por sistemas deterministas, inteligibles únicamente a través de modelos. Esa la visión que en el nuevo currículum las ciencias imponen al conocimiento histórico y social.


En cuanto a la educación ciudadana, esta propuesta constituye un retroceso. La nueva asignatura empobrece y sesga la formación ciudadana. En ella, los objetivos definidos no parecieran dar oportunidades de aprendizaje, por ejemplo, sobre los poderes públicos, Congreso, Tribunales, ministerios, ni sobre representación política, y estado de derecho, ni tampoco para el aprendizaje de la economía, sus conceptos y problemas, ausentes del currículum excepto por un guiño en el área de matemáticas; en ciencias sociales no se enseña economía sino que se trata que los estudiantes se comprometan “respecto de las principales consecuencias de los procesos económicos en los sectores más pobres y marginales”. Por lo demás, la debilidad de la dimensión cognitiva cruza toda la propuesta, ya que no se definen habilidades cognitivas ni contenidos a enseñar. Más aún, ante la indefinición de contenidos, la educación ciudadana promueve la participación estudiantil, no como se la ha entendido hasta ahora sino llegando “hasta la toma de decisiones con respecto al qué se aprende y cómo se aprende”. Es decir, serán los estudiantes en cada sala de clase quienes definirán los contenidos de su educación ciudadana. ¡Vaya participación!


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Published on March 21, 2017 02:20

Crítica a un liberalismo versión Walt-Disney

La discusión en nuestro medio sobre el liberalismo, en no pocos defensores y detractores, posee una particularidad: se hace desde la sátira. Análogamente  se puede indicar que alguien como Henry Boys es una versión de “villano” de Walt-Disney tanto de un intelectual como de un conservador, por eso nadie medianamente serio va  criticar al conservadurismo asumiendo al niño-Boys como paradigma de sus supuestos y significado histórico; es una caricatura de poca monta. En el caso el caso del liberalismo, aunque nunca en extremos tan patéticos, tanto en muchos de sus apologetas como de sus críticos , ocurre un fenómeno similar, no pocas veces se  confunde (sin más) con “neo-liberalismo”, se ataca su alcance histórico recurriendo a versiones academicistas del mismo e inclusive, no rara vez, con análisis de los mismos autores que se citan como fuentes, equivocadas, desfiguradas por el desconocimiento  o pobretonas. En algunos casos es muy entendibles (y excusable): Son errores propios de excesiva juventud o simple  falta de experiencia investigativa  y poca madurez en el análisis, propio de individuos que aún se encuentran doctorándose, vale decir, están en plena formación.


Pero ha sido sorpresivo el que ese error provenga de alguien como Hugo Herrera. No solo es un meritorio intelectual público sino que además un reconocido académico, sin lugar  a duda. El problema no es criticar el liberalismo (como lo ha demostrado el republicanismo) sino los argumentos que se entregan.


Herrera en una columna reciente (La Segunda, La Aporía del Liberalismo, 14-03-17) indica que “el liberalismo estricto, en cambio, con su énfasis en la libertad individual, si ha de ser consistente con él, debe, en definitiva, renunciar a esa dimensión humana colectiva y su plenitud específica”. Rematará indicando que la “intensidad política” sería incompatible con un verdadero liberalismo (el aumento de uno implicaría  la disminución del otro). Por eso, a juicio de Herrera,  una política liberal consecuente debería ser “algo así como la limitación de lo político”.  Eso explicaría la incapacidad liberal de organizarse políticamente.


Lo primero, es que asaltan, a simple vista,  dudas  sobre la aseveración histórica como un absoluto “los liberales son incapaces de organizarse políticamente”:  Si no se  distinguen períodos históricos (Gran Bretaña siglo XIX, la Francia de Giscard, etc) y distintas realidades (Canadá, Australia, Japón, Dinamarca, Holanda, Bélgica, todos ejemplos de los contrario)  sin matices, es  una aseveración temeraria.Sobre el razonamiento, pasa algo similar, por ejemplo: ¿De dónde deduce Herrera que lo “estructuralmente común” implica la imposibilidad de la “individualidad” (o viceversa)? De ser así, significaría que en lo “estructuralmente común” no existe autonomía de quienes participan. Es la autonomía ( no el “el fragor de las inclinaciones”)  la base de la individualidad;  por tanto, de estar en lo correcto Herrera, en lo “estructuralmente común” no podría existir deliberación, esta última, supone individuos autónomos que se reconocen como iguales. Suponer la posibilidad de deliberación sin individualidad (autonomía) es sostener una extravagancia lógica del tipo “toda deliberación es posible, si y sólo si, los agentes no son autónomos”.


Sigamos. Hay aseveraciones que no es posible determinar su derivación. Unos botones de muestra: Cuál sería la exigencia lógica para que  solo en lo “estructuralmente común” sean posibles  vivencias como “solidaridad en momentos de catástrofe” o “emoción en momentos cruciales de nuestro destino” (sic): ¿Acaso la simpatía por la tragedia de otros o la alegría por el éxito ajeno, no son experiencias personales e individuales? Se puede suponer que el  argumento de Herrera, para hacerse sostenible,  asume que la idea de “individualidad del liberalismo” excluye toda experiencia común con y de los otros. Esto último es falso teórica e históricamente. Por eso, inclusive,  se equivoca sobre la aporía del liberalismo, la cual es: no ha sido un movimiento de masas pero es hegemónico.


El origen del error es doble: reducir la idea liberal de individualidad a una suerte de “individuos hobbesianos en estado de naturaleza”. Si fuera así, autores como Judith Shklar, George Kateb o el mismo J.S. Mill, no serían liberales, entonces: ¿Qué serían? Si hasta un liberal hobbesiano como Richard Flathman no acepta como válidas las consecuencias que Herrera obtiene de una antropología de ese tipo. Luego, y muy relevante, desatender la naturaleza ideológica (que no necesariamente corresponde a  la del academicismo) del liberalismo. En su beneficio, se puede señalar que es una confusión  no extraña, que afecta también a defensores del liberalismo: Creer que leyendo a alguien como Rawls se podría tener un debido acercamiento a la forma que tomó el liberalismo histórico en movimientos, partidos y prensa de batalla. Eso lleva a desconocer en el análisis la acción política del liberalismo.


Efectivamente, la versión rawlsiana de liberalismo puede ser acusada de utopismo (Skinner) o de defender una normatividad abstracta desanclada de la praxis política (Freeden), por eso mismo, no es de extrañar que no sea la base de programa político alguno y  su éxito se concentre en conferencias, publicaciones académicas y tesis de grados. Es parte de la industria de las universidades de la Ivy League y de las que buscan similar aceptación.


Ese análisis sin consideración del liberalismo y su acción histórica lleva a la equivocada conclusión que es ‘apolítico’. Si la naturaleza de lo político es como indica Maquiavelo, el conflicto, en ese caso, el liberalismo ha sido fuertemente político por ser agonal. En principio, lo que la historia no has mostrado, son ‘liberalismOS’ que han pugnado en distintas etapas entre sí y contra otros. Desde el liberalismo clásico con fuerte énfasis en las libertades y derechos individuales como fuentes emancipadoras contra sociedades organicistas y jerárquicas, posteriormente el  social-liberalismo (por ejemplo el New liberalism británico de fines del siglo XIX) donde alguien como Hobhouse defenderá que  todo liberal se relaciona con otros entendiéndolos como compañeros, de donde  se seguiría que la injusticia social, incluida la pobreza, no son problemas del “mercado” sino tareas de la política; por eso el estado no debería desentenderse de ellos. Es muy clarificador al respecto su panfleto “Liberalism” (Hobhouse, 1911). ¿No es la crítica al imperialismo de autores como Hobson informada por este tipo de liberalismo? ¿Son Hobhouse y Hobson defensores de la apoliticidad o de un individualismo que ‘niega al otro’? De igual forma, la historia de un medio de comunicación liberal norteamericano, central en la historia del liberalismo de ese país, como The Nation, justamente, es una muestra de negación de la indiferencia  “por los otros” que indica Herrera como característico del liberalismo. Por el contrario, una marca registrada de él ha sido  la lucha de los derechos civiles, la igualdad de género y la defensa de minorías sexuales y étnicas. Por cierto, si se considera al ‘neoliberalismo’ como una forma de ‘liberalismo’ y no de conservadurismo-reaccionario, en ese caso, pertenecería  a una familia distinta a las anteriores (con las cuales se relacionaría como ‘un enemigo’) donde el resguardo y expansión de la lógica del mercado sería lo central.


La idea de que el ‘I am free’ de los liberales es un grito en favor de individuos atomizados y hedonistas, no resiste la prueba de la historia de los activistas, prensa, movimientos y partidos, que han defendido justamente ese ‘I am free’ como el levantamiento para visibilizar   intereses de otros, para transformarlos en igual derecho para todos.


Schmitt, con la brillantez que lo caracterizaba, presentó una imagen del liberalismo como una fuerza apolítica. Lo anterior, no por no ver lo evidentemente ‘político y agonal’ de los movimientos liberales históricos, sino para defender una idea de comunidad identitaria, donde la vida política plena era inseparable del rol activo de sus miembros, para así lograr su propia comprensión como ‘amigos’ respecto de otros que serían sus ‘enemigos’. Sí, esa forma de entender lo ‘político’ no es liberal (tampoco republicana), es la negación de todo cosmopolitismo posible y debe ser combatida por quienes defienden alguna suerte de liberalismo entroncado con un individualismo democrático.


Eso mismo, ser un defensor de la libertad de otros y sus derechos, es lo que ha transformado al liberalismo en una fuerza hegemónica, a un nivel tal, que ‘valores democráticos’, ‘mundo moderno’ y ‘estado de derecho’ son inseparables de su propio desarrollo. Si hasta los conservadores han tenido que mimetizarse con sus valores, a veces arrodillándose con serena humildad, para  tener aceptabilidad.


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Published on March 21, 2017 02:15

Reforma Curricular 3º y 4º medios: avance en calidad

 


La reciente reforma curricular de 3º y 4º medio propuesta por Mineduc tiene el potencial de ofrecer a los jóvenes una formación de calidad que los habilita mejor para la sociedad global, tecnológica y multicultural en la que les tocará desenvolverse en su vida adulta.


La propuesta del gobierno incluye un apretado itinerario de validación institucional que si bien imperativo, requiere esfuerzos mayores de coordinación por parte del Ejecutivo que eviten que la propuesta quede estancada como otros de sus proyectos educacionales. La propuesta curricular acierta en asuntos que requerían abordarse con urgencia para mejorar la calidad educacional. Propone una base formativa común en las tres modalidades de enseñanza, añadiendo equidad curricular para los estudiantes técnico-profesionales que accederán a contenidos que estaban ausentes de su formación general, al tiempo que propone un plan común mediante objetivos de aprendizaje nucleares descomprimiendo el abultado currículum actual.


Incluye dos propuestas inéditas y de alta relevancia: asignaturas elegibles y un curso de proyectos. La primera consiste en la incorporación de flexibilidad en el plan de estudios para que los estudiantes elijan tres asignaturas de profundización contando con alrededor de una veintena de opciones como programación computacional, estética, argumentación, probabilidades o ciencias de la salud.  Hasta ahora los estudiantes podían elegir en el caso de la modalidad Humanista-Científica tracks diferenciados entre una u otra, pero no podían explorar áreas específicas de su interés.


Ello otorgará protagonismo a los estudiantes, posibilidades de gestionar sus trayectorias formativas y ensayar su futuro, siendo una actividad formativa en sí misma. Al respecto, CEPPE-UC desarrolló durante 2016 estudios sobre el significado de la Calidad de la Educación en estudiantes de enseñanza media de diferentes estratos socioeconómicos y tipos de establecimientos. Un hallazgo llamativo fue la crítica existente entre los estudiantes sobre la inflexibilidad del currículum para explorar sus intereses. Se encontró que los estudiantes secundarios experimentan un currículum rígido que limita el despliegue de su autonomía progresiva, que en el nivel de educación media en particular, se expresaría en la oportunidad para que tomen decisiones sobre su formación, tal como deberán hacerlo en su vida académica post-secundaria, en tiempos de acceso masivo a la educación superior. Hasta hoy, en términos de flexibilidad para que los estudiantes incidan en su formación, la educación media es casi equivalente a la educación básica, donde el plan de estudios está predeterminado desconociendo el momento etario de los estudiantes secundarios.


También identificamos críticas de los estudiantes a prácticas de enseñanza centradas en el control, prescripción y escasas oportunidades para que los estudiantes produzcan, exploren, investiguen por sí mismos en base a objetivos de aprendizaje definidos y guiados por sus profesores. Al respecto, la propuesta de una asignatura de ‘proyectos’ responde a las demandas que la sociedad hace hoy a la educación, en un mundo que requiere respuestas, creatividad e innovación frente a problemas cotidianos y globales cada vez más impredecibles como los conflictos culturales o desastres ecológicos. Ante ese escenario futuro, una educación estandarizada y basada en la transmisión de contenidos testeables como la actual contribuye poco a la formación de las nuevas generaciones.


La propuesta comienza ahora un ciclo de validación que incluye una consulta on-line a las comunidades escolares y expertos, mesas de discusión con especialistas, todo lo cual será insumo para fortalecer la propuesta que enseguida será discutida por el CNED. Este itinerario es fundamental y responde al estándar contemporáneo del diseño de políticas públicas que sugiere co-construir las iniciativas a nivel local, pero una gestión técnico-política deficiente del proceso podría diluir la aprobación de una reforma urgente para nuestra educación. La capacidad de gobierno para materializar esta iniciativa está en juego. Colaborar con el perfeccionamiento y aprobación de esta propuesta es una tarea de todos los sectores.


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Published on March 21, 2017 02:05

El aporte de la tecnología en el sector minero

Educación, transporte, agricultura, retail, comunicaciones, son algunas de las áreas donde vemos la irrupción de la tecnología de forma más común. Sin embargo, hay industrias que se han visto totalmente beneficiadas por las TI. Es el caso de la minería.


Chile se ha destacado desde principios de S.XX hasta hoy, por su capacidad de exportación de materias primas, como el cobre y ahora último el litio. Pero, ¿qué sería de este boom de comercialización de minerales sin un apoyo continuo de las tecnologías?


La tecnología, desde siempre, ha dado importantes innovaciones y avances en soluciones para el sector de la minería, ayudando a optimizar procesos productivos en pro de la eficiencia, competitividad y agilización en las faenas de extracción de materiales, por ejemplo, mediante camiones automatizados que pueden desplazarse sin la necesidad de tener un conductor al volante.


De hecho, según estimaciones de la Comisión Chilena del Cobre y el Ministerio de Minería, durante los próximos 20 años en nuestro país se invertirán aproximadamente US100.000 millones en la compra de nuevas maquinarias y sistemas que reduzcan tiempo y agilicen procesos y es aquí cuando las TI tienen un desafío importante ya que ésta debe alinearse con el negocio para generar mejoras productivas, recopilar datos y aumentar la rentabilidad de las inversiones. Últimamente una de las tecnologías adoptadas por esta industria es la del Big Data.


La minería es una de las áreas de la economía chilena donde más se pueden recoger datos, puesto que la cantidad de sensores interconectados pueden entregar cientos de infinitas posibilidades de información, la que se puede aprovechar para la disminución de costos, potenciar los procesos y otras labores, ya que contar con una gran cantidad de información, analizada y procesada en tiempo real, puede marcar importantes diferencias en las faenas.


No cabe duda que las TI son las que proporcionan, dentro de esta área de producción, una perspectiva general de la gestión del conocimiento, facilitando la comunicación entre sistemas y subsistemas, mejorando el control y automatización de procesos que son cada vez más complejos. En base a esto, la tecnología puede aportar con las operaciones mismas de la faena, haciendo que el proceso minero se haga más continuo y fluido.


Sabemos que los principales desafíos en la industria minera son el potencial la competitividad, aumentar la seguridad y tener una mayor automatización de procesos. Para ello, las TI en la minería son importantes. El futuro depende de un mayor conocimiento de las diversas áreas de negocio, ya sea producción, transporte, finanzas, etcétera y, por medio de la tecnología, las diversas industrias, sobre todo la minera, podrán aumentar de forma progresiva su productividad.


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Published on March 21, 2017 02:00

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Pedro Cayuqueo
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