Pedro Cayuqueo's Blog, page 20
December 14, 2017
Tiro de gracia al nuevo Sernac: pan para hoy, hambre para mañana
Una parte del empresariado debe estar celebrando que el nuevo Sernac estaría pronto a recibir un tiro de gracia por parte del Tribunal Constitucional. Es difícil comprender la miopía de esa actitud, la incapacidad de entender que echar abajo un Sernac que ayude a pavimentar un camino de recuperación de las confianzas entre empresas y consumidores es simplemente pan para hoy y hambre para mañana.
Según lo que fue filtrado hace algunos días por este mismo medio, se estaría eliminando una serie de facultades normativas y sancionatorias que estaban contempladas en la recientemente aprobada ley. No entraré aquí en la larga discusión legal que ha rondado a este proyecto de ley. En cambio, luego de más de tres años de tramitación de esta normativa, y ante una eventual bomba (de racimo, han dicho algunos) a los cimientos de la posibilidad que el Estado pueda jugar un verdadero rol de contrapeso ante el mercado, me parece más relevante analizar la errada estrategia que han seguido algunos de los gremios empresariales.
Han pasado poco más de siete años del destape del caso La Polar, el que se convirtió en el emblema del abuso masivo a millones de chilenos. El retail financiero dio así el puntapié inicial a una infeliz secuencia de escándalos que fueron gradualmente socavando la confianza ciudadana en las empresas. Según la encuesta “Chilenas y chilenos hoy”, de Espacio Público e Ipsos, que dimos a conocer hace algunas semanas, el 81% de las personas cree que los abusos de las empresas no han disminuido en los últimos cinco años. Esto coincide con la bajísima confianza en las empresas que reiteradamente ha reportado la encuesta CEP en los últimos años –entre el 2014 y el 2017 nunca supera el 15%–.
Ese mismo retail financiero, a través de la Cámara Nacional de Comercio, ha encabezado la batalla final contra el nuevo Sernac. Esto es no entender que el problema no es un Estado que supuestamente busca levantarse como un Leviatán. El problema son esos millones de consumidores descontentos con las condiciones y el trato que reciben a diario de parte de muchas empresas. El problema es el caldo de cultivo para medidas mucho más drásticas que esa sensación permanente de abuso genera. Basta con mirar el caso de las AFPs. Siendo por años exitosas en mantener el status quo, lograron acopiar un nivel de desprestigio que llevó a más de un millón de personas a las calles exigiendo su desaparición.
Una estrategia con visión de largo plazo habría optado por allanarse a buscar la mejor ley posible. Un Sernac robustecido no debiera representar una amenaza para las empresas que buscan hacer las cosas bien –las que ciertamente son muchas–. Al contrario, debiera constituir un alivio, al nivelar para arriba a empresas con malas prácticas que de lo contrario desprestigian la labor empresarial y pueden operar a menores costos. Por ello, sería lamentable que aquellas empresas que buscan mantener el status quo hayan prevalecido.
Los empresarios dicen ser los maestros de convertir amenazas en oportunidades. Si la sentencia del Tribunal Constitucional se confirma, no habría nada que celebrar; significaría que acaban de desaprovechar una gran oportunidad. En la necesidad de reforzar el Sernac había un consenso tal que hasta Evelyn Matthei, en su candidatura presidencial del 2013, contemplaba en su programa una ambiciosa reforma. Un tiro de gracia al nuevo Sernac sería más bien un disparo en los pies de las mismas empresas, puesto que significaría seguir calentando una olla a presión sin válvula de escape.
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El año de las mujeres
En 1992 sucedió algo inédito en Estados Unidos. Nunca antes cuatro mujeres habían sido elegidas para el Senado en un mismo año electoral. La prensa lo caratuló como “Year of the Woman”. No le hizo pizca de gracia a la senadora Bárbara Mikulski. Afirmó que las mujeres “no somos una moda, una fantasía o un año”. Más enojada todavía, dijo que llamarlo así lo hacía sonar como el “año del caribú” o el “año del espárrago”.
Ha pasado un cuarto de siglo y, si tal denominación sonó exagerada entonces, parece pertinente ahora. La revista Time acaba de dedicar su portada de 2017 a las mujeres que denunciaron ser víctimas de acoso o abuso sexual a partir del caso Weinstein, desencadenando un movimiento mundial: #Metoo (Yo también). Desde ahora, veremos coexistir la esperanza con los ajustes de cuentas, mientras se alzan voces que reclaman un debate público sobre algo que ha sido tabú: la naturaleza de la líbido masculina.
En paralelo, desde el mundo de las estadísticas, nos cae un vaso de agua fría: los últimos datos del Índice de Potenciamiento de Género (IPG), elaborados por el World Economic Forum (WEF), muestran que la brecha de género se habría ampliado, por primera vez, desde 2006, año en que se inició la medición.
¿Cómo impactan estos sucesos en Chile? Si los recientes debates electorales sirven como test, la respuesta es decepcionante. En principio, el gobierno que termina pareciera haber hecho bien las tareas. Ahí están el aumento de la participación política femenina gracias a una ley de cuotas, la aprobación de las leyes de unión civil y de despenalización del aborto en tres causales, así como el reforzamiento de la maquinaria estatal de género a través de un ministerio. Desde la perspectiva de las deudas pendientes, grandes avances pero, desde los estándares internacionales, nada del otro mundo. ¿Será por eso que, en la última Encuesta Humanas, 87% de las chilenas se siente discriminada y considera que Chile es todavía un país machista?
En plena cuenta regresiva de la segunda vuelta presidencial, resulta inevitable no apelar a Amélia Valcárcel. Ya la filósofa feminista señaló alguna vez que, cuando se analiza históricamente el voto femenino, se constata que las mujeres suelen padecer un problema de memoria política: “…dan el voto a quienes se lo negaron, dejan que administre su libertad quien la impidió a toda costa y entregan su recién adquirida educación a las opciones que quisieron mantenerlas analfabetas”.
Por ello, imposible no recordar el 17 de diciembre a Nicole Saavedra Bahamondes, 23 años, lesbiana, que fue secuestrada, torturada durante siete días y asesinada el 25 de junio de 2016. Mi voto será con un Chile en mente: uno donde su muerte no quede impune y donde, cualquiera sea la vida que una mujer elija para sí, ello no le suponga ser perseguida.
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La campaña eterna
Después de casi ocho meses de intensa campaña, es un alivio que todo termine este domingo. El 3 de mayo fueron inscritas las precandidaturas para las primarias y desde entonces el ambiente electoral no ha cesado de acompañarnos. Demasiado tiempo de exposición para unos candidatos que a estas alturas tienen poco nuevo que aportar.
Así, el 17 de diciembre no solo elegiremos Presidente de la República, sino que también nos sacudiremos -por fin- de una campaña presidencial eterna. El proceso se ha hecho tan largo que incluso los candidatos lucen sin chispa y cabreados de hablar una y otra vez de lo mismo. Los temas centrales quedaron establecidos hace meses y una letanía monocorde sobre las pensiones, la salud, la educación y la delincuencia suena como ruido de fondo en nuestras pantallas, los diarios, la radio, las conversaciones y la sobremesa.
Nada ha podido romper esa inercia. Ni siquiera los cambios de opinión o los zigzagueos -Piñera sobre la gratuidad; Guillier sobre el CAE- consiguieron inyectarle adrenalina a una campaña que en las últimas semanas dejó de lado el drama y lo reemplazó por el tedio.
En el debate del lunes, por ejemplo, se pudo apreciar a unos candidatos agotados. Las novedades fueron casi nulas; las caras, conocidas; las preguntas y las respuestas, repetidas; los énfasis y las metáforas, trillados. Más allá de algún intercambio áspero, poco quedó para masticar y digerir.
Una vía de solución podría ser acortar los plazos de campaña, lo cual reduciría los costos económicos para los candidatos y beneficiaría a los postulantes nuevos y los que tienen menor acceso a fondos, tendiendo a emparejar la cancha. También obligaría a todos a ser más concretos y eficientes en la elaboración de propuestas y mensajes, con el propósito de aprovechar mejor un recurso que se haría más valioso y que hoy es superabundante: el tiempo.
La desventaja podría ser que acortar los plazos eventualmente perjudicaría a las caras nuevas, pues limitaría sus chances de darse a conocer. Sin embargo, esto se aplica solamente a la primera ronda. En la segunda, en cambio, los dos finalistas ya son plenamente reconocibles y han superado una primera valla electoral. Reducir el lapso entre ambas votaciones minimizaría asimismo las posibilidades del intervencionismo del gobierno y forzaría realineamientos rápidos y efectivos.
La experiencia internacional es variada. En Perú transcurren dos meses entre la primera y la segunda ronda; en Francia, el balotaje se realiza apenas dos semanas después de la primera votación. Entre ambos casos se ubican Ecuador (un mes y medio), Argentina (un mes) y Brasil, Colombia y Rusia (tres semanas).
En Chile los plazos electorales se han ido “norteamericanizando”, con una campaña cada vez más prolongada y letárgica cuya extensión resulta desmedida para un país del tamaño y la población del nuestro.
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La colaboración como motor para la sustentabilidad
Hace un par de años celebramos el gran logro de que ninguna de las fábricas ni oficinas de Unilever enviaba residuos al relleno sanitario, sin duda un enorme orgullo por el que seguimos trabajando todos los días. Pero rápidamente nos dimos cuenta que nuestros resultados son insuficientes cuando el impacto se acota hasta donde podemos llegar solos.
El logro era importante, pero con esto no habíamos llegado a la meta, sino que más bien recién estábamos iniciado un camino. Comenzamos entonces a hacernos el siguiente planteamiento: si los residuos que deja de enviar Unilever al relleno sanitario durante un año equivalen a tres días de cierre del relleno de Santa Marta y a sacar de circulación 700 camiones de basura por año, ¿se imaginan lo que podrían lograr un grupo de más de 10 empresas? Abrimos las puertas de nuestras fábricas e invitamos abiertamente a conocer cómo lo estábamos haciendo, aprovechamos todos los espacios para invitar a quienes quisieran sumarse; así descubrimos que varios estaban trabajando objetivos similares, y que la reducción de residuos es un tema de interés público, especialmente si consideramos que se trata del segundo problema medioambiental en Chile. La colaboración fue la clave para avanzar.
Hace unos días, encabezados por el Ministerio de Medio Ambiente y la Agencia de Cambio Climático y Sustentabilidad, un grupo de 14 compañías articuladas a través de Acción Empresas firmamos el compromiso de abordar juntos la problemática de residuos en Chile y hemos dado los primeros pasos para generar un Acuerdo de Producción Limpia de cero residuos. Esta valiosa alianza público privada de carácter voluntario se gestionó a través de una herramienta disponible desde hace años para realizar acuerdos entre el Estado y el mundo privado, lo que nos permitirá contribuir desde nuestros negocios a disminuir el envío de basura a los rellenos sanitarios e incentivar el desarrollo del mercado del reciclaje.
El camino que hemos emprendido como red de empresas en el acuerdo cero residuos, puede además ayudar a potenciar el mercado de la gestión y reciclaje de residuos, que es uno de los puntos que creemos relevantes para una exitosa implementación de la Ley REP. Y por consecuencia, es una muestra de cómo la colaboración puede generar cambios importantes de cara al medio ambiente, la comunidad y el país.
El Objetivo de Desarrollo Sostenible número 17 de las Naciones Unidas habla de alianzas para lograr los objetivos. Y es eso lo que estamos haciendo, nos hemos unido y hemos utilizado la institucionalidad vigente que tiene el Estado a través de la Agencia de Sustentabilidad y Cambio Climático para avanzar hacia la producción limpia que requiere nuestro país. Pero sabemos que siempre hay buenas prácticas y buenas ideas desde la sociedad civil que no conocemos y que abren la posibilidad de hacer nuevas alianzas para hacer aún más sólido el camino; queremos conocerlas todas y rescatar cada idea que pueda ayudarnos a avanzar en colaboración.
Este es solo un ejemplo y un primer paso, hay múltiples desafíos en ámbitos diversos que para lograr resultados relevantes requieren del acuerdo de todos los actores de la sociedad, el mundo público, el privado y la sociedad civil.
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El futuro de la inversión
Una discusión abierta en el país en el último tiempo es acerca de la capacidad con que contamos para predecir la inversión, factor fundamental para asegurar un crecimiento económico sostenido. Da la impresión que no existieran buenos predictores al respecto, salvo el que nos provee la Corporación de Bienes de Capital (CBC), institución que ilustra acerca de los proyectos en cartera, con una planificación de obras más o menos cierta.
Por su parte, la Asociación de Ingenieros Consultores (AIC) genera regularmente un índice de horas hombre (HH) ocupadas en ingeniería. Este indicador debiera constituirse en una proyección certera respecto de lo que puede suceder con la inversión, con mayor anticipación que el provisto por la CBC. En efecto, para conocer proyectos que estén en fase de programación cierta es necesario haber hecho al menos la ingeniería de preinversión y haber avanzado en la ingeniería de detalle.
A continuación, presentamos datos provistos por la AIC de HH contratadas por el sector público y el sector privado para el último trimestre (junio-septiembre) en ingeniería de preinversión e ingeniería de detalle.
Igual Trimestre 2016
Segundo Trimestre 2017
Ingeniería de Preinversión
-11%
+0,3%
a. sector público
+65%
-20%
b. sector privado
-22%
+9%
Ingeniería de Detalle
+19%
-3%
a. sector público
+27%
-24%
b. sector privado
+18%
+2%
Fuente: AIC
De acuerdo a estos datos se podría inferir que, en efecto, el mayor dinamismo de la economía no vendrá en el corto plazo necesariamente del sector de la inversión, consistente con la información provista por la CBC. De hecho, las HH de ingeniería en preinversión y en proyectos no varían sustancialmente entre el tercer trimestre del 2017 e igual período del 2016. Tampoco es posible sacar demasiadas conclusiones respecto del comportamiento de la ingeniería en relación al trimestre inmediatamente anterior.
Sin embargo, hay señales interesantes que habrá que evaluar detenidamente en relación al comportamiento del sector público y de sector privado. La Ingeniería de preinversión privada ha disminuido en relación a igual trimestre del año pasado, pero se incrementó en un 9% respecto del segundo semestre de este año, lo cual puede mostrar signos de mayor interés por prospectar proyectos de cierto significado. Eso se complementa con un incremento del 2% para igual período de la ingeniería de detalle, lo cual puede ser consistente con un moderado cambio de expectativas.
El efecto positivo de este aumento se ha visto mediatizado por una disminución de las HH en ingeniería contratadas por el sector público. Tanto en lo que se refiere a ingeniería de preinversión como en ingeniería de detalle, el sector público muestra una caída respecto del trimestre inmediatamente anterior de un 20% y un 23% respectivamente. Esto es consistente con el período político que se vive y el fuerte incremento de la contratación de ingeniería pública este año en relación al año anterior. De hecho, si se compara el tercer trimestre con igual período del 2016 el incremento de las HH contratadas por el sector público es de un 65% para la ingeniería de preinversión y un 27% en ingeniería de detalle. Una expresión de esto debiera ser el aumento de proyectos de concesiones en proceso de licitación por parte del MOP, cartera que por metodología no figura entre los proyectos que debieran ejecutarse en los próximos 5 años, de acuerdo a la CBC.
En consecuencia, de acuerdo al comportamiento de la ingeniería es posible concluir que en el futuro cercano debiera producirse una expansión de la inversión no despreciable. Por una parte, esto debiera ser expresión del aumento de las contrataciones del sector público, en relación al año 2016, y del aumento de la contratación privada durante el último trimestre de este año, en relación al trimestre inmediatamente anterior. Si esto es así, es posible suponer que este aumento de la inversión -que podría materializarse de aquí a unos 12 meses-, debiera comenzar a aparecer en los indicadores de la CBC a partir de marzo del próximo año.
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Cifras que no cuadran
En la etapa final de la campaña presidencial, los candidatos se han encontrado en el debate televisivo frente a la necesidad de corregir a miembros de sus equipos técnicos. Los equipos técnicos, ya sea en las campañas o en el gobierno, no son los que mandan y los que priorizan. Mandan y priorizan los presidentes, colegislando con el parlamento, que son los que reciben el mandato popular para ejercer la autoridad pública en el marco del Estado de derecho. Esto lo vivieron en carne propia los ministros de Hacienda y Economía en agosto recién pasado, cuando intentaron interponerse en una decisión de la Presidenta de la República y de su Comité de Ministros en materia de asuntos ambientales a propósito de la inversión en la Minera Dominga. Esta inversión presentaba problemas en la preservación de un ecosistema marino y no fue autorizada. Los ministros que quisieron mandar por sobre la Presidenta fueron reemplazados y no pasó nada.
Con los años, se ha agravado una distorsión en Chile. Los economistas ortodoxos tienen una tendencia crecientemente inapropiada y carente de fundamento a creerse dueños de la verdad y a considerar que la dirigencia política no es competente. Y a tildar de populista todo lo que se mueve. Solo ellos no lo serían y se auto-atribuyen una especie de mandato mesiánico de preservación del orden por sobre los demás mortales.
Las realidades económico-sociales son complejas y requieren de miradas multidisciplinarias desde el punto de vista de los saberes y diversas desde el punto de vista de los intereses a considerar, articulando el corto con el largo plazo. El tecnócrata clásico suele ser de mirada limitada y corta. Es cada vez menos capaz de entender la complejidad y de recomendar buenas decisiones de política, es decir que tengan una dirección precisa, pocos efectos colaterales indeseados y consenso suficiente. Aquí, lo supuestamente mejor suele ser enemigo de lo bueno. El gobierno de los expertos o “de los que saben”, alguna vez recomendado por los pensadores griegos clásicos, simplemente no forma parte de los cánones democráticos. Gobiernan en la modernidad democrática aquellos que son elegidos por el pueblo, por períodos delimitados de tiempo, en una dinámica en que la mayoría orienta las decisiones, con contrapesos institucionales que eviten arbitrariedades que conculquen los derechos fundamentales, y con el derecho de las minorías a procurar transformarse en mayoría en la siguiente elección periódica. Los expertos en esto tienen poco que ver. Es un asunto de los ciudadanos y de la sociedad y de las ideas y valores que profesan y de los intereses que sostienen. En democracia todas las materias de la esfera pública son en esencia debatibles y ojalá sean objeto de buenas deliberaciones contradictorias, aunque esto moleste a los espíritus simples y dogmáticos.
Dicho lo anterior, el intento de Sebastián Piñera de aparecer corrigiendo en el debate televisivo a Alejandro Guillier en materia de cifras económicas fue poco ecuánime y arrogante al insistir en la caída del promedio de actividad del año 2009. Alejandro Guillier afirmó que Sebastián Piñera tomó una economía en crecimiento y la dejó en desaceleración. Esto es totalmente cierto: en el tercer y cuarto trimestres de 2009 la economía creció en términos desestacionalizados en un 1,4% en cada período, una muy buena cifra, y se detuvo temporalmente en el primer trimestre de 2010 por el devastador terremoto, luego de que en los tres trimestres anteriores al segundo semestre de 2009 el PIB desestacionalizado había caído como fruto de la crisis internacional y una reacción tardía de la política monetaria y fiscal. Los primeros tres años del gobierno de Piñera se beneficiaron del plan reactivador de Bachelet en 2009 y del impulso fiscal provocado por el terremoto, junto a un muy buen precio del cobre. En el cuarto trimestre de 2013 y el primer trimestre de 2014, al terminar el gobierno de Piñera, la economía creció solo en 0,5% y 0,1% en términos desestacionalizados, impactada por el inicio de la caída de la inversión minera a raíz del nuevo ciclo internacional negativo de precios del cobre. A mayor abundamiento, el déficit fiscal efectivo fue -0,5% del PIB, con el correspondiente incremento de los pasivos estatales. Nada de esto fue, a sabiendas, mencionado por Piñera.
Sebastián Piñera hizo en el debate presidencial televisivo, además, un descubrimiento tardío: luego de afirmar que Guillier no tenía programa, ahora no solo el programa existía sino que además lo había estudiado. Y descubierto que valía cuatro veces más que lo calculado por sus autores, poniendo a sus economistas de turno a abundar sobre este intento de construir una post-verdad a última hora, al estilo Trump. El hecho es que el programa de Guillier está dimensionado en 10 mil millones de dólares adicionales en los cuatro años de su eventual gobierno. La condonación de la deuda del CAE y del Fondo Solidario del Crédito Universitario tendría un costo del orden de 250 millones de dólares adicionales por año. Nada que ver con los cuarenta mil millones de dólares literalmente inventados por Piñera y su equipo.
En cambio, lo que todavía nadie explica es desde dónde ni cómo se van a reasignar siete mil millones de dólares del presupuesto para financiar la mitad del programa de Piñera, suponiendo que la otra mitad se la financia el crecimiento. Esto es, adicionalmente, bastante discutible, más aún si se considera la desintegración parcial del impuesto a las utilidades de las empresas respecto del impuesto a la renta de las personas planteado por Piñera en caso de ganar la elección. No nos olvidemos que la reforma tributaria en curso va a aumentar la contribución tributaria del 1% más rico a partir de 2018, como, dicho sea de paso, ha postulado pertinentemente el Frente Amplio. Se trata del corazón de la reforma tributaria de 2015 que Piñera quiere, si llegara a ganar, derogar en beneficio de los más ricos, es decir de él mismo (aunque en realidad eso es bastante relativo porque maneja su fortuna desde paraísos fiscales) y del gran empresariado al que pertenece. Las cifras que no cuadran son las que Piñera ha mencionado para financiar sus promesas. Las que cuadran demasiado bien, de nuevo a lo Trump, son las que permitirían a los más ricos en la sociedad chilena –que lo son bastante y alimentan una de las desigualdades de patrimonio y de ingresos más grandes del mundo, según el Banco Mundial- beneficiarse de rebajas tributarias y de reversiones de la legislación laboral perfectamente injustificadas.
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Bienvenidos a la modernidad
La semana pasada el Fiscal de Neuquén, José Gerez, se reunió con su par de La Araucanía, Cristián Paredes, para compartir información sobre la protesta mapuche en Argentina y sus posibles nexos con Chile. No necesitaba viajar a Temuco para averiguar algo que está más que documentado por la academia y reconocido por el derecho internacional; que los mapuche, acá y allá, constituyen un solo pueblo, una misma nación, preexistente a los Estados modernos como lo reconoce la propia Constitución argentina. Y con nexos tan cotidianos como históricos. ¡Si hasta usamos la misma bandera! Para ello bastaba con Googlear. O con leer alguno de los muchos libros disponibles sobre el tema. Literatura existe y bastante. Y no solo en bibliotecas. También en Amazon.
Contrario a lo que muchos piensan, no es que el “conflicto mapuche” haya cruzado de repente la cordillera de los Andes; ha sido permanente en ambos lados desde que las tropas militares de Saavedra y Urrutia, Roca y Villegas, se coordinaron en la segunda mitad del siglo XIX para invadir e incorporar a la soberanía de los Estados el último territorio libre de América. Hablamos del Wallmapu, el histórico territorio mapuche rico en ganado cimarrón, sal y tierras para el cultivo, y que en su lado oriental tocaba incluso las puertas de Buenos Aires. Basta chequear la toponimia para caer en cuenta de aquello. O visitar alguna de las comunidades mapuche de Los Toldos, en las tierras reconocidas por Mitre y la Legislatura porteña en 1867 al cacique Ignacio Coliqueo.
Mal no les fue a las jóvenes repúblicas con aquella guerra de invasión. Argentina, tras incorporar entre 1878 y 1885 las “quince mil leguas” que retrata en sus libros el cronista Estanislao Zeballos, pasó a ser potencia económica mundial. Y con un PIB per cápita más alto que el de Alemania. Llegó a ser conocida incluso como el “Granero del Mundo”. A Chile tampoco le fue nada mal. Una vez “pacificada” La Araucanía a cañonazos entre 1868 y 1881, rápidamente la región se transformó en la “California chilena”, un imán para colonos extranjeros y hacendados pero también para renegados, bandidos y cuatreros de la peor calaña. Un Far West sureño que pese a la violenta repartija de tierras inicial se transformó a poco andar también en el “Granero de Chile”.
En esta guerra no contada por la historia oficial se encuentra el origen de muchos de los conflictos actuales. De aquella época datan en Chile los Títulos de Merced, el origen de las “Reducciones” hoy llamadas comunidades por la legislación indígena. Son más de tres mil al sur del Biobío. Y no pocas arrastran litigios interminables con propietarios privados que cada tanto estallan en violencia. De la misma época datan las “Colonias de Indios” en Argentina, una de ellas la Colonia Pastoril Cushamen en la Provincia de Chubut. Hablamos del epicentro del conflicto en Patagonia. Allí cerca murió ahogado Santiago Maldonado tras una violenta carga de Gendarmería. Allí cerca las tierras que los activistas de la “Pu Lof” reclaman encapuchados a la familia Benetton. Y no muy lejos, a dos horas por la Ruta 40, Villa Mascardi.
¿Cómo aquellas tierras, reconocidas por el Estado argentino a los mapuches en 1901, terminaron un siglo más tarde en manos italianas? ¿Cómo los Benetton se transformaron en el mayor propietario privado de Argentina con cerca de un millón de hectáreas en Neuquén, Río Negro y Chubut? Son preguntas interesantes para los fiscales de Neuquén y Bariloche. También para el gremio periodístico, muy dado a las noticias falsas y a ser utilizado por los servicios a la hora de manipular a la opinión pública. Lo hemos visto en el caso de Rafael Nahuel. “Activista muere en enfrentamiento” tituló en primera plana la mayoría. Por estos días han debido rectificar. Y es que las pericias han sido concluyentes; no hubo tiroteo, tampoco armas de fuego en manos de los mapuches. Solo piedras.
El conflicto en ambos lados tiene explicación. Hunde sus raíces en la historia. Negar su validez con frases del tipo “los mapuche son chilenos” o “solo trata de indios truchos” es también negar su necesaria gestión política. Este ha sido el principal déficit del gobierno de Mauricio Macri; intentar resolver por la vía policial y a tiros un conflicto que demanda otro tipo de abordaje. Uno más inteligente. La lucha de los pueblos indígenas es todo un desafío para las democracias, un desafío moderno. Interpela a los gobiernos no solo en lo relativo a la propiedad de la tierra, también en su modelo de desarrollo, estructura de Estado y concepción de la identidad nacional, discusiones todas de primer orden. A ello y no a una fantasmagórica RAM de la cual mucho se habla y nada se prueba, se enfrentan hoy los argentinos. Bienvenidos a la modernidad.
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Con guitarra
Es un reto, un desafío. Algunos se lo plantean con tiempo y otros, sobre la marcha. Perspectivas distintas y aceptables. Entendibles y respetadas. Pero ya basta. Llegó la hora volver a emocionarse afuera. No de pena, sino que del goce de algo tan simple como la victoria.
Concluye el torneo y el vacío futbolístico se incuba. Es llamativo ver cómo la lluvia de nombres entrega material suficiente para hacer especulaciones logarítmicas infinitas. Que se podría retrasar a este jugador o comprar a fulano para mover a la esquina a mengano; es parte del discurso que se aprecia durante estos días.
Pareciera que la moral futbolera ya no quiere más bochornos. Que está cansada de papelones en el extranjero. Que la palabra “Libertadores” de por sí ya es lejana. Y que estamos dispuestos a ponernos cualquier camiseta chilena en pos de sentir la victoria en el exterior con algún grado de pertenencia.
Es que la deuda, en América, se sigue agigantando. Da la impresión de que estuviéramos en una isla, alejados de todo aquello en lo que los clubes latinos se ven involucrados. No sirve de mucho ver a un Colo Colo de Guede pragmático y con ese misticismo de campeón, si afuera pareciera que todo lo nombrado hubiese sido parte de un lindo recuerdo.
A la primera te pegan. Y duro. Los reclamos contra los árbitros son alegatos mudos. La paranoia queda para los psicólogos y las mañas deportivas se transforman en cualidades distinguidas, de cátedra, de las mejores habilidades para combatir en la lucha.
El desafío ahora es mayor. Es una prueba de calibre distinto. Algo así como la PSU del fútbol chileno. El equipo de la dignificación parece estar llamado a ser Colo Colo. La llegada de Fernández y Barrios ilusionan, pero un par de nombres no puede solventar un proyecto. Un central. Más volantes mixtos. Un delantero de peso, más la entrega de responsabilidades a juveniles son una buena amalgama para derribar el muro de la fase de grupos.
La U la tiene más complicada. Porque le falta fisonomía, patrón de juego. Un equipo estático, dependiente de la inspiración de las individualidades, que abusa del pelotazo a Pinilla y que extraña con urgencia a alguien que lidere el bastión azul. Debe reforzarse de forma inteligente. El “no” a Montillo es correcto. No puede ser refuerzo un jugador que está retirado. Entregó mucho, sí, pero hoy la U necesita fútbol. Con los pies, en la cancha, no sólo en el camarín. La experiencia es importante, aunque a veces sobra.
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December 13, 2017
Chile, pulpería de campeones
Chile tiene unos cuantos trofeos que lo hacen destacarse en el continente y el mundo. Por ejemplo, sus familias son deudoras líderes, deben cada mes el 66% de sus ingresos, equivalentes al 42% del PIB nacional. Esto sucede porque también somos paladines de los bajos sueldos, buena parte de los chilenos gana menos de 500 dólares mensuales, lo que no ocurre en ningún país que tenga 25.000 dólares de ingreso per cápita como el nuestro. Los precios no tienen relación con lo que gana la mayoría. Por ejemplo, las farmacias y los supermercados encabezan las listas de los que más cobran en el mundo, más que sus pares de Londres o París, ciudades cuyos sueldos mínimos son hasta tres veces superiores al de Chile. Como consecuencia de todo esto, también somos campeones en morosidad; quienes no pagan sus deudas ya sobrepasan los cuatro millones de compatriotas.
Indudablemente estos trofeos nos pueden llevar rápidamente a ponernos primeros en lo que Bob Marley llamó la fila de la desolación, donde cada uno espera que, tal como el príncipe le calzó a la Cenicienta el zapato de cristal y la zafó del infortunio, el destino lo exima de tanta congoja y pésimo futuro.
Nos pasa lo de los constructores de la Torre de Babel, estamos en el mismo sitio viviendo uno al lado del otro sin entender por qué ni para qué estamos juntos. Los de Babel intentaron llegar cada uno por su cuenta a saludar a Dios hasta que trágicamente se dieron cuenta de que lo único que tenían a la mano para salir adelante era al prójimo de carne y hueso al que nunca antes habían mirado a los ojos y ni siquiera sabían cómo se llamaba.
Mirando Chile desde el exterior es difícil entender a los grandes empresarios nacionales. Su acumulación por la acumulación los lleva a no ver su país ni a su gente. A perder completamente el sentido de lo que hacen.
Mientras el resto de los chilenos compra diariamente en sus supermercados y grandes tiendas, ve sus canales de televisión, pide préstamos en sus bancos, o usa sus tarjetas de crédito para sobrevivir con altísimas tasas de interés, pareciera que son ellos quienes le están haciendo un gran favor al país. No ven que justamente es la gente de su país la que hace posible su riqueza.
Al decir de un amigo de Londres, Chile se ha convertido en una vieja pulpería de aquellas de las salitreras donde los mineros eran pagados con fichas para ser usadas exclusivamente en las tiendas de los patrones, que son dueños de todo.
Así Chile no es viable en el largo plazo para nadie, tampoco para sus dueños. No basta con repartir algunas becas y donar millones a la Teletón para quedarse con la conciencia tranquila. Es hora de ejercitar la imaginación y la curiosidad, gobierne quien gobierne, para lograr un país que funcione de verdad y que la sordera no nos lleve nuevamente hacia la anulación mutua en vez de hacia la cooperación que nos permita dar un salto al futuro todos juntos.
Nuestros empresarios tienen que aprender que la esencia de una empresa no es solo producir ganancias para sus accionistas, como tanto repiten; su primera prioridad es producir beneficios para la sociedad que en su seno les permite desarrollarse y tener éxito. Por supuesto que los beneficios son importantes, pero no pueden ser a costa del bienestar de quienes los posibilitan.
La única manera de que Chile llegue a ser verdaderamente desarrollado es creando ciudadanos concientes de que pertenecen a un colectivo, sean empresarios, profesionales independientes o asalariados, que tengan claro que la codicia de los menos no puede ser fuente de la humillación de los más.
Si no, la olla a presión un día reventará. Seguramente no como una revolución sesentera, sino como el desgarro de una sociedad que se suicida desinflándose lentamente, en medio del desgano de la mayoría, los excesos de algunos y el aburrimiento de todos por no tener algo interesante por lo que vivir.
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Error y verdad a medias
“En 2009 hubo recesión, y en mi gobierno la economía creció” dijo Piñera en el último debate. “En 2009 no hubo recesión” retrucó Guillier. La realidad es que 2009 registró tres trimestres consecutivos de crecimiento negativo, lo que técnicamente constituye una recesión. Guillier, por lo tanto, cometió un error. ¿Fue deliberado el error de Guillier? No creo, porque es un error fácil de advertir. De hecho, Piñera se hizo un festín con ese incidente. Prefiero pensar que, en el calor del debate, se tropezó en un área que no es su especialidad.
La frase de Piñera es verdadera, pero es una verdad a medias. Y las verdades a medias pueden ser tramposas y manipuladoras. ¿Es que el gobierno de Bachelet 1 manejó mal la economía, y que el de Piñera la manejó bien? ¿Hizo trampas el candidato con su verdad a medias? No lo condenaré sin pruebas, pero su historial no lo favorece.
El principal debate económico en la primera parte de Bachelet 1 era porqué el Estado ahorraba todo el sobreprecio del cobre cuando Chile tenía tantas necesidades. De hecho, no hay registros históricos de niveles de ahorro público y de ahorro nacional tan elevados como los de esos años. Ni antes ni después. En 2008 se desencadenó la crisis “sub-prime” en los países desarrollados, por lejos la más grave y profunda desde la Gran Depresión, y cuyas consecuencias seguirán repercutiendo en el futuro. Y Chile tuvo miedo económico, una vez más. Pero la sociedad a veces nos sorprende. En ese caso y en medio de la recesión a la que aludía Piñera, la Presidenta fue premiada con un aumento vertiginoso de su popularidad y de aprobación a su gestión. Mal que mal, ahorró durante las vacas gordas y nos sentimos económicamente más seguros. Ese capital político le permitió ganar holgadamente la elección de 2013. Incluso muchos empresarios votaron por ella. ¡Cómo estarán de arrepentidos!
El ajuste de la economía chilena en esos años tuvo la forma de una “V”. Se cayó rápido, pero también se salió rápido. También, en la post crisis de 2008, el precio del cobre recuperó y sobrepasó los altos registros previos y Chile, al igual que la mayoría de las economías emergentes, vivió una bonanza. Y Piñera fue presidente en ese contexto, con viento a favor.
Como los vaivenes (ciclos) económicos pueden inducir a error (y a verdades a medias), el Ministerio de Hacienda convoca desde hace más de 25 años a un grupo de especialistas para estimar el “PIB tendencial” (el nivel del PIB limpio de recesiones y recalentamientos), que da mejor cuenta del crecimiento estructural de la economía. Pues bien, el crecimiento estructural de Chile en el gobierno de Bachelet 2 será inferior al del de Piñera. Ése, a su vez, fue inferior al de Bachelet 1 que, a su vez fue inferior al de Lagos, y así. O sea, la economía chilena viene desacelerando su crecimiento estructural desde hace casi 20 años. Y según las últimas proyecciones del FMI, lo seguirá haciendo en los próximos 5 años. Mala cosa.
¿Y por qué? Porque los países que más crecen son los que más aumentan su productividad. Y la productividad actual de Chile (PTF) es equivalente a la de comienzos de la decada del 2000. Es decir, crecimiento nulo de la PTF. ¿Y qué hicieron Bachelet 1, Piñera y Bachelet 2 para revertir esto? Poco y nada. ¿Y qué han dicho los candidatos al respecto? Nada. Mi instinto es que el equipo programático de Gullier está más consciente de esto y que, si son escuchados por el candidato, hay más chance que Chile vuelva a tener una economía vigorosa. Por eso, pero no solo por eso, mi voto es para Guillier.
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