Alejandro Parisi's Blog, page 2
December 1, 2023
Y presentamos Delivery, 21 años después.
Gracias a todos y todas por acompañarme anoche en la presentación de Delivery. La pasé muy bien. Quiero agradecerle especialmente a Isaac Castro por oficiar de presentador y por el hermoso texto que escribió sobre la novela, que comparto acá abajo. Y más abajo, les dejo el texto que escribí pensando que si leía iba a evitar que las emociones me traicionaran. No funcionó: me emocioné igual. Pero valió la pena.
La posibilidad deun refugio
por Isaac Castro
Me topé con el nombre de Alejandro Parisi hace exactamente una décadaatrás, cuando una profesora de lengua y literatura del colegio en el quetrabajo –y en el que, por entonces, yo pensaba que solo estaría de paso y hoyestoy a punto de cumplir casi quince años de antigüedad– propuso que diéramosuna novela que le había encantado: Laniña y su doble. La fascinación fue inmediata, por lo que repetimos laexperiencia en otros ciclos lectivos e invitamos al autor a que conversara conlos alumnos. Desde ese momento, con Alejandro cosechamos un cálido vínculo que,gracias a las bondades de la virtualidad, se ha sostenido en el tiempo. Tuve lasuerte de haberlo convocado a varias ferias del libro del conurbano,invitaciones que, me parece pertinente hacer público este tipo de detalles,siempre aceptó con gusto y sin preguntar si había dinero a cambio. Una vez,como se había atrasado el auto que debía recogernos por su domicilio paraasistir a uno de esos eventos, pude conocer la intimidad de su casa, admirar suhermosa biblioteca y espiar el escritorio donde, suponía, cobraron forma esashistorias increíbles que lo habían convertido en escritor, uno de los mejoresque conozco. Por eso, estar sentado acá, esta noche, y compartir estapresentación con ustedes, es motivo de orgullo. Casi tanto como ser hincha deun club que nunca descendió o, mejor aún, tener de ídolo a un tipo que seplanta al poder de turno para recordarnos que todo no se compra y todo no sevende, eso mismo que se decía Tanguito, para la posteridad, en un amanecer enla costanera. Y es interesante detenernos en esto porque Delivery captura un universo cuya esencia está atravesada por eso,es decir, el negocio, lo estrictamente mercantil, la lógica de la transacción.
Porque sería ingenuo y simplista pensar que esta novela solo secircunscribe a contar las vivencias de un joven que aprovecha su empleo comorepartidor de comida a domicilio para, además, distribuir droga. En Delivery del mismo modo que las obrasliterarias producidas en los albores de los 90, la cocaína se vuelve elelemento preponderante sobre el cual se articula una trama intervenida portodos los rasgos del menemismo como el consumo permanente, la excesivafrivolidad, el culto al individualismo y –sobre todo para la juventud de ese entonces–la falta de perspectiva. Este particular contexto social, potencia los dramasinternos de Martín, el personaje central que convive con un padre al quedetesta por completo y responsabiliza por la ausencia de su madre. La carenciaafectiva genera muchas preguntas y tal vez explica ese comportamiento autómataen búsqueda de respuestas que lo sumerge en una rutina perversa, circular, y enla que, debido a su incapacidad para involucrarse con los otros, por momentos,acaba por convertirse –aún de manera inconsciente– en alguien que se alternaentre el cinismo y la egolatría. Claro que esta caracterización se revela porese narrador–protagonista que Parisi articula a lo largo del relato. Nuestroacceso a la historia es parcial y puramente subjetivo porque es la propia vozde Martín –acaso sin ninguna mediación– la que nos introduce a un continuo desituaciones que no dan tregua. Se narra, no se describe. Los adjetivos secuentan con una mano y el vértigo de la acción se traslada al lenguaje –llano,sin diálogos, repleto de discursos indirectos que, por lo general, incrementanese realismo crudo sobre el que se cimienta la verosimilitud de esta aventuraurbana. La tecnología pone en evidencia el anclaje a una época que hoypareciera prehistórica –aparecen videocaseteras, beepers, teléfonos de línea,cds– pero también ciertos espacios que definen como pocos la identidad de unaera –se mencionan shoppings, negocios de cadena, discotecas.
Subrayo, de Delivery, supotencia para retratar un período tan funesto y cómo desde lo individualcristaliza lo colectivo. Más allá de que el texto formula una reflexión apropósito del dinero, las mercancías y el valor de las cosas, en ese inevitabley lógico devenir que supone una actividad ilícita –mezclada con alcohol, sexo ynoches sin dormir–, lo que Delivery poneen juego es el atractivo contraste entre una cultura hedonista que celebra lainmediatez y una generación que se siente cada vez más vacía y desamparada. Consuma precisión, pocos recursos, pero un gran manejo de los climas, AlejandroParisi va al grano, aprovecha sus herramientas y se las arregla para dejarte encautiverio hasta la última página. Nada mal para un texto debutante y que,afortunadamente, se acaba de reeditar y, en medio de tanta incertidumbre, ademásse resignifica por completo.
Al igual que las películas de secundaria o los dramas adolecentes, lasnovelas de iniciación proponen una clase de narrativa cuya naturaleza posee lavirtud de afectarnos, conmovernos e identificarnos. Antes pensaba que eso sedebía a que sus personajes suelen tener una edad que ya todos transitamos yque, por consiguiente, los conflictos que experimentan los concebimos cercanos.Nada más tentador que seguir las peripecias de alguien a quien le suceda algoque comprendo a la perfección y que, por medio de la ficción, además nospermite comprender mejor lo que sentimos, casi siempre un cumulo de angustia ydecepción ante un mundo que, incómodos, habitamos con más escepticismo queconfianza. Ahora, en cambio, creo que el atractivo de un buen libro radica enser un lugar en el que podemos mantenernos a salvo, porque habla nuestro idiomay permite sentirnos parte de algo. Y con Deliveryme sucede eso. En sus páginasrenace la posibilidad del refugio y me recuerda la certeza –sin certeza– deque, pese al odio, la intolerancia y el negacionismo, siempre existe una saliday todo el tiempo del mundo por para ser y hacer aquello que deseamos. Y que unanovela logre eso razón suficiente para reunirnos y brindar. Confiar ciegamenteen que la literatura y la celebración son también una forma de resistencia.
Delivery 2023
Por Alejandro Parisi
Hace 21 años presentaba por primera vez Delivery.
No podía imaginar que sería la primera novela en publicar,porque para mí era la única.
Me acuerdo de aquella época, un momento donde todos teníamosemociones encontradas. Bronca, tristeza, preocupación. Me acuerdo delaeropuerto, me acuerdo mucho del aeropuerto. Familias despidiéndose, gentellorando.
Delivery salió en medio de ese contexto que nos atravesaba atodos. De hecho, mis viejos que hoy están acá en 2002 no pudieron estar porqueya se habían ido a Italia a buscarse la vida. Como mi hermano, que sigue allá.Y como todos los que nos fuimos por entonces, y como todos los que estánplaneando irse ahora.
Si fuera creyente, diría que cada vez que se publicaDelivery viene la desgracia, la derrota social.
Pero sería injusto: primero, porque esta novela me diomuchas pero muchas de las cosas que tengo ahora. Un oficio para ganarme lavida, algo en qué pensar cuando la realidad se pone espesa, otras siete novelasque vinieron después, y, sobre todo, la confianza de creer en lo que escribo.
Segundo, Delivery no es la causa sino una consecuencia másde esa desgracia y esa derrota social que se vivía cuando la escribí, allá por1999. Hoy todos estamos en mayor o menor medida golpeados por la economía, lafalta de perspectivas y una desconfianza enorme por el futuro que va a venir.
Martín es un claro ejemplo de esto.
Tiene un trabajo de muy precario, pone el cuerpo en la callepor poca plata, siente la ausencia de su mamá y está enfrentado con el padre,al que culpa de todos sus males. Y algo más: no confía en el futuro porque paralos pibes de su edad, el futuro es algo incierto y, de alguna manera, negado.
Más allá del contexto en el que vive (el fin de los 90, ladesindustrialización, la precariedad maquillada con el supuesto esplendor delmenemismo), Martín tiene la angustia que todos tuvimos a los 20. Los que ahoratenemos casi 50 y los que están por cumplir 20. Todos nos sentimos interpeladosa esa edad. E incomprendidos y abandonados. Dejar de ser chico implica ciertoabandono: uno tiene que hacerse cargo de lo que le tocó, bancar los trapos parahacerse su propia vida.
Como muchos, Martín anda a los manotazos. Con el padre paraalejarlo, con las chicas para usarlas o dejarse cuidar, con los clientes que loobligan a andar por la calle para satisfacer sus deseos (de empanadas o demerca, da igual), y con todo ese mundo brillante y seductor que pareceinalcanzable y que de pronto el Tano y los Gordos le ofrecen en bandeja.
¿Cómo no va a repartir merca Martín si trabajando deDelivery su vida tiene menos importancia que cualquier pieza del ciclomotor?¿Cómo no va a dejar de lado cualquier moralidad si nadie le tira un centro, nisu padre, ni el dueño del local de empanadas, ni siquiera el tipo de seguridadque desconfía de él cuando entra al shopping de Palermo?
Muchos de los que estamos acá compartimos esa incertidumbredurante aquellos años. Yo era cadete, y cuando los viernes o los sábados a lanoche esperábamos con Agustín a que Nacho terminara de trabajar como encargadode un local de empanadas, pensaba y me preguntaba qué futuro podían tener lospibes que trabajaban arriba de las motos. De lejos uno pensaba que vivían joya,como los amigos de Martín en la novela. Pero si te acercabas descubrías queesos pibes cuando faltaban por enfermedad no cobraban, y que si se caían de lamoto era problema de ellos, porque nadie los protegía.
¿Qué podían hacer para cambiar sus vidas, para pegar el gransalto si no había más trabajo que ese que tenían?
No los quiero deprimir. También hay que decir que la pasamosbien en aquellos años. Como Martín y los pibes, con sus fiestas, sus afanosfingidos, el vértigo de probar cosas, sus experiencias de adolescentes… Y esoes muy valioso, porque como dice el Indio, “cuando la noche es mas oscura, seviene el día en tu corazón”. Quizá por eso Delivery tenga tantos chistes tontosque hoy, 21 años después me siguen causando gracia.
El humor nos salva a todos, a Martín también.
Pasaron más de veinte años, y hoy sabemos que hay muchísimosMartines rebuscándose la vida en un contexto violento, difícil,desesperanzador. Estoy seguro que también se deben estar escribiendo otrosDeliverys que cuenten este tiempo.
Los viejos, que ya somos padres y que además de ir al baño acada rato nos emocionamos mucho más de lo que queremos luchar, corremos conventaja. Sabemos que todo pasa, y que el secreto para resistir es el mismo quedescubre Martín: alguien que nos quiera, reírnos un rato y saber que siempre vaa haber amigos y familiares que nos van a cuidar.
Quiero agradecerles a Luis Chitarroni, que ya no está, porhaber apostado a esta novela mientras el país se prendía fuego. También a FlorCambariere, que me viene apoyando desde hace años y que fue la que, por pedidode Luis, me llamó en 2001 para decirme que la novela iba a publicarse. A DiegoPaszkowski que me alentó a escribirla y a Glenda Vieytes que me cumplió elsueño de verla reeditada.
Es una alegría volver a presentar Delivery rodeado por losmismos de siempre, pero también con los que allá en 2002 no estuvieron: misviejos, mis hijos, y todas y todos los lectores y amigos que se sumaron a mi vida.A todos, gracias por venir. Ahora, brindemos y riamos que para todo lo demás yatendremos tiempo de sobra.
November 28, 2023
Presentación de Delivery 2023
Hace más de veinte años el querido Luis Chitarroni decidió publicar mi primera novela y me cambió la vida para siempre. Pasaron muchísimas cosas en el medio, y sin embargo acá estamos, con algunas ausencias pero con la alegría de presentar la reedición de DELIVERY.
Quiero festejar y brindar con todos/as los que me vienen acompañando desde hace tanto tiempo.
Será en Caballito, con empanadas y cerveza como exige la novela, y también con una copa de vino porque estamos grandes.
Las/os espero.
October 22, 2023
San Juan y la rutina de la sorpresa.
Como hace ya más de 5 años, regresé a la provincia de San Juan para conocer a lxs jóvenes lecorxs de HANKA 753 y EL GUETTO DE LAS OCHO PUERTAS. La sorpresa siempre es inmensa porque lxs pibxs no sólo leen y analizan mis libros para rendir exámenes de Lengua y/o Historia, sino que los resignifican, le dan una nueva vida, se conmueven y después crean cosas tan hermosas como las que me mostraron lxs alumnxs del Fray Mamerto Esquiú: desde dibujos hasta maquetas con escenas de la vida de Hanka (qué lástima que ella no puede ver lo que hicieron, porque se habría emocionado tanto como yo). Incluso dos chicos me explicaron con una pizarra qué producía el gas letal de las cámaras de gas en las células de los cuerpos de las víctimas.
La charla del miércoles 18 la compartimos con Magda Tagtachian, que les habló a sus lectores de "Nomeolvides Amenhui", la hermosa novela que escribió basada en la historia de su abuela y de su familia, sobreviviente del genocidio armenio.
El jueves 19, además de visitar el Fray, donde estuvimos con Teo Erlich hablando de El ghetto hace tantos años, también pude charlar con los chicos de la Escuela Industrial y de la Comercial, que este año se sumaron al proyecto de la mano de la profe Laura.
Es imposible explicar lo que pasa cada vez que visito San Juan. En primer lugar, disfruto de reencontrarme con gente que quiero y admiro mucho, por su dedicación docente, su cariño y su entrega profesional: María Isabel Paredes y Fabiana Puebla, las creadoras de todo esto, Daniela Favaro, Laura y Agostina Yofre, Denis Leal., Vero Villavicencio, el querido vice Raúl Trujillo y todos los docentes y autoridades del Fray Mamerto Esquiú y las escuelas preuniversitarias, Industrial y la de Comercio, que me tratan como si fuera mas de lo que soy.
A lxs chicos, que me interpelan con sus preguntas filosas y me conmueven con la empatía que sienten por los personajes de los libros, gente de carne y hueso, Mira, Edek, Teo, Hanka, León, Nusia, Slawka y Julio, que ya no están con nosotros pero que siguen acá, con voz poderosa, dejando una y otra vez testimonio de lo que sufrieron durante el nazismo y lo que lucharon para convertirse en sobrevivientes.
A Mica, Gema, Noelia, Lourdes y Florencia, que 2017 fueron lxs primerxs lectorx sanjuaninas de El ghetto de las ocho puertas, y nos sorprendieron a Teo y todos con sus anotaciones, observaciones y el mítico árbol genealógico de aquel pizarrón del Fray que terminó de convencer a Teo de que debía ir a conocerlas. Las conocí siendo pibitas, y por eso me emociona verlas convertidas en estas mujeres empoderadas que son ahora.
A Mariana Godoy y Sebastián, su marido, lectores y amigos de hace años, que se acercaron a escuchar las dos charlas que dimos en el salón de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNSJ.
A todos, gracias por todos los regalos, por el cariño y por las lecturas, porque sin ustedes mis novelas estarían inconclusas: que ustedes las lean cumple el mayor anhelo de Mira, Nusia y Hanka, que era que ustedes, los jóvenes, supieran lo que les había pasado a ellas.
October 16, 2023
San Juan, otra vez.
En 2017, me escribieron de San Juan para contarme que varios cursos de una escuela católica habían leído El ghetto de las ocho puertas, se habían emocionado y habían hecho trabajos maravillosos combinando Historia y Literatura. Cuando se lo conté a Teo Erlich, uno de los protagonistas del libro, enseguida dijo "vamos a San Juan, quiero conocer a lxs pibxs".
Aquel viaje fue el primero que hice a una escuela del interior, y por suerte fue el primero de muchos. En Bariloche, Mendoza, Entre Ríos, Buenos Aires y Santa Fe leen los libros de Teo y Mira, y Nusia y Hanka y cada visita inevitablemente me recuerda aquella de 2017 a San Juan.
Visitar a mis amigos sanjuaninos una vez por año se convirtió en una hermosa rutina. Pasan las camadas de pibxs, y la emoción siempre es la misma. María Isabel Paredes, aquella docente que me escribió en 2017 hoy es una amiga, como la querida Fabiana Puebas (y sus hijas), y las docentes que se fueron sumando al proyecto con nuevos cursos y una nueva escuela, las queridas Agos Yofre, Daniela Favaro y todas las autoridades de las escuelas, que siembre nos reciben tan bien.
Teo ya no está, pero su historia se sigue leyendo, y se mantiene viva cada vez que visito a los sanjuaninos, los que están estudiando ahora y aquellos que ya terminaron y hoy están en la facultad, como las queridas Gemma (y su árbol genealógico), Lourdes, Mica...Mañana viajo de nuevo, y ya estoy contento de visitar el Fray Mamerto Esquiú y a la Escuela Industrial de San Juan.
October 11, 2023
Posadas 2023
Ayer, 10 de octubre, estuvimos en Posadas conversando con alumnos de las escuelas Guttemberg y del Instituto Combate Mborore sobre Mira, Nusia y Hanka, y cómo se convirtieron en sobrevivientes del Holocausto. Leyeron fragmentos de Hanka 753, pudieron conocer a la propia Hanka y escuchar su testimonio a través de unos videos y al final del encuetro les conté cómo había sido el proceso de escritura de "El ghetto de las ocho puertas", "La niña y su doble" y "Hanka 753", estas tres biografías noveladas que componen la serie Tres Mujeres en el Holocausto.
Por la tarde, nos encontramos con los jóvenes de la Kehila de Posadas para contarles mi experiencia durante los años que dediqué a entrevistar a estas tres mujeres inmensas, cuyos testimonios siguen llegando y emocionando a lxs jóvenes, tal como ellas querían.
Gracias a Vaad Hakeilot por la gestión, y a Tamara Magram, Bruno, Magalí y todos los amigos que tan bien me trataron.
October 9, 2023
DELIVERY. Fragmento
DELIVERY
Editorial Sudamericana
"
Me señala. Losgordos me miran y quiero matarme. Se bajan del auto, cruzan Yerbal y se parandelante mío. El rubio sonríe y dice tranquilo flaquito, el Tano nada más quieresaber si hiciste todo bien. ¿Tuviste algún problema?, dice. Le digo que no sinmirarlo porque sigo mirando al Tano, que ahora me saluda. Es la primera vez queviene, digo y el rubio dice es la última. ¿Anda bien el beeper?,dice. Joya, digo y les doy la guita. El otro gordo, que ahora que lo miroparece más grande todavía, agarra los billetes y los cuenta. Quinientos, dice.Joya, dice después. El rubio estira la mandíbula, se pasa una mano por la nucay dice mañana a las seis te traigo más. Me da un billete de cincuenta. Decileque está todo bien, le digo al rubio, que no se preocupe. Mejor así, dice,hasta mañana. Vuelven a cruzar la calle, se suben al auto. El Tano me saludaotra vez pero ya no tengo miedo. Cuando el Golf blanco arranca y se va porAcoyte hacia Rivadavia miro el billete de cincuenta y pienso que después detodo no está tan mal trabajar en un delivery.
En la puerta delnegocio están Toni y el Negro. Ninguno pregunta nada. Mejor. Son las doce ycuarto de la noche. Entramos los ciclomotores mientras el dueño y Andrés hacenla caja. Como una empanada de jamón y queso sin sentirle el gusto, podría serde pescado que sería lo mismo: después de repartir empanadas todo el día acualquier cosa que como le siento gusto a ciclomotor. Antes de cerrar, el dueñonos da los veinte pesos del día, diez del turno mañana y diez del turno noche.
¿Negro, estásapurado?, pregunto y el Negro dice que no. Le invito una cerveza porque quierohablar con él pero Toni y Andrés me escuchan y preguntan si pueden venir connosotros. La puta madre, pienso.
Por ser marteshay bastante gente en la calle. Compramos dos cervezas en el kiosco y nossentamos en un banco del parque Rivadavia. Enciendo un cigarrillo. Fumo. Hacecalor y la cerveza está fría. Me acuerdo de los cincuenta pesos y me sientobien. Che, ¿hoy te llamó la divorciada?, le pregunta el Negro a Andrés y Tonise ríe. Sí, me volvió a decir que vaya… Vos sos un estúpido, digo, la próximavez que llame yo me quedo atendiendo el teléfono y el pedido se lo llevás vos.Seguimos hablando y terminamos las cervezas.
Suena el beeper.La puta madre, digo. Leo el mensaje pero lo apago. Por hoy basta, pienso yAndrés dice ¿y ese beeper? Es mío, digo. ¿A ver?, dice y se lo doy. Lo mira.¿Tiene luz?, pregunta Toni y digo no sé. Algunos tienen una lucecita verde. Nosé, digo otra vez. ¿Y vos para qué lo querés?, dice Andrés y el Negro dice paraque lo llamen las minas, ¿o vos no sabés que el pibe está lleno de mujeres?Entonces todos se ríen y no preguntan nada más. Joya, pienso.
Al rato, Andrésdice que se va y yo lo miro a Toni esperando que diga que él también se va perono dice nada. Hijo de puta. Entonces le doy un billete de cinco y lo mando acomprar más cerveza.
Cuandome quedo solo con el Negro, le muestro el billete de cincuenta y dice te estásmetiendo en un quilombo. Silencio. ¿No tenés miedo?, dice después. Está todobien, no pasa nada, digo y pienso que el Negro tiene razón: me estoy metiendoen un quilombo. Pero miro el billete y cambio de tema. ¿Qué hacés el viernes?, digoy lo veo venir a Toni con tres cervezas. Mejor que se quedó, pienso. No sé,dice el Negro, ¿por? Para saber, digo y enciendo otro cigarrillo. Hablamos decualquier cosa y cuando terminamos las cervezas nos vamos.
Llegoa casa, entro y voy a la pieza. En el reloj de la video, lastres cero dos AM. Enciendo la tele, me acuesto y hago zapping. Después la apagoy trato de dormir.
Abro los ojos.En el reloj de la video, las diez cincuenta y tres AM. La puta madre, digo ypienso que otra vez me quedé dormido. Igual tengo tiempo. Voy al baño, abro laducha y cuando el agua sale caliente entro y me baño. Después caliento un pocode café y me sirvo una taza. Sobre la mesa de la cocina hay una nota: “Martín:me fui al Uruguay con Alicia. Volvemos el domingo. Un beso, papá”. Enciendo uncigarrillo. Fumo. Tomo el café pensando en mi viejo cogiendo con la estúpida dela novia. Levanto el papel para tirarlo al tacho de basura y veo que me dejócincuenta pesos. Joya, pienso.
Salgoa la calle. Camino y pienso por qué tenemos que ir tan temprano si los clientesempiezan a llamar recién a las doce. No sé. Llego al negocio y saludo a loschicos. Nos sentamos en la puerta y a las doce y cuarto llevo el primer pedido.Me subo a la moto, acelero y siento el viento en la cara. A la una me tocallevar un pedido cerca del colegio de Vero, así que la espero y cuando sale ledigo que a la tarde vaya para mi casa que voy a estar solo. ¿A qué hora?,pregunta como si no supiera que llego a casa a las tres y media y que me vuelvoa ir a las seis y media porque el turno de la noche empieza a las siete.Estúpida. Bueno, a las tres y media, dice y me da un beso y se va con lasamigas.
Vuelvo alnegocio. Andrés me manda a repartir otros cuatro pedidos. Cuando me quiero darcuenta ya son las tres. Antes de volver a casa, paso por un Musimundo. Mientrascompro un CD para Vero pienso que es laprimera vez que le compro algo. Es que ahora tengo plata, pienso y pienso quecon plata puedo hacer lo que quiera. Cuando llego a casa Vero me está esperandoen la puerta y parece enojada. Me dijiste a las tres y media y son las cuatromenos cuarto, dice. Se me hizo tarde, digo y le muestro la bolsa del CD. Tomá,es un regalo, digo y ella cambia la cara y me da un beso. Abre la bolsa, sacael CD y vuelve a besarme. Gracias, dice.
Entramos y vamosdirecto para mi pieza. Eso es lo que me gusta de ella: nunca dice que no. Todaslas chicas tendrían que ser como Vero. A las cinco y media le digo que hoy metengo que ir más temprano, así que nos vestimos, agarro el beeper y nos vamos.Pero no le digo nada del Tano ni de los gordos. Qué le importa.
Cuando llego alnegocio, el Golf blanco me está esperando en la esquina. Esta vez el gordorubio vino solo. ¿Y, flaquito? ¿Ya pensaste qué vas a hacer con tanta guita?,dice para hacerse el amigo pero le sale mal. ¿Trajiste?, pregunto y él me da labolsa. Dijo el Tano que si seguís así vas a hacer otros laburitos másimportantes, dice, ¿te interesa? Sí, digo, ¿dijo algo más? Vos seguí así ypreocupate por trabajar bien, dice, el Tano sabe lo que hace, por algo te siguedando laburo. Tiene razón, pienso. ¿Anda bien el beeper?, dice y digo loschicos me dijeron que algunos tienen una lucecita para ver de noche, ¿estetiene? Ni idea, dice, a ver. Se lo doy y lo mira de cerca. ¿Este botón para quésirve?, dice y lo aprieta y le borra la hora. Estúpido. No debe tener luz, dicey yo dijo dejá, no importa. Ahora tampoco tiene hora, pienso. Entonces lo veovenir al Negro, que nos mira, nos mira a los dos pero a mí me mira de una formaque quiero matarme. ¿Quién es ese boludo?, dice el rubio y yo le digo un amigo,no pasa nada. Bueno, dice, mirá que a las doce vuelvo a buscar la guita. Joya,digo. Después se sube al auto y se va.
ElNegro no me habla, me mira y es peor. Cuando abrimos el negocio y empezamos atrabajar me olvido de él pero siento que me sigue mirando. Me doy vuelta parapreguntarle qué mierda le pasa, qué se mete en lo que no le importa pero atrásmío no hay nadie. La puta madre, digo.
Repartir lamerca es fácil. Cuando suena el beeper leo el mensaje con la dirección delcliente y llevo el sobrecito. Si fuera sacarina, azúcar impalpable o talcosería lo mismo. Pero no. Es merca. Merca. Entonces si me para la cana voypreso. La puta madre, pienso cada vez que suena el beeper. Encima la alarma quetiene es horrible. Hoy suena más veces que ayer.
Sigotrabajando y a las doce llegan los gordos. Me acerco al coche. Se bajan, lesdoy la guita. Mil doscientos, dice el grandote cuando termina de contar losbilletes. A éste sólo lo traen para que cuente, seguro que el rubio ni sabecontar, pienso. El rubio dice bien, flaquito, seguí así. Me da ciento cincuentapesos: un billete de cien y otro de cincuenta. Ciento cincuenta pesos en undía, pienso y dice los treinta que sobran son un regalo del Tano, con vos estátodo bien. El gordo me habla pero yo sólo pienso en toda esa guita que me estádando, estoy tan contento que hasta le daría un beso al grandote. ¿Anda bien elbeeper?, pregunta otra vez el rubio. Sí, anda joya, digo. Mañana a las seis enMármol y Venezuela, dice. El grandote me sonríe y dice que sí con la cabeza.Este pibe me cae bien, le dice al rubio. Después se suben al auto y se van.
Los chicos cerraron el negocio peroel Negro no se fue. Me esperó porque yo se lo pedí, sino ya se hubiera ido.Vamos a casa que mi viejo no está, digo y paro un taxi. El tachero pregunta adónde vamos y yo le digo la dirección de mi casa. Todos los tacheros hablan.Del tiempo, de fútbol o de cualquier cosa, pero siempre hablan. Casi nuncaviajo en taxi, pero cuando viajo les pago para que me lleven y no paraescucharlos. Son todos iguales. Pero este no, está callado y de vez en cuandonos mira por el espejo. Hijo de puta. Tengo plata, no voy a robarle, yo nuncarobé, pienso, pero el tipo nos mira por el espejo esperando que alguno denosotros saque un revólver, un cuchillo o qué sé yo. Tengo mucha plata, digopero el tipo no me escucha. Llegamos a casa. ¿Viste que no te robé?, pienso yél dice que son tres con setenta. Le doy un billete de cinco y digo quedate conel vuelto, cagón.
Entramos.Pongo un CD, voy a la pieza de mi viejo y agarro una botella de whisky. Hay unaabierta pero no me importa, además es de Jack Daniel´s y al Negro le gusta másel J&B. Igual a mí me gusta más la cerveza. Él mira la botella verde con laetiqueta amarilla mientras sirvo dos vasos bien cargados. Enciendo uncigarrillo. Fumo. Hablamos de cualquier cosa, vuelvo a servir whisky y entoncesel Negro dice ¿no tenés miedo? No, digo, si no pasó nada… Hasta ahora, dice,además vas a tener quilombo con la cana. No pasa nada, digo, está todoarreglado. ¿No te importa la gente que se muere por tomar eso?, dice y digo quéme importa, además, si no la reparto yo la reparte otro. Termina una canción,silencio. Me pagan bien, digo, y es sólo por un tiempo, hasta juntar algo deguita. Vuelve a empezar la música, el Negro vuelve a mirar la botella. Parecésmi viejo, digo, es un montón de guita y los gordos me dijeron que con la canaestá todo bien. Vos sabés lo que hacés, dice y entonces sé que aunque no pudeconvencerlo por lo menos no me va a joder más.
Seguimos hablando y el Negro nodice nada más de la merca. Mejor. Seguimos tomando whisky y después dice me voyy se va. Voy a la pieza, me acuesto. En el reloj de la video, las dos cincuentay cuatro AM.
Beeper: dispositivo electrónico que permitía recibir mensajescortos pero no responderlos. Antecesor del SMS y del WhatsApp.
Videocasetera:aparato electrónico que permitía reproducir películas VHS y contaba con unreloj digital en el frente. Antecesor de las plataformas de series y películas.
CD: disco compacto diseñado para almacenar y escucharmúsicaen formato digital. Antecesor de las plataformas de música online.
October 2, 2023
Delivery. Reedición 2023.
September 29, 2023
Delivery 2023. Contratapa.
Hoy toca contratapa.
Delivery, Editorial Sudamericana, el lunes en librerías.
(Cualquier coincidencia con la actualidad no es responsabilidad del autor)
1999. El fin de un siglo y de una década que dejó a la sociedad de rodillas y a un país al borde del caos. Martín tiene veinte años y recorre las calles en un ciclomotor haciendo delivery de empanadas. Su vida familiar se reduce a un padre con el que se lleva mal y una madre de la que no conserva ningún recuerdo. Su futuro es incierto. Hasta que, al simple reparto de empanadas, suma un nuevo trabajo: delivery de cocaína. Entonces se abre otra puerta. Más responsabilidades, mucho dinero, fiestas y excesos. Anestesiado por la velocidad, envuelto en una indolencia brutal, dedica el resto de su tiempo a dormir, a deambular entre relaciones superficiales que terminan con el final de cada noche. Con un estilo directo, crudo, urgente, hecho de frases breves que se reiteran como en loop y llevan adelante el relato a través de la contundencia de las acciones, la primera novela de Alejandro Parisi mantiene, dos décadas después de su publicación original, una vigencia incontestable en un país cada vez más hostil, poblado de jóvenes que buscan sobrevivir y hacer pie a cualquier costo para escapar de su destino.
July 24, 2023
Delivery 2023
May 30, 2023
Tres Mujeres en Holocausto: Mendoza.
La semana próxima vamos a estar viajando a Mendoza para hablar de Mira, Nusia y Hanka. El miércoles 7 vamos a visitar la Kehila de Mendoza y en la mañana del jueves 8 vamos a conversar en el Cine de la Universidad Nacional de Cuyo (Nave Cultural) con alumnos de 4° y 5° año dos secundarios que dependen de la Universidad. Como siempre, muchas gracias a Vaad Hakehilot, y en especial a Tamara Jatem, por confiar en mí y en mis libros, y a la gente de la Kehila de Mendoza que hizo posible este viaje.
Nos vemos el miércoles!
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