Álvaro Bisama's Blog, page 197

April 16, 2017

El valor de los riesgos

Colo Colo vuelve al triunfo y todo parece calmo. Atrás queda el Superclásico y los errores de Garcés. La renovación de contrato del mismo Halcón, la venta de acciones de Mosa y las numerosas lesiones parecen no ser tan graves y una suerte de manto de tranquilidad vuelve a envolver el Monumental.


Sin embargo la construcción de este merecido triunfo transitó por dudas y dificultades antes de ser algo claro y contundente. Pablo Guede podrá tener muchos defectos y no todos los hinchas comulgan con su discurso. Pero hay un hecho innegable. El tipo arriesga. A veces sin suerte, pero se la juega.


Más que en el esquema, lo hace en la organización de juego.


Cuando el equipo no se siente contenido, tiende a improvisar de manera individual como lo hizo todo el primer tiempo. Esa libertad necesitaba contención y orden. Incluso el más limitado de los equipos te puede complicar y hacer ver mal si no manifiestas ese sentido de pertenencia con tu juego colectivo.


Mientras Colo Colo coqueteaba con la suficiencia, la Universidad de Concepción sacaba cuentas alegres con el empate sin goles. El masivo retroceso le daba seguridad al Campanil, pero nula proyección ofensiva. No hubo una sola oportunidad clara de gol sobre el arco de Garcés que hiciera replantearse el partido. Los de Macul sabían que el partido dependía enteramente de ellos.


En este aspecto Guede confía en exceso en sus nombres propios, porque sabe que tienen el oficio necesario. Creo, incluso, que confía más en ellos que en su fondo de juego (todo lo contrario a Bielsa si quisiéramos comparar). Por eso los libera. Necesita que sus figuras crean y se sientan dueños del partido. Frente a la U fue Rivero y ayer fue Valdés. Son ellos los que van estudiando dónde pueden hacer daño mientras el resto del equipo los acompaña de manera casi anónima.


Parece curioso, pero no lo es. Cuando más colectivo fue Colo Colo (marcadamente en el segundo tiempo) más desequilibrante fueron sus figuras.


¿Garantías? Pocas. El fondo de juego suele ser un refugio cuando la capacidad individual flaquea. Parece que Guede está dispuesto a correr ese riesgo.


La entrada El valor de los riesgos aparece primero en La Tercera.

 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on April 16, 2017 01:52

Tranquilo papá: Ligereza

En una semana marcada por el modo vergonzoso e impresentable con el que Bienvenidos trató el caso de Nabila Rifo, el estreno de Tranquilo papá, el nuevo culebrón de Mega, resultó una brisa leve e inesperada para la cada vez más enrarecida pantalla chilena.


Las razones están a la vista. El show es rápido, delirante y no evita la posibilidad de que por momentos se interne en la confusión total. Ahí, la vida de Francisco Melo como un hombre en plena crisis de la mediana edad cuyo rol de sostenedor de una familia que lo desprecia pudo haber sido filmado como un relato más o menos aleccionador sobre la importancia del hogar, el matrimonio y esa clase de vainas; o sea, de nuevo otra lata moralista más vestida de ficción. Lo interesante es que acá ocurre todo lo contrario, pues lo importante no es que el cumpleaños del protagonista haya sido olvidado por su esposa frívola y sus hijos horribles (mención especial para Augusto Schuster, que sale a cazar chicas a las marchas estudiantiles), ni que en una venganza feroz les bloquee las tarjetas de crédito; o que por azar tenga que recoger a Ingrid Cruz, una novia fugitiva que lo amenaza para que la saque de su boda. No, todo eso está muy bien, lo mismo que Francisca Imboden, Fernando Godoy y Fernando Farías, puestos acá en sus roles más clásicos: los de la mujer frívola, el patético entrañable y el anciano vociferante.


Por supuesto, nada de esto funcionaría sin la tensión que proveen Melo y Cruz. En las telenovelas, Melo siempre ha funcionado de modo dúctil, poniéndose al servicio de la historia. Puede componer con eficacia a un villano o a un galán, pero sus mejores roles son casi siempre aquellos donde interpreta a personajes desbordados por las circunstancias, en una carrera perpetua para huir de sus errores. Lo mismo corre para Cruz, que es capaz de pasar de la intensidad a la fragilidad porque posee la habilidad de presentarse desencajada del mundo que la rodea, sin que eso la haga parecer excéntrica. De este modo, ambos arman un extraño equilibrio entre nerviosismo y tristeza, porque están siempre fuera de lugar, perdidos en una trama imposible que aprovecha dicha extrañeza. Aquello permite desatar la comedia pero también darle sentido a los momentos íntimos, como cuando la familia de Cruz le celebra el cumpleaños a Melo en una escena donde por fin los personajes le encuentran algo de sentido a sus vidas terribles.


Por lo mismo, el show vale la pena y funciona perfecto al lado de las otras teleseries del canal. Si Ambar y Perdona nuestros pecados son relatos feroces que se internan en el horror de las familias por medio de la violencia y el abuso como marcas que definen el funcionamiento de nuestra idiosincracia, Tranquilo papá describe esos mismos problemas desde la acidez del contrabando que solo puede producirse en un programa apto para todo el público. Aquello es interesante porque evita cualquier mensaje explícito o afán moralizador. De este modo, el show tiene cierta condición impredecible que avanza más allá de su premisa, una especie de lógica invertida que construye un universo emocional propio que es retratado con cierta desesperación.


Esa desesperación es el mejor aporte del culebrón, porque hace que el espectador perciba que todo está a centímetros de romperse, de volverse un drama atroz; pero aquello nunca sucede pues todo se mantiene en una cuerda floja inesperada. Así, lo que vemos es la historia de un hombre perdido y una mujer a la deriva, ambos confundidos en su relación con ellos mismos y los otros; algo que en vez de proveer alguna clase de moraleja, solo produce más y más confusión: la narración amarga sobre el funcionamiento de las familias acá se resuelve con una carcajada antes que con un llanto, con una carrera loca antes que cualquier moraleja barata, cierta ligereza que tuvo la virtud de constituir un alivio cómico para estos días de espanto catódico.


La entrada Tranquilo papá: Ligereza aparece primero en La Tercera.

 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on April 16, 2017 01:48

El nuevo Mister Trump

En cuestión de una semana, el Presidente Trump ha dado un giro copernicano en parte de su política exterior y política interior.


En siete asuntos, se lo diría irreconocible:


1) El ataque, con 59 misiles Tomahawk lanzados desde el Mediterráneo, contra la base aérea de Shayrat, en Siria, en castigo por el uso de gas sarín por parte de Bashar al Asad contra la población de Khan Sheikhoun. Trump había fustigado insistentemente a los gobiernos anteriores por intervenir militarmente en el Medio Oriente y propugnado un aislacionismo que el eslogan “Estados Unidos, primero” resumía.


2) La imputación de Trump contra Putin por su respaldo a Asad y la insinuación de la embajadora estadounidense ante la ONU, Nikki Haley, de que Moscú tenía información anticipada sobre este uso ilegal de armas químicas contra los propios sirios. Si algo había ofrecido Trump era una alianza con Moscú para hacer frente al terrorismo y dejar atrás la rusofobia tradicional de la política exterior.


3) La decisión norteamericana de no declarar a China “país manipulador de su moneda”, acompañada de un trato amical a Xi Jinping, el Presidente chino, durante su visita a Estados Unidos. Trump hizo de la denuncia de la manipulación monetaria china como instrumento comercial ventajista, un eje de su visión proteccionista.


4) El envío de buques de guerra estadounidenses, un portaaviones incluido, a la península coreana, en desafío al demencial Kim Jong-Un, que no para de hacer alarde de sus ambiciones nucleares. El presidente estadounidense había declarado hasta la saciedad que su prioridad no sería buscar pleitos internacionales ni resolver los problemas del mundo.


5) El respaldo a la OTAN y el recibimiento cálido al secretario general de esa Alianza en la Casa Blanca. Trump había declarado “obsoleta” a la OTAN en más de una ocasión, acusándola de colocar sobre los hombros de Estados Unidos el peso de la defensa de una Europa que no gasta lo suficiente en su propia protección.


6) La admisión presidencial de que Estados Unidos negocia muy cordialmente con México algunos ajustes al Tratado de Libre Comercio de Norteamérica. Nadie olvida que Trump estrenó su mandato, en cumplimiento de una promesa electoral, enfrentándose a México y dando a entender que estaba dispuesto a liquidar ese tratado, que a su juicio se había llevado las fábricas y los empleos al otro lado de la frontera.


7) La prioridad que se da ahora en el entorno del primer mandatario norteamericano al segmento “liberal” del plan económico original y el desplazamiento de la otra dimensión, la proteccionista e intervencionista, a un segundo plano. Junto con la denuncia del “ventajismo” mexicano y chino, la amenaza de oponer barreras arancelarias, castigar a las empresas estadounidenses que invierten en el exterior y usar el dinero fiscal como gran palanca constituían el ABC del “trumpismo” económico. Hoy, todo indica que bajar impuestos y desregular, dos propuestas que siempre estuvieron allí pero eran constantemente opacadas por el acento antiliberal del discurso económico, son la prioridad inmediata.


¿Qué demonios está sucediendo? Nada sorprendente para quien haya estudiado con un poco de curiosidad a esa especie que llamamos los populistas y, en particular, los antecedentes de Trump.


El populista no es un ideólogo. Hay un populismo que, en su versión extrema, se acerca a la ideología, pero hay otra en la que cabe un pragmatismo que tiene que ver con el instinto de supervivencia, la composición de lugar, la correlación de fuerzas. En Trump hubo siempre algunos elementos de convicción populista (por ejemplo, su discurso proteccionista tiene dos décadas) pero también una constante versatilidad o condición camaleónica, de la que es buena prueba el hecho mismo de que se haya hecho republicano.


Cualquiera que eche un vistazo a El arte de negociar, su libro esencial, entenderá que el “trumpismo” es una materia flexible, que se amolda a la necesidad, y que el constante juego de poleas que se desarrolla en su mente entre el objetivo y los medios a menudo lo llevan a hacer concesiones o cambiar de posición. Esta es quizá la principal diferencia con otros líderes de la derecha populista occidental, como la francesa Marine Le Pen o el holandés Geert Wilders, o el propio británico Nigel Farage. En ellos el populismo convive con un “weltanshauung” (forma pedante de decir “cosmovisión” que utilizan los entendidos) más estructurado y rígido que el de Trump. No es difícil de entender: los primeros son animales políticos en la perfecta definición aristotélica, mientras que Trump es un animal negociador.


Si se entiende esto, se entiende con facilidad lo segundo: llegó un momento en que Trump se sintió vulnerable. Derrotado en su intento de eliminar la reforma sanitaria de Obama y sustituirla por una distinta ante la ausencia de votos suficientes de su propio partido en el Congreso, y reducido a una caricatura por su comportamiento y el asedio de la prensa, y humillado por los tribunales de justicia que detuvieron sus órdenes ejecutivas en materia de inmigración, Trump se sintió, por primera vez, muy vulnerable. Su popularidad estaba en niveles tan bajos, que no tenían precedentes a estas alturas del mandato. Planeaba sobre él la amenaza del “impeachment” si las investigaciones por sus conexiones con Rusia durante la campaña electoral y después de ser electo producían pruebas definitivas.


Ante esto, lo primero que hizo fue recomponer las jerarquías en su equipo. Hasta ese instante, dominaban sus asesores populistas, entre ellos Steve Bannon, Stephen Miller, Peter Navarro, la propia Kellyanne Conway. El jefe de la Casa Blanca, Reince Priebus, se había plegado a ellos. Con este equipo, del que formaban parte otros colaboradores entusiasmados con la idea de transformar la política interna y exterior a imagen y semejanza del discurso nacionalista y populista, Trump había encallado. No había forma de salir de allí.


El presidente hizo entonces lo mismo que había hecho durante su campaña cuando parecía a punto de naufragar: cambió a su gente cercana, como cuando el CEO de una compañía entiende que si no remueve a figuras clave de la jerarquía corporativa, no hay forma de dar un golpe de timón a la empresa.


Recordemos que, en la campaña, Trump no hizo uno sino dos purgas de mucho impacto que significaron también bandazos ideológicos. Primero, se rodeó de un equipo en el que destacaba Corey Lewandowsky, que representaba una visión muy cercana a la derecha republicana ideológica, enfrentada al partido tradicional. Luego, reemplazó a aquel equipo con los “tradicionalistas”, simbolizados por Paul Manafort, a quien colocó como nuevo jefe de campaña. Finalmente, en agosto del año pasado, echó por la borda a Manafort y llamó a Bannon y Conway, los nacionalistas y proteccionistas que representaban un desafío abierto al partido. El primero había sido el factótum y cerebro de Breitbart News, el medio emblemático de la “derecha alternativa”, y la segunda había sido la colaboradora clave de Ted Cruz, el otro candidato de las primarias republicanas que quería cargarse al partido tradicional.


Estos cambios estuvieron dictados por la necesidad de ganar. Trump no dudó en dar dos vuelcos políticos a su campaña con estas transformaciones operativas e intelectuales de su equipo. Lo esencial era el objetivo.


Ahora, ha ocurrido algo similar, pero no exactamente igual. En este caso, no ha despachado a los asesores que tuvieron enorme influencia en las primeras semanas. Allí siguen Bannon, Miller, Conway y los demás. Lo que ha hecho es reducir su significación, acotar su espacio de maniobra, permitir que la prensa los coloque en la lista de los caídos en desgracia. Pero no los ha despedido aún. Al mismo tiempo, ha dado peso a los ministros (secretarios, en la nomenclatura estadounidense), que antes parecían figuras muy disminuidas. Ahora, los Rex Tillerson (secretario de Estado), James Mattis (secretario de Defensa), H.R. McMaster (consejero de Seguridad Nacional) y otros han pasado a ocupar un espacio preponderante en la jerarquía real del poder. Otros pesos pesados menos visibles, como el asesor económico Kevin Hasset, han desplazado en poder e influencia a los proteccionistas como Peter Navarro. Y así sucesivamente.


Un papel determinante en todo esto lo ha jugado la hija de Trump, Ivanka, junto a su esposo, Jared Kushner. Este último ya tenía oficina en la Casa Blanca pero recientemente Ivanka también asumió una asesoría oficial que le dio oficina en el famoso “West Wing” de la sede del poder, el ala donde está el Salón Oval o despacho presidencial. Exactamente igual que ocurrió con los cambios de la campaña antes mencionados, ante una situación de emergencia política Trump se recostó en su familia y con ella trazó el plan de remodelación de su estructura de poder.


El viaje de Kushner como enviado del Presidente a Irak en misión de reconocimiento pocos días antes del ataque a Siria fue una señal de la autoridad que Trump quiere que su yerno y por tanto su hija asuman de ahora en adelante. No se entiende el desplazamiento del eje del poder de los asesores nacionalistas y populistas a los secretarios, figuras más tradicionalistas en política exterior e interna, sin el rol de salvataje político que la joven pareja ha jugado en estos días por indicación del presidente.


La consecuencia inmediata es un desplazamiento de Trump desde posiciones aislacionistas y proteccionistas hacia algo que se parece mucho más a lo que cabe esperar de un presidente republicano tradicional. Pero cometerían un error grave los observadores de todo esto si concluyeran que Trump ha tenido una epifanía ideológica. No: lo que ha hecho es una negociación al interior de sí mismo entre sus distintos impulsos e inclinaciones para salir del pozo en que había caído su Presidencia.


La pregunta clave es qué sucederá si esto tendrá para él un costo político notorio en la base electoral que lo llevó al poder. O, dicho de otro modo, la “derecha alternativa”, incluyendo Breitbart, desatará una campaña feroz acusándolo de haber traicionado a su pueblo para enfeudarse a ese “establishment” del que dijo que había llegado la hora de liquidarlo (“drenar la ciénaga” es la metáfora que utilizó siempre).


De momento, la transformación de Trump, por la repugnancia moral que ha producido el ataque con armas químicas de Asad contra su propio pueblo ha dado al presidente unos puntos de popularidad oxigenantes y reconfortantes. Pero los nacionalistas se preparan para responder. Por ahora, en parte desde el interior del gobierno, de donde Trump no ha querido expulsarlos aún, pero también, y ya se nota, desde el exterior. Será una lucha sin cuartel por el alma de la derecha estadounidense, del partido y del propio “trumpismo”.


La entrada El nuevo Mister Trump aparece primero en La Tercera.

 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on April 16, 2017 01:45

Los idus de marzo

El año 44 a.C. una veintena de conspiradores de la clase senatorial cosieron a puñaladas a Julio César, a quien, quizás con razón pero de seguro con resentimiento, creían deseoso de coronarse Rex. Dos mil sesenta y un años después, en un marco histórico más modesto, menos trascendente y sin derramamiento de sangre sino de lágrimas 67 conspiradores del PS acribillaron con sus votos a Ricardo Lagos, quien pretendía coronarse candidato presidencial al menos de su partido. Al día siguiente renunció también a su rol como candidato del PPD y con ello simultáneamente acabó con su carrera política. Fue, la del domingo pasado, una jornada luctuosa donde en las filas del PS coexistieron el llanto por el horror del crimen y el alivio de que al fin hubiera sido perpetrado. A Lagos le tocó representar el consabido papel del patriarca de la tribu a quien debe sacrificarse por un bien mayor. El bien mayor, en este caso, es seguir gobernando.


Es improbable que haya habido un solo chileno que creyera posible otro resultado. Que los jerarcas del PS se decidieran por el voto secreto señalaba por sí solo lo que se venía. Pepe Auth, a quien nunca le falta ni la sonrisa ni la palabra, arguyó que el voto secreto se justificaba porque promueve el hacer lo que realmente se quiere. “Hágase, Señor, Tu Voluntad” es su loable principio metafísico-político. Tal vez, pero en la realidad pedestre no es la voluntad “sans phrase” la que requiere la promoción del ocultamiento, sino la voluntad que no se atreve a dar la cara. Después de todo, los crímenes prefieren cometerse a escondidas.


Pragmatismo, no socialismo


Que el PS, aun considerando su gran o al menos larga tradición, escogiera como abanderado a un afuerino político apuñalando tras la espesa cortina del voto secreto a un patriarca -“el necesario asesinato del padre” afirmó en tonos freudianos un dirigente de la colectividad- no es el único signo de la inmensa confusión doctrinaria, moral y política que aqueja a toda la izquierda, salvo al Frente Amplio y/o Revolución Democrática, movimientos adolescentes que gozan aun la bendición de la inocencia. No hay candor, en cambio, por el lado de los carcamales. Si alguna vez tuvieron principios, hace tiempo que aprendieron a ponerlos en suspenso hasta nuevo aviso. Tampoco estarían en condiciones de aferrarse nuevamente a ellos porque olvidaron de qué trataban y ya no saben en qué consisten; aun más, es posible que los inteligentes del sector sospechen que nunca consistieron en otra cosa que en prédicas tan vacías como el intento de Maximilien Robespierre de fundar la “República de la Virtud”. De ahí que el único territorio transitable que les queda es el de las convocatorias, las frases grandilocuentes, las jeremiadas sobre la justicia y la equidad, la siempre rentable resucitación de Pinochet y el hecho implacable de su odio a la derecha, la cual se les aparece como el enemigo de su subcultura de la victimización, el sufrimiento y la redención cuando se consuma la historia. Del PC es más difícil hacer diagnóstico. Es posible que aún crean en el socialismo tal como hay sectas que aún esperan el Segundo Advenimiento de Cristo, pero de seguro conservan su pragmatismo y están dispuestos a usar a quien sea como compañero de ruta, esta vez a Alejandro Guillier. El PPD no sufre agonías; es desde un comienzo un partido nacido de la oportunidad, de la casuística, del salto de mata. No hay en él ni principios recordados u olvidados que pudieran amargarles una tarde de votación secreta. Sumando y restando la NM no es sino un catálogo de vaguedades, maniobras oscuras, divisiones mortales y reuniones oportunistas.


El Frente Amplio


A esta confusión en las filas de la izquierda tradicional, entidad habitando entre sombras sólo iluminadas por el esperanzador resplandor del cálculo electoral, se suma el grado adicional de complejidad que aportan los sectores de izquierda “más allá” de la NM. Este más allá es bastante similar al que nos prometen las religiones; comparte la misma vaguedad e imposibilidad de comprobar su sustancia. Esto último, sin embargo es un mérito para las cohortes demográficas que oyen sus llamamientos. ¿Qué importa no saber cómo se concreta tal o cual convocatoria? Cuestiones prácticas de ese tipo carecen de glamour; lo que los jóvenes quieren es emoción, promesas, luchas, romance e idealismo a bajo costo. Todo eso brota a raudales de labios de Beatriz Sánchez. Con ella el cuadro electoral se hace aún más complejo.


¿Y la DC?


¿Cómo reaccionará la DC ante la ejecución de Lagos? ¿Irá a primarias o a primera vuelta? Todo depende de qué les parezca más conveniente para firmar un “New Deal” con la coalición de izquierda. Es el único negocio posible. No tiene adónde ir, sino sólo quedarse donde está en mejores condiciones. Para eso debe hacer valer lo más posible su recaudación electoral. De acuerdo a esta lógica ir a primera vuelta es lo más rentable; con cualquier votación que obtenga y en presencia de dos mayorías por debajo de la absoluta, cada voto decé valdrá oro.


Esta danza de candidatos, travestismos, sacrificios rituales y pequeños cálculos se origina en la naturaleza misma de la NM, nunca nueva ni tampoco mayoría sino y desde el principio un aglutinamiento de partidos con visiones distintas, de líderes educados y hasta cultos junto a recién llegados al borde del analfabetismo, cohortes demográficas separadas por abismos y agendas diferentes en todo salvo en una común vaguedad, a lo que se sumaron dispares historias personales y colectivas; si eso, con su promesa de tumulto y desconcierto, no se hizo notorio desde un principio es porque estos procesos de “transformaciones profundas” ofrecen siempre en su inauguración una fase ecuménica de rebosante entusiasmo y falsa unidad permitida por la indefinición misma de convocatorias que aún no han debido manifestarse en iniciativas legales y procesos administrativos concretos. En el tibio y fragante universo de la generalidad vaporosa, ¿quién podía disentir del lema “educación gratuita y de calidad”? Hoy, con los liceos emblemáticos en el suelo, las universidades en pendencias por los dineros -“aportes basales” es como se dice en el discurso universitariamente correcto-, meses y años de clases perdidas, saqueos de colegios, disciplinas rotas y gastos siderales las divergencias aparecieron, se agudizaron y son ya incompatibles. Lo mismo en los demás temas, en especial en el económico, donde los “brotes verdes” han dado lugar a los frutos podridos del estancamiento y la cesantía al punto que ya se reconoce, al final del camino en creciente declive, que el crecimiento importa menos que la “calidad de vida”, augusta e inconcebible declaración de S.E revelando hasta qué punto el tema importa menos a nuestros revolucionarios que su visión quiliástica y mesiánica de los cambios institucionales.


Pronóstico final


La izquierda, sin embargo, sabe hacer muy bien una cosa: ponerse de acuerdo para ir disciplinadamente o al menos juntos a la batalla final. Si lo hacen, sus posibilidades de ganar en segunda vuelta son importantes, posiblemente de siete en 10. Bien puede entonces el país disfrutar un segundo gobierno de la NM, sea este u otro el nombre que elija la “nueva” coalición de izquierda. Mientras, hasta la fecha de los comicios, revolución y contrarrevolución estarán en suspenso y viviremos en un paréntesis. Será un paréntesis ruidoso y conflictivo, pero lo será mucho menos que un posible gobierno de Guillier. Con una “continuación de las reformas” a su cargo tendremos la versión chilena del paso de Chávez a Maduro. Gastándolo todo, Chávez hizo posible el triunfo de Maduro, pero por haberlo gastado todo también hizo posible la ruina del país, con o sin Maduro. De vencer, Guillier encarará, como Maduro, un país desfondado por su predecesor, sin reservas, sin crecimiento, sin inversiones, sin paz, pero con muchos compromisos “de campaña” ineludibles y una izquierda juvenil estridente y lista para reciclar el viejo y consabido papel de los jóvenes intentando asaltar el Cielo, pero cayendo de poto en el Infierno.


La entrada Los idus de marzo aparece primero en La Tercera.

 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on April 16, 2017 01:42

April 15, 2017

Desconocida del PS

ES ENTENDIBLE el resentimiento de cercanos a Lagos por como el PS lo archivó, con mayor razón habiendo “compañeros” escudados en el voto secreto. Con todo, no sorprende el desdén. Según Máximo Pacheco, se esperaba algo así desde noviembre. Por tanto, el intento de querer presentar su fin como el de un “salvador” que capitula por la ingratitud no solo no convence, es darle la razón a Guillier cuando lo comparó, con no poca sorna, con O´Higgins.


Razones para tener reservas respecto a Lagos, abundan. Su mal récord de candidato es bien sabido desde cuando quiso ser rector de la UCh y no se la pudo; también desde la senatorial contra Zaldívar y Guzmán (el 89) y en las primarias contra Frei (el 93); cuando apenas pudo ganar la presidencia el 2000; cuando el 2009 taponeó a Insulza e igual terminó desistiéndose (¿el mismo juego de perro del hortelano que dejara fuera a Isabel Allende?). Eso en cuanto a viabilidad electoral.


En lo referido a récord político, a Lagos, flancos débiles no le faltan: el papel que tuvo trayendo a Pinochet de vuelta de Londres; el espiral de corrupción que comienza en su gobierno en tándem con sus excusas (la tesis del “Jarrón” y el intento de minimizar el asunto estimándolo “hojarasca insustancial”); la operación de salvamento de Insulza y Longueira, su mandato en ascuas (acuerdo que alguien debiera destapar); lo del CAE y el Transantiago; la reforma a la Constitución que se probó insuficiente, promulgada con inusual pomposidad; el haber inventado a Bachelet sin perjuicio de la condescendencia que ha mostrado después para con ella (también con Soledad Alvear a fin de ungir a Bachelet). La lista de políticos con cuentas pendientes es larga (las tirrias mutuas que se tienen C. Ominami y E. Tironi, ¿las produjo quién?). Los comunistas nunca lo han querido (según Teillier casi se divide el PC en segunda vuelta el 2000 cuando gracias a ellos gana). Se insiste en la alta aprobación al final de su administración, pero se desatiende las veces que se enfrascaba en rounds con el público cada vez que hablaba. Y cómo olvidar los rencores de la generación de los 80 para con Lagos, Aylwin y otros.


Pero, sin duda, el autoritarismo con que se revistió el consensualismo de la transición, y que el personaje produjera suspiros en la derecha empresarial -“adalid de la civilización occidental” (D. Gallagher), “el presidente más de derecha de Latinoamérica” (A. Navarro), “amado” por banqueros (H. Somerville)- tenía que pesar tarde o temprano. Por tanto, lo del “dolor” que le producen los socialistas no reconociéndolo como uno de ellos suena a que no se hace cargo de sus ambivalencias. Ahora, es cierto, la decisión del PS puede polarizar el espectro, y sería de lamentar que así fuera, pero, ¿alguien duda que ello no ocurre hace rato?


Las beaterías en política no sirven. Los sinceramientos, en cambio, aunque brutales, demuestran que ésta no tiene por qué ser siempre hipócrita. La historia, a la larga, los agradece: permiten explicar incluso sus canibalismos.


La entrada Desconocida del PS aparece primero en La Tercera.

 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on April 15, 2017 02:30

Viudos de Lagos

SON PERSONAS importantes, pero no son tantos. Sino, el hombre seguiría en carrera. Lagos aludió a aquello en su discurso final, cuando dijo que el afecto que ha recibido no se reflejó en un apoyo ciudadano suficiente. Y claro, un candidato sin votos no sirve. Este no es un problema de los tiempos que corren, como gritan algunos. Así ha sido siempre.


Lagos sabe esto mejor que nadie. Durante su gobierno, fue él quien inventó a Bachelet. La impuso como candidata cuando nadie sabía mucho de ella. Solo que era simpática y que tenía apoyo en las encuestas. Bueno, los socialistas aprendieron de aquello y hoy nominaron a Guillier. Por eso, este no es el fin de la historia como dicen algunos; es simplemente un intento desesperado de repetirla. Sí, desesperado, porque todo indica que esta vez no les resultará.


Porque la gente, esa forma casi despectiva de referirse a todos menos a unos pocos iluminados, también parece haber entendido la lección más importante: no quieren otro gobierno de izquierda. Por eso no apoya a Lagos, pero tampoco a Guillier en forma importante. El dueño de los votos hoy, el que tiene la mayor probabilidad de ser el próximo presidente, es Piñera. Por eso, este no es un vuelco a lo light, a la falta de ideas, al discurso fácil, como gritan algunos. Es un vuelco a la derecha. Y dentro de ese sector, apoyan a la persona con más experiencia e ideas más claras. La gente, en suma, tampoco quiere seguir improvisando.


Entonces, esto no es el fin del mundo, ni estamos frente a la pérdida de la cordura. Es más bien lo contrario. La mayoría se agotó de experimentos tipo Bachelet. Y razones para ello sobran. Basta mirar cómo está el país. Lo light o la locura sería reelegir a los mismos que son responsables de lo sucedido en estos años. Y Lagos, hay que decirlo, no supo diferenciarse. Porque, en su afán por conseguir votos, comenzó a desvirtuar su discurso, a coquetear con la izquierda extrema, al punto de traicionar su propia historia. Incluso, en su despedida, señaló que su afán era impedir una ola de restauración mercantilista y conservadora que puede durar muchos años. Y, acto seguido, dijo que nadie lo siguió en aquello. Porque la mayoría sabe que esa es un caricatura de la derecha.


En suma, no era el tiempo de Lagos y, como van las cosas, tampoco el de ningún otro de su sector por carismático y simpático que sea. El país quiere algo distinto. Por eso, tampoco esto es una afrenta a Lagos, ni a su estilo. Menos, como dice, que la derecha tenga ganado todo por muchos años. En política, el futuro nunca está asegurado. Se gana día a día.


Pienso que, en el fondo, Lagos entiende esto. Al final de su discurso, sin dramatismo y sin recriminaciones, simplemente dijo: “amigos, la vida continúa” y repitió por segunda vez en su vida, “sé escuchar la voz de pueblo, sé someterme a su veredicto”, en una muestra más de su grandeza republicana. Por eso, sus viudos debieran aprender de él, y en vez de incendiar el país, simplemente aceptar que el país quiere otra cosa. Y no hay que ser un intelectual para entender que tienen razones para para aquello.


La entrada Viudos de Lagos aparece primero en La Tercera.

 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on April 15, 2017 02:27

La nueva izquierda

LA IZQUIERDA vive entre sueños y pesadillas. Sus principios abiertos y generosos coexisten a menudo con prácticas sectarias y excluyentes. Así ha sido en la historia del mundo. Chile no es la excepción.


La izquierda chilena ha sido un actor muy relevante en la construcción nacional. Las grandes conquistas sociales y democráticas llevan su impronta. Sin el aporte de las fuerzas de izquierda Chile sería aún más desigual y autoritario.


Pero, hay también un lado B. La izquierda ha sido actor protagónico de los dramas de Chile. La experiencia de la Unidad Popular terminó derrotada a sangre y fuego por sus adversarios. La izquierda fue víctima pero también responsable. Hoy día se venera como mártir a quien en su momento se denostó por reformista y vacilante. Amplios sectores de la izquierda, comenzando por el propio partido del Presidente, no entendieron la complejidad del proceso y negaron el respaldo necesario para evitar su naufragio.


La lucha en contra de la dictadura fue también terreno de agrias disputas. La izquierda revolucionaria, organizada en torno al MIR, interpretó el golpe como una derrota de las “fuerzas reformistas” que dejaba incólumes a las fuerzas que bregaban por la revolución. En base a este análisis el MIR buscó ponerse a la cabeza de la resistencia armada. El resultado fue dramático: centenares de militantes pagaron con sus vidas. El MIR fue exterminado. Años después, la dirección del Partido Comunista optaría también por la lucha armada. Fue una decisión atemporal, inconsistente con la trayectoria histórica del PC chileno, que tuvo efectos negativos sobre la lucha democrática de masas, que fue la orientación que en los hechos se impuso como estrategia dominante. Una acción convergente de las fuerzas de izquierda habría permitido seguramente una derrota más clara y decisiva del régimen militar.


Las divisiones que atravesaron a la izquierda durante los años de dictadura se mantuvieron a lo largo de la transición. La exclusión del Partido Comunista fue su expresión más clara. Pero no fue la única. Hubo también una izquierda social que quedó al margen, facilitando la desmovilización y la imposición de la hegemonía de las fuerzas más conservadoras al interior de la antigua Concertación.


Están surgiendo en la actualidad nuevas fuerzas que se reclaman de izquierda. Son el producto de las movilizaciones sociales más recientes en torno a causas amplias y nobles como educación pública de calidad y gratuita. Constituyen una esperanza allí donde el desgaste de las fuerzas tradicionales de la izquierda es más que evidente.


El desafío que enfrenta esta izquierda emergente es enorme. Se trata de superar la apatía y generar nuevos entusiasmos. Tarea especialmente difícil en tiempos de crisis y ruptura de los lazos entre la política y la sociedad.


El desfiladero por el que camina la nueva izquierda es estrecho. La tentación de hacer de la izquierda tradicional su principal adversario es grande, irresistible incluso para algunos. Allí donde se requiere una amplia ofensiva ideológica para renovar a la izquierda y transformarla en un actor gravitante, se puede terminar asistiendo a una lucha destructiva que termine lesionando el conjunto del proyecto progresista. Existieron en el pasado esfuerzos importantes para renovar a la izquierda. No prosperaron. Las condiciones han cambiado. Puede ser hoy día posible lo que ayer no lo fue. Para eso es fundamental, entre otras cosas, apuntar para el frente y no para el lado.


La entrada La nueva izquierda aparece primero en La Tercera.

 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on April 15, 2017 02:24

La decisión del Partido Socialista

LA POLÍTICA opera habitualmente con múltiples racionalidades. Hay cálculo, competencia, confianza, redes, organización, comunicación, emociones, costumbre. Y ejercicio constante de la voluntad de poder, como el hilo rojo de Ariadna que sirve para tejer salidas de situaciones difíciles e imponer un punto de vista.


En el escenario de la polis hay actores y públicos. Ideas e intereses. Líderes y seguidores. Élites y masas. Cambiantes relaciones entre mayorías y minorías. Deliberación pública y discretas maniobras tras bambalinas. Sobre todo, hay enunciados, discursos, relatos y a ratos también demagogia. De hecho, la política es el arte de mover la historia con palabras.


Todos estos factores fueron puestos en tensión el domingo pasado al momento en que el PS decidió su candidato presidencial. Paradojalmente, sin embargo, lo importante a la postre resultó ser a quien no eligió el PS.


En efecto, el drama de la ocasión consistía en que se hallaba involucrada una figura que para el PS, la Nueva Mayoría y para la opinión pública, incluso sus detractores, tenía las dimensiones, el carisma, de una figura histórica.


Efectivamente, Ricardo Lagos representa la enorme transformación del país durante los últimos cincuenta años. No solo la transición de una dictadura a la democracia sino de la Guerra Fría a un mundo multipolar, de la revolución al reformismo, del Chile como un caso de desarrollo frustrado al Chile que expande sus capacidades y se transforma en una sociedad de masas y nuevas clases medias.


Las tensiones creadas por esas transiciones simultáneas -malestares de modernización, cambios culturales, movilidad social, brechas de desigualdad, mercados expansivos, lógicas privadas y autonomía individual- se identifican con la figura de Lagos. Igual como ocurre con la renovación socialista, el pensamiento socialdemocrático de un tiempo neoliberal, la Concertación y la política de los acuerdos, la generación académica y tecnocrática que concibió al país como un proyecto posrevolucionario y posdictatorial.


El drama para el PS y su grupo dirigencial -más posmoderno que de grandes transiciones; con menos peso histórico y escombros en la conciencia- es que debió elegir entra esa figura histórica y la leve brisa de la madrugada que se anuncia ya. ¿Cómo? En la cultura de la novedad, los collages de ideas, la sensibilidad de redes sociales, el apetito por el triunfo rápido y la política como espectáculo.


El PS eligió el medio que estimó más eficiente para la mantención propia y de la NM en el poder. Es la lógica utilitaria que lo invade todo. ¿Es un pecado? ¿Habría que condenar al Comité Central por esta decisión? Para nada. No hizo más que seguir la racionalidad imperante en el momento, aun a costa de echar por la borda una figura de su historia.


¿Tendrá éxito tan expedita maniobra? En el terreno puramente pragmático, puede ser. La NM ha fortalecido su lado izquierdo. El PS cuenta ahora con un candidato, aunque no sea propio. Y ha puesto a la DC y el PPD en un un pie forzado. Por otro lado, si la NM no recupera su centro o se desvanece, el PS seguirá parado y tendrá su segunda oportunidad.


Es entendible. Pero no conmueve.


A mi al menos me ocurre como a Max Weber cuando en La política como vocación dice: “Por el contrario, es muy conmovedora la actitud de cualquier hombre maduro, de no importa cuántos años, que siente con toda su alma la responsabilidad por las consecuencias y actúa conforme a la ética correspondiente y que, llegado el caso, es capaz de decir: ‘no puedo hacer nada más, aquí me detengo’”. Es el punto donde las convicciones se hermanan con las responsabilidad, algo que el PS y mi propia generación aprendió con la derrota.


Pero es probable que tampoco esto esté de moda ahora que lo importante es estimar ganancias y pérdidas para luego apostar.


La entrada La decisión del Partido Socialista aparece primero en La Tercera.

 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on April 15, 2017 02:20

Unidad en la adversidad

EL TRIUNFO del NO en aquel histórico 5 de octubre de 1988, abrió paso a la recuperación democrática por medios totalmente pacíficos. Con un lápiz y un papel los demócratas chilenos derrotaron a la dictadura más feroz de toda la historia de nuestra patria, lo hicimos gracias a la unidad de propósito de muchos hombres y mujeres que arriesgaron todo para tener un Chile más justo y mas democrático.


La victoria de los dos primeros presidentes elegidos democráticamente después de la dictadura, Patricio Aylwin Azócar y Eduardo Frei Ruiz -Tagle, también fue gestada por la convergencia entusiasta de la centroizquierda, la elección de Ricardo Lagos Escobar como Presidente de la República surgió de aquella misma vocación.


Un proceso que abrió las puertas a la elección de la primera presidenta de nuestra historia, Michelle Bachelet Jeria, que trajo a la mano iniciativas tan relevantes como el sistema de protección social y la reforma previsional que incorporó por primera vez un pilar solidario.


En cada uno de esos períodos aunamos criterios respetando nuestras diferencias. En 2013 recuperamos el gobierno con un programa de transformaciones acorde con los cambios y demandas sociales que Chile requería, lo cual hicimos desde una nueva alianza, la Nueva Mayoría.


El recorrido de esta alianza política, la más amplia desde el regreso a la democracia, no ha estado exenta de dificultades, sus miembros constituyen un amplio arcoíris que refleja los múltiples colores de los demócratas y progresistas de nuestro Chile, su fortaleza esta justamente en aquello.


Pero el país sigue y seguirá cambiando, vivimos un nuevo ciclo político, se profundiza el cambio cultural y la ciudadanía, cada día más informada y empoderada, exige a las instituciones y a los actores políticos estar a la altura de sus anhelos.


Y con toda razón, pues pese a los avances registrados en el actual y en los anteriores gobiernos de centroizquierda, persisten rezagos e inequidades sociales inexcusables, al mismo tiempo que emergen nuevos desafíos, nacionales y globales, que reclaman toda nuestra inteligencia política.


La porfiada desigualdad, los abusos que irritan, el modelo cultural individualista y, ciertamente, la pérdida de sintonía de prácticamente todas las elites con la sociedad producen sentimientos de desamparo, desprotección, desconfianza y descrédito de las instituciones.


Por eso, más allá de cálculos y pronósticos interesados sobre el fin de la actual coalición, desde el Partido Socialista trabajaremos para proyectar la convergencia política amplia y sólida del centro con la izquierda, cuya base de sustento sea una plataforma programática de cambios sociales acordes con los nuevos desafíos, como por ejemplo un nuevo sistema de pensiones cuyo eje central sea una vejez digna para nuestros adultos mayores.


Dar forma a ese país territorialmente equitativo, con derechos sociales garantizados, sin abusos, inclusivo y democrático, requiere de toda la capacidad que la centroizquierda chilena ha demostrado tener en el presente y en el pasado reciente.


Por ello, es que el retiro del expresidente Ricardo Lagos de la actual carrera presidencial no pone en riesgo la continuidad del bloque, pues esta convicción excede a cualquier candidatura. La reflexión va más allá de un candidato en particular, es una definición estratégica, es nuestra política de alianzas.


En el Partido Socialista estamos conscientes de la envergadura de la tarea descrita y tenemos la absoluta convicción y voluntad de trabajar en esa dirección, así lo haremos en el próximo período, pensando en Chile, en su gente, con los pies en el presente y con la mirada en el futuro, unidos en nuestra diversidad.


La entrada Unidad en la adversidad aparece primero en La Tercera.

 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on April 15, 2017 02:15

Chao Jefe

Una de las cosas que ha ido cambiando con el paso del tiempo en las fronteras del deporte profesional, al menos en la parte alta de la pirámide, es la porción de la torta que se llevan los “trabajadores”. Digamos, los que compiten o los que piensan el juego. Ya superamos, hace rato, la barrera de los buenos contratos para avanzar al estadio de los contratos sustanciosos y los premios millonarios. En entera justicia, porque cada cual merece tener acceso a buena parte de lo que genera producto de su talento o de su esfuerzo.


Pero ese nuevo orden de cosas no tiene que ver sólo con el dinero. También cambiaron los roles. Y, sobre todo, las posibilidades y los derechos. Incluso los legales. Miremos, sin ir más lejos, lo que está pasando con “nuestro” Sampaoli en el Sevilla. Para muchos es un escándalo que el casildense quiera “dejar botado” al club español antes de terminar su contrato tras haber recibido una oferta muy atractiva. La más atractiva de todas, para ser justos: la selección de su país. Que, entre paréntesis, no sabe la chichita con la que se está curando. No porque don Sampa sea “fregado” y cambiante en términos monetarios, sino por el nivel de exigencias: con todo respeto, más allá de dotes motivacionales (apenas el desde), los técnicos de la Albiceleste de los últimos años no trabajan ni el 50% de lo que trabaja el pequeño genio de Casilda. Los va a obligar a todos -incluyo en esto a los jugadores- a revisar más videos que nunca, a entrenar con más carga y exigencia que lo que jamás vieron, a correr más (volar si se puede) y a pre resolver los partidos en sus más mínimos detalles, dejándole poco espacio a la sobrevalorada improvisación permanente. Es pocas palabras, si llega, Sampaoli le va a cambiar la cultura de trabajo a la selección argentina. Y eso nunca es fácil ni es poco. Vale plata, volviendo al punto inicial.


En esos marcos, no deja de sorprender que los mismos que no dicen nada cuando un “patrón” (club o federación) corta el contrato de un técnico antes de que este termine, como se ha venido haciendo por décadas, sí levanten la voz cuando el que lo hace es el trabajador. “Ya sabemos que le quedaban varios meses a su proceso de trabajo, pero aquí hay una cláusula de salida, ya no nos gusta lo que hace, así que lo vamos a despedir”. Ese discurso, hace mucho rato, es parte de las normas aceptadas y vigentes del mercado. El punto es que, si funciona para un lado, también debe funcionar para el otro. Y ahora, por fin, está ocurriendo. Como los antiguos “profes”, hoy “directores técnicos”, ganan muchísimo más que antes y por ende tienen patrimonios, digamos, consolidados, pueden decir en cualquier momento lo mismo que antes decían sólo sus jefes: “Ok, hay un contrato vigente, pero no estoy conforme, tengo ofertas fenomenales, objetivos mayores …y por ende, pagando la misma cláusula de salida que tienen ustedes, me voy”. ¿Que no es ético profesionalmente? Debatible. Si la variable rendimiento puede ser usada para lo muy malo, también puede ser usada para lo muy bueno. “Me voy porque me ha ido demasiado bien y me quieren de un lado mejor”. ¿Por qué no? Otrosí: ¿Hay un tema ético con hacer ofertas desde otras instituciones en pleno período de contrato? Capaz, pero también lo resolvió hace rato el mercado: ya es costumbre. Desde que partió uno, hace ya mucho tiempo, más que desandar el camino, la gran mayoría ha decidido mantener la práctica.


Puesta así las cosas: ¿podría alguien decirle algo a Sampaoli si, pagando de su bolsillo o del bolsillo del nuevo empleador la cláusula de salida, parte a mitad de año a Argentina? Nadie. Los que inventaron el sistema tienen que aceptar que la figura, ética, profesional y legal, existe hace mucho rato: si te puedo echar antes, te puedes ir antes. Fin.


La entrada Chao Jefe aparece primero en La Tercera.

 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on April 15, 2017 01:32

Álvaro Bisama's Blog

Álvaro Bisama
Álvaro Bisama isn't a Goodreads Author (yet), but they do have a blog, so here are some recent posts imported from their feed.
Follow Álvaro Bisama's blog with rss.