Hugo García Michel's Blog, page 98
December 5, 2018
Travesuras de la niña mala
Historia de amor. Historia de encuentros y desencuentros.
Travesuras de la niña mala
(2006) es, a mi modo de ver, la más flaubertiana de las novelas que he leído de Mario Vargas Llosa. La saga de amor y odio, de pasiones delirantes y obsesiones enfermizas entre Ricardo y Lily (esta, con sus múltiples cambios de nombres e identidades) a lo largo de casi medio siglo y a través de ciudades tan diversas como Lima, Londres, Madrid, Tokyo y París, sobre todo París, constituye todo un tour de force que involucra los más diversos sentimientos y sensaciones a lo largo de sus cerca de 400 páginas.¿Novela ligera? No, en absoluto. ¿Novela convencional? Tampoco, a pesar de ser lineal y de no contener las experimentaciones literarias a las que el autor peruano es tan afín. El amor loco entre los dos personajes, desde que se conocen en el barrio limeño de Miraflores, en los años cincuenta, hasta el fatal desenlace en el París de finales de los noventa, pasa por toda clase de vicisitudes en las que la crueldad va aparejada con el masoquismo y la humillación amorosa es parte inseparable del desprecio sádico. ¿Cómo puede Ricardo Somocurcio soportar los inicuos desplantes de la niña mala durante tanto tiempo? ¿Cómo puede ese niño bueno ser tan lastimosamente imbécil como para aguantar hasta la más brutal de las ruindades de esa mujer que juega con él todo el tiempo sin que el hombre deje de amarla tanto como parecería no amarse a sí mismo? No soy yo quién para juzgarlo y más bien sí puedo comprenderlo (en ese sentido, el personaje de Humberto Gazca, en mi novela Matar por Ángela , juega un papel muy semejante al que desempeña aquí Ricardo).
Relato amenísimo y divertido, es no sólo la narración de la relación entre los dos personajes principales, sino un retrato de la segunda mitad del siglo veinte y de los ambientes culturales de las cinco décadas por las que transcurre la novela (el París existencialista y tan nouvelle vague de la primera mitad de los sesenta, el swinging London de la segunda parte de esa década, por ejemplo), con el Perú y sus problemas políticos, económicos y sociales, siempre presente en la mente distante de Somocurcio.
Una novela agridulce y sorprendente esta Travesuras de la niña mala . Tal vez no a la altura de las grandes obras de Vargas Llosa, pero muy superior, digamos, a la más o menos reciente Cinco esquinas .
Vale la pena adentrarse en sus páginas,
Published on December 05, 2018 13:48
December 4, 2018
Mi entrevista a Ciro Gómez Leyva para Los Angeles Times
Desde hace varios lustros, Ciro Gómez Leyva ha sido unos de los periodistas y líderes de opinión más vistos, escuchados, leídos y respetados (y también vilipendiados) de México. Su carrera en la prensa escrita, la radio y la televisión lo ha convertido en una de las voces periodísticas fundamentales de los tres más recientes sexenios y seguramente lo seguirá siendo a lo largo del que acaba de iniciar y del que habla en esta entrevista exclusiva para Los Angeles Times .
Ante la toma de posesión del nuevo presidente de la república, ¿cuál es su visión de lo que sucedió durante el periodo de transición?
Desde mi posición, lo veo como algo periodísticamente apasionante. Es un momento apasionante el que ha vivido México, cuando menos en términos periodísticos, desde 1994… y no se ha detenido. Hay momentos de más intensidad, hay momentos más interesantes y creo que este que vivimos, del 2014 hasta el día de hoy, ha sido uno de los más intensos y también de los más difíciles.
¿Por qué desde 2014?
Porque en 2014 sucedió lo de Ayotzinapa, un hecho que marcó el inicio de la caída de toda la esperanza que podía haber en el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto. Lo que vino a partir de ese momento fue un remar a contracorriente de un gobierno que nunca encontró una ruta de escape o una ruta para volver a encarrilarse y esto trajo consigo el impresionante regreso de Andrés Manuel López Obrador. En marzo del 2015, escribí en El Universal una serie de artículos que se llamaba “¿Quién dejó ganar a López Obrador?”. Desde luego saltaba mucha gente que me decía que no hiciera profecías, que en qué me basaba para lo que decía, pero todo se fue cumpliendo tal cual.
¿Cómo vislumbra a la llamada Cuarta Transformación?
La transformación es un anhelo de millones de mexicanos que quieren que las cosas cambien. Siento que hay en ello mucho de pensamiento mágico –muy nuestro, muy mexicano–, pero hay una gran esperanza y López Obrador entendió muy bien el momento y lo jugó extraordinariamente como candidato. Vamos a ver ahora cómo gobierna.
¿Cómo vio a López Obrador en su papel de presidente electo?
Dos momentos: el momento pre-aeropuerto y lo que tuvimos en las últimas seis semanas antes de su toma de posesión. El arranque como presidente electo fue muy impresionante. El cuidado que tuvo con las palabras, con las formas; la manera como manejó las esperanzas, las expectativas. Pero algo ocurrió en sus mediciones. No sé si fueron las presiones internas o si él mismo sintió que se estaba alejando del personaje que quería ser y vino entonces un cambio muy brusco. Regresó el lopezobradorismo grosero que tú y yo conocemos muy bien, el lopezobradorismo autoritario, pendenciero. Lo que vivimos desde mediados de octubre fue eso. Parecería por momentos que hubo algo que para mí sería lo más periodístico: un descontrol de López Obrador sobre su equipo, pero yo no me la acabo de creer. No me creo que Félix Salgado Macedonio, Ricardo Monreal, la gente del PT o algunos legisladores estén actuando por su cuenta. No me la creo, pero por lo pronto me limito a la crónica de los hechos. Ya iremos viendo. Pero si ese va a ser el juego, pongámonos el cinturón de seguridad, porque vamos a entrar en la montaña rusa y no sé qué tan bien este diseñada la estructura de esa montaña rusa.
¿Qué cree usted que pasará con la libertad de expresión en el nuevo gobierno?
El tema será como lo hemos vislumbrado siempre: un espacio de lucha. Siempre ha habido limitantes para nuestro trabajo. Vamos a ver de qué tamaño son los medios de comunicación, los periodistas, las organizaciones sociales. Yo no imagino un gobierno que en verdad quiera acabar con la prensa. No por un asunto de voluntad o de fe, sino porque me imagino que deben calcular lo que eso significa hoy y deben pensar que es una batalla que no van a ganar. Mete ahí a las redes sociales, mete ahí toda una cultura que se ha desarrollado en los últimos 25 o 30 años. Pienso que el trabajo periodístico se mantendrá. Probablemente sea un gobierno que reclame mucho más en las formas, un gobierno más vehemente en su manera de presionar a los medios, pero las presiones no van a ser muy distintas a las que vivimos en el arranque del gobierno de Peña Nieto o las que hemos vivido en otros momentos. No es para mí un tema de preocupación. Si no estoy en los espacios en los que estoy ahora –que ojalá lo sean–, pues buscaremos y encontraremos otros. Pero el trabajo periodístico seguirá. Me preocupan otras cosas.
¿Cómo cuáles?
Pues mi salud, cosas de ese tipo. A mí la paranoia de que nos van a perseguir, a censurar, a matar, no la siento. Alguno de mis compañeros mayores, no recuerdo si fue Raymundo Riva Palacio o Humberto Mussachio, cuando yo empezaba en esto, decía que este es un trabajo en el que tienes que asumir que nada te garantiza que mañana vas a seguir. No he construido mi andamiaje personal o económico pensando en que mañana me van a dar de baja o en que algún poderoso va a pedir que me vaya. Yo trato de trabajar y de ahorrar algo, porque pues mañana, quién sabe. A mí ya me ha tocado: con el apoyo abierto, descarado, grosero de un gobierno, nos aplastaron un canal de televisión. Y me tocó ver cómo los pactos que nos habían dado una gran estabilidad y una gran armonía durante 16 o 17 años en Milenio, volaron hechos pedazos cuando llegó el gobierno de Peña Nieto y nosotros, como grupo, no fuimos capaces de encontrar una nueva forma de enfrentar ese momento que estábamos viviendo. Por eso tomamos la decisión conjunta de cerrar ese ciclo. Entonces, de los dos últimos cambios de gobierno yo tengo dos experiencias traumáticas. ¿Que si ahora también se va a complicar la cosa? Pues ya veremos. No es lo que me quita el sueño. Si hay que pelear, pelearemos. Si hay que resistir, resistiremos. Si hay que sobrevivir, sobreviviremos. Si hay que movernos, nos moveremos o nos mudaremos. Si por la razón que sea aquí termina la biografía profesional, pues a ver a qué nos dedicamos. Yo no tengo un sentido trágico de la vida y mucho menos del oficio.
¿Qué piensa sobre el establecimiento de la Guardia Nacional que ahora se anuncia como un cuerpo controlado por los militares?
El tema de la Guardia Nacional ilustra muy bien el paso de candidato a presidente. Era muy taquillero, era estridente, ventajoso, tramposo, era muy rentable en este país, donde el lloriqueo y la acusación ramplona suelen dar dividendos, hablar de “la guerra de Calderón”, de la militarización y de los cien mil muertos, sin hacer un análisis elemental. El análisis elemental es que hubo una expansión brutal, desde hace 25 años, de los grupos criminales en connivencia con la sociedad, con muchos sectores del “pueblo bueno”, que hizo pedazos a muchas personas, a muchas familias, a muchas economías. Ante eso no había más recurso que echar mano de quien podía más o menos plantárseles que eran el Ejército, la Policía Federal, la Marina. Al presidente Calderón los gobernadores no sólo no lo acompañaron con sus policías, sino que lo boicotearon, apostando al fracaso de su gobierno. Por eso sólo quedó el remedio de las fuerzas armadas y lo mismo sucedió con Peña Nieto y a López Obrador no lo queda de otra. Vamos a ver cómo le sale, no va a ser fácil presentar algo que se llame la Guardia Nacional y con mando militar. Ojalá funcione. Si hay un punto en el que yo he sido muy claro y que también me ha ganado muchas críticas es el de decir que yo sí creo que hubo en Calderón y Peña Nieto –y creo que también con López Obrador la habrá– una voluntad de vencer a la criminalidad y ojalá en ese tema el nuevo gobierno tenga éxito, porque es una tragedia que existan decenas de miles de mexicanos que hayan querido formar parte de los cárteles y esos mismos mexicanos han creado bandas de secuestradores, de extorsionadores y de ladrones. Que no me digan que son una consecuencia del neoliberalismo.
¿Cómo ve lo que quedó de oposición en México?
No hay oposición política. Como tampoco la hubo en la primera mitad del sexenio de Peña Nieto. La oposición política contra él surgió en el verano de 2015, cuando Morena ganó las elecciones intermedias, pero fue muy limitada. La oposición a Peña fue más de tipo social y se dio en las redes, en las calles, en algunos medios de comunicación. Y oposición política ahora menos la hay. Veremos gestos simbólicos. Veremos cómo germinan quizá figuras y movimientos. Hoy la oposición, al igual que con Peña Nieto, va a tener que surgir de otros lados y no de los partidos. Vamos a ver a los gobernadores, aunque yo tengo muchas dudas, porque ahí está el garrote presupuestal que tiene el Ejecutivo sobre ellos. Pero en fin, yo soy cronista y no astrólogo.
Pasemos al tema de las consultas, ¿qué le parecen?
Es una burla. Pero además, una burla innecesaria, López Obrador pudo haber cancelado las obras del aeropuerto sin ningún problema. Era una promesa de campaña. Hubiera sido más efectivo y políticamente más redituable construir un discurso, montar un ejercicio de propaganda, en lugar de esa farsa. Y ya lo que pasó en la más reciente consulta, la de las diez preguntas, nos lleva al México soviético, el de los resultados con porcentajes de 90. En una entrevista que le hice en televisión, López Obrador perjuró que era la última vez que haría algo así y que las siguientes consultas serían bajo el marco de la ley. El marco de la ley será que las organice alguien que garantice una cierta equidad, aunque desde luego como presidente él va a tener todas las ventajas. Pero esas consultas fueron como de gobierno bananero que hizo el ridículo y quedó mal con medio mundo. Un teatro del absurdo. Claro, periodísticamente apasionante y yo me dedico a esto. Aunque el paso de lo apasionante a lo aterrorizante…
Frente a todo lo que hemos hablado, ¿cómo vislumbra el México de 2024?
No lo sé. Ni siquiera vislumbro lo que será México de aquí a seis meses. Pero si el Estado cede ante los grupos criminales y decide combatirlos sólo con propaganda o manipulando las cifras de los muertos, si claudica por incapacidad y por conveniencia, ese sería mi único temor, mi única pesadilla ante la Cuarta Transformación. Pero si, por el contrario, casi milagrosamente o por una inteligencia estratégica maravillosa, el gobierno de López Obrador le da la vuelta clara e incontrovertiblemente al tema de la inseguridad, yo que no voté por ellos en el 2018, seré el primero en hacerlo en 2024.
¿Algo que agregar, algún colofón?
Yo creo que quienes encabezan este gobierno, cuando menos en el arranque (porque así han sido, porque así es su genética, porque así se han movido en la transición), en las formas tratarán de ser suaves, pero en los hechos van a ser implacables y ante la verdadera oposición vendrá el linchamiento. No la cárcel, no la muerte: el linchamiento. Mediático, en las calles, en las plazas, en las redes, en donde se pueda. Es su ADN. Y quien se les ponga enfrente y no quiera quitarse, va a correr ese riesgo: el del linchamiento.
(Entrevista que hice para la edición en español de Los Angeles Times y que salió publicada este sábado 1 de diciembre)
Published on December 04, 2018 16:13
December 3, 2018
Mi entrevista a Rafael Pérez Gay para Los Angeles Times
Ciudad de México. Nos citamos en un restaurante bar de la colonia Condesa, su colonia, el barrio de toda su vida. Sospecho que es el mismo restaurante bar donde su muy cercano Gil Gamés suele reunirse con los amigos para convivir y brindar con el inseparable vaso de Glenfiddich 15 en la mano.
Pero es mediodía y Rafael Pérez Gay (no Gil Gamés) pide una Coca light con hielos, mientras conversamos acerca de un asunto que le es ingente: el arribo a nuestro país de la Cuarta Transformación.
Pongo a funcionar la grabadora, abro la libreta en la que traigo anotadas las preguntas que quiero hacerle, pero el autor de libros como El cerebro de mi hermano , Arde, memoria y Perseguir la noche , así como de la columna semanal “Prácticas indecibles” en Milenio Diario , además de conductor de la serie literaria de televisión La otra aventura , de ADN 40, y director de la editorial Cal y Arena, me ataja antes de que pueda lanzarle la primera interrogante:
“Podemos empezar por un asunto que a mí me parece que define en estos días el clima político mexicano. Me refiero a la celeridad, casi la ansiedad del presidente electo y su equipo de transición, por tomar decisiones, por realizar proyectos rápidamente, como si no hubiese mañana. Esta celeridad ha llevado al presidente electo a cometer serios y notables errores y contradicciones, al grado de que prácticamente donde aparece un proyecto, donde aparece una decisión, aparece, pegado, un conflicto. Desde luego, está lo del aeropuerto. Tenemos novedades: leí completo el informe de MITRE. Es demoledor. Porque se encarga de demostrar, ya que se trata de una autoridad en materia de navegación aeronáutica, que Santa Lucía es inviable. Y dice una cosa que suena obvia, pero que es una verdad de cien kilos: ‘Los aeropuertos no se planean de abajo para arriba, se planean de arriba para abajo’ y lo que van a ocasionar en el espacio aéreo es un embotellamiento terrible, con los riesgos que eso supone”.
Lo del aeropuerto es un caso, pero está también lo de la Guardia Nacional o lo de anular la reforma educativa.
Lo de la Guardia Nacional parece ser, una vez más, una decisión apresurada, prácticamente tomada sobre las rodillas. No soy el único que sabe o ha oído que realmente cambiaron el Plan de Seguridad y el plan de la Guardia Nacional sobre la marcha. El gran perdedor de esto fue Alfonso Durazo: perdió el presupuesto, perdió poder y todo se le trasladó a los militares. En materia de educación, como dijo el diputado Mario Delgado, no dejarán “coma sobre coma” y desaparecerán el Instituto Nacional de Evaluación Educativa. El conflicto que viene en educación va a ser serio. Juan Díaz ha dejado la dirigencia del SNTE y Elba Esther Gordillo parece decidida a retomarla. Por otro lado está la CNTE que va a jugar, como siempre, un papel inexplicable e ilógico. No me extrañaría que muy pronto estuvieran en contra del presidente electo respecto a algunos de sus proyectos.
Andrés Manuel López Obrador ha dicho recientemente que no va a perseguir a los corruptos del pasado y que es mejor mirar hacia adelante.
Sí, dijo que sería una especie de ley de punto final. Pero un día después declaró que en marzo hará una consulta para preguntarle al pueblo si quiere que investigue a los ex presidentes. Con esto y con lo que te comenté anteriormente, quiero ilustrar que la celeridad no es buena consejera política, la ansiedad por resolverlo todo a cada momento puede conducir a esta clase de contradicciones. Otro punto muy importante ocurrió hace unos días: la rebelión de los diputados panistas y la postura del gobernador electo de Jalisco, Enrique Alfaro. Este es el primer momento serio de una oposición real al nuevo gobierno. Luego vino el comunicado de los gobernadores que afirma claramente: “Nosotros no somos invitados, nosotros fuimos elegidos democráticamente”. Dice Alfaro con toda claridad, en un comunicado que me parece inteligente y valiente, que “la idea de los superdelegados atenta contra el pacto federal y atenta contra la democracia. Nosotros en Jalisco no vamos a perdonar a los corruptos, los vamos a meter a la cárcel”. Me parece sano y me parece una buena noticia, porque la concentración de poder que tiene López Obrador nos va a devolver a un hiperpresidencialismo muy serio. Por eso este principio de oposición es bueno, sobre todo si pensamos en los desechos en que se convirtieron los partidos políticos. De modo que este frente de gobernadores me parece bien.
¿Cuál es entonces el papel de los partidos, en especial del PRI y el PAN?
Los partidos tienen que cerrar filas para que en las elecciones intermedias de 2021, aunque no vayan a vencer a Morena, sí ganen algunos diputados. Así entonces, yo digo: tenemos a un presidente electo hiperactivo que ha mandado claras señales de que él es el que manda y que se va a hacer lo que él dice; tenemos a un Congreso que va aprobando y aprobando leyes todos los días, porque quieren hacer cambios muy grandes y probablemente lo van a lograr. Lo único que yo pienso y que me gustaría transmitir a quienes lean esta entrevista, es que no estoy de acuerdo en que todo esté mal y que todo haya que cambiarlo. Ese principio puede conducir al fracaso político. Cierto, la aprobación de López Obrador está en un 75 por ciento, es altísima, pero no hemos empezado todavía y ya ha habido mucho movimiento. Muchos pusieron sus esperanzas en él, pero hay un segmento –que no es el voto duro de López Obrador– que se está preguntando si lo que está pasando está bien. Porque otra característica del presidente electo es que es impredecible y eso ocasiona nerviosismo, no sólo en los mercados, no sólo en las finanzas, sino nerviosismo político. Hay quienes dicen: veamos sus acciones y no sus dichos y yo respondo: sí, pero las palabras y los hechos van juntos y la palabra del presidente de la república, de cualquier presidente, es una palabra muy seria, muy dura, a la cual hay que atender siempre. Por ejemplo, el presidente electo dice que muchos empresarios con camajanes (camaján quiere decir holgazán, perezoso, un hombre que vive de otros, un parásito). Luego se da cuenta de que ha cometido un error y entonces hace un concejo empresarial para que esté cerca de él. Esas señales son impredecibles, contradictorias, desprendidas en buena medida del exceso de protagonismo del presidente. El presidente debe hablar y todos sabemos muy bien que ese es el estilo de Andrés Manuel López Obrador, pero el hiperactivismo lo conduce a meterse en serios problemas y a partir del 1 de diciembre, su protagonismo se convertirá en algo que puede ser un adversario serio del presidente. Todos los días se va a encargar de la seguridad, todos los días va a estar mandando mensajes por las “benditas” redes sociales; de modo que no creo que sea buena noticia que tenga al país en vilo todos los días y que sus señales sean contradictorias. Tiene una gran concentración de poder, tiene a la Cámara de Diputados, tiene al Senado y tiene un plan territorial muy serio para que Morena se adueñe de la república y que sea un proyecto que no dure seis años, sino 12 o 18. No me refiero a que él se reelija, me refiero a su proyecto de Nación, un proyecto que en muchos sentidos es muy dudoso y peligroso.
¿Qué opina del caso del Fondo de Cultura Económica y la famosa Ley Taibo?
Respecto a Paco Ignacio Taibo II, me parece un absurdo legal que un mexicano que no nació en México no pueda dirigir al Fondo. Taibo es más mexicano que la tortilla. Sin embargo, ahí también hubo celeridad. Creo que quienes somos críticos de Morena y de López Obrador tenemos que esperar a ver qué acciones se cometen, antes de inventar. Por eso he tenido cuidado al opinar de este caso. Indudablemente, Taibo es un hombre de libros, ha hecho mucho por el libro, pero hay un primer momento en el que vuelvo a notar la celeridad. Ya dice que quiere fusionar al FCE con Educal y con la Dirección General de Publicaciones, cuando estas dependen de la Secretaría de Cultura. Hay que esperar un poco, hay que analizar si eso es posible, cuánto cuesta. Comparten todos una celeridad tremenda, una rapidez de vértigo. La velocidad es buena cuando sabes a dónde vas, pero si todavía no lo sabes, yo iría con un poco más de calma. El presidente López Obrador es un hombre de acción política muy serio, pero a veces a esa acción política le conviene un momento de reflexión, un momento de análisis. Eso me parece fundamental.
¿Cree que a partir de diciembre la libertad de expresión en general y la libertad de prensa en particular estarán en riesgo?
Dice el presidente electo que él va a replicar a las críticas, que tiene derecho a contestar cuando tenga que contestar. Tiene razón, está en su derecho, pero el presidente tiene el poder, el dinero, el Congreso, el equipo para hacer lo que quiera. ¿Además de eso quiere replicarle a un simple periodista que lo critique? Me parece excesivo. Y está la tentación de siempre: la tentación autoritaria que es de la que nos tenemos que proteger.
¿Cuáles son entonces los contrapesos frente a un gobierno que concentrará tan inusitado poder?
Me parece que los comentaristas, los medios, las universidades deben tener presentes algunos puntos a los que yo llamo los irreductibles: cuidar la división de poderes, cuidar los institutos autónomos, vigilar la constitucionalidad de los actos del presidente, ver que existan transparencia y rendición de cuentas, ver que haya derechos universales y no clientelismo, cuidar a toda costa la libertad de expresión y nunca quitar el énfasis en la equidad social. Estos irreductibles son fundamentales para que no empiecen a descomponerse la vida política, la vida social, la vida en libertad del país y para que no comencemos a movernos hacia un hiperpresidencialismo autoritario en el que no se mueve una hoja del árbol político si el presidente no está de acuerdo.
Para finalizar, ¿cómo vislumbra al México del 2024?
Por primera vez tengo muchas dudas. Yo quisiera que a México le fuera bien. Que la desigualdad disminuyera considerablemente. Que hubiera menos pobres. Que pudiéramos crecer al 4 por ciento. Me gustaría que hubiera una clase media más próspera. Que el consumo fuera mayor. Pero yo no sé si esto va a ser posible con el plan de gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Todo lo que hemos charlado en esta entrevista apunta más bien hacia un país enconado, ese país enconado al que nos lleva la polarización, un país con muchos problemas, con muchos pleitos. Vendrá sin duda un pleito con los sindicatos. Vendrá un pleito con un sector de la empresa privada mexicana. Vendrán uno o varios pleitos con la prensa y algunos medios de comunicación. Eso es lo que vislumbro, porque eso es lo que es el encono y ser impredecible te lleva a ese temor de no saber cómo va a estar México en el año 2024. Espero que bien, es mi deseo, pero a los deseos se les atraviesa siempre esa cosa horrible que llamamos realidad.
(Entrevista que me publicó el pasado 1 de diciembre el diario californiano Los Angeles Times)
Published on December 03, 2018 17:49
Rafael Pérez Gay: “Todo apunta hacia un país enconado”
Ciudad de México. Nos citamos en un restaurante bar de la colonia Condesa, su colonia, el barrio de toda su vida. Sospecho que es el mismo restaurante bar donde su muy cercano Gil Gamés suele reunirse con los amigos para convivir y brindar con el inseparable vaso de Glenfiddich 15 en la mano.
Pero es mediodía y Rafael Pérez Gay (no Gil Gamés) pide una Coca light con hielos, mientras conversamos acerca de un asunto que le es ingente: el arribo a nuestro país de la Cuarta Transformación.
Pongo a funcionar la grabadora, abro la libreta en la que traigo anotadas las preguntas que quiero hacerle, pero el autor de libros como El cerebro de mi hermano , Arde, memoria y Perseguir la noche , así como de la columna semanal “Prácticas indecibles” en Milenio Diario , además de conductor de la serie literaria de televisión La otra aventura , de ADN 40, y director de la editorial Cal y Arena, me ataja antes de que pueda lanzarle la primera interrogante:
“Podemos empezar por un asunto que a mí me parece que define en estos días el clima político mexicano. Me refiero a la celeridad, casi la ansiedad del presidente electo y su equipo de transición, por tomar decisiones, por realizar proyectos rápidamente, como si no hubiese mañana. Esta celeridad ha llevado al presidente electo a cometer serios y notables errores y contradicciones, al grado de que prácticamente donde aparece un proyecto, donde aparece una decisión, aparece, pegado, un conflicto. Desde luego, está lo del aeropuerto. Tenemos novedades: leí completo el informe de MITRE. Es demoledor. Porque se encarga de demostrar, ya que se trata de una autoridad en materia de navegación aeronáutica, que Santa Lucía es inviable. Y dice una cosa que suena obvia, pero que es una verdad de cien kilos: ‘Los aeropuertos no se planean de abajo para arriba, se planean de arriba para abajo’ y lo que van a ocasionar en el espacio aéreo es un embotellamiento terrible, con los riesgos que eso supone”.
Lo del aeropuerto es un caso, pero está también lo de la Guardia Nacional o lo de anular la reforma educativa.
Lo de la Guardia Nacional parece ser, una vez más, una decisión apresurada, prácticamente tomada sobre las rodillas. No soy el único que sabe o ha oído que realmente cambiaron el Plan de Seguridad y el plan de la Guardia Nacional sobre la marcha. El gran perdedor de esto fue Alfonso Durazo: perdió el presupuesto, perdió poder y todo se le trasladó a los militares. En materia de educación, como dijo el diputado Mario Delgado, no dejarán “coma sobre coma” y desaparecerán el Instituto Nacional de Evaluación Educativa. El conflicto que viene en educación va a ser serio. Juan Díaz ha dejado la dirigencia del SNTE y Elba Esther Gordillo parece decidida a retomarla. Por otro lado está la CNTE que va a jugar, como siempre, un papel inexplicable e ilógico. No me extrañaría que muy pronto estuvieran en contra del presidente electo respecto a algunos de sus proyectos.
Andrés Manuel López Obrador ha dicho recientemente que no va a perseguir a los corruptos del pasado y que es mejor mirar hacia adelante.
Sí, dijo que sería una especie de ley de punto final. Pero un día después declaró que en marzo hará una consulta para preguntarle al pueblo si quiere que investigue a los ex presidentes. Con esto y con lo que te comenté anteriormente, quiero ilustrar que la celeridad no es buena consejera política, la ansiedad por resolverlo todo a cada momento puede conducir a esta clase de contradicciones. Otro punto muy importante ocurrió hace unos días: la rebelión de los diputados panistas y la postura del gobernador electo de Jalisco, Enrique Alfaro. Este es el primer momento serio de una oposición real al nuevo gobierno. Luego vino el comunicado de los gobernadores que afirma claramente: “Nosotros no somos invitados, nosotros fuimos elegidos democráticamente”. Dice Alfaro con toda claridad, en un comunicado que me parece inteligente y valiente, que “la idea de los superdelegados atenta contra el pacto federal y atenta contra la democracia. Nosotros en Jalisco no vamos a perdonar a los corruptos, los vamos a meter a la cárcel”. Me parece sano y me parece una buena noticia, porque la concentración de poder que tiene López Obrador nos va a devolver a un hiperpresidencialismo muy serio. Por eso este principio de oposición es bueno, sobre todo si pensamos en los desechos en que se convirtieron los partidos políticos. De modo que este frente de gobernadores me parece bien.
¿Cuál es entonces el papel de los partidos, en especial del PRI y el PAN?
Los partidos tienen que cerrar filas para que en las elecciones intermedias de 2021, aunque no vayan a vencer a Morena, sí ganen algunos diputados. Así entonces, yo digo: tenemos a un presidente electo hiperactivo que ha mandado claras señales de que él es el que manda y que se va a hacer lo que él dice; tenemos a un Congreso que va aprobando y aprobando leyes todos los días, porque quieren hacer cambios muy grandes y probablemente lo van a lograr. Lo único que yo pienso y que me gustaría transmitir a quienes lean esta entrevista, es que no estoy de acuerdo en que todo esté mal y que todo haya que cambiarlo. Ese principio puede conducir al fracaso político. Cierto, la aprobación de López Obrador está en un 75 por ciento, es altísima, pero no hemos empezado todavía y ya ha habido mucho movimiento. Muchos pusieron sus esperanzas en él, pero hay un segmento –que no es el voto duro de López Obrador– que se está preguntando si lo que está pasando está bien. Porque otra característica del presidente electo es que es impredecible y eso ocasiona nerviosismo, no sólo en los mercados, no sólo en las finanzas, sino nerviosismo político. Hay quienes dicen: veamos sus acciones y no sus dichos y yo respondo: sí, pero las palabras y los hechos van juntos y la palabra del presidente de la república, de cualquier presidente, es una palabra muy seria, muy dura, a la cual hay que atender siempre. Por ejemplo, el presidente electo dice que muchos empresarios con camajanes (camaján quiere decir holgazán, perezoso, un hombre que vive de otros, un parásito). Luego se da cuenta de que ha cometido un error y entonces hace un concejo empresarial para que esté cerca de él. Esas señales son impredecibles, contradictorias, desprendidas en buena medida del exceso de protagonismo del presidente. El presidente debe hablar y todos sabemos muy bien que ese es el estilo de Andrés Manuel López Obrador, pero el hiperactivismo lo conduce a meterse en serios problemas y a partir del 1 de diciembre, su protagonismo se convertirá en algo que puede ser un adversario serio del presidente. Todos los días se va a encargar de la seguridad, todos los días va a estar mandando mensajes por las “benditas” redes sociales; de modo que no creo que sea buena noticia que tenga al país en vilo todos los días y que sus señales sean contradictorias. Tiene una gran concentración de poder, tiene a la Cámara de Diputados, tiene al Senado y tiene un plan territorial muy serio para que Morena se adueñe de la república y que sea un proyecto que no dure seis años, sino 12 o 18. No me refiero a que él se reelija, me refiero a su proyecto de Nación, un proyecto que en muchos sentidos es muy dudoso y peligroso.
¿Qué opina del caso del Fondo de Cultura Económica y la famosa Ley Taibo?
Respecto a Paco Ignacio Taibo II, me parece un absurdo legal que un mexicano que no nació en México no pueda dirigir al Fondo. Taibo es más mexicano que la tortilla. Sin embargo, ahí también hubo celeridad. Creo que quienes somos críticos de Morena y de López Obrador tenemos que esperar a ver qué acciones se cometen, antes de inventar. Por eso he tenido cuidado al opinar de este caso. Indudablemente, Taibo es un hombre de libros, ha hecho mucho por el libro, pero hay un primer momento en el que vuelvo a notar la celeridad. Ya dice que quiere fusionar al FCE con Educal y con la Dirección General de Publicaciones, cuando estas dependen de la Secretaría de Cultura. Hay que esperar un poco, hay que analizar si eso es posible, cuánto cuesta. Comparten todos una celeridad tremenda, una rapidez de vértigo. La velocidad es buena cuando sabes a dónde vas, pero si todavía no lo sabes, yo iría con un poco más de calma. El presidente López Obrador es un hombre de acción política muy serio, pero a veces a esa acción política le conviene un momento de reflexión, un momento de análisis. Eso me parece fundamental.
¿Cree que a partir de diciembre la libertad de expresión en general y la libertad de prensa en particular estarán en riesgo?
Dice el presidente electo que él va a replicar a las críticas, que tiene derecho a contestar cuando tenga que contestar. Tiene razón, está en su derecho, pero el presidente tiene el poder, el dinero, el Congreso, el equipo para hacer lo que quiera. ¿Además de eso quiere replicarle a un simple periodista que lo critique? Me parece excesivo. Y está la tentación de siempre: la tentación autoritaria que es de la que nos tenemos que proteger.
¿Cuáles son entonces los contrapesos frente a un gobierno que concentrará tan inusitado poder?
Me parece que los comentaristas, los medios, las universidades deben tener presentes algunos puntos a los que yo llamo los irreductibles: cuidar la división de poderes, cuidar los institutos autónomos, vigilar la constitucionalidad de los actos del presidente, ver que existan transparencia y rendición de cuentas, ver que haya derechos universales y no clientelismo, cuidar a toda costa la libertad de expresión y nunca quitar el énfasis en la equidad social. Estos irreductibles son fundamentales para que no empiecen a descomponerse la vida política, la vida social, la vida en libertad del país y para que no comencemos a movernos hacia un hiperpresidencialismo autoritario en el que no se mueve una hoja del árbol político si el presidente no está de acuerdo.
Para finalizar, ¿cómo vislumbra al México del 2024?
Por primera vez tengo muchas dudas. Yo quisiera que a México le fuera bien. Que la desigualdad disminuyera considerablemente. Que hubiera menos pobres. Que pudiéramos crecer al 4 por ciento. Me gustaría que hubiera una clase media más próspera. Que el consumo fuera mayor. Pero yo no sé si esto va a ser posible con el plan de gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Todo lo que hemos charlado en esta entrevista apunta más bien hacia un país enconado, ese país enconado al que nos lleva la polarización, un país con muchos problemas, con muchos pleitos. Vendrá sin duda un pleito con los sindicatos. Vendrá un pleito con un sector de la empresa privada mexicana. Vendrán uno o varios pleitos con la prensa y algunos medios de comunicación. Eso es lo que vislumbro, porque eso es lo que es el encono y ser impredecible te lleva a ese temor de no saber cómo va a estar México en el año 2024. Espero que bien, es mi deseo, pero a los deseos se les atraviesa siempre esa cosa horrible que llamamos realidad.
(Entrevista que me publicó el pasado 1 de diciembre el diario californiano Los Angeles Times)
Published on December 03, 2018 17:49
December 2, 2018
Cámara húngara: Andrés en el país de las maravillas
En fechas recientes, tuve la oportunidad de entrevistar a tres importantes personajes del llamado círculo rojo, es decir, intelectuales especializados en política y que publican o aparecen en distintos medios de comunicación. Héctor Aguilar Camín, Rafael Pérez Gay y Ciro Gómez Leyva (cuya amistad y afecto puedo presumir en los tres casos) accedieron a charlar conmigo para la versión en español del diario californiano
Los Angeles Times
, acerca de la inminente llegada a la presidencia de Andrés Manuel López Obrador y lo que fueron los cinco meses en que navegó como activísimo presidente electo.Las entrevistas pueden leerse en el sitio del diario (https://www.hoylosangeles.com/), pero diré que en todas existe una coincidencia: no vislumbran buenos augurios para el sexenio que está iniciando. Esto contrasta con los dos discursos que dio ayer sábado el ya presidente constitucional, en los que pintó un futuro lleno de luz, progreso, concordia, paz y amor… para sus incondicionales.
Nadie puede negar la astuta habilidad de López Obrador para lo que vulgarmente se conoce como echar choro (algunos lo consideran por esto un genio de la comunicación). Este talento que podría parecer un tanto perverso viene impregnado con una mezcla de maniqueísmo, medias verdades, sentimentalismo, frases hechas, expresiones populares y hasta de pronto un sentido del humor bastante extraño, por no decir que retorcidamente siniestro. Con esto le ha bastado para conmover a sus muchos seguidores, a lo largo de 18 años; tanto así que 30 millones de votantes le otorgaron la presidencia de la república.
¿Cómo debemos tomar los discursos del flamante presidente, primero ante el Congreso y luego frente a sus seguidores en el Zócalo? Sin duda, supo tocar las fibras de sus devotos seguidores, al denostar a los gobiernos más recientes (a los que calificó todo el tiempo de neoliberales) y al contrastarlos con lo que según él habrá de ser para México la llamada Cuarta Transformación, una especie de país de las maravillas.
Aunque ambas piezas oratorias resultaron demasiado largas y por instantes soporíferas (el lento sonsonete de su voz no se lleva bien con la amenidad), dijo muchas cosas que, de realizarse, transformarían nuestra realidad para convertirla en una Shangri-La tropical. Pero sus múltiples promesas representan un costo económico enorme y ese dinero no va a salir de bajarle el sueldo a los altos funcionarios, quitar la pensión a los ex presidentes y acabar (utópico deseo) con la corrupción. Imposible sueño guajiro (para usar un término cubano y/o venezolano).
Destaco por último tres cosas que prometió, dos buenas y una mala.
Las buenas: 1. Se comprometió a respetar la libertad de expresión y 2. Aseguró que, como admirador de Francisco I. Madero, cree en la no reelección y no intentará perpetuarse en la presidencia. Cuidemos que cumpla ambas.
La mala: Casi al final de su prolongada arenga, pidió a sus seguidores: “Protéjanme de los conservadores y de mis adversarios. Con la protección de ustedes, (ellos) me hacen lo que el viento a Juárez”. Lamentable llamado a la división polarizante y señal aparente de que, en el fondo, no piensa gobernar para todos los mexicanos, sino únicamente para quienes sean sus obedientes adeptos.
Published on December 02, 2018 16:19
November 29, 2018
Retraso
Debo aceptar que desde que sucedieron los contundentes cambios que han hecho variar mi vida (me refiero a mi mudanza de casa y al injusto recorte –así le llaman al despido– que me hizo quedar fuera de
Milenio
), he descuidado un poco este blog y me he retrasado muchísimo. Pero pronto me pondré al corriente y a punto. Lo prometo.
Published on November 29, 2018 15:05
November 27, 2018
Viaje al fondo del mar
Published on November 27, 2018 17:17
November 25, 2018
44 años
Published on November 25, 2018 16:53
November 24, 2018
Cámara húngara: ¿Quiénes son los conservadores?
Nos encontramos a una semana exacta de que Andrés Manuel López Obrador tome posesión formal como presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos. Y digo formal porque el tabasqueño, de hecho y en los hechos, tomó posesión desde el 1 de julio pasado, sin que el gobierno de Enrique Peña Nieto metiera las manos.¿Se trata de que al fin la opción progresista y de izquierda llegó al poder, después de tantos años de lucha? ¿Estamos a punto de ver en Palacio Nacional a un primer mandatario demócrata, abierto a la modernidad y heredero de la tradición de los hombres de la Reforma, como Melchor Ocampo, Guillermo Prieto, Ignacio Ramírez y tantos otros integrantes del Partido Liberal del siglo XIX?
López Obrador ha insistido durante las últimas semanas en llamar a sus adversarios “los conservadores”, es decir, herederos de la ideología conservadora de los Lucas Alamán, Miguel Miramón, Tomas Mejía, Félix Zuloaga, etcétera. Recordemos que aquellos conservadores peleaban por un México centralista, en el que todo el poder estuviese concentrado en un gobierno fuerte y cerrado. Su pensamiento tenía un fuerte componente moralista, religioso y militarista. Eran los principales enemigos del federalismo. Y he aquí que aparece la paradoja.
Las propuestas de cambio que ha propuesto y está aplicando Morena, el partido que controla las cámaras de Diputados y Senadores, no van en absoluto en una dirección que nos recuerde los postulados del liberalismo decimonónico del que ese instituto político se siente heredero. Todo lo contrario. El poder en el obradorato tenderá a ser abiertamente centralista, con una idea religiosamente moralista de la convivencia social, con una fuerte presencia militar, con un control férreo de los medios estatales de comunicación y con una abierta tendencia a minar la autoderminación de los estados de la república y, con ello, a dinamitar el federalismo.
Ahí están los cambios legales que con inusitada prisa están realizando los legisladores morenistas, al más rancio estilo de lo que fue la aplanadora priista a lo largo de 70 años. Los llamados superdelegados, la Guardia Nacional, la concentración de poderes en el ejecutivo, la anunciada Constitución Moral, son tan sólo algunos ejemplos del conservadurismo político que podría conducirnos a largos años de autoritarismo y falta de libertades, muy destacadamente la libertad de expresión.
López Obrador suele aparecer públicamente con las figuras de Benito Juárez, Francisco I. Madero y Lázaro Cárdenas a sus espaldas. En aras de la congruencia, debería cambiarlas por las de Anastasio Bustamante, Porfirio Díaz y Manuel Ávila Camacho. Las de Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría y José López Portillo resultarían demasiado obvias.
Published on November 24, 2018 15:14
November 22, 2018
Studio Tan
Published on November 22, 2018 20:41
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