Hugo García Michel's Blog, page 87
June 5, 2019
Cámara húngara: El presidente teflón
Tenemos un presidente teflón, al que nada se le pega y todo se le resbala. Desde que tomó posesión en 2018 (no el 1 de diciembre sino el 1 de julio), Andrés Manuel López Obrador ha sido un ave de tempestades que, entre prisas, caprichos y ocurrencias, ha puesto al país bocarriba y bocabajo, como quien cocina (ya que hablamos de sartenes) una quesadilla sin queso.
Larga, larguísima, es ya la lista de absurdos y desatinos que día con día, con una regularidad cotidiana asombrosa, nos ha recetado eso que se ha dado en llamar la cuarta transformación. El famoso “cambio de régimen” no ha sido hasta ahora sino un festival de la farsa y el delirio que resultaría jocosamente cómico si no fuese tan trágico. Desde la inicial cancelación del aeropuerto de Texcoco hasta el reciente “piensa, gracias” de Notimex, la relación de acciones oligofrénicas llena ya varias páginas y cada mañana amanecemos con la expectativa de saber con qué nuevo disparate nos va a salir el gobierno.
Y sin embargo…
Desgracias van y desgracias vienen y nuestro primer mandatario sigue tan campante, como si nada malo sucediera, como si el país avanzara boyante hacia la justicia, la democracia, la igualdad, la libertad y el progreso. Nada se le pega al señor López. Todo se le resbala al presidente teflón.
En sus insufribles y faranduleras conferencias mañaneras, el tabasqueño sigue presentándonos a un México de bronce que impertérrito camina arriba y adelante. La menor crítica, el mínimo cuestionamiento, son bateados de hit o desviados con un lenguaje cantinflesco que convierte a dichas mañaneras en un espectáculo carpero que incluye a una claque de inenarrables “periodistas” paleros que se agandallan la primera fila y son prácticamente los únicos que pueden “preguntar”.
Así las cosas.
Oficialmente, el nuevo gobierno acaba de cumplir seis meses (aunque parezcan seis siglos) y el panorama luce más desolador que el que pronosticaban los más pesimistas augurios. La pérdida de popularidad del presidente es constante y creciente. Lo dicen las encuestas, lo dicen las redes sociales, lo dice el índice de confianza del consumidor que lleva dos meses a la baja. Y cómo no, si las perspectivas económicas son terroríficas y por ninguna parte se ve la intención de rectificar o dar marcha atrás a los errores y a las malas determinaciones (justo hoy, miércoles 5 de junio que escribo estas líneas, Fitch bajó la calificación de México y Moodys la pasó a perspectiva negativa). ¿Admitirán ahora que lo están haciendo mal? ¿Nada hay que corregir?
Pero la “narrativa” (ese terminajo que usan los comentaristas en los medios) del obradorismo y de sus huestes es teflonera y lo niega todo. Dentro de su discurso, el país va a toda madre y quienes no lo vemos así somos perversos, conservadores, enemigos del pueblo bueno, antimexicanos que sólo deseamos el fracaso de la 4T y, con ello, el fracaso de México.
En una palabra: nos falla el teflón.
Published on June 05, 2019 20:03
June 4, 2019
Tala
Published on June 04, 2019 15:05
June 3, 2019
El gran Twain
Published on June 03, 2019 18:48
June 1, 2019
Great dilemma
Published on June 01, 2019 20:57
May 30, 2019
Reversa total
La verdadera cuarta transformación lo estaba siendo nuestro lento y errático ingreso a la democracia; lo de este gobierno es un retroceso vil a los peores tiempos del PRI.
Published on May 30, 2019 18:59
May 29, 2019
Justificación
Published on May 29, 2019 20:19
May 28, 2019
De maromas y similares
Published on May 28, 2019 16:55
May 26, 2019
Esto lo dijo hoy el presidente (aunque usted no lo crea)
"México se fundó hace más de 10 mil años. Con todo respeto, todavía pastaban los búfalos en lo que hoy es Nueva York y ya en México había universidades y había imprenta".
Published on May 26, 2019 19:03
May 25, 2019
Cámara húngara: México en el tobogán (Helter Skelter)
Nos prometió un cambio y lo está cumpliendo. Un cambio sin rumbo cierto, vertiginoso, desbocado, desenfrenado, delirante y de bajada, siempre de bajada, como un tobogán interminable. Pero un cambio al fin y al cabo. Desde que tomó el poder extraoficialmente, el 1 de julio de 2018, el presidente López Obrador no ha parado en su afán hiperquinético que tiene al país metido en una especie de máquina revolvedora que gira y gira sin cesar, sin que nadie, ni los propios partidarios del tabasqueño, sepan bien a bien o mal a mal cuándo se detendrá y qué será lo que finalmente salga de ahí. Los indicios, sin embargo, no son en absoluto prometedores y mucho menos esperanzadores. Todo lo contrario. Ha dicho don López, en repetidas ocasiones, que todos debemos entender una cosa: que el suyo no es un cambio de gobierno sino un cambio de régimen. Lo que no ha dicho es qué clase de régimen tendremos, porque mientras afirma que él es demócrata, institucional, legalista, conciliador y defensor de los derechos de los ciudadanos, incluido el derecho a la libertad de expresión, en los hechos lleva casi once meses (cinco como presidente electo y seis más como presidente constitucional) demostrando exactamente lo contrario. La suya está siendo una presidencia autoritaria, centralizadora e intolerante que día con día divide a los mexicanos, se salta las leyes con memorandos y adjudicaciones directas, amenaza a los que disienten y, lo peor de todo, despoja de recursos a decenas de miles de personas que lo apoyaron, con tal de llevar a cabo proyectos delirantes y económicamente inviables. Como una especie de Robin Hood o Chucho el Roto al revés, quita dinero a la educación, la salud, el ambiente, la ciencia, la cultura y otros sectores fundamentales, para comprar clientelas por medio de pequeñas dádivas y para financiar locuras tan estrambóticas e irracionales como la refinería de Dos Bocas, el aeropuerto de Santa Lucía, el Tren Maya… o Probeis, su instituto beisbolero, al que dotó con un presupuesto de 350 milloncitos de pesos anuales contantes y sonantes, Una shulada. Con la ayuda de la Secretaría de Hacienda y, muy especialmente de su implacable oficiala mayor, un personaje escalofriante de nombre Raquel Buenrostro (al parecer el cerebro –es un decir– detrás de la actual parálisis económica), el primer mandatario hace y deshace a su antojo, apoyado en la legitimidad que aún le dan los 30 millones de votos con los que ganó las pasadas elecciones, aunque la decepción y el enojo crecen de manera exponencial entre la gente de a pie, algo que la soberbia de los miopes personeros de la llamada Cuarta Transformación se niega a aceptar y que amenaza con echar por la borda, a mediano plazo, sus planes de permanecer en el poder durante varias décadas. La gran duda es si aguantará el país la hecatombe a la que, según todo indica, nos conducen las decisiones del hombre que hoy manda y lo dicta todo (y cuando digo todo, es todo, incluidas las autorizaciones para los viajes de los funcionarios de su gobierno, como lo acaba de experimentar en carne propia la directora de Imcine, María Novaro, quien fue regresada del festival de Cannes porque al jefe máximo le pareció que su estancia allá era un gasto suntuario). ¿Cuál será la respuesta de la gente cuando empiecen a morir los enfermos de cáncer o de VIH por el recorte a los medicamentos? Sobre todo cuando se sabe que sí existen los recursos para comprarlos y distribuirlos, aunque la très sympathique et charismatique oficial Buenrostro se niega a soltar los dineros por quién sabe qué razones esotéricas? Muchas personas han empezado a encarar al presidente en los aeropuertos o en los mítines, para reclamarle sus decisiones, y la respuesta de éste ha sido a veces titubeante, a veces evasiva y a veces iracunda. En lugar de diálogo, ofrece chistes o descalificaciones. Sus conferencias mañaneras están cada vez más desprestigiadas y el uso de falsos periodistas paleros (a quienes se ha apoyado ostensiblemente, incluso llevándolos a viajar al lado del presidente o de algunos secretarios de Estado, como el de Turismo, quien recientemente se los llevó a Acapulco) es tan evidente que negarlo cae en el terreno del cinismo. Un cinismo bastante ridículo, pero cinismo al fin y al cabo. México va en caída libre por el tobogán de la 4T. El presidente lo niega y dice que son calumnias de los conservadores, de los fifís, del “hampa del periodismo”. Negar lo que resulta tan evidente y rehusarse a rectificar tantas malas determinaciones es la mejor receta para empeorar las cosas y precipitar al país en el vacío. Helter skelter!, gritarían los Beatles.
Published on May 25, 2019 16:44
May 21, 2019
Cámara húngara: Juego de gansos
Jon Snow: El mundo que necesitamos es un mundo de misericordia. Daenerys: Y lo será. Jon Snow: No, no es sencillo ver algo que no ha existido. Daenerys: Será un mundo bueno. Jon Snow: ¿Cómo lo sabes? ¿Cómo sabes que será bueno? Daenerys: Porque yo sé lo que es bueno.De Game of Thrones, capítulo 06, Temporada 8, HBO.
Los dos últimos capítulos de la extraordinaria serie Juego de Tronos (GOT, por sus iniciales en inglés) me hicieron imposible no pensar en la actual realidad política mexicana. Las similitudes entre lo ahí ocurrido y lo que ocurre hoy en nuestro país resultan asombrosas. El ansia de poder absoluto de la reina Daenerys Targaryen; su empecinado empeño por hacerse del trono de los siete reinos; su idea de que ella es la dueña de la verdad y la única que sabe lo que conviene a sus súbditos; su manera de no escuchar a quienes la aconsejan y de dejarse llevar por sus impulsos, sus caprichos y sus ideas cerradas; la forma aplastante de lograr su obsesiva meta; el sentirse ungida para ser la única guía de su pueblo; su convencimiento de que está cumpliendo con un destino histórico que traerá la felicidad a los suyos; su odio mortal contra quienes se oponen a ella y su obsesión por destruir a esa especie de mafia en el poder a la que llama La Rueda; su triunfalista y cuasi populista discurso ante los suyos, luego de conseguir la victoria, literalmente, a sangre y fuego, y la respuesta unánime de éstos, vitoreando con fanatismo cada una de sus promesas; hasta el cabello blanco de esta empoderada y arrogante Madre de los dragones… Muchas, quizá demasiadas similitudes.
A pesar de todo lo que se ha criticado a los guionistas de la última temporada de Juego de tronos , por sus varias incongruencias y por el modo como resolvieron la suerte de los distintos personajes de la serie, hay en esos seis postreros capítulos, especialmente en los dos finales, varias lecciones de política que deberían hacernos reflexionar (revísense los diálogos de dos escenas por demás significativas del sexto capítulo: la de Tyrion Lannister y Jon Snow en el calabozo donde Daenerys ha recluido al primero, acusado de alta traición, y la del propio Jon Snow con Daenerys a un lado del trono de hierro, una parte de cuya conversación cito al principio de esta columna y que culmina con la pregunta del hijo bastardo de Ned Stark: “¿Y todos los que no saben que esto es bueno?”, a lo que la reina khaleesi, convencida de que sólo ella y nadie más que ella tiene la razón, responde: “No tienen opción”.
El final de G ame of Thrones muestra cómo la soberbia exaltada y el envanecimiento intolerante e intransigente pueden cegar a una líder de multitudes hasta el punto de transformarla en una peligrosa amenaza, incluso para quienes creían sinceramente en ella, y que cuando las cosas son de esa manera, necesaria y fatalmente tienden a terminar muy mal. Así lo dice no sólo la literatura realista o fantástica, sino también la larga historia de la humanidad.
“No hay techo para ella, lo quiere todo”, advirtió Tyrion a un confundido Jon Snow.
Así el juego de tronos, así el juego de gansos.
Published on May 21, 2019 19:44
Hugo García Michel's Blog
- Hugo García Michel's profile
- 3 followers
Hugo García Michel isn't a Goodreads Author
(yet),
but they
do have a blog,
so here are some recent posts imported from
their feed.

