Hugo García Michel's Blog, page 179

July 29, 2016

Cousteau / Sirena (2002)

Elegante, sofisticado, apasionado, refinado, el sonido de Cousteau seduce con su sensualidad y convence por su perfección musical. Heredero lo mismo de Scott Walker que de Tom Waits, este grupo apuesta por un pop melancólico y oscuro que envuelve al escucha con atmósferas etéreas y a la vez sumamente carnales.

Mejor tema: “Talking to Myself”

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Published on July 29, 2016 18:30

July 28, 2016

La cuarta temporada de "Homeland"

Al fin terminé de  ver la cuarta temporada de Homeland y la verdad es que estuvo buenísima, tan llena de tensión y suspense como las tres anteriores. Me qura claro que es una serie maniquea -aunque con algunos matices valiosos-, en la que los gringos son en general los buenos y los extremistas musulmanes son en general los malos. Pero está tan bien hecha que uno puede obviar esos convencionalismos y disfrutar la trama como lo que es: una aventura que te tiene al borde del asiento. En esta temporada, Claire Danes es la que más luce en su papel de Carrie, es mujer neurótica y con problemas emocionales y mentales que trabaja para la CIA.
  Parece que se viene una quinta temporada final, la esperaremos.
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Published on July 28, 2016 17:05

July 27, 2016

"Fui ghost writer de Yolanda Vargas Dulché"

"Sí voto, pero en las tres últimas elecciones presidenciales lo he hecho simbólicamente por Heberto Castillo".
Texto y foto: Héctor González

Ciudad de México. "Siempre digo que soy músico antes que periodista, pero no me creen", cuenta Hugo García Michel y no le falta razón. Desde joven aprendió guitarra y más tarde formó la banda Los PechosPprivilegiados. Ex miembro del Partido Mexicano de los Trabajadores, abandonó la militancia más no la ideología zurda. Hoy, vive del periodismo y rodeado de cocodrilos de adorno. Lectorum acaba de reeditar su novela Matar por Ángela.

¿Qué sobrevive de sus estudios con los salesianos?
¡Híjole! Quedan recuerdos de una disciplina católica muy fuerte. Yo era niño bueno y aplicado, pero todavía me tocó la época de los castigos físicos. Nunca los padecí, pero vi, por ejemplo, cómo ponían a los alumnos en el patio de rodillas, a pleno sol, cargando dos ladrillos con los brazos abiertos. Cuando dejé la religión católica, abracé la religión socialista durante muchos años. Ahora soy un crítico de todo eso.

¿Quiénes son más radicales los católicos o los socialistas?
Creo que los socialistas y los comunistas. Al final, toda la izquierda resulta más religiosa. No aceptan críticas y menos si son con humor, me consta.

Cuando un izquierdista se queda sin representación partidista, ¿qué le resta?
El individualismo; en este momento, no me afiliaría a ningún partido.

¿No vota?
Sí voto, pero en las tres últimas elecciones presidenciales lo he hecho simbólicamente por Heberto Castillo, quien para mí es el único político realmente honesto que ha existido en el México contemporáneo. Sé que es como anular el voto, pero lo prefiero a ser cómplice de los partidos actuales.

¿Se vale matar por amor?
Literariamente sí, aunque en la vida real creo que no. Al menos yo sería incapaz. No puedo ni matar una mosca. Una vez me llevaron a pescar en Tamaulipas y agarré un bagre; apenas vi al pobre animal sacudirse, lo regresé al agua.

¿De plano corazón de pollo? No tiene esa fama.
La gente tiene una imagen de mí debido a mis críticas y piensa que soy una especie de demonio. A la hora de escribir, se me va el corazón de pollo.

¿En qué momento llegó el rock?
Desde que nací. Mi hermano, el cineasta Sergio García, quien me llevaba 10 años, oía rock todo el tiempo. Crecí escuchando a los Teen Tops, Los Locos del ritmo, etcétera.

¿Ése es rock?
Sí, era imitación y una copia de Chuck Berry y Little Richard, aunque con letras ingeniosas. Enrique Guzmán era un buen hacedor de letras, pero se volvió baladista como tantos otros.

¿Cuál fue su primer disco?
El primer disco que compré con un sueldo, de mi primer trabajo en la adolescencia, fue Led Zeppelin I y el primero que compré con los domingos que me daba mi papá fue In A-Gadda-Da-Vida de Iron Butterfly. Ahora ya no compro discos. Durante mi época como director de la revista La Mosca me los regalaban las disqueras y actualmente escucho formatos digitales o mis viejos viniles.

¿Por qué no le gusta el rock mexicano?
Al rock mexicano le falta la esencia negra, la perdió a raíz de que el rock argentino llegó a influirlo. Gente como Cerati le hizo mal al rock nacional porque lo descafeinó y lo volvió pop. Me tocó estar en Avándaro, en 1971, y la mayoría de las bandas cantaba en inglés; creo que siempre ha faltado identidad.

¿Entonces el rock mexicano está más del lado del pop?
Totalmente. La mayor influencia del actual rock mexicano es la banda Timbiriche. Luis de Llano debería ser reconocido como uno de los hacedores del rock nacional.

¿Ahí mete a Café Tacuba y la Maldita Vecindad?
Sí, totalmente.

Por eso no lo quieren...
Bueno, no todos. Santa Sabina, Jaime López, El Personal o La Barranca tienen todos mis respetos. De los actuales solo salvo a Ruido Rosa, los demás no me dicen nada.

¿Recomienda ser autodidacta?
A mí me funcionó. No creo en el sistema escolar mexicano, en general me parece malo. Yo aprendí periodismo y edición de revistas en la práctica. En editorial Posada descubrí todo. Aparte, fui historietista durante casi 20 años. Trabajé con doña Yolanda Vargas Dulché y hasta fui su ghost writer en Lágrimas y risas.

*Hugo García Michel nació en la Ciudad de México, en 1955. De formación autodidacta, ingresó a la industria editorial en 1979. De 1994 a 2008 dirigió la revista de rock La Mosca. Es colaborador de Milenio Diario y las revistas Nexos y Marvin. Matar por Ángela es su primera novela.

(Entrevista publicada originalmente en el suplemento Milenio Dominical, el 3 de mayo de 2015)
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Published on July 27, 2016 20:00

July 26, 2016

Rebeldes de telenovela

Decía en mi columna del martes pasado que el rock que se hizo en México, a finales de los años cincuenta y durante las dos siguientes décadas, nada tenía de contestatario, a pesar de sus inicios “rebeldes”.
  Se me podrá argüir que a fines de los sesenta y principios de los setenta ese rock adoptó una posición contracultural, como se vio en el festival de Avándaro en 1971, y aun concediendo que algunos grupos cantaban contra la represión y la guerra, en realidad sus posturas no eran sólidas y pecaban de una ingenuidad jipiteca que hoy más bien provoca ternura.
  Tampoco el surgimiento del rock marginal y los tristemente famosos hoyos fonkis (Parménides García Saldaña dixit) eran precisamente manifestaciones de “la rebeldía originaria del rock”, rebeldía que como ya vimos en las colaboraciones de las dos semanas anteriores, es más un mito que una realidad.
  Llegamos entonces al México de los años ochenta, cuando surgen fenómenos como el rock rupestre (que en muchos casos era rock pedestre) y el rock militante, los cuales pervivirían también en el siguiente decenio. En el primer caso, cuando menos existía una conmovedora sinceridad y un intento por escribir letras poéticas y “con mensaje”, pero nada más; en el segundo, los grupos que lanzaban consignas políticas en años como 1988 o 1994, eran los mismos que se acogieron alegremente a la oportunidad de aparecer en la tele, en programas tan revolucionarios como Siempre en domingo, las emisiones nocturnas de Verónica Castro o el show de Paco Stanley (y sí, hablo de Caifanes, La Maldita Vecindad, Café Tacuba, etcétera).
  De lo que sobrevino a partir de eso y hasta el presente, mejor ni hablemos. Si el rock nacional, en su totalidad, jamás fue en verdad rebelde o contestatario, hoy sería un mal chiste pretender que lo sea. Nunca como ahora grupos y solistas se encuentran en una zona de confort de la que no se quieren mover, mientras puedan tocar en el Vive Latino y demás festivales patrocinados por empresas representantes –¡San Carlos Marx nos ampare!– del horrendo capitalismo.
  Nuestros roqueros son rebeldes, sí, pero de telenovela.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)
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Published on July 26, 2016 17:30

July 24, 2016

Hendrix como su propio ghost writer

Ahora que muchos grandes músicos, ante el peso de los años y la proximidad del descanso eterno, han decidido escribir sus autobiografías (ahí están las espléndidas memorias de Keith Richards, Pete Townshend, Steven Tyler y Ray Davies, entre varias otras, o la de Frank Zappa de años atrás), no debería sorprendernos que aparezca un libro autobiográfico de Jimi Hendrix, un libro que nunca escribió y que, sin embargo, en sentido estricto, sí escribió.
  Para no confundir al lector, le diré que me refiero a Starting at Zero, Jimi Hendrix Own Story, intitulado Empezar de cero en su edición en español, recientemente publicada de manera espléndida por Sexto Piso, y firmado, sí, por Jimi Hendrix.
  ¿Se trata acaso de un manuscrito original que permanecía escondido en alguna caja y que alguno de sus amigos o parientes descubrió? No precisamente, aunque algo hay de eso. En realidad, estamos ante la fabulosa historia de Peter Neal, quien mientras preparaba una cinta documental sobre Jimi Hendrix (misma que aún no se estrena) se dio a la tarea de reunir una cantidad asombrosa de manuscritos y grabaciones inéditas, en audio y video, del creador de “Purple Haze” y “The Sky Cries Mary”, textos (en el caso de los escritos) que el músico nacido en Seattle en 1942 fue anotando en los lugares más impensados y difíciles de encontrar: servilletas, cajetillas de cigarros, hojas pautadas, páginas de libretas, etcétera.
  Neal no sólo reunió estos materiales, sino que les dio tal forma y coherencia que logró una narración fluida y perfecta, para hacer que fuera el propio Hendrix quien –cual literal ghost writer (o quizás up from the skies)– contara su propia vida. Por eso el libro no está firmado por el cineasta, sino por el propio Jimi.
  Empezar de cero es una delicia de principio a fin. Hendrix escribía muy bien y no sólo poemas o letras de canciones (algunas de las cuales se intercalan en el volumen y forman parte de la narración, lo mismo que varios fragmentos de entrevistas), sino también historias llenas de amenidad, ideas, reflexiones y buen sentido del humor.
  La vida del creador de álbumes fundamentales en la historia del rock, como Are You Experienced?, Axis: Bold As Love, Electric Ladyland y Band of Gypsys (más las decenas de discos aparecidos después de su muerte), es llevada aquí de manera cronológica y aunque pasamos por su niñez y su adolescencia con rapidez, no deja de mostrarnos cómo sus primeros años fueron fundamentales para determinar lo que aquel jovencito de orígenes humildes llegaría a ser con el tiempo. Por ejemplo, lo que revela acerca de su paso por el Ejército, donde no sólo perteneció a la 101 División Aerotransportada y se convirtió en experto paracaidista, sino que conoció a Billy Cox, quien sería su amigo y compañero musical en múltiples aventuras.
  En letra y voz del mismo Hendrix, nos enteramos de su amor primigenio por el blues: “Cuando fui al sur, todos los tipos tocaban blues y allí fue cuando empecé a interesarme en verdad en la escena... Adoro el folk blues. El blues para mí es Elmore James, Howlin’ Wolf, Muddy Waters, Robert Johnson... Ese tipo de música transmite y llega a la gente con mucha facilidad... Puedes hacer tu propio blues. Ya sabes, cada uno tiene su blues”.
  Por supuesto que la parte más trascendente de la vida de Jimi Hendrix es la que va de 1967 a 1970, esos cuatro años que lo llevaron a lo más alto del firmamento como guitarrista, compositor, intérprete y super estrella, pero también al mundo del sexo, las drogas y el rocanrol, en el más genuino y autodestructivo sentido de la famosa expresión.
  Eso también está contado con detalle en Empezar de cero y ocupa la mayoría de las páginas del libro. Pero antes, Hendrix nos habla de sus primeros años como músico profesional mal pagado, explotado lo mismo por manejadores que por estrellas como los Isley Brothers o Little Richard; de esas noches en que dormía en cuartos llenos de ratas y cucarachas o entre los botes de basura de los callejones de Nashville y Nueva York.
  En el libro está, claro, todo aquello que cualquier mediano seguidor de Hendrix conoce: el encuentro con Chas Chandler, el viaje a Londres, la formación de The Experience con Noel Redding y Mitch Mitchell, los primeros conciertos, la grabación de sus tres álbumes fundamentales, el rápido ascenso a la fama, los excesos, las groupies, las novias, el festival Monterey Pop, Woodstock, la Banda de Gitanos..., pero todo ello contado por el propio Hendrix y aderezado con multitud de sabrosas anécdotas, incluida una carta que le envió a su padre en 1966 para decirle: “Estoy en Inglaterra, papá. He conocido a unas personas que van a convertirme en una gran estrella. Hemos decidido cambiarme el nombre a... Jimi”.
  Un libro absolutamente recomendable.

(Publicado hoy en la sección "El ángel exterminador" de Milenio Diario)
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Published on July 24, 2016 16:00

Let It Be

He aquí el último disco de los Beatles que salió a la venta, aun cuando había sido grabado muchos meses atrás, antes incluso que Abbey Road. Producto de un proceso complicado, conflictivo y de algún modo frustrado, Let It Be (que inicialmente iba a intitularse Get Back) no fue lo que originalmente iba a ser: un disco de rock sencillo y básico, con canciones sencillas y básicas, arreglos sencillos y básicos y producción sencilla y básica. La idea era de Paul McCartney, pero contó con muy poco entusiasmo y cooperación por parte de sus compañeros, quienes arrastraban el cansancio físico, mental y creativo de las sesiones del Álbum Blanco. Y ahí estaba otra vez Yoko Ono, con su presencia omnímoda, como siamesa de John Lennon, incomodando a los otros tres. Y ahí estaban las cámaras y los reflectores de la película que se estaba filmando mientras se desarrollaban los ensayos y la grabación de cada una de las tomas de las canciones. Era la crónica de un desastre anunciado que culminó con la decisión de enlatar el material por tiempo indefinido, hasta que apareció el legendario productor norteamericano Phil Spector y con la aprobación de John, George y Ringo (y el desconocimiento de Paul y de George Martin) remezcló doce canciones y dio un giro al concepto original del álbum que hasta de nombre cambió.
  Aparecido en mayo de 1970, el disco no es todo lo brillante que se quiso, pero la calidad de la mayoría de los cortes hace que al final el todo se salve. Y es que en realidad la mano de Spector, con su famosa pared de sonido, sólo es notoria en “Across the Universe” de Lennon, “I Me Mine” de Harrison y “The Long and Winding Road”… de McCartney, quien protestó estentóreamente, pero no pudo evitar que el álbum saliera a la venta con su canción bonita pero melosamente orquestada.
  Como temas destacados de este trabajo sobresalen la enorme “Let It Be” y la rocanrolera “Get Back”, ambas de Paul. Buenas pero no precisamente extraordinarias son “Two of Us”, “Dig a Pony”, “I've Got a Feeling” y “For You Blue”, mismas que si bien con el paso del tiempo se han vuelto entrañables, más por nostalgia de los escuchas que por la calidad intrínseca de las melodías, no estarían incluidas en una antología de las mejores canciones del cuarteto.
  Let It Be, en ese sentido, tiene un mayor valor histórico que artístico.

(Reseña que escribí originalmente para el Especial de La Mosca No. 9, segunda parte de la historia de los Beatles)
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Published on July 24, 2016 12:00

July 23, 2016

Al fondo a la izquierda

La muerte de Rafael Aguilar Talamantes trajo a la palestra un nombre que había sido olvidado, el de un político que de muchas maneras prefiguró a lo que hoy se quiere hacer pasar como “la izquierda”.
  Poco antes de afiliarme al Partido Mexicano de los Trabajadores (el PMT dirigido por Heberto Castillo y Demetrio Vallejo), en la segunda mitad de los años setenta, se dio una escisión de la cual surgió el Partido Socialista de los Trabajadores (PST), dirigido por Aguilar Talamantes y entre cuyos dirigentes estaba gente como Jesús Ortega, Carlos Navarrete y Graco Ramírez.
  En el PMT sabíamos que el PST era un partido pseudo izquierdista con funciones de esquirolaje y había la certeza de que por debajo del agua recibía un fuerte apoyo económico del gobierno lopezportillista (que en 1977 le otorgó el registro, algo que nunca sucedió con el PMT).
  Aguilar Talamantes es el antecesor de tantos progres actuales que desde el PRD, Morena, Convergencia o el PT navegan con bandera de izquierda y en realidad carecen de una formación ideológica que pueda identificarlos como tales. El oportunismo, el pragmatismo, el cinismo, el gatopardismo, la corrupción ética y moral, el afán por puestos y dineros, el populismo y otros males que hoy aquejan a eso que se autodenomina como izquierda proviene en buena parte del tipo de política que ejercía el PST de Aguilar Talamantes y que sus herederos en –repito– el PRD, Morena, Convergencia o el PT siguen practicando alegre y descaradamente.
  Es en ese contexto que llega a la presidencia perredista Alejandra Barrales y aún no consigo interpretar qué significa esto, no sólo para el partido del sol amarillo, sino para el resto de la “izquierda” y para el país, en vista a las elecciones de 2018. ¿Cuál será el papel de Barrales –quien acaba de declarar en el 3de3 que gana más de 12 millones de pesos al año– en la búsqueda del candidato presidencial del PRD? ¿Apoyará a su ex pareja, Miguel Ángel Mancera? ¿Se rendirá ante López Obrador y le entregará el partido en bandeja de plata?
  No se pierda la continuación de este intrigante episodio.

(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)

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Published on July 23, 2016 20:00

July 22, 2016

The Beautiful South / Blue is the Color (1996)

The Beautiful South sabe combinar dos elementos que no suelen ir acompañados: el sentido melódico y el humor negro. Con canciones que suenan tan dulces y maravillosas y cuyas letras suelen ser terriblemente irónicas, el grupo encabezado por el gran Paul Heaton alcanzó en este, su quinto opus, niveles de una exquisitez realmente enferma. Maravilloso.

Mejor tema: “Don’t Marry Her”

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Published on July 22, 2016 20:32

July 21, 2016

Mi vino favorito

Es español, de Valencia. Su precio es sumamente accesible. Lo venden en Superama y hay temporadas en las que escasea, por lo que suelo hacerme de una buena cantidad de botellas cada vez que lo ponen a la venta, a fin de tener una reserva segura. No es muy fuerte ni muy suave. Gran sabor y un efecto delicioso que hace más cálidas las charlas acompañadas de buena música y buena compañía (femenina, prácticamente siempre). Se ha convertido en fiel aliado y compañero desde hace ya varios años. El entrañable vino Castillo de Liria.
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Published on July 21, 2016 21:30

July 19, 2016

¿Rebeldes con causa?

Cuando era yo muy niño, por allá a principios de los años sesenta, se utilizaba mucho la expresión “rebeldes sin causa”, para definir a jóvenes vagos y pandilleros, enchamarrados, enmezclillados, envaselinados, con cadenas y botas de charol que gustaban del rocanrol. Esto era por supuesto un estereotipo que el cine mexicano explotó hasta la náusea con películas moralistas y maniqueas, en las que los “rebeldes” eran siempre malos pero redimibles.
  ¿Era entonces el rock nacional primigenio una manifestación de rebeldía contra el sistema? Nada más lejos que eso. En México, el rock n’ roll nació en la segunda mitad de los años cincuenta, primero como una mera imitación de músicos adultos (como la orquesta de Pablo Beltrán Ruiz y similares) de lo que se hacía en los Estados Unidos y luego, cuando lo rescataron los jóvenes, fue más que nada interpretado por chavos de la clase media alta, con el poder adquisitivo suficiente como para comprar los caros instrumentos musicales que se necesitaban. Además, en su mayoría se dedicaron a adaptar los éxitos de gente como Chuck Berry, Jerry Lee Lewis, Ricardito y Elvis Presley, con letras en español, y las composiciones propias fueron tan notables como escasas. El grito más rebelde y provocador de esos años fue del cantante de los Locos del Ritmo, Toño de la Villa, y decía: “yo no soy un rebelde sin causa, ni tampoco un desenfrenado, yo lo único que quiero es bailar rocanrol y que me dejen vacilar sin ton ni son”. Nada como para poner a temblar al “sistema”.
  Tal sería el destino del rock que se haría en nuestro país a lo largo de las décadas siguientes. A fines de los sesenta y durante los setenta, por ejemplo, los rocanroleros y la izquierda estuvieron más que divorciados, ya que ésta tendía más hacia la llamada música latinoamericana y consideraba al rock como una manipulación perversa del “imperialismo yanqui” para enajenar a la juventud mexicana, etcétera.
  Las cosas cambiarían diez años más tarde, mas sólo en apariencia, cosa que veremos en la tercera y última parte de esta serie.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)
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Published on July 19, 2016 17:00

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