Hugo García Michel's Blog, page 175
September 6, 2016
El misterio de Faralae
Cuando se conjugan el talento, el buen gusto, la alegría de vivir, la sensibilidad, la gracia, el virtuosismo y la sencillez en un proyecto musical, uno no puede más que rendirse, abrir los oídos y la mente y dejarse llevar por las notas, los compases, los ritmos, las atmósferas.El jazz que se hace en México siempre ha gozado de cabal salud y en el país, los buenos músicos del género se dan de manera más que natural. Por eso no es de extrañar que el grupo Faralae sea capaz de causarnos tantas sensaciones y tantas emociones cuando lo escuchamos en disco o en directo.
Ya sea en su versión como quinteto o como dueto, el sonido de este proyecto resulta siempre placentero. Como quinteto han sacado un disco que no tiene desperdicio. Cadáver exquisito (Sonidos y sabores del mundo, 2016) es un plato delicioso de strafalarium jazz (como sus integrantes lo definen), una mezcla de jazz manouche, blues, swing, bossa nova, country y rock ejecutado con maestría por el líder del grupo, Alejandro Martínez Gil (guitarra y arreglos), Liliana Buneder (voz), Rafael Zermeño (guitarra, arreglos y bajo), Israel Torres Araiza (violín) y Omar Anguiano (bajo). El álbum contiene cinco covers y siete temas originales, todos de la autoría de Martínez Gil. Para destacar, las versiones a “Pobre gente de París”, “O Pato” y “That’s All Right Mama”, así como las composiciones “Tres gatos”, “El agarrador”, “Desde que tú no estás” y “Encuéntrame un rincón”.
Como dueto, Alejandro y Liliana se presentan jueves y sábados en las dos sucursales del bar Debarbas, de la Colonia Nápoles. Su vitalidad escénica es extraordinaria, tanto por las habilidades vocales y percusivas de Buneder (al verla, usted recordará a Bobby McFerrin), como por el virtuosismo guitarrístico de Martínez Gil (en efecto, es de la estirpe de los Martínez Gil), con muchas reminiscencias de Django Reinhardt.
Faralae es todo un misterio, pero un misterio revelado.
(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)
Published on September 06, 2016 17:06
September 5, 2016
Vikingos (las primeras tres temporadas)
Me vi casi de corrido, a lo largo de varias noches y por medio de Netflix, las primeras tres temporadas de la serie Vikings, misma que me recomendó, hace apenas tres semanas, mi querida amiga Jimena Colunga... y fue una gran recomendación.Producida por History Chanel y basada por ende en hechos históricos, Vikingos narra la saga de Ragnar Lothbrok (Travis Fimmel), un líder nórdico que llego a ser rey y que convirtió a su gente en conquistadora de nuevos territorios al occidente y al sur de Escandinavia, ya que llegaron a lo que hoy son la Gran Bretaña y Francia.
Realizada en Irlanda (vaya fotografía de paisajes) y escrita por Michael Hirst (el creador de la también estupenda The Tudors que ya vi completa), la serie es adictiva, emocionante, ágil, interesante. No sólo se va a los hechos históricos, sino que al mismo tiempo crea diversos personajes perfectamente delineados, de quienes conocemos sus vidas íntimas y familiares, sus conflictos privados, sus ambiciones y sus miedos.
Largo sería referir la enorme cantidad de detalles que vi a lo largo de una treintena de capítulos, todos ellos sin desperdicio (de pronto hasta con una fina dosis de humor negro, como en un diálogo muy curioso entre Ragnar y el rey Ecbert de Wessex, luego de un festín y en estado de mutua ebriedad: Ecbert le pregunta a Ragnar si se considera un hombre bueno y éste lo piensa un poco y responde que sí. "Y tú", le revira al monarca inglés. "También", contesta éste, quien continúa: "¿Y te consideras un corrupto?". Ragnar sonríe socarrón y dice: "Pues sí, ¿y tú?". "También", contesta Egberto mientras ambos ríen con simpático cinismo.
Hay otros personajes entrañables, como Lagherta (Katheryn Winnick), Rollo (Clive Standen), Floki (Gustaf Skarsgard), Björn Ironside (Alexander Ludwig), Athelstan (George Blagden) y varios más. La cuarta temporada ya está en el aire en algunos países y espero que Netflix no tarde mucho en subirla. Además, se anuncia la posibilidad de que haya cuando menos otras tres. Ojalá, porque vale mucho la pena. Es obvio que la recomiendo sin dudarlo.
Published on September 05, 2016 21:30
September 4, 2016
Comida con Faralae
Fue una tarde deliciosa. Alejandro Martínez Gil y Liliana Buneder, del grupo Faralae, vinieron a comer y a convivir a mi casa. A nosotros se sumó mi queridísima Paulina de la Vega. La pasamos de maravilla. Ellos trajeron sushi y Pau un vino blanco espumoso. Al final, estuvimos tocando y a ellos les gustaron mucho mis canciones, tanto que quizá se sumen a mi disco para interpretar "Oye, oye".Todo genial. Ellos dos se fueron como a las ocho. Pau se quedó para quedar de acuerdo conmigo sobre un ciclo novedoso que se inició justo este día y que espero que sólo traiga buenas cosas.
Published on September 04, 2016 20:30
Clapton
No es el mejor guitarrista de la historia del rock y mucho menos de la historia del blues. No posee las cualidades técnicas de un virtuoso y tampoco hace ostentación de su velocidad a la hora de atacar las cuerdas de su instrumento (casi siempre una Fender Stratocaster). Sin embargo, Eric Clapton posee ese don del cual muy pocos pueden pueden presumir: el de la expresividad musical. La guitarra de Clapton habla, dice cosas, transmite sensaciones y sentimientos. Cuando alguien lo bautizó irónoicamente como “Mano lenta” (Slowhand), no hizo sino definir el estilo que a lo largo de los años iría depurando este músico británico, hasta convertirlo en un artista pleno y depurado. Porque uno lo ve y lo escucha tocar y parece que lo que él hace es la cosa más sencilla del mundo. Los dedos de su mano izquierda se deslizan por el brazo de la guitarra con una facilidad pasmosa, mientras los de la mano derecha sostienen la púa que da los toques melódicos, armónicos y rítmicos necesarios para convertir a una canción o al solo de la misma es un lenguaje que pareciera provenir del cielo. No en vano, al principio de su carrera, cuando aún tocaba con los Yardbirds, en los muros de Londres aparecían grafittis con la leyenda “Clapton es Dios”. Sin embargo, tanta felicidad musical contrasta con la sufrida existencia de este hombre, quien a lo largo de su vida ha pasado por cualquier cantidad de desgracias. Sólo así se explica, quizá, que su sensibilidad esté tan cercana a la de los negros que hacen del blues un canto de dolor y, en ocasiones, también de melancólica alegría. Yardbirds, Bluesbreakers, Cream, Blind Faith, Derek and the Dominos: nombres de bandas que han visto a Clapton como su epicentro, como su núcleo, como su ombligo. La carrera de este guitarrista único e incomparable es como una epopeya griega, pero también como un drama shakespeareano. Podrá haber mejores ejecutantes que él, pero muy pocos pueden presumir de la mayor virtud de Eric Clapton: es un blanco -y para colmo inglés- que tiene el blues.(Publicado originalmente en el Especial de La Mosca en la Pared No. 38, de marzo de 2007. El texto lo escribí a manera de prólogo).
Published on September 04, 2016 11:43
September 3, 2016
De Juanga a Trump (una tesis)
Vaya semana. Del tremendo lío de la tesis del presidente, pasamos a la muerte intempestiva de Juan Gabriel (que le costó la chamba al buen Nicolás Alvarado), para terminar con la visita de Donald Trump que ha unificado a todo el círculo rojo en un mismo grito de mas-si-osare-un-extraño-enemigo, con uno que otro aprendiz de Juan Escutia envuelto en la bandera.Por salud mental, me he negado a sumarme al coro de los indignados, porque aprecio mucho la salud de mi hígado y porque, visto en perspectiva, se trata de un sainete que pronto será borrado por un nuevo y vertiginoso escándalo. Hace una semana, muchos en el círculo rojo se desgarraban las vestiduras por lo de la tesis peñanietista; luego estalló el llanto masivo e intolerante por el fallecimiento del creador de “Amor eterno” (digo que intolerante porque ay de aquel que se atrevió a expresar que no le gustaba la música del llamado Divo de Juárez: de mal mexicano no lo bajaron) y ahora mismo vivimos las consecuencias de la ciertamente torpe manera como se manejó la presencia de Trump en nuestro país, algo que muchos opinadores han llamado, con melodramático y exagerado acento, “uno de los peores momentos de la historia nacional”. Yo insisto en que fue un sainete que se olvidará pronto y más aún cuando Hillary Clinton gane las elecciones.
El jueves me subí al metro y en el retacado vagón no escuché que los pasajeros hablaran del tema y no vi que alguien tuviera cara de indignado. La gente común está preocupada por otras cosas y es, como dije, el círculo rojo el que salta de rabia e indignación desde los medios y las redes digitales.
¿Que la regaron al invitar a los dos candidatos gringos a la presidencia? Posiblemente. Juanga (tan priista siempre él) quizá les habría dicho al presidente Peña Nieto y a sus no muy hábiles asesores: ¿pero qué necesidad?
(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)
Published on September 03, 2016 13:26
September 2, 2016
El rico y el gringo
Empecé a componer canciones el 15 de noviembre de 1969, a mis 14 años de edad. Como autor, he pasado por muy diferentes etapas, una de ellas la etapa militante de izquierda que duró bastantes años. Esta canción la escribí el 9 de diciembre de 1974 (tenía 19 años) y es un buen (¿o un mal?) ejemplo de ello. En la lista de mis composiciones es la No. 454. No sé cómo definirla musicalmente: tiene algo de rock y algo de folk. Es intensa y dramática también, sobre todo porque la principal armonía es un constante ir y venir de Si menor a Sol mayor con un ritmo semilento.He aquí la letra.
El rico y el gringo
¿Quién tiene la culpa de que tú seas pobre?
¿Quién tiene la culpa de que tú no comas?
¿Quién te mantiene en la miseria?
¿A quién le conviene que padezcas hambre?
¿Quién tiene la culpa de que tus hijos se mueran de frío y de enfermedades?
¿Quién te mantiene oprimido, a quién le conviene todo este martirio?
Al rico y al gringo, al rico y al gringo.
El rico quiere tu trabajo y te paga mal.
El gringo se roba la Patria y la hiere más.
Crees que naciste pobre y que así seguirás.
Los curas te dicen que así siempre será.
Se aprovechan de tu inocencia,
pero el día que tú quieras todo cambiará.
Dime si no quisieras poder descansar,
tener lo suficiente para no sufrir más.
Dime si no te gustaría que ya no hubiese nadie que fuera pobre.
Pero el rico y el gringo, el rico y el gringo.
El rico quiere que seas pobre, cada vez más pobre.
El gringo roba lo que es nuestro y luego se esconde.
Ellos son los que te explotan, ellos son los que te roban.
Ellos son los que te matan, ellos son los que te odian.
Ellos creen que pueden todo, pero están equivocados,
porque el día en que tú y tu hermano y tu amigo y compañero,
el día que nos unamos, pagarán por lo que han hecho.
El día en que nos unamos y que estemos todos juntos,
entonces ya no habrá pobres y los que matan serán difuntos
y los que roban serán difuntos y los que explotan serán difuntos.
Published on September 02, 2016 18:38
September 1, 2016
Armónica
Excelente y muy grata novena sesión de grabaciones de mi disco, en el estudio de Jehová Villa Monroy e Iris Bringas. El invitado fue mi gran amigo Mauricio González, quien enriqueció con su armónica dos de las canciones: "Aguas negras" y "Sólo he venido a decirte adiós". Iris, como siempre, se dedicó a ilustrar fotográfica y minuciosamente la memoria de la sesión. Todo estupendo y un gran gusto volver a ver al buen Mauricio, con quien espero trabajar más cosas pronto.
Published on September 01, 2016 20:36
August 31, 2016
La doble vida de Jesús
Una espléndida novela, con todo el oficio de Enrique Serna, a mi modo de ver uno de los mejores escritores mexicanos de la actualidad y quizás el mejor narrador.Relato político, satírico, negro, duro, La doble vida de Jesús (Penguin Random House, 2014) cuenta la historia de Jesús Pastrana, un funcionario y político municipal que pretende llegar a la alcaldía de Cuernavaca por medio de su partido, el de Acción Democrática (PAD), clara alusión al PAN. El hombre goza de fama por su integridad y honestidad y ello hace que tenga tantos simpatizantes como enemigos, incluso dentro de su organización. Hombre conservador pero liberal, padre de familia y esposo con problemas matrimoniales, todo cambia en su vida personal una noche que pelea con su mujer y se sale a vagar en su carro por la zona roja de la ciudad, para toparse con algo que habrá de cambiar su existencia y dar a luz esa nueva vida a la que se refiere el título.
No contaré más de la trama, salvo que en la misma se ven inmiscuidos los bajos fondos de la política y de la delincuencia. Jesús se ve atrapado en una espiral vertiginosa que lo arrastra por y contra su voluntad.
La narración es fluida y atrapa desde un principio, para no descansar un solo momento y hacer que uno quiera saber el desenlace del libro, a la vez que desea que éste no se termine.
Si alguna crítica tuviera que hacerle es la de cambiar los nombres de los partidos políticos (el PRI es el PIR, por ejemplo), pero eso es peccata minuta en realidad.
También es de hacer notar que la edición no es muy bonita, el papel es corrientón y al final ni siquiera incluyeron falsas, por lo que la última página se topa directamente con la tercera de forros. Raro, por tratarse de una editorial tan afamada y fuerte. Por supuesto, el libro no está cosido, otro punto en contra.
Con todo y desde el punto de vista literario, una estupenda novela, muy superior por cierto a Cinco esquinas de Mario Vargas Llosa que toca también el tema político y que reseñé anteriormente en este mismo blog.
Published on August 31, 2016 19:27
August 30, 2016
Juanga en el cielo de diamantes
Dicen el lugar común y el buen gusto que nunca se debe hablar algo negativo de una persona recién fallecida. No lo haré en el caso de Juan Gabriel, quien nos sorprendió con su muerte este domingo en la mañana. Un infarto lo privó de la vida, mientras efectuaba una gira por los Estados Unidos.En realidad, no tengo motivo alguno de crítica hacia el singular compositor y cantante nacido en Ciudad Juárez hace 66 años. Sus logros y el arraigo popular que consiguió en el mundo de habla hispana en general y en México en particular son innegables y salvo su reciente versión a la canción “Have You Ever Seen the Rain” de John Fogerty que me pareció un horror, poco o nada tendría que reprocharle.
El llamado Juanga era un hombre muy dotado para la creación de melodías, algunas de ellas muy bellas, dentro de un corsé armónico de acordes más o menos limitados, algo común entre los hacedores de música popular. Escribió buenas y no tan buenas letras, casi siempre apuntando al dolor de la separación amorosa y otros temas que suelen pegar en la entraña de muchas personas (“¿quién no ha sido golpeado por el desdén enamorado?”, diría algún cursi poetastro).
En escena, el hombre sabía hacer de sus presentaciones todo un espectáculo (la única vez que lo vi fue en el Auditorio Nacional, a mediados de los noventa, cuando quise quedar bien con una joven con la que pretendía yo hacer méritos y como ella deseaba ver a Juan Gabriel...).
En realidad, mi único problema con el llamado Divo de Juárez es que su música no me llega, no me alcanza, no me conmueve. Me atreví a decir esto en Facebook y me llovieron amonestaciones, anatemas y condenaciones eternas por semejante atrevimiento.
Dado que no quiero correr aquí la misma suerte, diré que sí hay una canción de Juanga que me gusta y que se llama “La diferencia”. Alguna vez la vi en la tele, interpretada por una chavita de nombre Nadia, y debo decir que me pareció dulce y hermosa.
Hoy, Juan Gabriel ya se encuentra en el cielo de diamantes y su música quedará para siempre en el cancionero popular mexicano. Que eso baste.
(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)
Published on August 30, 2016 18:30
August 28, 2016
El libro negro de la izquierda mexicana: la otra tragicomedia
La izquierda mexicana tiene una historia singular, propia, que la distingue de la de otras izquierdas en el mundo. En ella se entremezclan la tragedia con la comedia, el drama con el absurdo, la heroicidad con el disparate. Marxista pero nacionalista, leninista pero populista, stalinista pero surrealista, castrista pero mesiánica, nuestra izquierda transitó de la clandestinidad a la plena legalidad, mientras daba toda clase de traspiés y bandazos. Desde el anarquismo de Ricardo Flores Magón hasta el rockstarismo del Subcomandante Marcos y desde el izquierdismo atinadamente oportunista de Vicente Lombardo Toledano hasta la inefabilidad cuasi papal de Andrés Manuel López Obrador, ahí está la truculenta trama de nuestra peculiar gauche y sus peripatéticos personajes principales, trama que ha servido al escritor Julio Patán para desarrollar El libro negro de la izquierda mexicana (Temas de Hoy/Planeta, 2012), un texto necesario (a la vez que ameno y divertido) para comprender los más recientes cinco lustros de ese oscuro pero a la vez pintoresco sector de la política nacional.Con el autor es la siguiente entrevista.
Más que un ensayo, me parece que tu libro tiene un aliento narrativo y que es incluso una especie de crónica novelada.
Fíjate que lo viste muy bien. Lo que quise hacer fue una historia de la izquierda mexicana, de 1988 para acá, pero no con un tono académico sino con un sentido narrativo. No sólo creo que es un tema sobre el que hay que reflexionar, sino un cuento que nos conviene escuchar. La crónica nos permite entender de otra manera ciertos temas. El lector no sólo necesita una reflexión sobre la izquierda, sino oír la historia de la izquierda.
Una historia que es como la saga de una famiglia, con un cierto tufo mafioso.
Absolutamente. No soy muy avezado en política internacional, pero en España, en Francia, también pasa un poco eso. Hay familias políticas. Se incorporan, se escapan elementos, pero no dejan de ser núcleos más o menos compactos. En la izquierda mexicana pasa lo mismo. Esto tiene mucho que ver con que varios de sus fundadores vivieron una cuota importante de clandestinidad. Pero en alguna proporción, la nueva izquierda mexicana también tuvo padrinos. Por ejemplo, algunos veteranos del 68. Muchos de los más brillantes huyeron despavoridos, por razones que me parecen obvias, caso de Luis González de Alba. Pero sí, hay un sentido casi comunitario y tú podrías identificar a las ramas familiares actuales, entre ellas los residuos del priismo que la han ido absorbiendo. La gente que llegó del 68 al 88 tenía otro nivel moral y fueron las facciones más progresistas y mesuradas de la izquierda mexicana. Curiosamente, la recalcitrancia viene del viejo priismo, caso de López Obrador. En efecto, hay un momento en que estamos ante una especie de obra shakesperiana Región 4. La familia que se apuñala y se traiciona, pero se apoya y se recicla; que suma elementos y luego los expulsa, que pacta y despacta. Una obra shakesperiana. La comedia política.
Tus antecedentes personales son los de un hombre de izquierda, ¿la tuya es una revisión crítica de la izquierda desde la izquierda?
Quiero pensar que sí. No sé si me considero a estas alturas “un hombre de izquierda”. No sé si alguien puede considerarse tal cosa. Lo que sí creo, sostengo y defiendo es que la agenda de la izquierda de centro, de la izquierda socialdemócrata, de la izquierda mesurada, democrática, es más que aplicable a este país en este momento. Creo que esta izquierda mesurada merecía una oportunidad de gobernar al país. Hay gente que puede representarla, como Marcelo Ebrard. No vamos a deificarlo aquí, pero era un candidato muy razonable y se hubiera granjeado muchas simpatías de votantes indecisos. Irónicamente, una de las muchas cosas que le debemos a Andrés Manuel López Obrador es no tener esa opción de izquierda moderada. Tú lo ves en el debate con los otros candidatos y pareciera que el candidato de la derecha dura es él, cosa que sus seguidores firmes y ya no tan firmes no alcanzan a ver. Me escandaliza su reticencia a apoyar la despenalización del aborto y los matrimonios entre personas del mismo sexo. Con los derechos humanos y las garantías individuales no se hacen plebiscitos. Me parece escandaloso. Creo, sin embargo, que la izquierda debe gobernar a este país. Otra izquierda. Una izquierda más de a deveritas.
En el libro hay una especie de columna vertebral que conforman Cuauhtémoc Cárdenas, el sup Marcos y López Obrador. ¿Me puedes hablar de cada uno de ellos? Empecemos por Cárdenas.
Las ideas sobre la economía que puede tener Cuauhtémoc Cárdenas me parecen inquietantemente antiguas. Esas ideas estatistas, un tanto derivadas del echeverrismo, de grandes paraestatales, de grandes proyectos nacionales, han resultado comprobadamente fallidas. Quizás ahí se agotan mis críticas de fondo a Cárdenas. Creo en cambio que es un hombre de una absoluta decencia política, un demócrata que está muy razonablemente libre de tendencias autoritarias, un hombre articulado y culto. No sé si hubiera sido un buen presidente, pero creo que fue un extraordinario integrador de la oposición. De verdad tenemos una memoria muy corta y no reconocemos en la medida necesaria lo importante que fue Cuauhtémoc Cárdenas para aglutinar a la izquierda en un proyecto institucional de una importancia extraordinaria para el país. Es una voz, todavía, que de pronto se alza y pone un poco de mesura en los ánimos. Se trata de una figura muy rescatable desde muchos puntos de vista.
¿El subcomandante Marcos?
Marcos es como la síntesis de todos los vicios ideológicos de la izquierda. Creo que muestra los atavismos que teníamos en el año 94 y que todavía tenemos. Me parece escalofriante que una figura tan obviamente displicente en su trato con la propia comandancia indígena, con ese estilo de hablar sobrado, prepotente, de criollo ilustrado (en el peor sentido), con una retórica todavía tan guevarista, tan leninista, que en algunos momentos además adoptó un discurso casi racista, se haya convertido en un emblema de progresismo, de democratización u oxigenación de las viejas izquierdas. Su intento de reventar el proceso electoral de 2006 fue patético. Andrés Manuel López Obrador le ganó completamente el mercado de la izquierda, pero deberíamos regresar a él y estudiarlo más a fondo, con filo crítico, para entender también lo que ha pasado con una buena parte de nuestras izquierdas. ¿Cómo podemos seguir conservando ese tipo de fe? A mí me parece inconcebible.
¿… y López Obrador?
El de Andrés Manuel me parece otro caso profundamente paradójico. No veo un matiz de progresismo en López Obrador. Es un hombre conservador, un hombre que deja filtrar su cuerpo de ideas religiosas a su cuerpo de ideas políticas. ¿Cómo que un movimiento de regeneración nacional? A mí no me regeneres, a mí gobiérname. Si los votantes lo deciden así, gestiona bien, controla a tus subalternos corruptos, haz tu chamba, pero no me regeneres. No es función de un presidente regenerar moralmente a nadie. El comentario fue dicho en el debate, con un 97 por ciento de cobertura nacional, y a nadie le pareció escandaloso. Yo lo veo, cada vez más, como un hombre de derecha dura y recalcitrante, ultraconservador, montado en una plataforma populista de izquierda. Me sorprende que mucha gente no lo vea de ese modo. Su gran bandera es esa integridad que presume y yo en efecto creo que él no es un hombre corrupto, no creo que ese sea su problema. El problema es que la visión providencial del liderazgo suele acarrear corrupción en el entorno, porque cuando tú estás luchando por El Bien, como parece que lo está haciendo él, los pequeños males parecen muy justificables. Ponce, Bejarano, Juanito… Está bien, son cosas “muy menores”. Pero si empiezas a sumar, son muchas y él no se desmarcó de ellas.
¿Cómo ves a los seguidores de AMLO, sobre todo a los más recalcitrantes?
Hay un núcleo duro de seguidores de Obrador que representa a la parte más autoritaria del electorado mexicano. El seguidor duro de Acción Nacional y del PRI en general no tiene ese grado de arrebato revolucionario y de fe. Me parecería una base mínima de acuerdo entre todos los ciudadanos rechazar la descalificación, el insulto, la sátira grotesca a la que se ve sometido cualquiera que disienta tantito en las redes sociales. Es escalofriante. Me resulta terrible que López Obrador y el resto de la dirigencia no hayan salido al paso de esto. No es irrelevante que se calumnie a la gente, que se le insulte, que se le rebaje de ese modo. Creo que muchos hubiéramos agradecido que los dirigentes del Movimiento Progresista ratificaran su vocación democrática y salieran a defendernos a quienes no estamos de acuerdo con sus propios feligreses. Lejos de ello, se les ha incendiado con esta retórica del todo o nada, de la virtud o el pecado, del estás conmigo o estás contra mí, como si no hubiera tonos de gris en la sociedad mexicana. Me parece un retrato de lo peor de nuestra izquierda. Sé que hay cientos de miles y quizá millones de ciudadanos en México que simpatizan con López Obrador y son personas decentes, razonables y tolerantes, pero la militancia dura del obradorismo es una militancia lamentable, hay que decirlo con todas sus letras.
¿Existe alguna esperanza de que lleguemos a tener una izquierda moderada, democrática, moderna, insertada en el mundo en que vivimos?
Yo creo que el experimento de la izquierda que ha gobernado a la Ciudad de México ha sido bastante feliz. Cuauhtémoc Cárdenas sobrevivió muy dignamente en los dos años que estuvo como Jefe de gobierno. Rosario Robles lo hizo muy bien también, tuvo una agenda política muy inteligente, fue una operadora bastante eficaz, hasta que vino la colección de escándalos que conocemos. Marcelo Ebrard lo hizo más que razonablemente bien. A pesar de todo, esta es una ciudad habitable, una ciudad que ebulle culturalmente. El actual es un gobierno tolerante. Sabe gobernar para la pluralidad de ideas que habitan esta ciudad y ha traído muchos sanos ingredientes de las izquierdas modernas que encuentras en Europa, incluso en los Estados Unidos o en ciertas partes de Sudamérica como Chile y Brasil. Me parece que ahí está el embrión de una izquierda mucho más viable. A Mancera lo veo bien. Todo tiene qué ver con que Ebrard logre desmarcarse de las posiciones propias del obradorismo duro en el momento en que sea necesario y ese momento va a llegar pronto. Ebrard es el obvio sucesor de López Obrador en la organización de la izquierda y aunque hay facciones que son detractoras profundas de sus políticas, tiene capacidad para hacerlo. Tengo la impresión de que junto a esas facciones recalcitrantes y violentas de las que hablamos hace un momento hay muchos ciudadanos que entienden que hace falta otro tipo de izquierda y que tienen ganas de votar por ella. Esa es la lucecita de esperanza que tiene el progresismo en México. Aunque igual sigo siendo un optimista después de tantos años.
(Entrevista que realicé en 2012 y que fue publicada en la revista Milenio Semanal)
Published on August 28, 2016 17:20
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