Hugo García Michel's Blog, page 174
September 17, 2016
De rebeliones en la granja y asesores chafas
¿Quiénes serán los asesores de Andrés Manuel López Obrador en materia de comunicación social? ¿Quiénes serán los publicistas (creativos, los llaman) que le propusieron ese “promocional” de risa loca en él don Peje hace una alegoría (es un decir) completamente fallida de la novela Rebelión en la granja de George Orwell? En su afán por animalizar a la mafia en el poder, AMLO termina por proponerse como cabeza de una rebelión nacional en la granja (“pacífica”, aclara el tabasqueño, al tiempo que extrae con cierto retraso un pañuelo blanco), sin reparar en que el líder de dicha granja, en el relato orwelliano, es un personaje que representa satíricamente nada menos que a José Stalin.Mi conclusión es que tanto Andrés Manuel como la gente que le hace la publicidad en Morena jamás han leído a Orwell y mucho menos el libro en el cual supuestamente se inspiraron. De otro modo, no se explica semejante tontería. A menos que los haya traicionado el subconsciente y lo que están proponiendo al país, a partir del 2018, es una dictadura intolerante, totalitaria y represora de las libertades, como la que implanta Napoléon, el cerdo despótico que se convierte en gran tirano de la granja orwelliana.
Y justo lo difunden en pleno septiembre, el mes de la independencia y la libertad. Vaya autogolazo.
Los políticos mexicanos deberían elegir mejor a sus asesores o ya de plano prescindir de ellos. Ya vimos lo que le pasó al presidente Peña Nieto por hacer caso a quienes le propusieron invitar a Donald Trump (aunque se diga que también invitaron a doña Hillary): el entuerto en que lo metieron fue de antología y ahora vemos el resbalón de AMLO y su inenarrable granja de animalitos.
Propongo que el siguiente anuncio del líder de Morena se base en la Metamorfosis de Kafka o en Gargantúa y Pantagruel de Rabelais. Seguro sus asesores producirían otro promo de carcajada.
(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario).
Published on September 17, 2016 21:17
September 16, 2016
Sergio, a seis años
Hoy hace seis años que se fue mi hermano mayor, el cineasta Sergio García Michel. Lo recuerdo con amor y nostalgia por todo lo que vivimos juntos. Aquí él, al lado de Luis Buñuel.
Published on September 16, 2016 17:00
September 15, 2016
Led Zeppelin IV o el álbum de los cuatro signos
La piedra de toque de Led Zeppelin y uno de los discos más importantes en la historia del rock. Conocido popularmente como Led Zeppelin IV (1971), el álbum sin nombre es una obra maestra de principio a fin. Con una sabia mezcla de rock duro, blues, folk y hasta entrañable rock’n’roll a la Little Richard, este trabajo inauguró el estilo de lo que se llamaría heavy metal. No es sin embargo un trabajo que haya surgido de la nada, ya que continúa y perfecciona lo hecho en sus tres viniles anteriores, sobre todo en el injustamente despreciado opus III.Épico, místico, majestuoso, solidamente perfecto, este cuarto disco va de la rítmica y contagiosa sencillez de la rocanrolera “Rock and Roll” a la dulzura de la sutil “Going to California”, de la pesada complejidad de la contundente “Black Dog” al potente sentido bluesero de la apocalíptica “When the Levee Breaks”, de la divertida y crítica ironía antihippie de “Misty Mountain Hop” a la magia folky de la epopéyica “The Battle of Evermore” (con la hermosa voz de Sandy Denny, primera persona invitada en un disco del grupo) y del sentido funk de la inventiva “Four Sticks” a la grandeza sin igual de la inigualable “Stairway to Heaven”, síntesis de todo un álbum de proporciones colosales.
Mención aparte merece la ya señalada “When the Levee Breaks”, impresionante recreación de un viejo blues de la compositora y cantante Memphis Minnie, al cual Led Zeppelin reviste de poderío con un arreglo escalofriante en el que las guitarras de Page, la batería de Bonham, el apoyo del bajo de Jones y la voz y la armónica de Plant se funden de manera prodigiosa para levantar una torre de sonido que crece indetenible y estalla en una lluvia de fuego musical que es digno final para este álbum sempiterno.
Un clásico si los hay.
(Reseña que escribí originalmente para el Especial No. 6 de La Mosca en la Pared, dedicado a Led Zeppelin y publicado en noviembre de 2003)
Published on September 15, 2016 21:30
September 14, 2016
Alain baterista
Tenía tan sólo once años. Era marzo de 1994. Los Pechos Privilegiados hacíamos nuestra segunda presentación pública, en el Museo de Culturas Populares, en Coyoacán. Cuando llegó la hora de interpretar mi canción "Todo eso", mi hijo Alain subió al escenario y nuestro baterista, el gran Demetrio "Démex" García, le dejó su lugar. Démex tocaría la armónica y Alain se adueñó a la perfección de tambores y platillos. Fue una gran noche, aunque ya habíamos hecho el mismo número un mes antes, el 11 de febrero de ese mismo año, durante la presentación del ejemplar No. 1 de la flamante revista La Mosca en la Pared, en El Antro, ubicado en Huipulco, Tlalpan. Buenos recuerdos.
Published on September 14, 2016 18:30
September 13, 2016
Jack White, ese conservador
Pocos músicos actuales con tal devoción a las raíces del rock que Jack White. Lo suyo es una pasión por el blues, el folk, el country, el rock clásico y ello ha quedado reflejado en toda su obra, ya sea con The White Stripes, The Racounteurs, The Death Weather o en su fructífera carrera como solista.White reaparece discográficamente con un álbum doble recopilatorio, en el que recoge mucho de lo que ha hecho en todos sus proyectos con base en la guitarra acústica. De ese modo, en este Jack White Acoustic Recordings 1998-2016 (Three Man Records, 2016) se incluyen 26 composiciones sin desperdicio que nos dan una dimensión asombrosa del talento musical de este hombre.
El disco uno está dedicado de manera casi exclusiva a canciones de los White Stripes (de las catorce presentadas, trece son del entrañable dueto que el buen Jack conformaba con su ex esposa, Meg White). En ese conjunto de piezas podemos apreciar cómo este músico es capaz de escribir melodías muy diversas, sin perder jamás la esencia de los géneros. De este primer plato podemos destacar joyas de la discografía de las Rayas Blancas como “Sugar Never Tasted So Good”, “Apple Blossom”, “We’re Going to Be Friends”, la inédita “City Lights” y la sensacional “Well It’s True That We Love One Another”, a tres voces, con Holly Golightly y Meg White.
El segundo disco está conformado por una docena de cortes que incluye nuevas mezclas de canciones grabadas con los Raconteurs o en los álbumes solistas de White. Un ejemplo es “Top Yourself”, retrabajada a manera de espléndido bluegrass; otro, la intensa “Carolina Drama” en una reversión acústica. Otros tracks destacados son los muy conocidos “Love Interruption”, “Blunderbuss” y “Hip (Eponymous) Poor Boy” (este en una toma alterna), además de joyas como “Love Is the Truth” y “Want and Able”.
Un álbum fantástico que no hace sino confirmar la calidad de este purista, de este conservador de lo mejor de las raíces originarias del rock.
(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)
Published on September 13, 2016 20:00
September 11, 2016
Luis de Llano y sus Expedientes pop
El género literario de la autobiografía, de los libros de memorias, no es tan común en México como debería serlo. Pocos son los que se atreven a contar su vida con detalle y Luis de Llano Macedo es uno de ellos.Luis de Llano me recibe en su amplia e iluminada oficina de la serpenteante calle Altavista, al sur de la Ciudad de México. Nos conocimos en 1974, cuando él producía para Canal 4 el programa musical La hora cero y yo pude presentarme en dos emisiones, al lado de mis compañeros, los hermanos Adolfo y Federico Cantú, con Octubre, nuestro proyecto musical de tres guitarras y tres voces. Luego de 42 años nos volvemos a topar y recordamos aquella serie que Luis menciona someramente en su flamante libro, Expendientes Pop, editado por Planeta.
En ese volumen de casi 300 páginas, De Llano narra con detalle su vida desde mucho antes de nacer, ya que comienza por contarnos acerca de sus antepasados más o menos inmediatos, como su abuelo paterno, Francisco Llano de la Encomienda, militar español del bando republicano, o su abuela materna, Julia Guzmán, escritora espléndida y mujer que desafió los convencionalismos de su época. Pero también nos cuenta de su padre, el revolucionario de la radio y la televisión Luis de Llano Palmer (creador de personajes que forman parte de la cultura popular mexicana, como El Monje Loco y la Doctora Corazón), y de su madre, la icónica actriz mexicana Rita Macedo, además –por supuesto– de su hermana Julissa.
Muchas son las palabras y conceptos con los que podemos asociar al autor de Expedientes Pop y de los que habla en su libro: rock nacional, Spitfires, Alta Tensión, Cachunes, Microchips, Televisa, Alcanzar une estrella, Kabah, Fresas con Crema y varias más, aunque a mi parecer, las tres que quizá más lo marcan y señalan su ruta profesional son Timbiriche, Avándaro y televisión. Por eso le planteo a De Llano la primera cuestión.
–Desde hace tiempo, sostengo la teoría de que los verdaderos antecesores del actual rock que se hace en México son Soda Stereo y Timbiriche. Como creador de este último, ¿te consideras uno de los padres del rock nacional?
–Los miembros originales de Timbiriche eran hijos de actores que se la pasaban de groupies en los foros de televisión. Algunos de ellos, como Benny, desde chiquitos hacían imitaciones de Kiss y otros grupos. Cuando había algún programa especial, por ejemplo con Miguel Bosé, ahí andaban siempre. Al verlos tan entusiastas de la música, decidimos hacer algo con ellos. Formé un equipo de producción y empezamos a ensayar, a montar números musicales y a grabar. Nunca imaginamos que el proyecto iba a crecer tanto. Pero coincidió con el surgimiento de grupos similares como Parchís, aunque la música de Timbiriche tenía una base más rocanrolera, quizá porque con ellos trabajaban roqueros que no tenían chamba, como Ricardo Ochoa o los que entonces conformaban a las Insólitas Imágenes de Aurora y que luego serían Caifanes. Benny, Diego y Erick aprendieron a tocar con ellos. Pero aunque se burlen de mí, la llamada generación Timbiriche se educó musicalmente con el grupo, aprendió a ir a conciertos sin miedo y sin hacer desmanes. Luego vino Microchips, con Jay de la Cueva y otros chavitos, que era un grupazo. Sonaban muy bien en vivo y grabaron ocho discos. Tanto Timbiriche como Microchips casi no hacían covers, eran canciones originales y ciertamente creo que, como dices, influyeron a las futuras generaciones de roqueros.
–¿Y qué me dices de Avándaro, qué tanto te marcó ese festival?
–Avándaro fue un fenómeno en el que por primera vez se juntaron más de 250 mil jóvenes sin razones políticas y no pasó nada malo. No hubo peleas, no hubo violaciones, no hubo ningún asalto. Ahí, chavos de todas las clases sociales se reunieron, se empaparon, se enlodaron, oyeron música como iguales y sin el menor problema. Hubo una especie de comunión, por dos días desaparecieron las clases sociales. Fue el principio de un cambio. Luego vendría la satanización hipócrita del festival y la condena del rock que se volvería underground a la fuerza por muchos años. Pero todo fue más por causas políticas, por las diferencias que había entre Carlos Hank González y gente del gobierno federal como Mario Moya Palencia. En los siguientes años, no existió un apoyo real al rock por parte de la televisión, solito subsistió, hasta que surgieron cosas como Comrock y Rock en tu idioma.
–Dicen algunos que la televisión es una caja idiota.
–Tenemos la tendencia de ponerle nombres a las cosas que satanizamos. A la televisión la llamaron la caja idiota porque supuestamente te hipnotizaba. Pero con esa lógica, ahora habría que decirles aparatos idiotas a las tablets, a los smartphones, a los videojuegos y demás. Las nuevas generaciones son multitask. Al mismo tiempo que ven la tele, están manejando sus iPads y sus iPhones y los entrelazan o se interconectan entre ellos y tienen lenguajes propios. Pero lo más duro es la soledad on line en que muchos de ellos viven. No sé si eso sea idiota.
(Publicado hoy en "El ángel exterminador" de Milenio Diario)
Published on September 11, 2016 17:02
¿Qué es una relación abierta?
A mi modo de ver, una relación abierta, libre, es aquella en la que los novios, amantes, compañeros –o como se les quiera llamar– viven su amor sin ataduras impuestas por los convencionalismos sociales y, sobre todo, sin sentir y/o creer que la otra persona es de su propiedad. Esa es para mí la gran clave de los infiernos en que suelen convertirse tantas relaciones: el sentido de propiedad privada sobre la otra persona.
¿De dónde nos viene la absurda idea de que el otro o la otra nos pertenece y que por tanto nadie puede acercársele y ella no puede acercarse a nadie más, con la intención que se le venga en gana? Es parte de la educación judeocristiana occidental que recibimos y que sirve para cimentar a la familia como el núcleo de una sociedad clasista, cooptada, limitada, enajenada, en la que el principio del placer es sacrificado en aras del principio de la realidad, pero de una realidad que nos es impuesta más allá de nuestra naturaleza. El alegato suena quizás un tanto marxista-freudiano-marcusiano-wilhelmreichiano, pero es real. Nos sentimos dueños de nuestras parejas o de nuestros hijos, como nos sentimos dueños de un coche o de una casa. Queremos imponer la propiedad privada sobre las personas como si siguiéramos en la época del esclavismo o el feudalismo. Yo no comparto esos principios: los rechazo de hecho.
Cuando uno se apodera o cree apoderarse de otra persona (lo cual es una ilusión y un síntoma de inseguridad), trata siempre de tenerla bajo su control. Por eso está al pendiente de todos y cada uno de sus movimientos y recela de todo y de todos. La desconfianza campea, se empieza a ver como enemiga a toda persona que pueda representar "un peligro" y se comienza a atormentar a la persona que supuestamente se ama. Pero en realidad a quien se ama es a uno mismo o ni siquiera eso. Las relaciones convencionales están basadas, por tanto, en el sentido de la propiedad (de ahí los contratos matrimoniales) y las justificamos con una idea falsa del amor, ya que el verdadero amor busca antes que nada la felicidad del otro.
Limitar una relación abierta (o libre) a una mera cuestión sexual o a una licencia para acostarse con otros u otras es una perspectiva demasiado estrecha. La libertad en el amor va mucho más allá y tiene que ver con la plena realización de las personas, sin limitaciones, sin obstáculos. Enmarcar una relación de pareja dentro de la monogamia es válido, si ambas partes están de acuerdo. Pero si es sólo una la que quiere eso y se convierte en guardia y carcelera de la otra, eso deja de ser amor, así lo queramos justificar con frases como "es que la amo", "es que estoy enamorado de ella", "es que sin ella no puedo vivir". Egoísmo puro. Miserabilismo infame. Mezquindad extrema. El modo más absurdo y desgastante de vivir una relación.
Para mí, el amor tiene que disfrutarse, no que sufrirse. Por eso debe ser ante todo libre. De lo contrario será cualquier cosa, menos amor.
(Texto que escribí en 2011)
Published on September 11, 2016 16:39
September 10, 2016
El Santo Conapred y sus aliados
“Puedo estar en desacuerdo con lo que dices, mas defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”, reza –palabras más, palabras menos– la frase atribuida a Voltaire (aunque en realidad jamás la pronunció: fue su biógrafa británica Evelyn Beatrice Hall quien se la adjudicó en el libro Los amigos de Voltaire de 1906). Sin embargo, el espíritu de esa sentencia viene muy al caso en estos días en que la libertad de expresión se ha puesto en entredicho, a raíz del artículo de Nicolás Alvarado sobre Juan Gabriel, publicado en las páginas de Milenio.Con asombro, he leído sesudas justificaciones, de gente pretendidamente ilustrada, para justificar diversas limitantes a esa libertad, todo en aras de proteger a la corrección política que nos ahoga cada vez más. Incluso se acusa de ingenuos a quienes pensamos que la libertad de expresión es inatacable y que más vale pecar de permisivos y abiertos, aun en los casos en que quienes se expresen caigan en “excesos”, que tratar de poner trabas, reglamentaciones y censuras.
Cierto que la libertad de expresarse debe ser responsable y para ello, quienes la ejerzan tienen que dar la cara y firmar lo que digan. Escribir críticas y denuestos desde el anonimato, como suele hacerse en las redes sociales o en los comentarios al pie de diversos textos en los medios digitales, no es libertad de expresión sino cobardía muchas veces vil y oligofrénica.
Yo defiendo sin cortapisas la libertad de Nicolás Alvarado para decir lo que se le venga en gana y no veo por qué instituciones como el Conapred deban lanzarle advertencias y hasta “invitaciones” a reeducarse, como si estuviéramos en la China Roja de Mao o en la Cambodia de Pol Pot.
Defiendo, pues, la libertad de no seguir la corriente, de disentir y no sólo del poder o de los políticos, sino de esa enorme e informe claque que es la masa anónima e intolerante de los políticamente correctos. Lo que menos necesitamos es un nuevo tribunal del Santo Oficio.
(Publicado el día de hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)
Published on September 10, 2016 15:33
September 9, 2016
Chuck E. Weiss / Extremely Cool (1999)
Weiss regresó a los terrenos discográficos después de dieciocho años de ausencia y lo hizo con este álbum lleno de honestidad y emoción. Producido por Tom Waits, Extremely Cool recorre algunos de los estilos de la llamada root music de los Estados Unidos, del blues al folk y del country al zydeco. Un disco que es en sí mismo un objeto precioso.Mejor tema: “Devil with Blue Suede Shoes”
Published on September 09, 2016 13:19
September 7, 2016
El desertor
Esto no lo he contado, pero una vez fui un desertor militar. Bueno, lo de militar es relativo...Año de 1965. Yo tenía diez años de edad y acababa de entrar al colegio Espíritu de México, en Tlalpan, dirigido por sacerdotes salesianos (aunque el profesorado era civil). Luego de estar cuatro años en un colegio de monjas (el Hernán Cortés, también en Tlalpan), pero mixto, era mi primera experiencia en un centro escolar para puros hombres.
Yo aún no descubría mi vocación musical y quizás empecé a vislumbrarla cuando al poco tiempo de iniciadas las clases, vi una convocatoria para integrarse a la banda de guerra del colegio. Me encantó la idea y me imaginé tocando el tambor cada lunes, en la ceremonia a la bandera, e incluso en algún desfile de escuelas. Así que me apunté y una tarde, en la primera cita para los nuevos integrantes de la banda, me dijeron que los tambores ya estaban cubiertos y que tendría que tocar la corneta (sin albur). Frustrado, acepté a regañadientes y esa misma tarde me di cuenta de que jamás iba a poder sacarle ya no digamos una nota, sino un sonido a aquel instrumento de metal. Por más que soplaba, aquello no sonaba y algunos compañeros se rieron de mí.
No regresé al siguiente ensayo. Deserté vilmente a la banda de guerra. Por fortuna, no hubo represalias o castigos. Tal vez se dieron cuenta de que como cornetista no tenía futuro alguno y prefirieron no buscarme. Creo que mi futuro como tamborilero y baterista también quedó sepultado ese día. Chi lo sai.
Published on September 07, 2016 18:06
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