Óscar Contardo's Blog, page 90

September 8, 2017

Hasta más arriba de la coronilla

La protagonista de Tal vez sí, tal vez no, la llamada novela perdida de Germán Marín, es una señorona peculiar y en apariencia despreciable: se trata de una dama muy alta, corpulenta, que siente una desconfianza atávica hacia quienes la rodean, demuestra una irritante seguridad en sí misma, practica una tacañería proverbial, da rienda suelta a una sensibilidad sumamente antojadiza, se deleita con el fisgoneo de las vidas ajenas, detesta a los animales, siempre camina con la cabeza gacha esperando encontrar alguna bagatela en el suelo, sueña que la persiguen y acosan diversas calañas de psicópatas, y posee, por si no bastara, cierta capacidad única, se diría que incluso intrépida, para enervar al prójimo. La primera frase de este libro ejemplar, escrito en 1996 y archivado hasta hace poco tiempo, da cuenta de la singular catadura de una mujer inolvidable: “Como es sabido, hasta los más avezados criminales fueron en sus inicios unas hermosas criaturas y, aunque la Nona no llegó a pertenecer a la primera condición, suscitó malos pensamientos en aquellos que la conocieron desde su más tierna infancia”.


La Nona pertenece a esa clase de personas que orondas, impertérritas y extravagantes avanzan por la vida a tranco seguro, rasgos que, sumados a su altura desmedida, la asemejan a Violeta Quevedo, la más excéntrica de las escritoras chilenas. Claro que, a diferencia de ésta, la Nona no revela debilidad alguna por las letras, salvo cuando a través de cierta correspondencia maliciosa procura inmiscuirse en la vida del resto. La Nona, antes que nada, es pragmática y liberada de cualquier tipo de sentimentalismo, como queda demostrado en el escaso afecto que dedica a su hijo único, Miguel, de profesión escritor, y en el desinterés absoluto que le producen sus nietos. “Dividido el mundo en personas, animales y cosas, la Nona sólo sentía aprecio por estas últimas, en particular por los objetos simples y prácticos que le daban entonación a la vida”.


Completamente despojada de la sexualidad explícita y a veces perversa que abunda en otras novelas de Marín, Tal vez sí, tal vez no despliega un credo negro, magníficamente desarrollado, que provoca la rendición inmediata del lector. Me refiero a un humor oscuro, pringoso, que oscila entre la malignidad y la risión a secas. La posibilidad real de que el narrador innominado de la vida de la Nona sea Miguel, el hijo escritor, le otorga al asunto un trasfondo descarnado y cómico en su perfidia, mientras que el inesperado y dramático giro policial que ocurre hacia el final del relato da cuenta de un hecho brutal: eran varios los personajes que estaban hasta más arriba de la coronilla con la Nona.


Por sabida y reconocida, la maestría de la prosa de Marín no merece mayores comentarios: nadie en nuestra lengua escribe como él. No obstante aquí, en Tal vez sí, tal vez no, hay un par de rasgos deslumbrantes que resulta imposible ignorar. El primero es la soltura con que el autor maneja los tiempos biográficos de la Nona. Pese a las diferentes etapas retratadas (guagua, colegiala, adolescente, soltera, casada, madre, abuela), y pese a los saltos narrativos entre una y otra edad, el lector jamás pierde el hilo existencial de la protagonista. En consecuencia, su retrato cobra una profundidad que permite ver con nitidez los sucesivos estratos de una personalidad compleja. El segundo artilugio, por así llamarlo, difumina los lugares en que transcurre la acción entre tres capitales (Barcelona, Buenos Aires y Santiago), de modo que nunca queda totalmente claro dónde estamos parados. El efecto es desconcertante al principio, cautivador de ahí en adelante.


¿Cómo es posible que la Nona, después de lo dicho al comienzo, sea en realidad un personaje entrañable? La respuesta yace en ese humor audaz, recio, sin concesiones ni sentimentalismos, con el que Germán Marín vuelve a fijar su estampa en el primerísimo plano de la narrativa chilena, tan poco propensa, dicho sea de paso, a la risilla inteligente.


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Published on September 08, 2017 22:25

Osadas y crudas

Aparecieron, o más bien se impusieron con sus libros y obsesiones. Llegaron a renovar un panorama literario marcado por autores hablando de temas masculinos. Las escritoras que conforman la nueva generación literaria, menores de 40 años, son un fenómeno ineludible. Es insólita la cantidad de escritoras que publican libros con valor. Algunas son más inocentes que otras, unas más desprovistas de recursos, otras intuitivas y sagaces. La mayoría ha publicado uno o dos libros y pretenden hacer de la escritura una forma de vida, según dicen. No solo traen historias que contar, sino que nuevas perspectivas que abren el ángulo de la mirada hacia la sociedad. Y, por supuesto, lo hacen con un lenguaje particular y una visión política de lo que significa escribir. Pienso en escritoras como Paulina Flores, Camila Gutiérrez o Isabel Margarita Bustos, para mencionar a las que prefiero y he leído dentro de una serie de títulos inabarcable.

Por cierto, esta generación tiene antecedentes en prosistas que desde los años 80 y 90 vienen persistiendo con obras que tratan de mujeres y que se pregunta por el tema de género. A esos antecedentes históricos habría que sumarles otros, como la literatura norteamericana, el cine oriental, el animé, los estudios universitarios y los talleres literarios. Es decir, son autoras formadas en la academia y en el pop, que asumen la estrategia sin complejos ni miedos a la hora de inscribirse.

En los cuentos que componen Qué vergüenza, el primer y único libro de Paulina Flores, vemos retratada una nueva pobreza, una marginalidad que corresponde con el país actual. Son textos clásicos en su estructura. Son propios de una autora que ya encontró su voz y que tiene una conciencia social que está profundamente arraigada en su propuesta. Flores no solo apuesta por el realismo, además asume las implicancias de esta tradición con absoluta solvencia. Lo suyo son las intimidades desoladas y los caracteres afligidos. No hay humor ni delirio en estos cuentos. Sí ferocidad y aspereza. El deseo y los placeres de los personajes que habitan Qué vergüenza están bajo necesidades y apremios económicos. No hay complacencia en lo que escribe Paulina Flores: muestra con destreza cómo vive la mayoría de nuestro país, qué padecen y qué los angustia.

Camila Gutiérrez representa un caso radical. Su primer libro, Joven y alocada, fue un éxito de público y derivó en una película. Es autobiográfico y está escrito con soltura y total desparpajo para hablar de sexo y relatar episodios íntimos. Luego, Camila Gutiérrez sacó No te ama, una novela en donde el humor y estilo que había esbozado en su primer libro llegan a un nivel superior. El tema del deseo atraviesa la historia de este texto, cuyo uso del lenguaje está fuera de los códigos y costumbres literarias. No te ama está escrito en una lengua que suena a hablada y que da la sensación de no tener represiones. El humor y la melancolía están tan ligados en quien narra, que su lectura conforma una experiencia casi privada con la autora. Además, tanto Joven y alocada como No te ama, describen el mundo canuto, donde fue formada la autora. Sospecho que es primera vez que el imaginario de esta religión entra a la literatura, al menos de forma tan pop.

La publicación de la novela Jeidi de Isabel Margarita Bustos viene a establecer una línea narrativa distinta, más cercana a lo poético y a una ironía sutil. Su prosa es tersa y exacta para narrar hechos comunes pero que se vuelven enigmáticos sin estridencias. Al leerla tuve la sensación de haber rozado una experiencia leve e inaudita.

Las generalizaciones son vagas e imprecisas a la hora de los juicios. Nada más lejos de mis pretensiones que sancionar los libros que no he leído. De ahí que me limite a mis preferencias. En cambio, sí me interesa señalar lo nuevo que está sucediendo en nuestra cultura. Sobre todo cuando la novedad tiene connotaciones insospechadas que sería interesante dilucidar. Hay una literatura de mujeres dispuestas a correr riegos, revisar la tradición y a entregar obras que asumen la incomodidad contemporánea con una disposición desafiante. Eludir esta sorprendente y energética actitud cultural es de viejos vinagres.


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Published on September 08, 2017 22:20

No se hagan los sorprendidos

Con la tranquilidad de haber tocado el tema en este mismo espacio hace mucho rato, desde luego antes y durante la Copa Centenario (lo que generó desagradables discusiones y enormes distancias con varios de los que hoy forman parte de la marea de conversos-críticos-de-Pizzi-de-última-hora), veo que ha vuelto a resurgir el tema de las carencias en el trabajo de la Roja.


Repito lo dicho en ese entonces: puede resultar alguna vez, incluso un par de veces. Por distintas razones (el vuelito del gran trabajo anterior, la voluntad de los jugadores, cosas imborrables en el disco duro del plantel o incluso suerte), pero bajar los niveles de exigencia, reducir la carga de trabajo, desordenar el libreto, ensayar menos, siempre termina por pasar la cuenta. Siempre. Aparte a veces hay que cambiar el disco duro por el paso del tiempo o la modificación de las personalidades y los ánimos grupales. Si no se hace, el riesgo es enorme. Pues bien, en este proceso no se hizo.


Mareados, quizás, por las victorias momentáneas… que nunca fueron completas, que siempre dejaban abierta alguna duda: la falta de gol, las indisciplinas, la conducción opaca.


Para mantener una Ferrari y avanzar en el triunfo hay que tener herramientas. Y tienen que ser muy poderosas. Jamás tibias, confusas o vacilantes. Un gran técnico es un pensador, un ideólogo, un guía. Un tipo capaz de patentar un estilo que remueva a propios y ajenos. No un mero presidente de curso. No apenas un jefe de manada. Suele pasar, porque le cuesta asimilar el rol a los ex-jugadores.


En esos marcos, aclaremos una vez más lo obvio: la excelencia futbolística se juega en su mayor parte en las prácticas y en los análisis previos a los partidos. Es un ejercicio formal, intelectual, cerebral. Lo que se ve finalmente en la cancha no es resultado del talento o la improvisación -como le encanta decir a los más flojos- sino de los conocimientos tácticos, de las horas de repeticiones, de la obsesión por los distintos movimientos posibles, de los ensayos y pruebas PREVIAS, de la búsqueda de variantes durante los entrenamientos, del análisis riguroso de videos. Eso es lo que realmente marca las diferencias. Y lo que hizo que la selección chilena llegara a ser lo que fue (y de algún modo, quiero creer, sigue siendo). No era el cuevazo de tener a Vidal, Sánchez, Medel o Bravo juntos, solamente. Nunca fue eso, sino lo que otros cuerpos técnicos lograron hacer con Vargas, con Isla, con Díaz, con Jara, con Aránguiz, con Beausejour. Con el conjunto. La sapiencia y la capacidad para trabajar un plan inicial y otro B e incluso C llegado el caso. Con conceptos, obviamente, mucho más elaborados que la simpleza de llamar “a los que andan bien” o meter más delanteros “cuando falta gol”. Eso lo hago yo. O usted. Y se necesita más.


Así como da lo mismo que un equipo pierda alguna vez si muestra trazos de un trabajo sólido, da lo mismo que otro gane copas si trabaja menos que antes, si se mueve mal en el terreno, si ya no es una fuerza compacta, si le falta volumen ofensivo. Tarde o temprano la pifia pasará la cuenta. Digo: si falla la conducción central, todo quedará supeditado a las individualidades. Y eso, como se vio en los últimos dos partidos, es demasiado riesgoso. Más aún para Chile, que tanto, tanto talento no tiene.


Queda una mínima opción, es cierto, pero este plantel aún puede aprovecharla. Como homenaje a los que iniciaron esto y a sí mismos, a lo que ya lograron con la camiseta roja (y que por lo demás siguen consiguiendo con otras camisetas). A ver si se entiende: en las clasificatorias no hay semanas largas, como en los torneos. Por ende, los pocos días que quedan de Pinto Durán hay que trabajar mucho más de lo que se trabajó hasta ahora. Mucho más. Cada movimiento, cada ingreso, cada innovación táctica, cada reemplazo. No se puede dejar de nuevo a la suerte de Dios el ingreso de un desacostumbrado nueve de área. O las refacciones por ausencias. La improvisación cuesta cara. La tibieza mata. A todos. ¿Tan difícil resulta entenderlo?


Partamos por revisar la irresponsabilidad que implica tanto día libre. O por retomar, aunque sea en modo urgencia, la sana costumbre del doble entrenamiento diario, como en los buenos tiempos. Puede hacer la diferencia. Yo al menos prefiero eso que volver, como antaño, a rezarle a una calculadora.


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Published on September 08, 2017 22:15

En su propia trampa

El concepto podría estar definido por el mismo nombre. “Trap” en inglés significa “trampa” y esa es precisamente la sensación o el concepto que se intentaba describir cuando este subgénero del hip hop y la electrónica empezó hace más de 20 años en Estados Unidos a retratar el mundo del margen, de la vida delincuencial, de la adversidad. En esta parte del mundo, tal como ha pasado con prácticamente todos los géneros importados, el trap tomó una particularidad especial, única, ligándose con el reggaetón y toda su estética sexista y material. Así las cosas, el estilo de moda tuvo la semana pasada una prueba manifiesta de que el concepto que esconde muchas veces escapa del alcance de sus propios cultores y es interpretado de manera literal entre los más influenciables.


El puertorriqueño Bad Bunny, una de las estrellas del género junto a Bryant Myers,  tuvo una gira por el país que terminó enfrentando situaciones complejas una supuesta balacera en Espacio Broadway, un atropello con resultado de muerte después del mismo show, botellazos y cancelación en Viña y un reforzamiento inusual de seguridad para un concierto en el Caupolicán. Nunca es bueno estigmatizar y menos por la música. Pero es difícil pensar que este imaginario bien descrito en temas como En qué País, de Myers, no termine siendo atractivo para algunos que efectivamente viven en esa marginalidad.

Lo que habría sucedido en Espacio Broadway, por ejemplo, tuvo que ver aparentemente con una rencilla entre pandillas rivales y lo que se confirmó fue la precariedad de los productores involucrados en montar espectáculos con mínimas medidas de seguridad considerando que gran parte del público que puede llegar a ver a Bad Bunny u otros del trap no es precisamente familiar. En paralelo, el mismo nombre generó una controversia al ser anunciado como uno de los artistas importantes del Festival Frontera que este año se va hacer en el Hipódromo Chile. No fueron pocos los que celebraron la “apertura” de un evento que por primera vez convoca a algunos de los exponentes de este ritmo. Pero también fueron muchos los que se declararon en contra, entre ellos Cee Funk, de Los Tetas, que se manifestó en contra de este estilo. El tema de fondo parece ser ¿qué tiene el trap que genera estas pasiones? En una palabra, peligro. Un perfil prohibido que siempre ha sido caldo de cultivo para el público adolescente. Juzgarlo o negarlo a priori puede ser tan injusto como ha pasado con tantos otros ritmos de la música popular. Pero también sería insólito ignorar lo mínimo que se necesita para hacer la necesaria diferencia entre lo que es una canción y la vida misma.


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Published on September 08, 2017 21:36

September 7, 2017

¿Cuánto cuesta?

¿Cuánto cuesta? ¿Y qué podría hacerse con los mismos recursos? Preguntas claves para cualquiera que haya tomado un curso introductorio de economía. Desafortunadamente, las propuestas que hacen algunos candidatos y algunos movimientos que han alcanzado alta notoriedad no contienen ninguna pista acerca de las respuestas a preguntas tan básicas. Doy solo dos ejemplos: aunque la gratuidad universal en la educación superior no es un objetivo inmediato de la política pública, es aún la aspiración de la Nueva Mayoría. Y el reemplazo de las AFP por un sistema de reparto (aún sin definir cómo se lo va a implementar) es la bandera de lucha de un movimiento social que reúne a personas descontentas por las bajas pensiones que proporcionan las AFP (y quizás el pilar solidario del sistema de pensiones también) y probablemente represente las preferencias de buena parte de la Nueva Mayoría.


En otras columnas ya me referí a la gratuidad en la educación superior y a lo regresiva que ella resulta. No solo no hace nada por mejorar el acceso a la educación superior para los jóvenes de ingresos modestos, y a los mayores ingresos que ello conlleva, sino que le resta recursos a otros objetivos que, todos los analistas coinciden, serían más efectivos en mejorar el acceso a la educación superior para los pobres. Hay una coincidencia casi universal que el gasto más efectivo para superar los problemas que enfrentan los jóvenes de bajos ingresos está en la educación pre-escolar y la escolar. Solo últimamente se ha venido a reconocer que la educación técnico profesional, la cual cursan mayoritariamente estudiantes de bajos ingresos, es más importante para equiparar oportunidades que la universitaria. ¿El costo de la gratuidad universal en la universidad? Pareciera que no importa, que basta invocar unos “derechos sociales” para argumentar en su favor. No es difícil hacer el cálculo. ¿Y lo que hay que sacrificar? Bueno, mejorar la educación preescolar y escolar para los pobres, que son los olvidados de las políticas públicas.


En lo que se refiere al movimiento “No+AFP”, tampoco se ha calculado el costo de la propuesta de volver a un sistema de reparto. Es indispensable hacer ese cálculo y a cuánto debería subir la tasa de cotización para poder hacer viable ese sistema en una sociedad que envejece rápidamente y, como consecuencia, en la cual la población activa debe hacerse cargo de la jubilación de los mayores, como se requiere en un sistema de reparto. Ello no significa que no debamos mejorar el sistema, sí que es importante evaluar los costos de las alternativas.


No debemos hacer políticas públicas simplemente apelando a las emociones y a nuestro sentido de justicia. Es importante cuantificar cuánto cuestan nuestras propuestas y evaluar si tenemos medios distintos para acercarnos a los objetivos y que sean financieramente responsables para nuestra economía.


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Published on September 07, 2017 22:30

Condiciones favorables

El crecimiento económico es un requerimiento del desarrollo, siendo ambos objetivos -el instrumental y el final- generalmente compartidos en Chile. Participan de esos fines los flamantes secretarios de Estado, a pesar de que la renuncia del anterior equipo económico se produjo cuando algunos de sus entonces colegas de gabinete -respaldados por la presidente Bachelet- rechazaron el proyecto Dominga, desconociendo el rol central de la inversión en el progreso. Afortunadamente el nuevo énfasis oficial en el crecimiento económico coincide con condiciones externas e internas más favorables a una mayor expansión del ingreso por persona.


El Informe de Política Monetaria del Banco Central de septiembre -como de costumbre técnicamente impecable- aumentó su anterior proyección de crecimiento del PIB para este año de un rango de 1 a 1,75 por ciento, a uno de 1,25 a 1,75 por ciento, y mantuvo su proyección de crecimiento para el año 2018 en el rango 2,5 a 3,5 por ciento. Ud. dirá que esta revisión es la nada misma, pero dado el comportamiento en esta materia del primer semestre de este año (en torno al 1 por ciento de aumento), dicha estimación implica que ya debiéramos estar en medio de una importante recuperación económica.


Tal mejoría se está dando en el contexto de una revisión al alza del crecimiento mundial (a 3,6 por ciento en 2017), de una fuerte recuperación del precio del cobre (a un estimado US$2,75 por libra en el mediano plazo), y de una lenta normalización del costo del crédito, hoy muy bajo. En el contexto de indicadores de confianza empresariales aún negativos pero mejorando, la inversión total seguirá cayendo este año (será su cuarto consecutivo), pero aumentaría en más de un 3 por ciento en 2018.


Con razón Ud. encontrará bajas las tasas de crecimiento del PIB, si se comparan con aquellas de las tres décadas previas a 2015, en que el país se expandió sistemáticamente a una tasa mayor que aquella del mundo. No obstante, si esas tasas se juzgan a la luz de las nuevas estimaciones del Banco Central del crecimiento tendencial y potencial del PIB en Chile, no aparecen como tan débiles. La tendencial -que mide la capacidad de crecimiento de mediano plazo- se sitúa entre un 3 y un 3,5 por ciento anual, en cambio la potencial -que estima el crecimiento presente del PIB con una inflación estable- sería de un 2,5 por ciento anual.


La brecha de ingreso existente se puede cerrar y el crecimiento potencial de Chile se puede acercar al tendencial rápidamente, si es que se hacen las reformas necesarias para incentivar y facilitar la reasignación de recursos y si es que se recupera la confianza empresarial. Se trata de una tarea que se debe empezar ahora, de modo que -aprovechando las condiciones externas e internas favorables- el gobierno pueda dejar como legado un país macroeconómicamente equilibrado y con una tasa de crecimiento razonable.


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Published on September 07, 2017 22:25

Península de Corea y la guerra continua

En el hemisferio occidental sur las noticias se reciben como un posible ataque nuclear de Corea del Norte hacia instalaciones de Estados Unidos y Corea del Sur. Escasamente permiten visualizar lo contrario.  Por ejemplo, que sea el gobierno de Corea del Norte el asediado. Estos mismos medios omiten el plan que las potencias occidentales vienen organizando quizás desde el mismo armisticio de 1953 y que, consiste en acabar con Corea del Norte.


La preocupación norcoreana por poseer capacidad nuclear para su protección,  tiene una lectura enraizada en la cultura coreana a partir de las múltiples invasiones que ha sufrido la península. Históricamente, la guerra que divide a las dos Coreas y la permanente presión de EEUU, Japón y Corea del Sur por el cambio de régimen en Pyongyang, reafirmaron el imperativo de Corea del Norte para protegerse con el material bélico de mayor poderío, como es el nuclear.


La década de acercamiento entre ambas Coreas termina abruptamente con la llegada del presidente  Lee Myung –bak, un nacionalista de  extrema derecha, en febrero de 2008, desmantelando  las negociaciones de acercamiento y sentar bases para ponerle fin al régimen en Pyongyang. Esta política continuó con la presidenta Park Geun –hye, (2014-2017) y frente a la actual coyuntura, el moderado Moon Jae-in, no ha tenido otra opción que la continuidad. Con la llegada de Donald Trump, que opera en lo internacional con  la política de abordar cada problema de acuerdo a cómo se presenta en favor de los intereses de Estados Unidos,  la disolución del régimen socialista en Pyongyang  le abre  una posibilidad de enorme popularidad, más aún si Rusia y China no han servido de salida para temperar sus problemas de oposición interna a su mandato,


Recordemos que la península permanece dividida desde una conflagración brutal finalizada en 1953 dejando varios millones de muertos e incalculables pérdidas. Constituyó el ápice de la guerra fría inaugurada en 1947. Con todo, la herida abierta en Occidente no fue la división de la península de Corea, sino el haber perdido a China. El Secretario General de  Naciones Unidas Trygve Lie, el 27 de junio de 1950, “Urge a los miembros de la organización formar una alianza militar para recuperar Seúl en poder de las fuerzas invasoras del ejército de Corea del Norte”.


El secretario Lie no menciona que la incursión norcoreana había sido una medida preventiva a un ataque inminente surcoreano.  Se omite el dato de que desde que el fundador de Corea del Norte, Kim Il- sung, asume el poder en 1948,  Estados Unidos y Corea del Sur infiltraron constantemente efectivos militares para socavar a la naciente república aliada de la República Popular China que se fundaría en 1949. El objetivo último de las potencias occidentales en esa guerra contra Corea del Norte consistía en desestabilizar a la nueva China.  Las implicancias de aquella desastrosa resolución de Naciones Unidas en 1950 fueron varias: se crearon dos estados militarizados en permanente fricción; pérdida de influencia de la Alianza Transatlántica en la mayor parte del Asia, excepto Japón; sentaron  las bases de una guerra continua, no solo en la península de Corea sino también por la supremacía en Asia.  Esa herida abierta en Occidente de haber perdido a China se refleja hoy con igual vigor para recuperar el tiempo perdido. Para la Alianza Transatlántica, Corea del Norte es una estación hacia el objetivo mayor que es contener y transformar China en su estructura política.


El panorama de hoy es en la apariencia diferente, sin la Unión Soviética y con otra China. Sin embargo un actor de aquella conflagración autorizada por Naciones Unidas, es el mismo y mantiene los mismos objetivos por la supremacía: la Alianza Transatlántica que no se recupera del fracaso en la guerra de Corea (1950-1953), convertido en problema existencial.


El tema es ideológico y también de supremacía. El conflicto entre las dos Coreas, no es más que eso: un regreso directo a la política de la supremacía de un poder por sobre el otro. Considerando el peso de esta historia, el inmenso poderío bélico de Estados Unidos y la Alianza Transatlántica que lidera obliga a que el sistema de relaciones esté presionado por las naciones que no van a detener sus intenciones de pertenecer al selecto grupo de países con armas nucleares. Corea del Norte, como en el caso de Irán el problema para Occidente no es la capacidad nuclear. Es el régimen político que lo sustenta. Una pregunta  es válida. ¿Quién puede asegurar que líderes como Benjamín Netanyahu o los generales que lideran Pakistán, son más previsibles en conducta política que Kim Jong- un?  Israel y Pakistán poseen armas nucleares y no viven situaciones de estabilidad y certidumbre dentro de sus fronteras y en la región que habitan.


El conflicto en  la península y el resultado de cualquier negociación, expresará el real calibre de China como agente clave para gestar los equilibrios de poder en las relaciones internacionales con un peso quizás similar o mayor al de la ex Unión Soviética. Sin la capacidad bélica nuclear que exhibía la nación socialista, aunque con un poderío económico significativamente mayor. En una era de crisis económicas, el peso económico chino tiene mayor relevancia que la abundancia de ojivas nucleares que ostentaba el poder soviético.


La lectura de las decisiones que inciden en las acciones internacionales de los países se hace cada vez más compleja. Gran parte de esta complejidad responde al hecho de que Estados Unidos y sus aliados vencedores en la contienda con el mundo socialista liderado por  la Unión Soviética, no han reconstituido políticas constructivas en su papel de gobernar distendidos de la obligación de operar bajo la cultura de la guerra fría que consistía en obtener la supremacía a toda costa.


Los efectos reales de esta forma de competir por la supremacía, no se han evaluado en toda su dimensión y una buena parte del liderazgo global simplemente aceptó el fin de la guerra fría como si fuera un instrumento manipulable y no una cultura impregnada en el “hacer Estado”. Las relaciones internacionales principalmente han sido objeto de ésta distorsión y la estructura de guerra fría como una cultura no se ha erradicado.


Puede desplomarse el gobierno en Pyongyang con o sin guerra. Sin embargo, lo único que parece no desplomarse con su fisonomía actual, es el capitalismo y la necesidad por la supremacía en las potencias de cualquier tipo para hacer de la política un ámbito restringido a la seguridad y las finanzas, que deriva irremediablemente en un belicismo permanente.


Estados Unidos y China, naciones centrales en este conflicto, así como las alianzas que representan abiertamente o bajo cuerda, con Rusia en el caso de China y con los aliados atlánticos en el caso de Estados Unidos, deberían acercarse a una postura común que les permita definir equilibrios de poder. Este desafío ha sido casi imposible, porque deben ceder frente a las necesidades de naciones emergentes menos poderosas y por el tema central que se soslaya  a toda costa: los equilibrios de poder apuntando hacia la eliminación del arsenal nuclear en el planeta y la suspensión de la carrera armamentista.  


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Published on September 07, 2017 04:16

Desmunicipalización, todavía incompleta

La educación pública escolar se encuentra hoy en una situación en extremo compleja.  Matrícula cada vez más minoritaria, desfinanciamiento en parte importante de los municipios, incumplimiento de compromisos con los docentes y asistentes de la educación, son algunos de los elementos principales que hoy caracterizan esa crisis. Esta situación se debe a diversos factores estructurales, donde uno de los principales tiene que ver con la incapacidad del sistema municipal para hacerse cargo, con calidad, de la educación pública. Es por esta razón que, ya desde hace varios años, tanto el mundo social como académico (y parte del político) ha ido advirtiendo sobre la urgencia de un proceso de desmunicipalización, como paso ineludible para la recuperación de la educación pública. Nuestra historia educacional reciente ha confirmado con creces esa necesidad: prácticamente todas las políticas y programas de apoyo dirigidos a la educación pública han fracasado, debido a la ausencia de un esquema institucional adecuado, con capacidades y recursos que permitan sacar adelante a la educación pública.


El proceso de trámite legislativo de la desmunicipalización, luego de prácticamente dos años de discusión, está llegando a su fin, por lo que es fundamental que en esta última fase se expliciten aquellos aspectos que todavía debilitan el valor de un proyecto que sin duda apunta en la dirección correcta, pero que hoy pone en riesgo su objetivo fundamental: constituir un sistema coordinado de educación pública, que cuente en todo el territorio nacional con las condiciones para mejorar la calidad integral de la educación pública y transformarla, como ocurre en casi todas partes del mundo, en el “faro” que orienta a todo el sistema educativo y que educa a la gran mayoría de la población. Vale la pena distinguir entre algunas correcciones urgentes (que habrá que resolver en las próximas semanas) y entre otros complementos indispensables para el éxito de esta política, que deberán enfrentarse decididamente en los próximos años.


En el cortísimo plazo, tres son los problemas principales que sigue teniendo el proyecto. El primero de ellos es que, fruto de las últimas indicaciones aprobadas en el Senado, se introdujo una incertidumbre completamente innecesaria, que afectará negativamente a las comunidades educativas, al dejar (de manera inédita en procesos de este tipo) en el Presidente de la República del año 2022 la potestad discrecional para cambiar completamente el calendario de implementación. Como en cualquier proceso de política pública de esta complejidad, una decisión como ésta debiera ser una medida de fuerza mayor sólo si es indispensable y, por cierto, resuelta soberanamente por el Congreso Nacional.


La segunda gran debilidad del actual proyecto es que permite que, voluntariamente, los municipios que “lo hacen bien” (debido a la desigualdad de los municipios y a la estrechez de las medidas de calidad que se utilizan para estas categorizaciones, el solo uso de este término es completamente cuestionable) posterguen indefinidamente su ingreso al sistema. Esto merma el objetivo de hacer de la educación pública un espacio de colaboración (¡y no de competencia, ahora entre municipios y Servicios Locales de Educación!) y de construir un verdadero sistema nacional, con pertinencia local, generando un incomprensible modelo híbrido donde desmunicipalizar es prácticamente un “castigo”. Por lo mismo, esta excepción debe ser eliminada o bien circunscrita a un período de tiempo no mayor al del proceso completo de desmunicipalización, que hoy estaría terminando el año 2025.


La tercera debilidad del proyecto actual es que no resuelve la deuda que los municipios han ido contrayendo con los profesores, profesoras y asistentes de la educación, sobre todo en el último tiempo. No es sensato desmunicipalizar sin al mismo tiempo resolver este problema, garantizando que las deudas previsionales y salariales sean íntegramente cubiertas por el Estado, antes del traspaso al nuevo sistema. La Nueva Educación Pública requiere iniciar su implementación demostrando el valor del traspaso a un sistema en el cual el Ministerio de Educación vuelve a hacerse responsable y garante de los derechos de sus trabajadores, hoy vulnerados por el sistema municipal.  


Los tres cambios ya descritos son fundamentales para tener una desmunicipalización de verdad. Sin embargo, también es cierto que este proceso de cambio institucional deberá ser complementado en los próximos años, al menos, por un nuevo sistema de financiamiento (que hoy asfixia principalmente a las escuelas públicas), por una política decidida de ampliación de la infraestructura y de la matrícula pública en todo el territorio nacional (pues el estado no puede ser neutral respecto a sus propias escuelas y liceos) y por una reforma pedagógica del sistema escolar, (lo que implica reformular el currículum y el sistema de evaluación de la calidad, además de seguir avanzando en condiciones para una mejor docencia, tanto en el sector público como privado subvencionado). La desmunicipalización debe ser entendida como un primer paso para recuperar y poner en el centro de la atención nacional a la educación pública. Es hora de comenzar a discutir sobre cómo profundizar el actual proceso con más y mejores políticas para una Nueva Educación Pública.


 


 


 


 


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Published on September 07, 2017 04:08

Pensiones: ¿Un derecho social de segunda categoría?

En incontables oportunidades se ha sostenido que el acceso y, por ende, el financiamiento de la  educación superior es un derecho social. Esto significa que el Estado garantiza, a todo evento, la satisfacción de una necesidad de un determinado grupo de personas, como, por ejemplo, asegurar educación gratuita -e idealmente de calidad- a los estudiantes de educación superior. Esta garantía supone que el financiamiento de estos derechos no depende de circunstancias específicas: se pagarían con fondos fiscales generales recaudados por el sistema tributario del país. Asignar una fuente de financiamiento específico a estos derechos, con cargo a los futuros ingresos de los estudiantes (créditos  o impuestos a graduados), es usualmente rechazado por los defensores del derecho social de la educación.


Con este antecedente, sorprende  que se tenga un concepto de derecho social totalmente distinto para las pensiones, pese a que quienes promueven esta reforma y la educacional agitan las mismas banderas. En la reciente propuesta del gobierno, una pensión digna no tiene el mismo nivel de derecho social que la educación superior. No hay garantías, salvo una pensión básica solidaria que ya existía y que no es el eje de la reforma.


Por el contrario, un punto central del proyecto es un fondo solidario al que aportan los empleadores para ser repartido entre los trabajadores más vulnerables. Si bien se establece que los aumentos de contribuciones son pagados por los primeros, en la medida que los salarios de la economía se reajusten e ingresen nuevos trabajadores, al menos parte del mayor costo para el empleador se traducirá en salarios menores, especialmente en empleos de baja calificación.


Uno de los varios problemas de esta propuesta es que no le exige solidaridad al 1% de personas con mayor ingreso en Chile. Fairfield y Jorrat (2016) estiman que este grupo recibe entre 15% y 26% del ingreso del país primordialmente en la forma de utilidades de empresas y ganancias de capital. Además, con los topes actuales en la cotización previsional, el grupo de asalariados con ingresos superiores a dos millones mensuales aportaría poco en relación a quienes ganan menos.


La solidaridad que el proyecto propone exime a los que naturalmente más pueden aportar y tiende a excluir a quienes más se beneficiarían con la redistribución, como los trabajadores informales. Por otra parte, el derecho social a una pensión digna no queda garantizado por el Estado, sino sujeto a los vaivenes de la economía de trabajadores con ingresos más bajos e inestables que los de aquellos grupos más acomodados que la reforma elige excluir.


Mucho  hemos escuchado sobre derechos sociales en estos años. Si sus defensores son coherentes, las pensiones deben garantizarse de verdad con impuestos generales que gravan realmente, aunque quizá no lo suficiente, a quienes más pueden aportar. Sería coherente y oportuno que ahora levanten sus voces para que las pensiones dignas no sean un derecho social de segunda categoría.


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Published on September 07, 2017 04:04

Teleférico y reversibilidad: la ciudad que está en juego

En los últimos días se ha generado una controversia a propósito del teleférico a Huechuraba -más específicamente por su llegada al sector de Providencia en el que se conectará con la línea de metro-, así como por la propuesta del mismo municipio de eliminar la reversibilidad de Avenida Andrés Bello, antigua medida que a juicio de la alcaldía, no tendría ya sentido. En su conjunto, ambos temas tienen la virtud de concentrar la atención en uno de los nodos estratégicos de la movilidad del sector oriente de la ciudad, un sector lleno de potencial, mal resuelto y en el que las prioridades parecen no estar aún del todo claras.  En efecto, este nodo generado en torno al mall Costanera Center presenta características particulares: una centralidad cargada de flujos, muchos de ellos vehiculares toda vez que se ha invertido en despejar (en teoría al menos) los embotellamientos que históricamente ahí se han generado, acelerando la llegada de autos desde las comunas del oriente hasta este enclave de oficinas y servicios. Por otro lado, desde el punto de vista del transporte público, concentra buses, metro y, en el futuro, un teleférico en un punto de intercambio nodal mayor. Desde el punto de vista de los servicios, el centro comercial ahí presente atrae una población importante que llega, al menos en una parte relevante, en ese mismo transporte público. Por último, es en términos paisajísticos un lugar estratégico con el encuentro entre el Canal San Carlos y el Mapocho, el parque de borde río, la vista al cerro, etc.


Sin embargo, estos mismos atributos lo hacen complejo de resolver, especialmente si, como se ha dicho, las prioridades no están claras: aquí, como en el resto de la ciudad, deberíamos estar privilegiando los modos sustentables de movilidad (caminata, bicicleta, transporte público); desincentivando el uso del auto privado; dando prioridad al espacio público; generando barrios mixtos y compactos; priorizando la continuidad de las franjas de borde del Mapocho. No ha sido así: las operaciones para resolver la vialidad en el entorno cercano (Costanera Sur, Los Saldes, Costanera Norte) han generado un tejido urbano extraño, obsoleto antes de empezar, inhumano, cortando cualquier relación entre ciudad y río. Tampoco parece razonable el rechazo al proyecto de teleférico porque se trata de una iniciativa que estimulará formas de movilidad correctas. Efectivamente la ubicación de la estación propuesta en el lugar no parece la más adecuada y ese debe ser, sin duda, tema de mayor reflexión. La solución pasa por entender que se trata de un proyecto urbano, un perímetro (desde el metro al río, con el canal, los comercios, los equipamientos) que debe ser pensado en conjunto, como un sistema. No se trata de ubicar una estación, se trata de pensar una pieza urbana en la que habrá una estación (y varias otras cosas).


La reversibilidad, en tanto, es una medida que estimula flujos vehiculares, que desnaturaliza una avenida que debería ser nuestro espacio urbano de mayor calidad, bordeando el río. Parece de toda lógica eliminarla y buscar estimular un cambio en la tendencia del uso del auto por otra: un sistema público, un tranvía por ejemplo, que recorra la ciudad de oriente a poniente por la ribera del Mapocho abriendo este espacio a la ciudadanía, no a los autos. Ya bastantes errores hemos cometido flanqueando el río de vehículos en sus dos márgenes. La invitación es a pensar este sector como un nodo de intercambio, de servicios, de envergadura metropolitana con las prioridades correctas y con una disposición a avanzar hacia una ciudad más humana y amable.


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Published on September 07, 2017 02:12

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Óscar Contardo
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