Pedro Miguel Lamet's Blog, page 32

October 19, 2017

Crónica de la presentación de “El tercer rey”


OSORO Y EL RECTOR DE COMILLAS PRESENTAN “EL TERCER REY” (ESFERA), ÚLTIMA OBRA DEL JESUITA


Pedro M. Lamet: “Corrupción, nacionalismo, violencia… Cinco siglos después de Cisneros, hemos aprendido muy poco sobre política”

“La verdadera revolución del pueblo comienza en la educación”, sostiene el cardenal de Madrid





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Published on October 19, 2017 01:57

October 15, 2017

Eeste miércoles, presentación

Este miércoles, 18 deoctubre, en la Universidad Comillas (Alberto Aguilera 23)  a las 19:30 tendrá lugar la presentación de EL TERCER REY, de Pedro Miguel Lamet. Actuarán, además del autor, el cardenal Carlos Osoro, el rector de Comillas, Julio Martínez, y la profesora  de Historia de la misma Universidad, Henar Pizarro.


Estáis invitados.


Ver en RELIGIÓN DIGITAL


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Published on October 15, 2017 01:08

October 11, 2017

“El tercer rey”. Vídeo


 

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Published on October 11, 2017 09:51

October 4, 2017

“El Tercer Rey”, nuevo libro

El tercer rey

Cardenal Cisneros. Un genio político en la España de los Reyes Católicos


Pedro Miguel Lamet



1517. En medio de una espesa niebla un extraño cortejo, compuesto por lo más granado de la corte y la nobleza, avanza por las estepas castellanas para dar la bienvenida al nuevo rey, Carlos I, que acaba de desembarcar procedente de Flandes. En parihuelas, el cardenal regente Francisco  Jiménez de Cisneros, casi moribundo, sueña con que se produzca  este encuentro para transmitir al  joven monarca sus consejos y experiencias de gobernante. Pero, alertado por su corte flamenca, el recién llegado evita mantener dicha entrevista con quien había servido fielmente  a sus abuelos, los Reyes Católicos, y había preservado para él los reinos.


A la cabecera de su lecho, Francisco Ruiz, secretario desde la adolescencia de Cisneros, recuerda su vida sembrada de contradicciones, cárcel y estudios, espiritualidad y poder, ascetismo y gloria. Evoca sus orígenes, sus años de ermitaño, sus nombramientos de confesor real, reformador religioso, arzobispo y cardenal, inquisidor general y regente de España. Reflexiona sobre su polémica quema de libros en Granada, la fundación de la Universidad de Alcalá, la conquista de Orán… y, sobre todo, revive su actividad como gobernante, estadista y diplomático frente a la corrupción de los nobles y el complicado tablero de una Europa en transición entre la Edad Media y el Renacimiento.


Intachable en su vida privada, maltratado por tópicos y simplificaciones, reconocido por los historiadores franceses por encima incluso de su cardenal Richelieu, esta rigurosa y entretenida novela demuestra, en el V centenario de su muerte, que Cisneros fue un hombre público que entendió la política como un servicio desinteresado al pueblo. Y que llegó a ser, después de Isabel y Fernando, el tercer rey de España.



Fecha de publicación 10/10/2017
Páginas : 344 ISBN: 978849164132 Formato: 15,5 x 23,5 Cartoné Colección:Novela histórica  Precio: 22,90 €








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Published on October 04, 2017 01:08

October 3, 2017

Cómo desprogramarse


El ordenador es un aparato útil. Pero completamente tonto. Tú metes los datos y el los baraja y luego da a luz un sorprendente listado, un cálculo arquitectónico, el plano de un nuevo automóvil. Sin embargo el ordenador nunca da el salto trascendete. Ni se enamora, ni sabe reír ni llorar, ni se va como voluntario  al Tercer Mundo, ni crea una Novena sinfonía o un soneto de Shakespeare.


En la era de la informática y la información, de la televisión e Internet, el peligro está en convertirnos en una ingentes y estúpidas bases de datos ambulantes, pero sin ensueño, sin vida, sin poesía. El gran salto cualitativo no lo da el ordenador, lo damos nosotros.


Hoy como ayer la felicidad está en ver, alcanzar nuestra verdad profunda. Es lo que los místicos orientales llaman iluminación. Una vez que sabes quién eres tú y para que  estás aquí, la angustia se esfuma como por encanto.


De aquí que el primer paso que tenemos que dar para ser felices es desprogramarnos de este ingente ordenador que manejan los magnates de la sociedad actual. Llegar a vernos sin miedo y con sinceridad tal como somos. Para ello tienes que libérate de todo perjuicio. No importa ni lo que has oído en el bar ni lo que te ofrece la tele, las redes sociales, la publicidad, ni siquiera lo que te predican las religiones. La gran computadora en que nos movemos canoniza lo que le interesa, caiga quien caiga. Esa misma sociedad biempensante es la que levanta sus ídolos y los destruye al día siguiente. Es la que mató a Jesús porque “convenía para el bien de todo el pueblo”; la que condena a un negro, a un magrebí a un refugiado al ostracismo por el hecho de serlo, o la que corona con aureola de un dios al banquero o al político que le parece y le interesa en cada momento.


De ahora en adelante eres tú el que va a saber la verdad desde tu verdad. No porque lo diga el señor presidente del gobierno, el obispo o el conductor de un programa informativo. La vas a encontrar dentro de tí. Y para ello tienes que despertar.


¿Cómo sabemos que estamos dormidos? “Si estás doliéndote de tu pasado es que estás dormido”, decía Tony de Mello. Si estás angustiado por el porvenir -”¿me quietarán el trabajo? ¿me querrá fulano? ¿me engañará zutana?”- es que estás dormido. Lo pasado está muerto, lo porvenir aún no ha venido. Despertarse es quitarse la careta, esa que nos han puesto desde niños cuando nos decían: “Mira tienes que ser como papá, que trabaja de sol a sol. O como tu hermano Manolito, que nunca se mancha cuando come. Ser bueno es ir a misa los domingos y no decir palabrotas. Ser bueno es sacar sobresaliente en matemáticas”.


Luego tú mismo, copiando modelos externos, fuiste perfilando los  rasgos de tu propio personaje, tu falso carnet de identidad: “Guapa, delgada, irresistible”; “intelectual, sutil, profesor”; “conquistador, tenorio, calavera”. Y tu verdadero ser se quedó enterrado detrás de todos esos ropajes impuestos por la sociedad, la educación, los modelos prefabricados.


El que consigue despertar deja en la cuneta los sufrimientos y corre ágil hacia cualquier parte porque la felicidad no está en ninguna. La felicidad eres tú. Entonces ¿el dolor no existe? ¿No padecen los campesinos explotados en América Latina o los catorce millones de personas que mueren de hambre cada año?


Esa perspectiva es completamente real, pero también forma parte de un proceso, un sueño, del Gran Teatro del Mundo. Estaremos obligados a aliviar todo ese dolor, que como veremos, es parte de nosotros. Pero hemos de comenzar por saber liberarnos de un dolor que nos inventamos porque procede de nuestro sueño, de nuestra incapacidad de percibir lo Real, lo que no es tiempo aunque esté en el tiempo.


No es un psicologismo vacuo decir que es la mente humana la que crea los problemas. Es ese yo pequeño, la careta, el personaje que nos hemos creado el que nos hace pasarlo mal. ¿Que crees que está pidiendo Jesús de Nazaret cuando dice “niégate a ti mismo”? ¿Que lo pases mal, como se ha predicado tantas veces? ¿Canoniza el dolor por el dolor? ¿Que hay que fastidiarse, sufrir, autodestruirse? Todo lo contrario, que tenemos que matar al yo pequeño, el de la careta,  para que amanezca el yo grande. ¿Y cuando exhorta. “Haceos como niños”? ¿Qué quiere decir? ¿Que nos convirtamos en tan dependientes, revoltosos e inconstantes como los niños? Nada de eso. Quiere decir que el niño está recién salido de fábrica y por tanto su mirada es original, todavía no se ha estropeado, no se ha  puesto la careta, no ha tenido tiempo de ser atrapado por el ordenador y ser programado. Es el morir y volver a nacer que han pedido de uno u otro modo todas las grandes religiones y corrientes filosóficas y esotéricas de desarrollo personal. A este proceso se refería Jesús cuando habla de “nacer de nuevo”: “Te aseguro que si uno no nace de nuevo no puede ver el reinado de Dios”

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Published on October 03, 2017 08:24

September 28, 2017

“Converso”, un intento de filmar al Espíritu Santo.


“¿Puede filmarse el Espíritu Santo?”. Que esta osada pregunta se la formule un joven realizador en medio de un mundo secularizado y en una España de fuerte herencia anticlerical no deja de ser una audacia. Mucho más si el objetivo es plasmarlo a través de los miembros de una familia que, de la indiferencia, el agnosticismo y el ateísmo se convierte de pronto al catolicismo por distintos caminos. Pero todavía es más sorprendente que el documental  cautive, interese también a la crítica, incluso de izquierda, y obtenga diversos premios en festivales con asentimiento del público hasta lograr estrenarse en salas convencionales. No deja de ser extraordinario que en un país tradicionalmente católico de pronto serlo se haya convertido en noticia y unos conversos sinceros en curiosas especies insólitas que provocan la curiosidad de las gentes. Hasta ese extremo ha cambiado la sociedad española.


David Arratibel es el director navarro que, con un solo documental  hasta ahora en su haber, –Oírse, sobre los  acúfenos, que él mismo padece-,  nos sorprende ahora con Converso, título que hace referencia tanto a la “conversión” como a la “conversación”,los dos pilares que sostienen el film. Todo comenzó cuando David se decidió a grabar a su cuñado Raúl con la excusa del montaje e inauguración del órgano  pamplonés en la capilla de El Salvador. Lo que podía ser un film sobre música se fue convirtiendo en un documental sobre la fe. Quizás el hecho de David era el más externo al proceso de la extraña conversión de la familia, por su perplejidad ante el fenómeno y su agnosticismo, le sitúa en un fuera/dentro  muy conveniente para intentar explicarse qué había pasado entre los suyos.


Unos operarios montan un gigantesco órgano en una capilla. Así comienza la película. Una planificación que orquesta insertos de detalle del instrumento con sonidos del mismo da pie al organista a explicarnos cómo llegó a la fe: “Todos somos –nos dice– diferentes, como los tubos de un órgano, pero cuando por nuestro interior pasa un “aire” (el Espíritu Santo), emitimos un sonido particular”. Cada tecla, cada sonido tiene una resonancia en el alma.  En este contexto y con este supuesto místico van apareciendo los miembros de la familia que ha sido “tocada por el Espíritu”. El órgano va a ser pues la gran metáfora del film, y la música, sobre todo sacra, el hilo conductor hacia el misterio.


La magia de Converso nace de la espontánea sinceridad con que cada uno cuenta su proceso interior ante la cámara. Estos son: la madre de David, Pilar Aramburo;  María Arratibel, la hermana mayor;  su marido, Raúl del Toro, y  la hermana pequeña, Paula Tellechea. De pronto David descubre que sus familiares se abren  mucho más ante el objetivo la cámara que lo hubieran hecho en una comida doméstica. Y lo más curioso de todo, esa coctelera de sentimientos,  de descubrimientos y anécdotas personales desemboca en una especie de terapia o catarsis colectiva.


Con un precedente en la memoria, El desencanto  (1976) de Jaime Chávarri –incluso es citada durante el documental por la madre-,  la corrosiva película que desnudaba de forma demoledora a la familia del poeta Leopoldo Panero con sus mezquindades y vergüenzas, David Arratibel desentraña, aunque en las antípodas de aquel film, con bonhomía y en positivo, los caminos del misterio interior de una familia aquejada por una ausencia, la del padre.


El atractivo de estas confesiones reside en que no hay el más mínimo planteamiento confesional o apologético, ya que el sólito peligro de casi todos los films religiosos, o más bien seudorrelgiosos,  es que intentan “predicar” o son empalagosamente pietistas. Por eso el mejor cine religioso es el que ahonda en la  sed del hombre y  no pretende serlo. En Converso las palabras, aunque torpes, intentan entrar en la verdad de la propia experiencia. Se produce el fenómeno de mirar al otro por el ojo de la cerradura, y eso siempre despierta curiosidad y cierto morbo. Como radiografías dispares, van apareciendo las identidades psicológicas de los personajes en su descubrimiento de la propia fe: Desde la hermana menor, la más viva y emocional, al racionalismo del organista, hasta la madre que recoge bien la transición de un país que del catolicismo tradicional pasó por el compromiso posconciliar al político en el comunismo o CC.OO, otra religión que, desilusionados, también abandonoran. Junto a esta generación encarnada por Pilar, la madre que respondió al impacto del Vaticano  II y la increencia o indiferencia  con la irrupción de  la sociedad del bienestar, los hijos ya han sido solo culturalmente católicos. Por ejemplo, la hermana mayor encarna el itinerario del ateísmo a la creencia a través de un salto radical. En todos hay un denominador común: el proceso más que racional  o lógico es vivencial, es el de una intuición, la visión subjetiva del alma. La fe, viene a explicitar la película, se parece más al enamoramiento que el análisis filosófico o científico.


Quizás la frescura de esta obra venga de la pobreza de medios con que está hecha. Así lo reconoce su autor, admirador del cine documental  familiar, especialmente de los diarios del israelí David Perlov. Su realización ha sido larga. “Es una película –confiesa- muy espontánea, que se ha ido haciendo sola, que ha ido creciendo sola durante tres años. Sin apenas presupuesto, solo con la ayuda de [los productores donostiarras] Pello Gutiérrez y David Aguilar. Un móvil, una cámara. Mucha intimidad. Mi familia y yo, nadie más”.


El distanciamiento de David Arratibel ha permitido la presencia en el film de un sano factor desmitificador. Ha sido  un acierto que los conversos muestren sus perplejidades ante la institución eclesial, o que al final se revele el tema de fondo del conflicto familiar: la separación del matrimonio y la falta de explicaciones de la ausencia del padre muerto hace 20 años.  En realidad se trata de una familia en busca de un padre. Todo ello,  es curioso, contrasta con la aparición de elementos tradicionales como vehículos de la nueva y sorprendente vivencia religiosa. Por ejemplo, María, aunque atea, busca paz en un monasterio, pide un rosario, y tiene que preguntarle a un monje “cómo funciona” aquello. Luego llora ante la contemplación de la pasión de Cristo. En todos ellos la conversión aparece como una irrupción que los supera.


La realización, además de la fuerza  del plano parlante descarnado –nada hay en cine más lleno de matiz que un rostro humano sincerándose- viene subrayado por el gusto del encuadre de insertos y la música, que lleva en volandas esa espiritualidad que aletea detrás de la imagen. Se ha dicho que el cine, por su inmediatez  cósica, tan evidente en presentar la materialidad de la imagen, es incapaz de transmitir el espíritu. Pero no es cierto. Como todo arte depende de la capacidad de sugerencia. Tengo en la memoria, por ejemplo, un Ordet de Dreyer. Como en poesía, no  lo que se dice, sino lo que se calla o se oculta es lo que transmite “ese no sé qué que queda balbuciendo” de San Juan de la Cruz. Si se trata de cine explícitamente religioso o trascendente las mejores películas suelen ser las que carecen de agua bendita y pelucas bíblicas, y simplemente nos aproximan al misterio insondable del corazón humano.

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Published on September 28, 2017 09:14

September 21, 2017

Meditación del Doncel

 


Estatua yacente del Doncel Martín Vázquez de Arce, Catedral de Sigüenza. (© P.M. Lamet)

¡Qué dulce dejadez, qué tranquila armonía, qué manera relajada de ir pasando la eternidad! El Doncel de Sigüenza parece imperturbable con su libro entre las manos desde el siglo XV, cuando apenas acababa de inventarse la imprenta. Se diría que hace un instante se ha bajado del caballo en la Acequia Gorda de la Vega de Granada, donde ha estado batallando, para descansar para siemprecon su verdadera afición: leer, una forma de volar y alimentar el espíritu.


Su padre, secretario de los Duques del Infantado, que junto a su madre, descansa también en la misma capilla, mandó construir esta estatua yacente en alabastro que rompe con todos los tópicos de la rigidez de la muerte. Martín Vázquez de Arce cierra los ojos, pues ya ve desde el ahora definitivo y esboza una fina sonrisa de paz, enfundado aún en sus ropas de batalla y caballero de Santiago. Es la meditación de “nuestra vida son los ríos que van a dar a la mar” de Jorge Manrique, pero con un matiz gozoso sobre la muerte: tras ella hay paz, belleza, juventud, alegría, vida.

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Published on September 21, 2017 11:13

June 15, 2017

Arriesgda película efectista sobre San Ignacio de Loyola


A medio camino entre el medioevo y el renacimiento, la figura de Ignacio de Loyola (Azpeitia 1491-Roma 1556), el gentilhombre que, de caballero al servicio del duque de Nájera llegó a convertirse en fundador de la Compañía de Jesús, excede los límites del interés exclusivamente religioso. Desde Lenin a los actuales brókeres, pasando por el semiólogo Roland Barthes, ha sido objeto de sesudos estudios, interesados sobre todo en su revolucionario método de los Ejercicios Espirituales y su sentido práctico y psicológico del liderazgo.

Sin embargo y pese a que la primera etapa de su vida, la de “soldado desgarrado y vano”, como él mismo se autocalificaba, tiene aspectos muy cinematográficos, sólo hay en la Historia del Cine un precedente a la película que hoy nos ocupa: El capitán Loyola, film en blanco y negro de 1948, dirigido por José Díaz Morales con guion de José María Pemán, Francisco Bonmatí de Codecido, y Carlos M. De Heredia, que pasó sin pena ni gloria por nuestras pantallas.

La biografía de este santo vasco -que luchó a favor del rey de Castilla-, líder de la Contrarreforma, tiene tres etapas muy caracterizadas: su infancia y juventud en Loyola, Arévalo y Navarra en busca de la gloria según el modelo ideal del caballero andante de la época; la conversión tras la herida de Pamplona que le conduce a su vida de peregrino en búsqueda de la claridad interior; y, en tercer lugar, la de universitario en París, fundador de los jesuitas y sus carismáticos años de gobierno y santa vida en Roma.

Lo más curioso del film que nos ocupa es que se trata de una película de producción, guion y dirección filipinos, con poco más de un millón de dólares de presupuesto, actores españoles, y solo 17 días de rodaje en nuestro país en las localizaciones evocadoras de su época. Para mayor desafío se trata del primer largomentraje del realizador filipino Paolo Dy, con la ayuda de la escritora y actriz, Cathy Azanza, que se han atrevido con la primera etapa de la vida de Ignacio: su infancia, aventuras de caballero orgulloso y enamoradizo, y los años de su conversión espiritual. Un salto cultural importante para un equipo de producción oriental, aunque ha contado desde luego con asesores jesuitas en los aspectos históricos y teológicos.

El relato arranca del gentilhombre dado a las armas, la vanagloria y las mujeres, algunas de ellas prostitutas. Con saltos atrás a su infancia en la casa solariega de Loyola y la relación con su hermano, la historia avanza hacia el enamoramiento de la infanta doña Catalina de Austria, la “señora de sus pensamientos” y la batalla contra los franceses en Pamplona, donde es herido, no solo en su pierna, sino sobre todo en su vanidad de aguerrido y galante caballero. Tras la lectura de obras espirituales, por la carencia de libros de caballerías, que le facilita su cuñada Magdalena, sufre una transformación espiritual y aprende a distinguir el diferente regusto que le dejan en el alma los lances de caballero y las acciones de los santos cuyas vidas le impresionan en su obligada postración. Decide dejarlo todo y peregrinar a Montserrat donde vela las armas ante el altar de la Virgen, y despojado de sus ricas vestiduras, reconduce su pasión a la pobreza y penitencia y emprende la meditación y lucha interior hasta la “ilustración” (iluminación interior) que experimenta en el río Cardoner de Manresa. El film recoge y magnifica el proceso inquisitorial sobre su vida y su obra en Salamanca y concluye con su marcha a París para estudiar en la Sorbona.

La originalidad del film radica en su estética, a medio camino de un gran cómic efectista, de factura barroca, y un lenguaje actual cercano en momentos al cine de terror y en otros a la ficción fantástica de un Señor de los anillos. Sin duda el joven filipino Paolo Dy en vez de realizar un film pausado, lineal, contemplativo o místico –en la escuela de Dreyer, Bergman o Rosellini-, ha querido sobre todo dirigirse a un espectador joven en un laudable esfuerzo de acceder a su lenguaje preferido. Con ello la película se libera, es cierto, de algunos de los tópicos del cine hagiográfico actual que tiende a lo melifluo y al recurso de introducir el deus ex maquina o la imagen traslúcida de luces e irisadas apariciones para evocar la presencia de lo trascendente.

Desde el punto de vista histórico opta, como no podía ser menos en una adaptación al cine, por una interpretación libre de los hechos. Escamotea la importante etapa de la formación con el contador de los Reyes Católicos Juan Velázquez, en Arévalo, sintetizándola en pocas alusiones del diálogo; traduce el amor platónico por doña Catalina, la hija cautiva de Juana la Loca, en una inspirada danza (se inventa una amorosa carta de la infanta animándole en su camino, que el peregrino recibe en su prisión de Salamanca), y magnifica tres elementos: las escenas de guerra y violencia, el proceso de la Inquisición (intolerable por antihistórico, el homenaje multitudinario del pueblo salmantino con velas encendidas) y desarrolla de forma original y creativa su lucha y búsqueda interior. También es aportación del guion filipino la valiente escena de la conversión de la prostituta, aunque sí responde a una obsesión del santo, quien posteriormente en Roma se ocupó especialmente de esta mujeres “descarriadas”.

Esta traducción en imágenes de lo espiritual es quizás el mayor valor del film. Aunque desde el barroquismo y efectismo al que hemos aludido, el film Ignacio de Loyola contribuye a la plasmación de lo transcendente con una puesta en escena no convencional. Escenifica la lucha interior con un desdoblamiento del propio Íñigo, donde el demonio es él mismo, para visualizar la pugna entre los dos “yoes”, como en la meditación de sus Ejercicios de “Las dos banderas” y el “Rey temporal” hasta alcanzar su sabiduría en su aportación más original, la discreción de espíritus. Tremendista, en línea con la morbosidad de La Pasión de Cristo de Mel Gibson, la flagelación. Bien resulto el momento de la paz, alegría e iluminación, mediante su inmersión en el río y el encuentro con el Dios de la luz a través de un niño real en la orilla. Nada de apariciones de personajes del más allá, a los que tan dado es el falso y decadente cine piadoso.

Otra sorpresa es la interpretación del equipo de actores españoles. Destaca Andreas Muñoz en el papel de Íñigo. Este joven madrileño actor de cine y televisión desde los 9 años, en 2012 se trasladó al Reino Unido, donde se consolidó como actor shakespeariano con la Royal Shakespeare Company y así llamó la atención del director filipino Paolo Dy, que consigue que Muñoz encarne con dignidad el joven Ignacio de las dos etapas de caballero y converso. Los demás le secundan eficazmente, con una cualidad: carecen por completo del tonillo tan frecuente de nuestros actores en el cine español. Quizás porque la película ha sido realizada en su totalidad en lengua inglesa.

En resumen, ¿se trata de la película definitiva sobre Ignacio de Loyola? En modo alguno. Aunque loable en su esfuerzo de renovar el lenguaje de este tipo de films para hacerlo más asequible a la sensibilidad juvenil, la película es excesivamente efectista tanto en sus impactos visuales como sonoros, lo que contrasta por otra parte con secuencias innecesariamente alargadas y tediosas, que rompen el ritmo del film, y una simplificación rayana en la planificación de cómic, cuando no, en la estética tremendista del vigente cine fantástico y de terror. Se puede decir que inciden con mayor hondura en el espíritu ignaciano, aunque no hablen sobre la persona de Ignacio, por su calidad, films como La misión y El silencio, de Joffre y Scorssese respectivamente. Si bien desde luego ninguno de ellos puede ser comparable con una opera prima rodada con más ilusión que recursos y una notable factura internacional. De fondo, mucha buena voluntad y aciertos parciales en lo que supone emprender el reto de biografiar esta figura histórica del siglo XVI español desde la lejana Filipinas con cierto rigor histórico, esfuerzo creativo e indudable respeto al personaje en la primera y decisiva etapa de su vida.


• Título Original: Ignacio de Loyola. -Producción; Pauline Mangilog, Saltarin Ernestine Tamana para JESCOM (Jesuit Communications Foundation), Filipinas, España, 2016.Dirección: Paolo Dy, Cathy Azanza.-Guion Paolo Dy, Cathy Azanza, Pauline Mangilog-Saltarin, Emmanuel Alfonso, Ian Victoriano.

– Fotografía: Lee Meily.-Música: Ryan Cayabyab.-• Distribuidora: European Dreams Factory.-• Estreno 12 Junio 2017.-• Duración: 124 min.- Intérpretes: Andreas Muñoz (Íñigo de Loyola), Javier Godino (Xanti), Julio Perillán (Padre Sánchez), Gonzalo Trujillo (Inquisidor Frías), Isabel García Lorca (Doña Inés Pascual), Lucas Fuica (Don Beltrán de Loyola), Mario de la Rosa (Calixto), Jonathan D. Mellor (Inquisidor Figueroa), Rick Zingale (Doctor Ciruelo), Tacuara Casares (Infanta Catalina), Ben Temple, Imanol Reta (Maestro Ardevol), Javier Tolosa (Señor Asparros), Samuel Pérez (Íñigo adolescente), Javier Abad (Hermano Artega), Aitor Beltrán (Cirujano).
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Published on June 15, 2017 15:00

May 24, 2017

April 30, 2017

Una protesta viva a la trata de negros en el siglo XVII


 


En vísperas de que el papa Francisco visite Cartagena de Indias (septiembre de 2017) reaparece la novela más dramática  y realista sobre la trata de negros en siglo XVII: El esclavo blanco.


Texto de contraportada


Cartagena de Indias, principios del siglo XVII. Trata de negros, piratería, brujería, procesos inquisitoriales, esforzadas navegaciones. En medio de un mundo injusto surge la figura de Pedro Claver, una protesta viviente contra la sociedad egoísta de su tiempo: el infame comercio de negreros y explotadores blancos, la situación de los enfermos y marginados, y los crueles procedimientos de la Inquisición en aquel remoto enclave de la España colonial.

Con rigor histórico y amenidad narrativa, Pedro Miguel Lamet traza un gran fresco de aquella sociedad de ultramar, y, al hilo de las aventuras de un marinero gaditano, esta novela narra la abnegada vida de un irrepetible santo jesuita, hombre sencillo, “parco en palabras y largo en hechos”, que luchó por la dignidad y la vida de millones de esclavos. Junto a su compañero casi desconocido, el intelectual Alonso de Sandoval, se adelanta siglos a las declaraciones de los derechos humanos y los actuales movimientos de liberación, definiéndose así mismo como «esclavo de los esclavos negros».

Su vida adquiere hoy un apasionante valor profético, precisamente cuando reaparecen en nuestro mundo las nuevas esclavitudes del hambre, la inmigración, el rechazo a los refugiados, el maltrato y la explotación de niños y marginados en las actuales periferias geográficas y existenciales.


Contenido

1. Zarpar en primavera

2. Caminos en el mar

3. Del Nuevo Mundo

4. Esclavo y libre

5. La sed de la noche

6. Auto de fe

7. Aquelarre en Tolú

8. Aquellos cántaros negros

9. Filibusteros en Bocagrande

10. ¡Milagro!

11. Fuegos de fiesta

12. El amigo portero

13. Tiene que llover

14. Parecía libre

15. Mar adentro


Nota histórica

Bibliografía


Publicado por Editorial Mensajero. 259 págs,  Bilbao, 2017.


Autor : Pedro Miguel Lamet | ISBN : 978-84-271-4020-2 | Número : 10 | Año de publicación : 2017 | Páginas : 360 | Formato : 15.00 x 22.00 cm | Encuadernación : Cartoné con sobrecubierta | Precio: 18, 90 €


Adquirir el libro en ediciones Mensajero.  En Agapea. En El Corte Inglés.  Casa del Libro.


 


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Published on April 30, 2017 11:06

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