Víctor Fernández García's Blog, page 17
February 14, 2021
Oda por la Estabilidad Bipolar (Parte III)
Oda por la Estabilidad Bipolar
Parte III
La música celta del compositor Adrian Von Ziegler se escucha con discreto volumen en lo que supone el comienzo de una mañana de domingo.
Un café largo, aún humeante, termina de decorar el escenario desde el cual escribo.
Son notas muy bonitas las que componen esa música que tanto evoca a densos bosques. Pero también resultan calmadas y acompasadas hasta el punto de tornarse pesadas.
Aunque, quizá, sea mi estado de ánimo el que las encaja de tal forma.
Suelo afirmar que los domingos son días complicados. Días tramposos.
Lo que se presenta como el oasis del tiempo libre para una gran mayoría, esconde en verdad lo furibundo del acabarse de la semana.
El resultado no suele ser otro que un creciente malhumor casi obsesivo con los pensamientos negativos.
Algo así como que la guinda del pastel esté pasada.
Aunque, una vez más, quizá ello se deba a un estado alterado en mi percepción.
Cuando un bipolar comienza a sentir las cadenas de la depresión debe actuar rápidamente.
No obstante, ¿Cuándo los maníaco depresivos estamos exentos de ella?
Recientemente se ha descubierto que los picos altos de nuestra enfermedad no son otra cosa que intentos por contrarrestar la base depresiva que nos caracteriza. Ramalazos fugaces de la propia mente que busca salvarse del sufrimiento crónico.
Y aquí sí que no hay vuelta de hoja. Sé de lo que hablo. Y lo sé porque lo siento.
Los días de dolor suman ya en torno a una semana.
El inicio de las caídas en depresión suele tener mucho de ciclotímico. Como si de un domingo eterno se tratasen, las diferentes jornadas van pasando sin que puedas sentirte ni remotamente cómodo. El mal humor va creciendo, en tanto tu hogar pasa a convertirse en una pequeña prisión, que no es más que la extensión de cómo te sientes dentro de tu propia mente.
Como si la maquinaria que gesta tu habitual día a día se encontrase tan averiada que ya no tuviese sentido siquiera actuar.
De forma paulatina, la inactividad va abriéndose paso en las filas de tus rutinas.
Lentamente, las horas de sueño van sumando alguna que otra más al cómputo diario.
Cuando te vienes a dar cuenta, tienes ya las piernas metidas de lleno en las arenas movedizas que representan la depresión.
Es en este punto donde se pretende que los bipolares quedemos.
Ni muy arriba, ni muy abajo.
Teniendo en cuenta que este viaje que has emprendido junto a mí, querido lector, versa en torno a la estabilidad, debo aplaudir tal voluntad.
A lo largo de la década anterior hubiese escupido fuego ante la simple idea de sumir a los enfermos mentales en una fase desagradable, con tal de perpetrarla por siempre.
Pero es que, ¿Cómo diablos pretendemos conquistar la estabilidad de otro modo?
No hay nada que aprender ni de la manía ni de la depresión.
Lo primero supone algo así como el sombrero de un mago loco, en tanto se sacará de la chistera conceptos, teorías y actitudes que, a lo sumo, solo nos servirán para pagarnos un billete de ida al psiquiátrico.
Lo segundo es algo tan personal como intransferible.
Los demás pueden decidir apoyar en mayor o menos medida a alguien depresivo, pero en ningún caso podrán ver con sus ojos la decadencia del desmoronarse de su mundo.
¿Y qué sacamos en claro de ese gris territorio desolado?
Tras un buen número de fases bajas en mi haber, lo único que puedo afirmar al respecto es que no quiero estar nunca más ahí.
Es como si te solicitasen un estudio de las profundidades marinas cuando lo único que buscas es algo de oxígeno.
Pero, claro, la alternativa rápida de la mente es igual de tramposa.
Sin preguntas ni previo aviso, emergemos en algún punto del tortuoso trayecto con una base de energía renovada.
El ciclo que se repite, por enésima vez.
Es por ello que, en mi búsqueda por la estabilidad, ahora que me siento ubicado en el mapa de mi estado anímico, apuesto por no moverme ya demasiado.
Si bien en las manías uno puede sentirse en claro ascenso vertiginoso, el símil entre la depresión y las arenas movedizas no puede resultarme más adecuado.
El descenso es lento.
Una lucha agónica contra fuerzas invisibles pero pesadas.
Como si tu conciencia tomase por arma un martillo y por víctima tu cabeza, casi sentirás los golpes en tus hombros cuando comience a pasarse revisión y factura de tu pasado.
Pronto las arenas cubrirán tu pecho.
Pronto querrás pedir ayuda.
No obstante, como he dicho, se trata de una experiencia intransferible, en tanto a que solo tú sentirás la agonía de predecirte ahogado en la trampa en la que estás.
Solo tú verás el bosque que te rodea. Un bosque en el que, dicho sea de paso, solo te encuentras tú.
Siempre he esperado pacientemente por estas fechas del curso anual.
He preferido hundirme a gastar fuerzas inútilmente, sabedor de que mi mente acudiría, puntual, al rescate.
Esta vez no será así.
Esta vez yo también dispongo de mi propio martillo y conceptos a modo de clavos que fijar:
Es preferible una vida estable al divertimento de una montaña rusa que tan solo existe en tu cabeza.
Es preferible lidiar con una pequeña molestia recurrente que, en el intento de evasión, perderlo todo cíclicamente.
Es preferible luchar con meticulosa constancia que no tratar de auparse en explosivas manifestaciones anti natura.
Mientras sello en mi interior todas esas afirmaciones, el chapoteo de las arenas movedizas resulta evidente.
Va a costar moverse a partir de este punto.
Es triste que el inicio de un ascenso montañoso de comienzo de una forma tan poco elegante.
Pero así es el camino que a algunos nos ha tocado.
La música celta sigue dibujando bosques de diferentes tonos verdes en mi mente.
La tercera oda de esta serie viene bastante nítida.
Oda
Las arenas del bosque
En lo único en lo que piensas
Es que has pisado mal
Maldices tu infortunio
Tu torpeza al caminar.
Las arenas movedizas
Cubren sin cesar
A mayores movimientos
Tan solo te hundes sin más.
A lo lejos las montañas
Cerca de ti, la sedante melodía
Lenta, tétrica y pesada
Del bosque musical.
Si no emerges pronto,
Espera un llanto sin igual
Si no espabilas, piensas
¿Pero cómo vas a reaccionar?
A martillazos de conciencia
Se clavan los clavos del pesar
Con la fuerza de mil soles
Se ajusticia tu caminar.
No ha empezado el camino
Que ya te sientes tan mal
Tan inútil como tu mente
Que cae sin protestar.
Continuará...
February 13, 2021
Oda por la Estabilidad Bipolar (Parte II)
Oda por la Estabilidad Bipolar
Parte II
Andrea Bocelli se deja la voz en un bonito tema de Ed Sheeran.
Aún la tarde está dando sus primeros coletazos que ya se percibe la caída del ocaso.
El tabaco vuelve a arder en el cenicero.
Mientras, en mi cabeza, la mente burbujea caprichosa.
Lo hace en torno a la pérdida, y en cómo ésta nos afecta en mayor o menor medida.
Ignoro si los que padecemos de bipolaridad somos un bloque amante, en su totalidad, de una vida sin naturaleza cambiante.
Yo, desde luego, sí lo soy.
Me hieren los cambios, hasta el punto de que las heridas rara vez cierran y siempre sangran cuando las acaricio con mi ojo interior.
Todo cambio, por nimio que sea, acarrea cierta pérdida.
Como un ladrón que se lleva lo hurtado bajo el brazo.
Como un tiburón que arranca sin miramientos un trozo de ti mismo.
Es cierto. Vuelve a salir el sol. Con esfuerzo y regularidad, raros son los casos en los que la cosecha se torne nula.
Sin embargo, como he anunciado antes, quiero hablar más en torno a la pérdida.
Vivimos en un mundo donde se busca, se enaltece e incluso se premia el jactarse de lo logrado. Tanto da si ha sido a cualquier precio. Tanto da lo que ha quedado por el camino. Una pose chulesca en la ansiada fotografía final es lo único que se cree que prevalecerá. Incluso se hace uso de profesionales en psicología para lograr dejar de mirar atrás.
Dejar bien enterrado y sin rastro lo que hemos quemado en nuestro ascenso. Y lo que es peor: Los que hemos usado.
A menudo comento que, cuando escucho una crítica, tiendo a aplicármela a mí mismo en primera instancia, vaya o no dirigida a mí.
Tú, querido lector, quizá hagas lo mismo.
El problema está en que tanto da el bando por el que te posiciones, pues las flechas vuelan en todas direcciones en este escabroso terreno.
¿La conciencia arde cuando echamos la vista un poco atrás?
Señal de que un peso del que, aliviados, nos hemos desprendido, en verdad camufla un deleznable acto.
¿Nos duele el corazón al pensar en personas que ya no están en nuestras vidas?
Señal de que algo injusto, y posiblemente cruel, ha caído sobre nuestros hombros.
Ambos casos arremeten contra nuestra integridad, enriqueciendo la materia prima oscura de la que se sirven las peores pesadillas.
En ambos bandos del conflicto, nuestra estabilidad puede llegar a saltar por los aires, en una tortura mental tan constante como tóxica.
¿Debemos entonces librarnos de toda carga y vivir en una perfecta circunferencia zen?
Pienso que ni es propio del ser humano, ni de la naturaleza, ni del universo al que pertenecemos, plantear el curso vital como una balsa de aceite.
Lo que hay que tener es memoria.
Maldita sea, hay que aprender a vivir con ese peso. A tratar de sonreír con las ganas de antes. A mirar como antaño, pese a que las ojeras incluso duelan.
Porque solo así se nos generará un nuevo abanico de oportunidades.
No obstante, si hemos decidido enterrar las pruebas del camino al éxito o hemos borrado el rastro de quién nos defraudó, en ambos casos no habremos aprendido nada.
Cual burro, tropezaremos una y otra vez con las mismas piedras.
Si hay seres a los que se les expulsa de los paraísos por un simple bocado, ¿Qué cabe esperar para quien se pega un festín ininterrumpido de crueldad?
La respuesta a eso me resulta aún esquiva.
Dicen que el tiempo deja a cada uno en su lugar, pero yo ya he visto a muchas personas morir sumidos en una pena del todo inmerecida. Y veo a otros brillar con sonrisas que, como poco, deberían perder los dientes de un buen puñetazo.
Hay que tener memoria. Cuanto más buena, mejor.
Es la única forma de dar con la senda correcta, vaya ésta por donde vaya y conduzca donde conduzca.
El problema principal que, veo, gira en torno a la pérdida, es la podredumbre de la propia alma humana. Su tendencia al maquillaje y, por tanto, al engaño y la ocultación en todos los niveles.
Cuando los motores de un vínculo rotan gracias a combustibles tales como el interés, la envidia, el miedo o incluso el odio, tanto dará quien resulte vencedor en esa macabra guerra invisible. Todos los implicados perderán.
Quizá lo material, en cualquiera de sus formas, pase a ciertos bolsillos, pero como bien es sabido, no es algo que uno pueda llevarse cuando baje el telón de su vida.
Lo que de verdad perderemos será precisamente lo que nos robe el sueño.
Es esa luz de lo inocente, esa chispa de pureza y el brillo de lo sincero lo que se quedará para siempre en un tintero que caerá en saco roto.
No estoy de acuerdo con renacer de las cenizas.
No somos Fénix.
Nuestra vida, metafóricamente, se me hace más cercana a la naturaleza de los árboles.
Y bueno, se me escapa una sonrisa bien cargada de ironía solo con pensar en cómo los tratamos.
Pero estamos hablando de nosotros. De seres humanos. Y no precisamente desconocidos.
Asocio la pérdida a lo chirriante de un grito histérico. A cristal quebrado hasta la rotura irreparable. A lo sombrío que camina entre nosotros sin ser detectado.
Me asalta sorpresivamente cuando más fino me siento.
Como si tuviese que pagar facturas de las cuales no existe ya registro alguno.
Como si tuviese que ser indemnizado por asuntos que en verdad no tuvieron lugar.
¿Dónde demonios queda el historial que nos pintará la cara de buenos y villanos?
Perdido.
Como tantos corazones que ardieron, mirando confiados a la mismísima eternidad.
Nuestras vidas parecen a menudo el reflejo del mayor de los dramas y la más cruel de las tragedias.
Pero hemos aprendido lo que, día a día, aún nos enseñan: Camina a grandes pisadas y oculta tu debilidad.
Oda
El dolor de lo perdido
Camina a grandes pisadas
Oculta tu debilidad
Que no se vea esa lágrima
Encaja en el sistema.
Sesenta años útiles
Dedicados al trabajo que honra
Con excursiones en lo afectivo
Como cerillas fugaces.
Ya en la noche rinde cuentas
Retorciéndote en tu terror
Ve preparando el maquillaje
Pronto volverá a salir el sol.
Eres la pieza perfecta
De un mundo imperfecto
¡Aprisa! Huye hacia delante
Y olvida todo lo anterior.
Que no se vean las lágrimas
Como cerillas fugaces
Prepara ese maquillaje
Olvida todo lo anterior.
Continuará...
Oda por la Estabilidad Bipolar (Parte I)
Oda por la Estabilidad Bipolar
Parte I
¿Parece una estampa bastante idílica, no crees?Podría incluso decirse que hablo desde la cima de la montaña, habiendo escalado el titán, en una amable y tranquila retrospectiva.Pues nada más lejos de la realidad.Apenas son estos mis primeros pasos.
Ayer hubo noche fantasmagórica.De esas en las que uno preferiría, a todas luces, permanecer en vela con tal de ahorrarse el marrón. De esas en las que, mientras hablas y vacías tu mente, el corazón late inquieto mientras con la vista oteas de reojo en busca de presencias extrañas.Quizá debido a eso, a mi reciente recuperación de peculiares poderes, he decidido embarcarme en lo que para mí supone la contienda de las contiendas.Unas veces presentada como batalla contra el alcohol. Otras, como brutal lucha en los mares de lo maníaco. Y otras, incluso, como pelea desesperada por mantener un atisbo de cordura.Así es la guerra bipolar. La vida maníaco depresiva.Cuanto menos, así se presenta en mi caso.Un caso que puntualmente me sienta ante el teclado para, abandonando todo proyecto literario en vigor, vaciarme de la mejor forma posible.
No sé cuánto durará este proyecto recién nacido.Solo se que, mientras puedas leerme, andará en vigor mi afán por lograr lo que por más de una década no ha supuesto más que una quimera.Buen conocedor como soy de las etapas a las que voy a enfrentarme, no pretenderé con este texto adoctrinar a nadie. Estas son unas palabras públicas, cierto, pero albergan el cometido egoísta de alumbrarme en los oscuros pasillos que he de recorrer.Cuánto me gustaría que la luz proviniese de una hoguera. Leña ardiendo frente al sillón de una calmada y longeva reflexión. Pensamientos regados con buen whisky y toneladas de tabaco.Pero mucho me temo que en mi pasado he agotado esas reservas de elixir mental.Si no me equivoco, la luz que me aguarda en la línea de salida no es otra que la de un pequeño farolillo. Un artefacto cómodamente portable. Pues, como ya debes ir comprendiendo, querido lector, esto va a ir de caminar.
No esperes encontrar, al leerme, batallas apocalípticas contra enemigos sin nombre. No voy a regar mis escritos más que con odas conclusivas al final de cada uno de éstos.El resto será como la base de toda maceta, que puede estar muy cuidada y florida, pero encuentra como básico y fundamental la presencia de tierra. Un elemento discreto pero omnipresente. Un término que incluso me sirve como brújula de gran precisión, pues apunta a donde yo debo apuntar en todo momento.Pues para escalar a gran altura, uno debe saber tener en todo momento los pies en la tierra.
Esto tratará de una serie de ensayos, casi a modo de diario, en mi aventura por dar con el mayor tesoro que, a título personal, un bipolar puede encontrar.Tratará de plasmar por qué la dirección políticamente correcta es la válida en estos casos.Muchos compañeros de patología han caído por el camino.Muchos han perdido tanto que hasta su identidad se les ha quedado atrás.En un territorio que, por cambiante, no puede asemejarse más a un océano, resulta habitual que las fuerzas de la naturaleza actúen. Y de qué manera.Si el ser humano representa un nimio eco para el universo, ¿Qué piedad va a tener éste con las mentes maníaco depresivas?Todo ser vivo está expuesto a las mismas inclemencias emocionales.Simplemente, la diferencia radica en su percepción. La intensidad con la que las recibimos, a menudo muta nuestros baremos interpretativos. Nos hace patinar tanto de dolor y melancolía que acabamos por caer en lo autodestructivo. Nos hace flotar tanto de desinhibición y alegría que acabamos colisionando en el falso vuelo.
La respuesta a este enigma, ni la he encontrado en más de treinta años, ni la voy a encontrar en lo que me queda de vida.Si bien ignoro cuán lejos me queda el filo de la guadaña de la muerte, tengo claro que lo que sí me ronda es la fúnebre amenaza de vivir una vida sin sabor ni sentido.Todos, absolutamente todos los drogadictos, comparten fatales coincidencias a largo plazo.Y sé muy bien, apreciado lector, que, lo seas o no, sabes bien a qué me refiero.Ese pozo que con tanta habilidad tratamos de ocultar está tan lleno de miserias que rezuma un increíble mal olor.Es el olor de la decadencia. Del tiempo quemado en vano. De la rutina que nos atrapa en lugar de elegirla nosotros a ella.Como un algoritmo en segundo plano, ejecuta con intransigencia el precio del consumo continuado, hasta que la carga vírica de nuestra vida es demasiado alta.Demasiado alta para volver atrás.
Yo intuyo ya el olor, sino es que se ha convertido en parte de mi fragancia personal.De ahí este volantazo abrupto en el camino.De ahí estos escritos que espero encuentren continuidad.De ahí las odas conclusivas, cuyo arranque no demoraré más.
Oda
Tierra mojada
Llueve sobre el mar
Su oleaje me ahoga
Llueve en mi rostro
Un enjambre de lágrimas.
La tierra mojada
Recuerdo ese olor
Me sabe a familia perdida
A un pasado sin futuro.
Nado a la deriva
Fuera de mi elemento natural
Oteo en mi mente mejores lugares
Que ya nunca volveré a pisar.
¡Oh! La lluvia en la tierra
Qué diferente se siente ahora
Solo hay frío y vacío
En la lluvia sobre el mar.
¡Oh! Caracoles y hierba mojada
Sinónimo de juventud
Aliados de la esperanza
Toda una era perdida
Busco cada vez que me hundo
Oteo desesperado el horizonte
Pero no hay ninguna luz
No hay luces en alta mar.
Continuará...
January 24, 2021
Mis reseñas | Tierras de Gyadomea 1: Las Tierras del Nuevo Mundo (José Baena Castel)
La información es algo que viene y va.
Sin el calor del componente interpretativo humano, los datos no son más que fríos cúmulos de pareja naturaleza.
Esto viene a intentar trasladarnos a las redes sociales.
A las extintas, en particular.
Google plus fue un lugar tan amado por muchos como repudiado por tantos otros.
Yo pertenezco al primer grupo.
Hallé, por allá en 2015, un vínculo entre esa red y mi blog adolescente llamado ‘Relatos del País de Nunca Jamás’.
Se trataba de una época de edición de plantillas, escritura a raudales y mucha, mucha lectura. La blogosfera se encontraba con la sala de máquinas a pleno rendimiento y, gracias a esa red social, di con la estela de otras estrellas fugaces en el universo de las letras.
Una de ellas, que de hecho guardo con mayor cariño, fue la del autor que hoy nos ocupa en esta reseña: José Baena Castel.
José y yo pronto nos leímos con cariño.
Pronto se pudo dilucidar, a partir de docenas de comentarios en nuestros respectivos blogs, que ahí había un respeto muy cercano a cierta forma de amistad.
Pues, ya en tiempos fúnebres para la red social, dimos enseguida con nuevas formas de comunicación, al tiempo que nuestra actividad migraba a la consecución de novelas.
José Baena se adentró en el mundo de fantasía de mi saga El Nexo, reseñando su primera entrega, ‘Mago’, de un modo tan exhaustivo que no podré olvidarlo.
Luego repitió, ya con mi saga Identidad, con un análisis de ‘La taberna’ que me ayudó muchísimo en mi periplo como escritor.
En 2016 me hice con la novela de José Baena que me dispongo a reseñar.
No tengo demasiado perdón, lo se.
Han tenido que pasar cinco largos años, pandemia mundial de por medio, para que me lanzase a unas páginas que han aguardado las inclemencias de mucho cambio de domicilio, problemas de salud mental y demás miserias varias.
Pero aquí están.
Frente a mí y dentro de mí.
Y qué bueno que al fin mi psique haya podido viajar a Gyadomea, pues, como podréis comprobar a continuación, mis impresiones van a resultar de lo más positivias.
Tierras de Gyadomea es una trilogía que da comienzo con ‘Las Tierras del Nuevo Mundo’ que, a su vez, se distribuye en grandes bloques.
Voy a reseñarlos uno a uno, actualizando sobre la marcha, para que así sea más sencilla la labor de no perder detalle y tratar de hacer justicia a lo leído.
LUCY
Los hermanos Lucía, Javier y Cristina arrancan lo que será la aventura de sus vidas en Madrid. De hecho, es su padre quién facilitará el pistoletazo de salida.
En un viaje de trabajo, dará en una tienda de antigüedades con una serie de regalos para su familia entre los que se hallará un cofre de oro. En su interior, un conjunto de anillos y un collar supondrán la columna vertebral sobre el que se alzará el primer gran bloque de la novela.
Y menudo bloque.
Pronto, muy pronto, nos encontramos con meticulosas descripciones no exentas de gran encanto. Somos partícipes en todo momento de habernos plantado en un lugar tan lejano como diferente. Tan mágico como bonito.
Como en todas partes, sin embargo, con un aura de claroscuros.
Mediante alguna situación inicial que nos atenazará en mayor o menor medida, el autor rápidamente asentará las bases de una lucha muy bien decorada en su envoltorio.
Porque quedará claro que el bien y el mal van a verse las caras.
Eso me conduce a hablar de los personajes que vamos a ver desfilar en este bloque, casi un tercio del libro en sí.
Lejos de dar nombres o spoilers, creo que me va a bastar con comentar que logran anidar en la memoria del lector, cada uno con su aura más o menos benigna o maligna.
Relucen un carisma especial, que bebe seguramente de la gran magia que desprenden los escenarios por los que deambulan.
La pérdida de alguno de ellos deja, al menos en mi caso, un gran pesar que colabora en acrecentar la avidez de lectura.
El mapa al inicio de la novela me gusta mucho.
No obstante, tras un repaso inicial no me ha sido necesario acudir a él.
Eso se debe al buen hacer de José Baena Castel a los mandos de la narrativa.
Hablamos de torres ubicadas a norte, sur, este y oeste de una ciudad central. De brujos, magos, diablillos y hadas. De gnomos y yetis. De… Vamos, que nadie se va a aburrir, ni en este ni en ningún aspecto.
Pues este, a mi parecer, es un bloque repleto de acción, aventura y diálogo ágil.
Muy digerible y al alcance de todos los públicos.
Solo me queda finalizar con un primer aplauso al arranque de este ‘Las Tierras del Nuevo Mundo’.
Un lustro es mucho tiempo.
He tardado en llegar a Gyadomea.
Pero que ilusión me ha producido hacerlo.
Continuará...
December 21, 2020
Reseña de 'El Símil: Días de Rebeldía y noches monstruosas' (Litzy Martínez)
Reseña de 'El Símil: Días de Rebeldía y noches monstruosas'
por Litzy Martínez
Rebeldía vuelve a hacer de las suyas en esta entrega, esta vez abriéndose paso entre las filas del círculo del autor y reclamando el papel de protagonista. Debo decir que esperaba ansiosa este nuevo cambio de foco, para ver con un lente diferente las aventuras que Victor nos trae desde el barullo de cintas de películas. Rebeldía se enreda esta vez en una serie de viajes entre dimensiones en las que se pone en tela de juicio más de una vez su cordura. Esta entrega ha sido de las mejores de la saga, en mi opinión, siendo por mucho de mis favoritas, alcanzando y dejando atrás a El Símil. En parte, porque Víctor tomó lo mejor del mismo, sus mejores ingredientes, para crear esta verdadera obra de arte.
Son Experiencia, Resolución y Rectitud las almas que giran entorno a la indómita Rebeldía y su búsqueda de respuestas a través de los pasillos oníricos de las dimensiones alternas. Personajes que más que simplemente seguirla, están dispuestos a luchar por ella, su superiora, hasta dar su vida con tal de lograr sus fines. Mostrando una lealtad que enternece y un valor que solo se puede encontrar en los mejores soldados o los verdaderos amigos.
Víctor introduce en este entrega otro personaje. Uno nuevo, complejo, que más que un ente individual parece el nuevo rostro de otro ser antes conocido. Aunque no se compara con el principal antagonista, que también hace su entrada triunfal en una esquina de la obra, tiene perfectos tildes de bastado que haya llegado a leer entre las letras de Víctor. Y me encantó. Desde sus inicios hasta sus finales.
Los días de Rebeldía fueron, en su mayoría, luminosos y llenos de la tan característica espontaneidad de ésta maravillosa mujer. Pero vemos que en las noches monstruosas, nunca mejor dicho, la oscuridad mortal llegaba a intimidarla y aturdirla. Tocando las fibras más sensibles de la chica hasta un pasado tan lejano, escondido, casi utopicamente irreal que espanta, da escalofríos y abre la puerta a la posibilidad, quizá, de un futuro mejor.
Aunque éstas páginas vuelvan a estar escritas con sangre inocente y no tan inocente, no por ello deja de ser tan avasalladoramente fascinante. Vemos en la protagonista un renacer maravilloso en cada capítulo, como si en cada ocasión se viese obligada a mostrar más de sí misma para afrontar los golpes que la vida le lanza. Simplemente alucinante.
¡Por más días de Rebeldía!
RESEÑA DE 'EL SÍMIL: DÍA DEL LECTOR' (Litzy Martínez)
RESEÑA DE 'EL SÍMIL: DÍA DEL LECTOR'
por Litzy Martínez
Describiría El Símil, como una historia bella, exquisitamente trabajada desde el principio hasta el final de cada universo cinematográfico, cada pequeño detalle es abordado de una forma poética y dramática pero sin dejar de ser teatral precisa y con un gusto a realidad.
Y las similitudes tan acertadas y chocantes que se imprimen en cada capítulo de esta novela.Una obra que evoca un torbellino de sentimientos encontrados, para mí ha sido un deleite leer, por no decir vivir, cada acontecimiento al lado de Tylerskar y los demás personajes. Confieso que a lo largo del desenvolverse de cada universo, la intriga y la incógnita no me dieron tregua hasta que llegaba a la palabra fin, que siempre me resultó impredecible y ciertamente doloroso en ocasiones como dulce en otras.
Fuera de lo estético, puedo decir que no es una obra amable, no, para nada. Este conjunto de magníficas historias literariamente cinematográficas, no son una lectura que se deba tomar a la ligera. Es una obra que te lleva a lugares tremendamente distintos unos de otros, cada uno con su similitud con la cruda realidad de la bipolaridad.
Su crudeza y complejidad así como su suavidad y sencillez plasman sentimientos, sensaciones, experiencias y personajes inolvidables que en ocasiones me hicieron despertar como en otras palidecer y replantearme mi propia filosofía de vida. Siento que varias de esas partes, tan perfectamente estructuradas, han sido como una bofetada en muchos sentidos para mi enclenque conocimiento sobre este mundo de la salud mental. Me ha sacudido y destruido de diversas maneras y doy sus merecidas felicitaciones a su autor por hacerlo de la mejor forma.
He llegado a comprender el vínculo entre la osada Rebeldía y el, ciertamente incomprensible a veces, Tylerskar. He llegado a amarlos a ambos tanto como a admirarlos por sus aventuras que se transmutan a desventuras (y viceversa) con el paso de los versos de la forma más impecable y acertada.
A través de los laberínticos pasillos de esta obra multivariante, y para mí sorpresa, he encontrado a Victor. He llegado a entenderlo escasamente, ya que aún me hiere decir que no me siento a la altura de la profundidad que sus palabras contienen. Aún no llego a internarme por completo en la mente imposible e insaciable del Monstruo, a pesar de sentirlo tan irracionalmente familiar. Sus acciones y su poder sobre Tylerskar que cae en sus redes de la misma forma como le da caza al lado de la indómina Rebeldía.
El símil, me ha dejando perpleja y me ha sumido en reflexiones sobre mi propia forma de vivir mi vida y de la manera en la que yo también intento escapar de ella creando mundos y universos utópicos para mi propia diversión. Me ha hecho entender y escudriñar en mi propia conciencia en busca de esa tan ansiada comprensión sobre mi propia naturaleza. Sobre la naturaleza de cada uno de nosotros, bipolares o no.
Me ha dejado, como no, patidifusa en todo sentido. Porque aunque imagino que la finalidad de la obra es acercar al lector al punto de comprender un poco más la vida del enfermo mental, también hay pequeñas cosas, guiños, pistas, secretos y sorpresas. Cada capítulo encierra un problema y una enseñanza, una bofetada de realidad a través de un mundo de fantasía.
Esta obra pasa por mi vida dejando un vacío más grande de lo que me imaginaba que sería. Y doy fe del impacto que ha producido en mi persona.
No soy la misma que al iniciar esta inolvidable lectura como tampoco soy aquella que comenzó a entender a su autor. Victor de pinceladas precisas al lienzo de nuestra realidad con esta fantasía cinematográfica. Acercándose, por no decir rozando, la perfección en sus letras.
Una lectura muy recomendable, me atrevería a decir que es obligatoria no sólo para aquellos mortales que desean comprender más acerca del trastorno bipolar, sino para todas esas personas que están atrapados en un callejón sin salida e intentan escapar de sus Monstruos.
Esta obra es para aquellos que están aún en busca de una Rebeldía que los lleve de la mano hasta el final. Aquellos que necesitan la risa de experiencia y su fraternal sonrisa, la extraña lógica de Resolución y su espontaneidad.La imparcialidad de Rectitud y los arrullos de Esperanza. O por el contrario, la infantil inocencia de Ilusión.
Creo que esta obra no es sólo para los Tylerskares y Rebeldías que vagan por el mundo. Sino también para los Monstruos y ciertas Conciencias que carecen de luz en sus existencias.
¡Por más días de Rebeldía!
RESEÑA DE 'EL SÍMIL: DÍA DEL LECTOR' (Silvia Gual)
RESEÑA DE 'EL SÍMIL: DÍA DEL LECTOR'
por Silvia Gual
Hola a todos.
Nos encontramos con esta nueva novela de Víctor, que es bastante diferente a lo que ya tiene publicado, pero que me gusto gratamente, la verdad.
Nos adentramos en el Símil, un libro que se compone de varios relatos inspirados en películas de los mas variadas y nos podemos encontrar de todo tipo, acción, misterio, drama… Así que no se hace repetitivo y es fácil engancharse a ellos.
Lo que tienen en común estos relatos son los personajes, ya que esta protagonizado por Rebeldía, Tylerskar y el monstruo, que seguro de que si has leído la taberna te sonara alguno.
A través de los relatos vemos como van evolucionando estos personajes y se nos presentan de nuevos que son igual de interesantes, con muchas sorpresas que no te esperas y momentos de tensión, así que recomiendo que os animéis a leer este libro -_^.
Además también esta el hecho de saber en que película esta inspirada, y no solo eso, si no que al final de cada historia esta el símil, con reflexiones muy interesantes.
En serio, animaros a leerlo y, Víctor, sigue así.
RESEÑA DE 'EL SÍMIL: DÍA DEL LECTOR' (Mar Jurado)
RESEÑA DE 'EL SÍMIL: DÍA DEL LECTOR'
por Mar Jurado
El símil,como las demás obras del autor tiene algo que la hace "especial".
Cada capítulo que vamos leyendo, está inspirado en una película diferente,con la particularidad que él las hace suyas, incluyendo sus propios personajes que lo acompañan en la mayoría de sus obras, adentrándonos en cada uno de ellos, sintiendo lo que sienten,transportandonos a cada lugar, haciéndonos parte de la historia.
Detalles, descripciones, diálogos, sentimientos,estados de ánimo,valores...el autor trata de conectar con el lector como lo hace habitualmente, posicionándonos en un lugar diferente en cada capítulo.
Lucha, valentía,derrota, victoria, predisposición,honor son otras de las características presentes en todos o algunos de los relatos que no nos dejan indiferentes y que nos hacen seguir leyendo con impaciencia,al engancharnos cada vez más.
Siguiendo con su trayectoria,esta es una manera de entender de una manera más sutil,precisa,o trasladada a otros escenarios,otro ambiente,otros diálogos,el mundo del Monstruo y sus consecuencias.
En general la obra tiene una riqueza narrativa y sobre todo mucho fondo intrínseco que te hace llegar a ella de una manera especial, sintiendo en tu propia piel lo que sienten cada uno de los personajes,entendiendo cada paso,cada reacción,cada momento vivido.
Una manera de acercarnos a una situación dura, complicada,en la que hasta ahora casi siempre reina la esperanza.
Incluso te hace reflexionar al final de cada capítulo con el símil de cierre donde conecta con el lector de manera más personal,añadiendo su punto de vista sobre lo que nos quiere transmitir en cada uno de ellos.
Enhorabuena.
RESEÑA DE 'EL SÍMIL: DÍA DEL LECTOR' (Ginya Les)
RESEÑA DE 'EL SÍMIL: DÍA DEL LECTOR'
por Ginya Les
Podéis leer esta reseña en la obra 'Reseñas y recomendaciones' de Gin Les en Inkspired
Hola, queridos y apreciados lectores que me siguen, una vez más estoy de vuelta con una reseña / crítica de una obra que yace publicada en la plataforma de Inkspired, Quizás la conozcan, quizás no, pero esta es una oportunidad para leerla; estoy hablando nada más y nada menos que de ‘El Símil (Día del lector)’.
Esta historia es por mucho una de las pocas que he leído que me han dejado pensando y reflexionando muchas cosas con respecto a lo que se considera para bien o para mal lo que es un “estable mental”. Como muchos saben estudié psicología y no he podido dejar de lado el analizar ese aspecto en esta historia, sin embargo no me voy a enfocar del todo en ello ya que sé que a muchos les aburre mi rollo psicológico (¿Verdad, Sebs?). Por ello quiero tocar en sí lo que es y representa esta historia para mí como lectora.
Al empezar la lectura antes que nada me leí el hermoso y bien trabajado prólogo que se nos presenta, escrito por Beatriz Peñas. En él nos hace énfasis de cómo el arte auida en muchas ocasiones (siendo yo, prueba y testigo de ello) a las personas a canalizar las situaciones en las que viven y por ende (en algunas otras) ayudar a sanarlas. También hay una pequeña frase a manera de afirmación la cual considero de lo más ertera para iniciar este escrito y es: “Este no es un libro como los demás”.
Y es así, no lo es. No es un libro cualquiera que ves en algún aparador y te encanta su portada, lo coges, lo pagas y te dedicas a leer… No. Este libro es de esos que sé que pasan desapercibidos para muchos no hablando de la portada sino de la temática en sí, ya que siendo sinceros la mayoría de los lectores buscan algo fácil, sencillo de leer. Sin complicaciones, mucho sexo y amores fugaces. Así que si lees esta historia significa que no eres del montón, te gusta leer buen prosa, descripciones detalladas, personajes profundos, tramas que te hagan pensar y definir en qué posición estás parado. Por ello, al leer esta historia, puedo afirmar que no es nada parecido a otros libros de ficción, es diferente, es único y es hermoso.
Entonces… como les venía diciendo, el prólogo te da una clara idea de lo que debes esperar… pero, aquí viene el pero no lo vas a entender hasta que lo leas. Y eso es magnífico, porque mientras vas leyendo, vas comprendiendo aquellas palabras que nos regala Beatriz. Le vas dando forma y vas dibujando el camino por el que debes seguir.
Luego pasamos al primer capítulo y bueno… vaya sorpresa que me he llevado con la prosa con la que escribe y describe el autor. Si no eres fan de la prosa púrpura, pasa de ello. Pero no me ha parecido recargada, más bien considero que le da el toque necesario para ponernos en medio de los escenarios que se pintan y así transmitirnos a detalle todo lo que acontece.
Al leer pensé, erróneamente, que era una obra si bien catalogada en aventura también en ciencia ficción, con distopía. Pero una vez más el autor me sorprendió y me dejó mal parada al comenzar el segundo capítulo. Por un momento pensé que me había brincado alguna parte del texto, así que regresé y nada, todo estaba bien, entonces comencé a leer de nuevo la segunda parte dándome cuenta del cambio de escenario y del hilo de la trama lo cual no me causó ya de ahí en adelante ningún problema ya que aunque la trama está bien diseñada, el autor nos regala una estructura que hace que esta sea única.
Ahora bien luego de cada capítulo viene escrito un Símil de este. Para aquellos que no sepan que es les dejo la definición:
Cosa, persona. Que es parecido o semejante a otro.
Comparación o expresión de semejanza entre dos cosas.
Figura retórica que es introducida por un elemento relacional.
Poniéndonos en contexto les explico la estructura de la historia que es muy sencilla, por cada capítulo escrito, viene un símil que lo acompaña. De esta manera el autor nos va adentrando al universo que maneja y da detalles de las figuras que representan tanto los personajes como las acciones de éstos.
Personajes:
El personaje principal es Tylerskar. La historia se desarrolla en torno a lo que es él y lo que él representa (recuerden el símil). Se nos presenta y cito: como un joven con graves problemas de identidad. Si eres latino, como en mi caso, dirás: “con un chancletazo se arregla” pero no, en este caso. El autor voga mar adentro desarrollando todos los problemas que esto puede traer. Si bien es cierto los problemas de identidad o las llamadas crisis existenciales que muchos piensan y catalogan que son única y exclusivamente para adolescentes, no es así. Estos se pueden presentar en cualquier etapa de nuestras vidas y ciertamente es que en la mayoría de los casos son debido a un detonante.
¿Qué causó este problema en Tylerskar? ¿Cómo lo va a resolver? ¿Qué batallas debe librar? Estas y muchas otras preguntas son las que se presentan de manera directa e indirecta dentro de la historia. Tylerskar tiene un propósito por el cual luchar, una vida por la que vivir y un sueño que rescatar, por ello el autor le ha concedido de algunos personajes que lo ayuden a enfrentar ciertas situaciones pero también ha puesto en su camino algunos otros como “Monstruo” que son como una piedra en el zapato que no te puedes quitar.
Por otro lado los personajes que si bien no son protagonistas son imprescindibles. La primera y la que más desarrollo tiene en la historia es, Rebeldía. Se nos presenta como una joven ruda, de cabello naranja y con un carácter indomable. Si bien la palabra Rebeldía en sí para muchos representa esa etapa de testarudez en el adolescente… y puede que en este caso sea una excepción gloriosa. El autor no es que haya redefinido el concepto, más bien nos ha presentado la otra cara de la moneda de esta. Y sin duda puedo decir que esto te va a encantar. Llegas por apreciar al personaje al mismo que comprendes el motivo y también el propósito por el que está en la historia.
Técnicamente creo que está bien desarrollado, tiene buen delineado en cuanto a la personalidad que se adjunta y por supuesto que aunque no es el eje central es un balero que hace que Tylerskar se siga moviendo.
Como ya he mencionado hay un conjunto de personajes que se van presentando conforme avanza la trama. Les presento a los que si bien considero son importantes para que esta se desarrolle y son detonantes para que el personaje de Tylerskar tenga crecimiento y congruencia. Resolución, Experiencia, Ilusión, Rectitud, Conciencia, Esperanza, Valores y Sueños Rotos. Dirás: Gin, pero no son nombres de personas,. Lo sé. Y eso es lo que hace de manera precisa ya que son precisamente conceptos lo que hace que los personajes tengan su identidad. Cada uno de ellos está basado en las premisas de lo que significan, no solo de manera literal sino también de forma simbólica tanto para Tylerskar, el autor y cualquiera de nosotros.
Todos y cada uno de ellos están desarrollados de una manera que hace que puedas sentirte identificado, como por ejemplo: cuando el Idealismo baila con Rebeldía. Esto puede significar cuando nuestros idealismos son impulsados por un deje de rebeldía, ya sea para con nuestros opresores o para con algún sistema; y es así como a lo largo de la historia puedes encontrar muchas de estas válgame la redundancia “similitudes” que lo único que hacen es provocarte a que busques tu propia conclusión.
También se nos presenta a monstruo, este ser que puede significar tantas cosas en nuestras vidas. El autor bien lo define como un trastorno, la bebida etc., puede representar muchas cosas. Las cuales tienes que descubrir por ti mismo mientras lees. Es a este personaje el cual Tylerskar tiene una lucha y al parecer ya tiene su tiempo. Al principio cuando comienza la historia Ty no sabe dónde está, ni el por qué se encuentra en aquel lugar, luego se enfrenta al monstruo y se da cuenta de que son uno mismo. Bien, esto representa la primera crisis de una persona con trastorno de bipolaridad, una vez acabado no recuerda nada. Y cuando este se vuelve a presentar el monstruo (trastorno) arrasa con todo.
De esta manera arranca la historia la cual se te va llevando de la mano de Tylerskar y Rebeldía para que encuentres junto a este la forma de salir de aquello que lo aqueja.
Muchos sin duda podrán sentirse identificados con las palabras del autor en las partes del Símil. A mi en lo personal me han provocado más de un Deja Vu, no solo por mi condición si no también por todas aquellas experiencias que se me han permitido ver para un fin concreto, ayudar a las personas en la búsqueda de una solución eficaz, y una mejor manera de vivir la vida.
Ortografía y gramática:
Qué decir de esto, la prosa que se usa es muy buena. Habrá a quienes se les dificulte un poco el dialecto español que se usa pero por lo demás es muy fácil entender.
Solo tengo una anotación: En los primeros tres o cuatro capítulos, junto con sus símiles se abusa de manera deliberada de la frase “se me antoja”. Hay partes en las que en el mismo capítulo se repite hasta dos veces. En tal caso aconsejo se busque sinónimos como “me parece”.
La ortografía está muy bien cuidada, me ha quedado a pedir de boca. El uso de las rayas de diálogo de igual manera y es algo que se agradece entre escritores noveles, ya que no muchos tenemos el conocimiento o la experiencia correcta del uso de éstos.
Trama y coherencia:
Como dije antes, los personajes llevan de la mano la coherencia. Pero… Son las acciones las que definen y mejoran la trama y no puedo más que decir que ésta ha quedado muy bien hecha. Si bien el homenaje a ciertas cintas cinematográficas no todos lo puedan entender, considero que sin ellos no los entendería de otra forma. Te has lucido con los capítulos que parecen episodios desde diferentes ángulos y personajes pero con un fin en común: Tylerskar.
Opinión:
La historia de el símil me ha dejado colgando de un hilo de emociones.
Como mencioné me ha hecho rememorar y asu vez comprender de primera mano la condición a la que se enfrentan las personas que en la historia se ven expuestas. El arte… el arte literario en esta ocasión es la pastilla de paracetamol que nos quita el dolor de cabeza. Por así decirlo. El arte hecho escritura se vuelve la kryptonita para ese monstruo que asedia en los momentos de crisis.
Una de las historias que más me han llamado la atención y por la cual hasta tuve un deje de lagrimeo fue la de Joel y Tyla. En su caso por presentarlos como niños. Me recuerda cierta etapa de mi infancia y el proceso que me tocó ver con un niño como Joel.
No puedo más que decir que esta obra más que de género aventura es psicológica, todo lo que se menciona tanto en las historias como en los símiles son de dicho carácter, pero hay algo que me ha llamado tantísimo la atención y quiero hacer un énfasis en ello: La autodestrucción. Esta se presenta de muchas formas, en algunas es solo una invitada de algo más grande. Pero en todas y cada una de ellas podemos identificarlas y canalizarlas. El amor propio es uno de ellos. Dejarnos vencer por los catalizadores: llámense trastornos, enfermedades, etc. En conclusión solo puedo decir que para todas aquellas personas que se encuentran en tales situaciones, no se dejen vencer, que la resolución las encamine, la experiencia les aconseje, la esperanza nunca muera, las ilusiones no les falten, la conciencia nunca falle y los sueños siempre estén presentes.
Muchas felicidades Víctor por tan hermosa y magnífica historia, espero que puedas llevarla a muchas personas que sin duda creo y estoy convencida les será de mucho beneficio y les dará esa esperanza que necesitan. ¡En Hora buena!
Ginya Les.
November 30, 2020
Mis reseñas: Lágrimas de Peter Pan (Óscar Millán Vivancos)
RESEÑA DE LÁGRIMAS DE PETER PAN
Cuando cerré el libro de Óscar, el inicio de mi aventura por la novela acudió a mi cabeza.
Más bien, el envoltorio completo.
Había escuchado gran parte de la banda sonora de Hook como aperitivo.
Luego, un café acompañado de un cigarro a medio consumir.
El caprichoso sol arrojando claroscuros sobre ya las páginas finales.
Mentalmente, sin saber por qué, me asaltaba la visión de un paseo rocoso a orillas de aguas calmadas. En un paisaje abocado al ocaso, de éstas emergió la inmensa cabeza de un cocodrilo monstruoso. Sus ojos me miraban impávidos. Era una mirada que no necesitaba de diálogo alguno para captar mi atención y traslucir unas palabras con claros tintes de interrogatorio.
Que si había sido joven alguna vez, me espetaba la criatura.
Si me había hallado desatado en la bendita mugre de algún bar o cafetería, mucho antes de la digitalización del mundo.
Pensé de inmediato que sí. Pensé en lanzarme a una serie de argumentos de defensa a aquellos tiempos en los que se discutía sin esgrimir un móvil como arma y escudo. Pero, igual de rápida, una punzada de profundo dolor me sacudió por dentro.
Por un momento creí ver como los ojos del cocodrilo se encendían.
Que si había estado enamorado por primera vez.
¡Como si no fuese sencillo construir la perfecta imperfecta imagen de tu amor y extrapolarla!
No obstante, había gato encerrado.
La pregunta me había cogido al traspiés.
El amargo sabor de la pérdida me asaltó como si las fauces del cocodrilo se abriesen revelando un pozo de la más absoluta melancolía.
Durante la inevitable reflexión posterior a la conclusión de un libro, me había propuesto demostrar la inexistencia de Peter Pan en ella. Peter, mi imperdible amigo y eterno aliado.
Sin embargo, en un par de preguntas aquél monstruo me había puesto contra las cuerdas.
De repente ya no era un niño perdido que juega a poder volar.
Óscar Millán, aún menor de edad, ya jugaba a eso antes que yo.
Y muchos otros antes que él.
Curiosamente, para ser alguien que se jacta del estar y el sentir, poca habilidad de observación y juicio le falta al autor. Eso también es actuar. Quise esgrimírselo a ese joven tan ávido de vida como esquivo al vacío, cuando de nuevo la mirada del reptil brilló en exceso.
Tenía razón, ese chico ya no estaba.
El interrogatorio siguió durante un tiempo, peinando los bloques principales en los que se apoyaba la novela.
Que si las pesadillas.
Que si los pensamientos sucios, hostiles y psicópatas.
Que si gamberradas de juventud en las que me sentía totalmente identificado.
Decidí, ante la avalancha inquisidora, extraer una libreta para contraatacar como era debido.
En ese momento, el cocodrilo me arrancó ambas manos de un solo bocado.
Quedé sentado en una de las rocas que se hundían parcialmente en el agua.
Aquello me recordó el gran número de años que llevé a cabo aquel ritual. Sentir en el mar a un buen amigo.
Me recordó la ardiente rebeldía con la que defendía mi interior. Como si de un preciado tesoro se tratase, a proteger de los vulgares piratas.
Contemplando el lugar donde mis manos amputadas deberían haber estado, comprendí que no había distado de ser, en esa ocasión, uno de ellos.
Había tratado de abordar la obra leída en un análisis sesudo.
¿Qué derecho tenía?
Las incertidumbres de la edad temprana palpitan con tanta pasión y entrega que solo pueden combatirse con la necedad del paso del tiempo y la maldita experiencia que acarrea…
Entonces recordé mejor las páginas que había tenido el placer de leer.
Todo un mundo, una época entera, retratados en una breve novela.
Una fotografía de alguien quién, tal como era, quedó atrás hace algún tiempo.
La silueta del gran cocodrilo se zambulló en las aguas.
En las ondas resultantes, me pareció ver el reflejo de algo muy rápido que se movía en los cielos.
Al alzar la mirada, le vi.
La tozuda existencia de esa solitaria pasión, de esa conciencia inquieta.
La eterna aura de su sedante visión y lo perenne de la inocencia no arrebatada.
Algo que mora en el interior de muchos de nosotros.
Gracias, Óscar, por recordárnoslo.
Mientras una sola lágrima caiga, las fotografías recobrarán su calor.


